Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2._Hermana


-Esta hecho- exclamó el abogado dejando los documentos sobre la mesa del comedor en casa de Mary.

-¿No habrá ningún problema con esto?- le consultó Dai que estaba sentado a la mesa, descansando los codos sobre la madera y haciendo un triángulo con las manos. Tenía un aspecto algo cansado.

La luz del sol de invierno entraba por la estrecha ventana de cortinas amarillas, que el viento sacudía, y se derramaba sobre Dai dándole un aura dorada a su blanca camisa y albo cabello. Llevaba dos semanas viviendo con la muchacha que cruzada de brazos observaba la escena en silencio. Dai la miró de reojo, un instante, ella apartó la mirada de él poniendo las manos en su espalda y viendo hacia la puerta interior de la cocina. Su largo y negro suéter le daba a su pálido rostro el aspecto de una dama del siglo diecinueve. Llevaba esa melena anaranjada peinada con un cola a la altura de la nuca. Solía tomarse el cabello de esa forma en casa, fuera de ella lo llevaba suelto. Esas últimas dos semanas, Dai había aprendido varias cosas de ella.

-No señor- contestó el abogado con calma. Era un hombre mayor que se mostraba muy experimentado- La adopción de la señorita Mary es perfectamente legal. Desde hoy ella pasa a ser parte de su familia y tiene los mismos derechos que sus demás hijos.

-Muy bien- exclamó Dai apartandose de la mesa para ir a estrechar la mano del hombre y despedirlo- Espero contar con su discreción...

-Desde luego. En lo que a mí respecta, usted y yo no nos hemos visto desde que firmó su testamento- le respondió el hombre y se marchó despidiéndose de Mary como si lo hiciera de una mujer distinguida.

La muchacha acompaño al hombre hasta la puerta y luego volvió hacia la cocina. Dai ponía la tetera en la estufa. Era temprano y él no había desayunado. Estuvo esperando a su abogado desde hacían dos días.

-Me alegra que su madre haya aceptado- le dijo mientras buscaba una taza de té. Estaban muy por encima de su cabeza, por lo que desistió en tomar una.

-¿Qué madre se negaría a que su hijo se convierta en el heredero de un hombre rico?- le preguntó Mary yendo hacia a él para alcanzarle la taza y poner una para ella.

La mujer usaba té de hoja. Odiaba las bolsitas a menos que fueran de alguna marca exclusiva o exótica variedad. Tomó el recipiente dónde lo guardaba, también algo de canela, anís y clavo de olor para hacer una infusión. Dai se apartó para darle espacio.

-Tienes razón- admitió Dai que por primera vez desde que estaban viviendo juntos no la trato de "usted"- Tú fuiste más difícil de convencer.

-Estoy dispuesta a hacer muchas cosas, pero la mayoría no está motivada por algo tan vulgar como el dinero.

-Así que lo que te llevo a aceptar mi trato fue lo otro...

-Siempre estoy disponible a vivir una experiencia interesante, señor Dai. Quiero decir, querido padre...

-Me has recordado a alguien- rio Dai medio encogiéndose de hombros.

-¿A quién?- le preguntó Mary quitando la tetera de la estufa. Estaba hirviendo.

-A mi hijo Whiss- respondió Dai viendo por la ventana que daba al jardín y dejando a Mary bastante intrigada- Pronto lo conocerás. Lo más probable es que no se lleven muy bien al principio. Whiss no se toma bien que lo contradigan y tú amas ir en contra de la corriente. Pero con la que más problemas vas a tener será Vados. Ella es la más terrible de todos mis hijos.

Mary echaba agua caliente sobre su infusión mientras lo oía.

-De tal palo tal astilla dicen...

Dai se sonrió un tanto sarcástico al escuchar eso.

-El doctor llegará mañana. Su nombre es Bills- le dijo recibiendo una taza con té de manos de la mujer- Gracias...

