6. Como en los viejos tiempos.
Ha vuelto a desaparecer una estúpida y larga semana entera. Semana en la que he tenido más tarea de lo normal, no le conté a Lila lo del beso, tuve que aguantar estampas motivacionales en la pared del baño, una por día, me ha preparado el desayuno un par de veces en que ha tenido la mañana libre. Incluso me dejó escuchar con ella a sus bandas surcoreanas para que me sintiera mejor, porque en su mente estoy desolada.
Aunque para ser honesta, no me arrepiento, era algo que venía venir.
Un beso y adiós. Nos vemos en un par de años.
Quizá en otra vida condené a una nación entera y él es un karma o algo parecido.
¿Han escuchado hablar del karma?
Según el karma en la religión es la creencia conforme la cual toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las sucesivas existencias del individuo.
En palabras sencillas, y en mi experiencia, es cuando el universo quiere que te arrepientas de haber nacido, así las acciones malas van siendo pagadas con tus desgracias, y el universo o quién esté al mando come palomitas mientras tú lloras. El problema conmigo es que según yo me había portado muy bien en mis veintiún años de vida, a excepción de cuando me comí a Juana, mi gallina, pero en mi defensa no sabía que era ella.
¿De qué vas?
Y quizás, solo quizás si yo era un poco más rebelde la vida me daría cosas buenas, aunque seguro me iba peor.
Seguro te va peor.
Estoy hablando por lo bajo mientras preparo café, la cafetería está particularmente vacía hoy, por lo que no debo preocuparme mucho. El clima es sin duda una tortura, mucho viento, polvo y unas cuantas bacterias que se cuelan, es el día de descanso de Ricky, así que solo estamos Kevin y yo, el cual está coqueteando con una morena de ojos azules, veo cómo tiene esa mirada de galán de taquilla en los años cincuenta. Sí, a lo dramático. No me he dado cuenta que el sonido de fondo es el teléfono de la cafetería hasta que escucho decir a la chica:
—¿No debes trabajar o algo así?
Kevin responde una disculpa y camina hacia nosotros, pero en cuanto ve que he tomado el teléfono se pega como garrapata al mostrador. Carraspeo para dar mi mejor voz:
—House café, ¿En qué podemos ayudarle?
—¿Crees que sea buena idea comer pastel o pan de zanahoria? —pregunta la voz masculina al otro lado de la línea, nada más escucharlo sé de quién se trata.
—¿Qué quieres?
—No son formas de tratar a un cliente, Dumbo—responde, no lo estoy viendo pero juro que tiene esa mirada retadora y una sonrisa sínica.
—¿Vas a querer algo o no?
—Sí, sí—dice tan rápido como puede—¿Qué me recomiendas?
—Que no llames.
—De la carta, chistosa.
—Hoy tenemos una especialidad que se llama: Jódete Reed Baker—lo escucho soltar una carcajada—. Tiene tres quesos, pimientos, rebanadas de tomate y va acompañada con un agua mineral sabor naranja. También empanadas de queso con café latte.
—¿Alguna que se llame me encanta Reed Baker?
—Se nos acabó, pero tendremos en consideración su sugerencia.
—Estaré ansioso por verla en el menú.
—No tenemos envíos a domicilio por el momento, debe...
—Cena conmigo—dice de repente.
—No.
—¿Por qué no?
—Para que me beses, desaparezcas y finjas que nada pasó, no gracias.
—No estoy fingiendo que nada pasó, Sue. Me acuerdo.
—Pues no quiero salir contigo, no me fío de ti.
—Cena conmigo y te prometo que no intentaré besarte.
—¿Vas a pedir algo o no?
El sonido titilante de la puerta suena y no tengo que girar porque Kevin me ha susurrado su nombre como tres veces.
—Creo que voy a querer la especialidad de la casa y un café, por favor—dice cuando está frente a mí. No he puesto el teléfono en su lugar y si antes tenía mucha fuerza de voluntad y ganas de no volver a verlo, todo eso desaparece. Lleva una gorra negra que le tapa casi toda la cara, pero aun así me es fácil notar que tiene unas ojeras pronunciadas y la parte de su cuello está más roja de lo normal.
Tomo una de las empanadas de verduras que Ricky había horneado ayer por la noche y la coloco en el tostador, no me doy vuelta porque ya estoy lo suficientemente nerviosa. Las manos me sudan y quiero preguntar si todo va bien.
—¿A qué hora sales?
—Que te importa—ruedo los ojos.
—Es para saber a qué hora me tengo que ir, el mundo no gira a tu alrededor, guapa.
Ensancho una sonrisa que es imposible ocultar y niego con diversión, esto está comenzando a ser una pelea como cuando éramos apenas unos niños.
