IV. Quiero un beso
El bochorno que sentiría al ser descubierto en ese lugar era lo que le alentaba a esconderse detrás del cartel que sostenía entre sus manos cada que una chica se acercaba. Las mejillas de Julio se incendiaron al sentir los labios tibios de una muchacha sobre su mejilla derecha. La chica de trenzas soltó una exclamación enternecida para marcharse y entregarle unos cuantos billetes a Daniela.
Micaela le alzó los pulgares en señal de estar haciéndolo bien, para luego posar sus ojos socarrones nuevamente en Javiera que por sexta vez recibía dinero de parte de Martín exigiendo su beso. Entre las diferentes chicas - y Julio que fue arrastrado- era de las que más dinero había recaudado hasta el momento, la huraña muchacha obtenía bastante clientela masculina que no desperdiciaría la oportunidad de obtener alguna vez un beso de ella.
Julio se dejó caer agotado al otro lado de la mesa a un lado de Daniela, la chica le sonrió sutil pasándole un poco de agua en una botella mineral para volver a contar el dinero conseguido hasta el momento (ninguno de sus primos habían apoyado la idea de que ella vendiera algún beso, así que si quería ayudar, mejor ponerse a sacar cuentas).
― Francisca fue a traer algo para comer― Añadió viendo a su amigo, el morocho asintió sintiendo calor gracias a la ropa puesta― Y ¿sabes algo Julio?― Daniela preguntó suavemente pero con cierta travesura que él no percató, Julio negó con un movimiento en la cabeza mientras no despegaba sus labios de la botella con agua― ¡Te ves muy lindo vestido así!― Sin esperarlo el flash del celular abrumó los ojos castaños del chico cegándolo momentáneamente. Daniela sonrió victoriosa al ver la foto, en ella salía un Julio con los ojos cerrados por la repentina luz, mientras que en su cabellos castaños una diadema con corazones rozados se mostraba coqueta a juego con la camisa rosa pálido grabada con letras curveadas en blanco con "kiss me" y entre sus manos alzadas la botella con agua zafándose de su agarre. Muy cómica la pose, pero para él no, un poco de agua había salpicado en su pantalón, por no decir toda la que quedaba en la botella. Para Daniela, su foto favorita del día.
― ¡Ya llegaron los refuerzos!― Francisca venía con sus manos llenas, entre ellas cargaba algunas viandas una sobre la otra haciendo una pequeña torre, a su lado Catalina traía el termo con jugo y los vasos plásticos; más atrás de las risueñas chicas se encontraba la persona que sacó un gemido de sorpresa en Julio.
¡¿Porqué entre tantas personas tenía que venir justamente esa ?!
Ángel dejó sobre la mesa la caja que Carolina le había pedido a Francisca que trajera, la chica no podía negarse a la panameña después de todo, era ella quien aportó cierto porcentaje del presupuesto que necesitaban para esta locura. Irían a pasar unas buenas vacaciones a la playa, pero estaban cortas de dinero, por lo que la idea de vender besos salido al flote en son de broma. Al final la estaban cumpliendo por pura diversión, resulto que Blanca tenía una casa cerca de la costa, e irían todas a pasar un buen tiempo allá.
No pasó mucho para que las jóvenes un tanto agotadas se acercaran al chico como abeja atraídas a la miel. Ángel no desaprovechó ni un segundo para decir galante algún piropo a las señoritas.
― Venga linduras, ¿A caso no merezco un besito?― Sumó de manera melosa al ambiente mientras Javiera pasaba a su lado buscando la vianda con comida que su mejor amiga le ofrecía, sin percatarse de la mirada jade sobre ella. Julio rogaba para que él no notara su presencia.
― ¡Eh! Si vos querés un beso tenés que pagarlo Ángel, eso sí aléjate de la flaca y Daniela ― Martín -que aún no se había ido- enroscó su brazo sobre la cadera de la chilena apegándola a él, la chica tenía el ceño fruncido sin embargo sus mejillas estaban coloradas y no hizo ahínco de quitar el contacto, lo cual plasmó en Martín una sonrisa de satisfacción ante un aburrido Ángel que se preguntaba porque esos dos no se hacían novios de una vez.