-Así que el señor Bills ¿y qué tal?

-Ha tenido un par de problemas por negligencia, pero eso es lo que lo hace perfecto para este trabajo- le dijo Dai que pareció víctima de un mareo. Logró dejar la taza en la mesa, pero acabó cayendo al doblarsele las piernas. Mary apenas logró sostenerlo.

Con cuidado, la muchacha, se sentó en el piso de la cocina para hacerlo descansar en su regazo. Dai no había perdido la conciencia solo era incapaz de levantarse. La cabeza le daba vueltas. Abrió los ojos levantando su mano derecha, Mary se la sujetó para dejársela en el abdomen.

-No deberías estar de pie. El médico dijo que tardarías bastante en recuperarte y debías descansar- le recordó la mujer.

-Estare mucho tiempo en cama- le respondió Dai cerrando los ojos complacido con el cosquilleo que le causaban los dedos de Mary en su cabello- Quiero disfrutar de mis últimas horas de libertad.

-Como quieras, padre...

-Solo Dai por favor. Aún no me acostumbro a que seas mi hija. Casi me es un desperdicio...

-Un desperdicio de qué ¿de tu dinero? Fuiste tú quien me ofreció ese dinero...

-Has de cuenta que no dije nada- le pidió con voz suave y sonriendo cómicamente porque ella no entendió su comentario.

Un días después Mary subía a una ambulancia con Dai. Era un traslado. Él estaba conectado a un equipo de asistencia vital. Su boca estaba pálida, su cabello sin lustre y su piel un poco descolorida. El pijama verde agua era lo más vivo que tenía a cuestas. Mary se sentó al lado de él y al lado de ella se sentó el doctor que llevaba una bata blanca en cuyos bolsillos tenía guardadas algunas golosinas que periódicamente se echaba a la boca.

-¡Vámonos!- exclamó el médico y el chófer de la ambulancias partió dejando atrás la pequeña casa.

Mary miró de reojo a ese sujeto que se acomodó de la forma más relajada posible en el diminuto espacio que tenía en ese banco acolchado dejando su cola hacia el piso. Él la miró también.

-¿El viaje será largo?- le preguntó a lo que ella solo respondió con un ligero movimiento de su cabeza- Y esa mansión a la que vamos ¿Qué tan grande es?

-No lo sé- contestó Mary de forma seca.

-¿No lo sabes? pero si es la casa de tu padre ¿no?- le cuestinó Bills.

-Es una larga historia en la que no tiene que inmiscuirse, señor doctor- le dijo Mary acabando así con la conversación.

Bills la miró de la cabeza a los pies. Era una mujer de piel nivea, de cabello anaranjado, de estatura promedio, con los ojos marrón verdoso y un gusto estético un tanto gótico. Cuando el doctor saco los que ojos de ella, miró a Dai en aquella camilla.

-No se parecen en nada- comentó en voz baja, pero con toda la intención de que ella la escuchara.

Mary le miró, pero lo ignoró para sujetar la mano de Dai entre las suyas y luego pegar su frente a esos fríos dedos. No tenían parecido, mas si parecían padre e hija lo que a Bills le despertó ciertas suspicacias debido a que el que lo contrato era el enfermo y lo hizo bajo condiciones bastante peculiares.
A la mujer la conoció ese mismo día y no cruzaron más que unas escuetas declaraciones.

Dos horas después la ambulancia dejaba la carretera para adentrarse por un camino rural entre colinas y campos de sembrado hasta una propiedad dominada por una blanca mansión precedida de un hermoso, pero sencillo jardín. Cruzar el portón principal fue sencillo, que les abrieran la puerta de la casa fue más complicado en especial porque la mujer pelirroja se presentó con el ama de llaves dando dos sorprendentes noticias. La pobre mujer no creyó nada de lo que escuchó y pensando que se trataba de una broma de mal gusto intentó echar a Mary, pero ella evitó le cerrarán la puerta en la cara y se metió a la mala en la mansión.

