Como todos saben, hace millones de años atrás, un meteorito formado de vibranio, la substancia más fuerte en el universo, cayó en el continente de África, afectando la vegetación. Cinco tribus se asentaron en el área y la llamaron Wakanda.

Las tribus vivieron en constante guerra entre ellas, hasta que un guerrero-chamán recibió la visión de la Diosa Bast, quien le dio una hierba con forma de corazón: una planta que le dio fuerza sobrehumana, velocidad e instintos. El guerrero se volvió rey y la primera Pantera Negra, el protector de Wakanda.

Poco después, el guerrero-chamán desposó a una mujer, que contrajo una enfermedad mortal. El rey de Wakanda le pidió a la Diosa Bast que la curara, pero la Diosa se negó, diciendo que la mujer no tenía un corazón lo suficientemente digno de recibir su ayuda.

Sin embargo, la Diosa, en compensación, le prometió darle una mujer que realmente fuera digna de gobernar Wakanda: una mujer elegida por ella misma a la que llamaría su propia hija y le obsequiaría un don especial.

Años después de que la reina falleciera, el rey visitó la selva y ahí encontró a una mujer desnuda, hermosa y con brillantes ojos púrpuras, moviéndose tan ágil y elegante como un gato. Cuando el rey le preguntó quién era, ella se presentó como la hija de Bast y la protectora de la selva. Aún así, el rey no le creyó... hasta que una manada de panteras salió de entre la maleza y se posicionó detrás de ella, reconociéndola como su líder. La primera hija de Bast... con un destino por cumplir.