—A las nueve—respondo imitando su tono—. Por cierto, me estás preguntando mi horario, así que tal vez el mundo no, pero el tuyo sí, cariño.
—Eso es en una hora.
—¿A quién le has dicho cariño? —pregunta, Kevin desde la cocina—¿Estás flirteando con alguien?
—No estoy flirteando.
—Soy celoso, que lo sepas—bromea, Kevin. Y sé que lo ha dicho para ver como reacciona el capullo con pies que tengo enfrente de mí.
Reed bufa, no puedo verlo con exactitud pero apuesto un salario a que ha rodado los ojos.
—Yo sí estoy flirteando y soy celoso—dice. Coloca un billete en la propina y deja otro más para que cobre—. Nos vemos en una hora, Dumbo.
—Jódete, Reed.
Sonríe de lado y se despide guiñandome un ojo antes de salir. Tengo que darme una bofetada mental porque siento como mi corazón ha aumentado su frecuencia, espero que sean síntomas de un infarto y no que el insufrible siga teniendo ese efecto en mí.
El tiempo pasa relativamente rápido.
No estaba en mis planes salir con nadie esta noche.
Me he cambiado ya el uniforme por un top blanco y unos jeans de mezclilla, no dejo de ver el reloj rojo que está en la pared, no sé si está adelantado o atrasado por dos minutos, así que cada que volteó a verlo necesito hacer una resta y una suma en dado caso que las nueve en punto lleguen para que podamos cerrar. Y no, no es porque dijo que vendría por mí, sino porque Marco y su banda tienen un evento en un club en el centro de la ciudad y Lila me ha pedido que la acompañe y a Reed le han pedido una mano para montar algo en el escenario.
El camino al club resulta menos tedioso de lo que espero. Kevin no ha dejado de mencionar que seguro voy a ligar esta noche. En la entrada hay un gran sofá afelpado de color morado, hay una zona con globos para tomarse fotos, Kev me da la mano cuando tenemos que pasar entre tanta gente y no me suelta hasta que estamos dentro. Hay luces color león sin ser tan molestas, el techo tiene decorados y en el escenario hay un grupo que no es el de Marco tocando, no son malos pero lo que cantan es pésimo.
Una chica pasa con una botella de lo que parece ser vodka con algo más dando tragos gratis a los que recién llegan y cuando me distraigo en busca de los chicos, Kevin ya está abriendo la boca mientras un grupo de desconocidos lo animan a dar un trago más. En el segundo piso puedo ver un par de mesas sin tanta gente, parece más exclusivo y seguro que aquí abajo. Tomo un mojito de los que lleva en la charola y lo paso sintiendo como el alcohol se impregna en mis papilas gustativas dejando un calorcito en mi garganta.
Una mano me da un tirón y sé que es Lila cuando se me cuelga del cuello y mueve sus caderas al ritmo de la música.
—Los estamos esperando, Sullivan—dice. Y nada más escucharla sé que está medio borracha.
—¡Como el de Monster Inc.! —chilla Kevin a mi lado.
—¿Ya se te subió?
—Qué va. Es el efecto de la felicidad.
—Tomate esto—Lila me extiende un caballito de algo y sin preguntar lo paso.
Pongo una mueca cuando tenemos que pasar entre tanta gente para llegar a la zona VIP, que está reservada solo para los chicos de la banda y sus invitados.
—He echado un polvo en el baño de chicos y es el mejor polvo que he tenido—susurra Lila con una risita, pero se aleja en cuanto estamos arriba, se sienta en las piernas del moreno y Reed pone un mohín de hastío. Los chicos de la banda están preparándose para tocar, ni siquiera prestan atención a su alrededor a excepción de una chica que le da miradas desdeñosas a Lila y no deja de apurar al pobre Marco.
Lila le da un último beso como si quisiera succionar el alma del pobre y este se levanta para salir al escenario. Me siento a un lado de Reed que parece estarlo pasando tan mal como yo. Kevin baja con Lila, llevan una playera con el nombre de la banda, él parece estar más cómodo con el hecho de que les darán bebidas gratis a los fans de W&S.
—¿No usarás una playera? —pregunto.
—Tengo algo que hacer mañana, no bebo—responde. Tengo la impresión de que está enfadado conmigo.
¿Se ha tomado muy personal lo de jódete? Tal vez me he pasado un poco.
—No me van estos sitios—añado a la interesante conversación. De pronto me empiezo a poner de los nervios, el sonido ruidoso del lugar, las luces neones que me marean cada que se mezclan y el olor a alcohol—¿Tienes tatuajes, cierto?
Mi pregunta lo saca de sus pensamientos y gira a mí, creo que es el lugar pero la mirada intensa que me da hace chocar mi pierna con la suya en un torpe movimiento, puedo sentir el hipo salir de mi cuerpo en cualquier momento. Aunque no llega.
—Tengo un par—responde y ahora es él el que deliberadamente ha rozado su pierna con la mía, es casi como una caricia que hace que mi piel arda y sienta calor en lugares dónde no debería.
—Ya veo—respondo, y tengo que inclinarme solo un poco para que me escuche.
Una de sus manos está en el sofá y cuando me muevo, puedo sentir como sus nudillos están tocando mi piel que cubre el pantalón, tengo que moverme un poco porque he comenzado a sentir calor. Estoy ovulando, seguro es eso.
—¿Quieres beber algo? —pregunta y esta vez se pega hasta que no hay ni un milímetro entre nosotros—-. Estás sudando.
—No, estoy bien—respondo con voz trémula.
Sabe lo que hace el muy insufrible, ha sonreído de lado y está negando con la cabeza.
Mi llavero en forma de gallina cae al suelo en un intento por distraerme en algo, y los mecanismos de alerta se mandan a mi cerebro tan rápido como un parpadeo, el pollo tiene grabado el nombre de: Juana. Era nuestra gallina cuando éramos niños, le robamos un pollo al vecino que tenía un granero cruzando la calle, la señora Baker nos ayudó a cuidarla hasta que Juana fue adulta y rechoncha, y un día decidieron hacerla en estofado.
Trago saliva cuando él la atrapa en el aire y me aviento a él, pero es más rápido que yo y la pasa detrás de su espalda.
—¿Por qué estás tan nerviosa?
Ensancho una sonrisa y doy un tirón con gentileza a su camisa, espero que quede un hueco entre su espalda y él sofá, pero en lugar de eso, su cuello queda justo en mi cara, el pulso se me acelera, escucho de fondo como todos gritan cuando presentan a W&S y yo solo soy consciente del bullicio y lo bien que huele Reed.
Dudo un momento. Todo el mundo menos nosotros están concentrados en la música. Incluso los guardias de seguridad que se han puesto a la orilla del barandal para poder apreciarlos desde acá arriba. Reed traga saliva con fuerza.
—¿Qué? —repito con el mismo tono descarado que él hace un rato—¿Por qué estás tan nervioso?
Esboza media sonrisa mirándome.
—Por el llavero de Juana no es—responde con diversión.
¿Qué? ¿Lo ha visto? Claro que lo ha visto.
Soy una loca.
Estiro la mano agarrando su muñeca y puedo sentir el llavero, forcejeamos o eso intento, porque yo me muevo y él me rehúye, su mano derecha ha quedado sobre mi rodilla y la otra estirada hacia arriba para que no la alcance. Me pregunto si él se siente igual de afectado cada que nuestras pieles se tocan.
Reed suelta una risita.
Y lo próximo que hace es meterse el llavero en el pecho.
—Eres un crío. Devuélvemelo—sentencio.
Sé lo que viene. Mi corazón comienza a palpitar más rápido cuando él se cruza de brazos retándome con la mirada como cuando éramos niños.
—Me lo quedaré un rato—musita. Siento que mi mano se mueve sola hacia su camisa y él no pone resistencia, al menos no como debería porque solo bloquea mis movimientos con sus manos. En el preciso momento en que sus manos tocan mi abdomen un sensible y doloroso espasmo de calor recorre mi cuerpo. No quiero moverme siquiera. Mis piernas están temblando y es mejor no centrarme en que partes exactamente lo hacen también.
—Quédatelo—digo con indiferencia.
Él está divertido con la situación y cuando parece que se lo ha creído me aviento hacia él en busca de mi Juana, nunca antes había querido ser un llavero.
No pensé eso.
Lo hiciste.
Juana sale volando cuando Reed se inclina para detenerme y ninguno de los dos presta atención por lo que estamos peleando. Él me sigue sosteniendo de las muñecas y mis piernas están arriba de sus piernas en una posición cómoda.
Mi corazón palpita con tanta fuerza que creo que se ha pasado al estómago. Bajo mis piernas de él; rozo mis labios con su barbilla hasta llegar a la altura de sus labios. No me puedo creer que tenga valor para hacer esto, con tan solo un mojito. Entreabro los labios y veo como vuelve a tragar saliva.
Un mojito que seguro sacaron de la basura.
—Sue...
—Uy, suena advertencia.
Niega con la cabeza: —Lo he prometido, sin besarte.
Tiro de él y estampo sus labios con los míos.
Por suerte, yo no prometí nada.
Mañana te arrepentirás de esto.
Hola, cielitos.
¿Cómo están? Espero que se encuentren muy bien y que sus semanas estén llenas de paz y sin complicaciones.
¿Qué les pareció el capítulo?
Espero les guste tanto como a mí. He pasado muchos días durmiendo tarde para poder escribir y tengo más capítulos pero falta editarlos.
Mini maratón 1/2.
xoxo
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