Por su parte Daniela tan sólo rodo los ojos al escuchar la petición de su primo, pero un suave movimiento a su lado capto su atención, miró sin entender a Julio caminar agachas detrás de la mesa. Permaneció callada mirando curiosa a su mejor amigo.
― ¿Nadie falta por Jugo?― Preguntó Catalina echando su mirada sobre los presentes. La de ojos verdes alzó su mano sin despegar su vista de un Julio que seguía agachapado― Ya te sirvo Dani―En cuestión de segundo ya el líquido se encontraba vertido en el vaso y en las manos de Catalina listo para ser entregado.
― Coco, también falta Julio. Esta allá― La morena siguió la dirección que apuntaba Dani, y no fue la única, al escuchar el nombre del menor Ángel giró de inmediato el rostro. Soltó una risa divertido al ver al menudo chico casi en cuatro a un lado de la mesa.
― ¿hermanito qué haces?― Micaela averiguó con una ceja enarcada al ver la posición de su hermano.
Julio se sonrojo hasta la sien al sentirse cachado.
― Eh, mira Daniela acá está el arete que se te cayó ―Musitó entre diente, sintiendo el sudor correr por su frente. Daniela lo miró anonada, pero, le siguió la corriente a su amigo cuando este le entregó una pequeña piedrita.
―¡Aquí has estado carajito! Y yo buscándote por todas partes ―Ángel no perdió oportunidad de acercarse a él. Julio miro con timidez al mayor, le debía una explicación más no quería darla aún.
Ambos muchachos quedaron en silencio, Julio sintiendo como el sudor de sus manos aumentaba a medida que jugabas entre ellas y Ángel hastiado de tanto aguardar alguna reacción del castaño. Resopló impaciente una de las hebras oscura sobre su frente, gesto que no pasó desapercibido por Julio que pensaba que el chico a su lado no le querría ver más.
― Ya me casen de esto―Posó sus manos con fuerza sobre la mesa, asustando a Julio en el acto― Daniela cuánto cuesta un beso―La chica dejó de lado los billetes y anunció el precio al chico, Ángel sonrió complacido. Entrego la suma requerida a la muchacha quien los recibió.
― ¿Ángel a quién quieres besar?― Curioseó Daniela al notar que la suma dada no era para un solo beso, sino que había para más de 6.
Julio se sintió afligido, así que si era lo que se imaginaba, Ángel ya no querría saber de él y que mejor manera para hacérselo notar al besar a una chica para enfatizar su heterosexualidad. Fue muy tonto de su parte confesarle al chico sus sentimientos y luego huir, si se hubiera quedado se fuese ahorrado este incomodo momento.
― Hey, ¡tú! quiero mi beso― Ante la sorpresa de las chicas, Ángel no le había pedido el beso a ninguna de ella. Una sonrisa socarrona en sus labios se alzaba mientras un Julio sorprendido trataba de no ahogarse en sus nervios.
―¿Yo?―se señaló vacilante con un dedo. Frente a él Ángel confirmó teniendo un brazo recargado en la mesa y con el otro sostenía con su palma abierta la barbilla de su rostro en espera de su beso― ¡N-no puedes besarme!― Julio se escandalizó moviendo violentamente frente a él sus manos como escudo para que el mayor no se acercara.
― Ay, no te estoy preguntando Julito. Te estoy advirtiendo no más lo que quiero― Sin quitar la sonrisa altanera, tomo la barbilla de un colorado Julio para unir sus labios tibios con los de él. Los expertos se movían con fuerza, y Julio sin saber qué hacer, cerró sus ojos para tomar entre sus dedos la tela de la camisa del otro, siguiendo torpemente los movimientos del otro.
Ángel se separó de él, al abrir sus parpados Julio seguía con los ojos cerrado y respiraba agitado sin creerse aun lo que pasaba. A pesar que la mesa los separaba, el castaño abrió sus ojos al sentir los labios de Ángel en su frente y sus brazos en su anatomía envolviéndolo.
―Escucha bien esto Julio; Soy capaz de endeudarme por más besos como el que me has dado― Le susurró a su oído. Ahora sí Julio parecía un foco incandescente al escucharlo. Porque era más que obvio que sus sentimientos eran correspondidos.
- Fin-
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