-No estoy diciendo mentiras. El señor Dai, mi padre, está en la ambulancia estacionada allá afuera- reitero- Ahora vaya por mis hermanos...tenemos mucho de que hablar ¿Qué está esperando? Obedezca.

-Pero quien se cree que es- exclamó la mujer de respingada nariz y tono natural de siempre estar ofendida- Lunática. Váyase de esta casa. No voy a permitir que inoportune a los señores y menos con un disparate como el que se ha inventado.

-¿Que me inventado?- le cuestinó Mary y le señaló se acercará con la mano- Venga...venga no se haga de rogar...

-Suelteme- le exigió la ama de llaves cuando Mary la tomó por el hombro para hacerla cruzar la puerta que había quedado abierta.

-Tranquila que no voy a hacerle daño, ni pretendo secuestrarla. Solo quiero que vea a quien está en la ambulancia...- le dijo Mary que medio arrastró a la mujer hacia el vehículo.

A regañadientes, contra su voluntad, el ama de llaves terminó de frente a la parte posterior de la ambulancia. Mary dio dos golpecitos a la puerta y y enseguida está fue abierta por Bills que se hizo a un lado para que la mujer pudiera ver al enfermo en su interior.

-¡Ave María, amo Daishinkan!- exclamó el ama de llaves llevándose ambas manos a la boca.

-¿Ahora me cree?

-¡Señor Whiss, señor Korn, señorita Vados, joven Merus!- llamó la pobre y asustada mujer que entró corriendo a la casa seguida por la pícara mirada de Mary que desde el patio observó todo el alboroto que causó su llegada a esa mansión.

Nadie daba crédito a lo que estaba pasando. Era demasiado increíble para las los hijos del señor de la casa como para los empleados, que el hombre al que habían sepultado hacia menos de un mes estuviera de vivo y de regreso. Todos estaban estupefactos y llenos de preguntas al respecto. El salón principal de aquella casa se convirtió en una cámara de conferencias para Mary que era quien parecía tener todas las respuestas, aunque estas eran por lo bajo descabelladas, casi sacadas de una novela de Edgar Allan Poe.

Todos los hijos de Daishinkan, más algunos empleados de confianza, se reunieron allí para intentar comprender que era lo que había sucedido. Hicieron una medía luna en torno a esa mujer, a la camilla en la que descansaba Dai y al médico que estaba de pie allí como un espectador cuyo juicio era un total secreto detrás de esas penetrantes pupilas. Con las manos en las caderas oía las palabras de Mary a ratos mostrando una ligera estupefacción, pero no intervenía de ninguna forma aunque tampoco se perdía detalles de las respuestas que Mary daba a la familia de su paciente.

-Según su historia usted es hija de nuestro padre en una relación clandestina que él sostuvo con su madre- recapituló Vados. Una hermosa y alta mujer enfundada en un vestido verde, ceñido su figura sencillo, pero elegante. Ella parecía ser la líder entre sus hermanos, pues fue la que dirigió las primeras interrogantes y la que más severamente cuestionó todo lo que estaba pasando, aun después de examinar el cuerpo de su padre y corroborar que, en efecto, se trataba de él- Tendrás que disculpar mi escepticismo, linda, pero tu parecido con nuestra familia es nulo.

-Eso es porque yo no comparto la sangre de Dai como ustedes  lo hacen- contestó Mary con calma- Yo no soy su hija biológica. Él me adoptó cuando yo tenía cinco años porque así quiso hacerlo. Fue una forma de ayudar a mi madre que era su amante. Dai se hizo responsable de mí, en secreto, durante toda su vida y mantuvimos un estrecho contacto hasta el día en que enfermó.

-Esa historia es muy difícil de creer- exclamó Korn, uno de los hijos mayores y el más parecido a su padre hasta en su look.

