Capítulo 7.-
Pam condujo en silencio hasta Any Blue, un bar lejos del campus. A primera vista, se veía costoso. Con una decoración minimalista y ambiente tranquilo, con muebles color negro brillante que reflejaban las luces azules a las esquinas. El hombre en la barra, al ver a Pam pasar, le guiñó el ojo, a lo que ella respondió con un saludo con la mano.
Los meseros vestidos de negro la saludaban mientras ella iba a su mesa habitual: cerca de la ventana donde se apreciaba la ciudad de Calgary y parte del río Bow a sus pies desde el décimo piso del edificio.
—Gin Tonic con un limón —pidió Pam con una sonrisa a un mesero que ya se había anticipado a su petición—. ¿Cerveza, Suz?
—No, gracias —susurró, abrumada por el lugar.
Todos los presentes parecían personas ricas y exitosas, con sus tacones altos y faldas de diseñador, mientras que ella se sentía fuera de línea con sus zapatos de piso y su coleta alta.
—Appletini para ella. —Pam la ignoró.
Ella dejó que Susan se sintiera pequeña un poco más, mientras disfrutaba su cara de miedo.
—¿Ted está saliendo contigo? —preguntó Pam.
—¡No! ¡Jefa, lo siento mucho! Le dije que no sería buena idea, pero me insistió tanto... Le dije que debía decirle todo, pero no quiso escucharme. ¡No tengo ningún interés en Ted!
—La verdad es que no me molesta. —Contempló sus uñas y tomó nota de limar la punta del dedo anular—. Tenemos una relación abierta, y si él decide estar con alguien más, puede hacerlo.
Susan frunció su entrecejo, no entendiendo si aquello era una broma o la verdad.
—Ted estuvo pretendiéndome por un par de años. Usó todas las tácticas posibles, supongo —explicó con amabilidad—. El tipo no entendía un no por respuesta, hasta que un día él me invitó una copa... Ya sabes cómo termina cuando bebo de más.
Susan apretó sus labios al contemplar el par de copas que el mesero dejó frente a ellas. Quizá solo ella lo notó, pero éste asintió al comentario de Pam.
—Un día, sin más, desperté en la cama de Ted, y él entendió otra cosa —siguió explicando de forma natural—. En cuanto pude decir el alfabeto sin reírme, le dejé en claro que sólo había sido cosa de una noche, pero la historia se repitió un par de veces. Salimos otras cuantas, y descubrí que es un buen amigo, pero no me interesa nada más. Se lo he explicado tantas veces que ya perdió el sentido. —Tomó su copa entre sus dedos y jugó con la rodaja de limón que adornaba el borde—. Aún así, lo he alejado y él vuelve a mí. Me cansé de esas charlas que no llevan a ningún lado, y ahora solo me dejo llevar. Admiro su compromiso conmigo... Casi me encantaría que me engañara. Así, él podría estar con alguien que lo ame y yo podría ser feliz con mi dildo.
Susan escupió el trago que tenía en la boca.
—Eso no es enjuague bucal, Suz. —Suspiró—. Así que si sales con él, y puedes hacerlo feliz, adelante. —Su mirada estaba llena de tristeza—. Es un buen tipo.
—No me interesa Ted, jefa —dijo con cautela—. La... verdad... es que todos se han comportado diferentes desde que...
—¿Te besé?
—Sí... —Sintió que los colores se subían a su redonda cara.
—Suz, ¿en serio crees que me voy a tragar eso de que fue tu primer beso?
Susan abrió sus ojos a su máxima expresión.
—Es una linda historia que los chicos pueden tragar, pero yo no.
—Técnicamente, sí fue mi primer beso.
—Con una chica.
—Exacto. —Rió.
Pam se acercó a la regordeta chica por encima de la mesa.
—Seguro todos te creen una santa, ¿no? —susurró con una sonrisa—. No eres más que una mentirosa.
—No, jefa. Yo no miento.
—Lo has hecho conmigo dos veces hoy: el celular y esa mierda de que no quieres estar con Ted.
Susan volvió a fruncir sus cejas. Estaba atrapada.
—¿Por qué Damian, James y Ted son tan atentos contigo? —Pam se recargó en el pequeño asiento de su silla alta.
—Eso juro que no lo sé.
—¿Alguna especie de fetiche? Seguro también asumen que eres virgen. —Soltó una risa que Susan no compartió—. ¿Lo eres?
Ella se encogió de hombros, desviando su mirada.
—Wow —gesticuló Pam antes de darle un trago a su bebida.
—La verdad, no me importa... Pero tampoco es tan desagradable que tengan un poco más de atenciones conmigo. Es decir, aún como sola todos los días, pero es lindo tener a personas que se preocupen por mí, además de mis padres a cientos de kilómetros.
La jefa enarcó una ceja.
—¿Es malo comer sola?
—A veces puedo ver alguna serie, pero no me molestaría conversar con alguien de vez en cuando...
La mujer esbelta volteó a su izquierda por la ventana. Vio las pequeñas luces bajo ella, y se preguntó cuántas parejas estarían teniendo una conversación verdadera en ese momento.
...
—Pam, ¿cuánto vas a seguir con esto? No fue nada. Sólo la invité a tomar una cerveza. Es todo. Por favor responde mis llamadas. ¿No podemos discutirlo con una botella de vino en tu casa?
Ted despegó el teléfono de su oreja, rogando por que, al menos, ella escuchara los mensajes que dejaba en su buzón de voz.
—¿En verdad se enojó? —preguntó Damian, asombrado—. Más parece que es una excusa para no volver a hablarte —se mofó.
—Jódete —susurró.
—¿Por qué no vas a buscarla?
—No tuve tiempo. No encontré a Suze por ninguna parte para hacer el trabajo de Bioinformática. Tuve que hacerlo por mi cuenta.
—¡Oh, pobre de ti! Espero que hacer tu propio trabajo no te afecte —imitó un tono burlón.
—Cállate de una vez. Suze también hace tus trabajos.
—Sí... pero yo le pago por ello.
—A veces —terminó Ted.
Después de la asignatura de Análisis MIcrobiano, Damian y Ted se drigieron al salón de Susan, donde Ted la abordó de pronto con Damian detrás de él.
-Suze, ¿qué pasó ayer? No me digas que Pam te hizo algo. Por favor dime que n se enteró que saldríamos... ¿Estás usando maquillaje?
Los pequeños ojos de Susan estaban delineados y sus pestañas apuntando hacia arriba estaban retocadas con mascara. Ella sonrió cuando su amigo lo notó.
-Lo siento -se disculpó ella-. Pam secuestró mi celular en cuanto supo que me estabas llamando.
Susan se colgó al hombro su mochila, y guió a Ted por el corredor.
-Fuimos a tomar algo a Any Blue -explicó ella-. Luego fuimos a su apartamento y ella me enseñó cómo hacer esto. -Señaló su rostro.
Las cejas de los dos chicos estaban arqueadas en sorpresa.
-¿Hablas en serio? -preguntó Damian.
-Sí -afirmó Susan-, ¿es tan raro?
Ted miró inquisitivamente a su amigo. Él se encogió de hombros.
-Incluso me invitó a cenar mañana por la noche. Es linda una vez que decide serlo. -Sonrió Susan.
Ambos chicos se quedaron callados. En el tiempo que habían conocido a Pam, había dejado muy en claro cuando una persona no era de su agrado. Incluso Ted lo había vivido en carne propia cuando ella le derramó una lata de soda de naranja en la cabeza hacía mucho.
Aunque también sabían que si Pam decidía que alguien le agradaba, podía ser una amable y considerada amiga.
-También es extraño para mi, pero me alegra que por fin se esté abriendo -continuó ella.
-Es genial, Suz -musitó Ted.
-Sí, genial... -dijo Damian sin muchos ánimos-. Por cierto, debemos comenzar con el trabajo para Nueva Zelanda.
Susan se dio la vuelta sobre sus puntas para ver a los dos chicos.
-¿Quieren decir que ni siquiera han empezado? -les arrojó, con una pizca de recelo.
-¡No! Claro que hemos empezado -mintió Ted de inmediato-. Ya investigamos todo de tema. Todo lo que debemos hacer es escribirlo.
Los ojos de Susan se cerraron con pesadez.
-Llevo cerca de cincuenta páginas escritas.
-Descuida, Suz. Tenemos tiempo de sobra -dijo Damian, intentando contrarestar la importencia de su amiga.
-Llevo investigando y arrojando datos desde hace dos meses. ¡La presentación del proyecto es en seis semanas!
-Bien. Calma. -Las manos de Ted comenzaron a sudar-. Aún tenemos tiempo, y solo debemos hacer el complemento de tu trabajo. ¿Qué tal si nos lo compartes y así podemos anexar contenido?
Susan lo meditó un momento, sin mucha confianza en su expresión.
-¿Somos un equipo, no? -preguntó Damian.
-Lo subiré a la nube esta noche -suspiró, derrotada.
...
El viernes por la tarde, la oficina permanecía ociosa. Aquellos que habían terminado sus responsabilidades, se habían adelantado a Twenty Four por unas alitas picantes. Pero James se encontraba con Pam en la sala de juegos de FussBreak, un lugar designado para que los trabajadores se distrajeran en los tiempos de estrés. Este contaba con una mesa de fuzzball, varios juegos de mesa y un Nintendo Switch conectado a una televisión de noventa pulgadas.
En la pequeña mesa, estaba desplegado un tablero de ajedrez. Como era usual, James había tomado posesión de las piezas negras mientras que Pam había comenzado con las blancas.
Después de un largo tiempo en silencio, Pam movió su alfil.
-Jaque -anunció.
James consultó su reloj de pulso y corroboró que eran pasadas las seis de la tarde.
-Oficialmente el tiempo de oficina terminó. Así que jódetete, Holt.
-Eres un pésimo perdedor. -Rió ella.
James contempló sus posibilidades. Su rey estaba perdido dentro de los dos siguientes movimientos, no importara a dónde lo moviera. Así que solo se limitó a tirarlo, dándole la victoria a Pam.
-¿Qué haces tan tarde, de todos modos? -preguntó James-. ¿Ted te dejó plantada?
Pam sonrió mientras negaba con la cabeza.
-Estoy esperando a Susan.
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