Mary llevaba puesta una chaqueta de cuerina negra, con  varias cremalleras como adorno, de cuyo interior extrajo los documentos que comprobaban que la adopción era real.

-Adelante, pueden examinarlos y consultar a sus abogados para que confirmen todo es verídico y legal- les dijo ofreciéndoles los papeles.

La mayor de todos los hermanos era la más pequeña de estatura y fue ella quien se aproximó a buscar los documentos para junto a otros tres darles una rápida mirada.

-Todo parece ser auténtico, Vados- le dijo Cus una mujer de aspecto muy juvenil que llevaba un lindo vestido color morado y el cabello peinado con una trenza que caía por encima de su hombro hacia delante.

-Me enteré de la muerte de mi padre por el periódico- continúo Mary- Me sorprendió muchísimo que lo sepultaran tan rápido, pues imaginé que como sus hijos también debían estar enterados de que mi padre padece catalepsia.

-No estábamos enterados de eso- le indicó Whiss que fue el que más se mostró sorprendido con la reaparición de su padre. Él  realmente no podía creer que estuviera vivo, sin embargo, su sorpresa parecía ser más agradable que la que mostraron otros o eso le pareció a Mary.

-No, ya veo que no- exclamó Mary en un tono medio burlón- Lo sepultaron vivo, montón de estúpidos.

-¡Oiga! No nos insulte- le reclamo Whiss.

-Modere su lenguaje por favor- le pidió Sour, un chico de cabello largo y poco expresivo.

-Pero díganos, Mary, cómo es que usted rescató a nuestro padre- le pidió Merus, el más joven de los hermanos.

-Abri su tumba- contestó Mary viendo al chico a los ojos- Tenía que estar segura de que mi padre estaba muerto y no bajo un ataque cataléptico. Tomé la precaución de llevar conmigo a un paramédico que le practicó los primeros auxilios. De no haber sido así hubiera muerto.
Estaba en muy mal estado. Desgraciadamente la falta de oxígeno en su cerebro le provocó...bueno, ahora está en coma- agregó viendo la camilla tras ella.

-Debió dejarlo en el hospital para que fuera atendido por profesionales- le indicó Vados- Y habernos informado de que fue lo que paso de inmediato.

-Fue difícil asimilar que mi padre me había nombrado como su tutor en caso de enfermedad terminal. El saber que él me dió a mi, entre todos sus hijos, el poder para decir si vive o muere...me aturdió- contestó Mary y perdió un poco de su ímpetu.

Esa fue la parte de la historia que más perturbó a todos. Mary era una hija adoptada, una total extraña, pero su padre confió en ella su vida. No solo eso también la mantuvo en secreto de ellos. La suspicacias respecto a Mary fueron demasiadas. Sin embargo, no podían negarle ninguno de los derechos y sobre todo no podían sacar a su padre de la casa en esas condiciones.
Vados ordenó que la alcoba de su padre fuera reacondicionada para albergar a Dai y su doctor de la mejor forma posible. A Mary se le dió la habitación contigua. Fue una decisión rápida puesto que era indigno mantenerlos en la sala dada la situación del patriarca de la familia. Más tarde seguirían hablando al respecto. Había demasiado que aclarar en todo ese asunto.

Cuando Dai fue acomodado en su recámara la primera en ir a visitarlo fue Vados. Se quedó parada junto a la camilla unos minutos. Su rostro frío, su mirada callada, su boca apretada soltó una simple declaración:

-Debiste quedarte muerto, padre.

Lo dijo con despecho. Molesta se dio la vuelta y dejó el cuarto sin notar que Bills estaba ahí, en el balcón. Él salió de su no buscado escondite y viendo a su paciente dijo:

-Vaya familia la que tiene...

-Sí, no son los mejores hijos que un padre pueda tener- le respondió Dai abriendo los ojos con una serenidad tan fría como su mirada. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro