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Death or not ?


Lewis se encontraba en su habitación, envuelto en la penumbra que las luces tenues proyectaban. A pesar de los abrigos que llevaba puestos, el frío parecía penetrar hasta lo más profundo de su ser. Roscoe, su fiel compañero, dormía a su lado, sus ronquidos suaves llenaban el espacio con una especie de consuelo melancólico. A veces, lamentaba haber llevado a su perro en cada viaje; sin embargo, ahora, esos sonidos familiares eran uno de los pocos motivos que aún lo mantenían aferrado a la vida.

Con los ojos cerrados, Lewis esperaba que las pastillas que tomaba para la depresión aliviaran el dolor y la agonía que lo consumía. Era un dolor que no se limitaba a su cuerpo físico; era un dolor que lo desgarraba desde dentro, que lo arrastraba a las profundidades de la desesperación. Cada día, el dolor parecía intensificarse, como si su cuerpo se estuviera apagando poco a poco, como si su omega, su esencia misma, estuviera abandonando la lucha. Él podía sentirlo, podía sentir cómo se estaba rindiendo, cómo ya no tenía la fuerza para seguir adelante.

Sabía que llegará el día en que su cuerpo se rendiría por completo, el día en que se reuniría con su pequeño Lion en la eternidad. Por eso, en lo más profundo de su cajón, guardaba tres cartas. Cartas dirigidas a las personas más importantes de su vida: a Max, revelándole la verdad sobre su hijo, compartiendo el inmenso dolor que había sufrido por su pérdida; a sus padres y a Sebastián, rogándoles que no se sintieran culpables por no poder salvarlo, y suplicando que cuidaran de Roscoe, su fiel amigo y compañero. No quería abandonarlo, pero sabía que llegaría el momento inevitable. Sabía que sería diferente, que esta vez, sería él quien dejara este mundo primero, dejando atrás a su querido perro, como una última muestra de su agonía.

Lewis se sumergió aún más en la tranquilidad que le brindaban las pastillas. Su mente, finalmente despojada de las sombras del dolor y la desesperación, se entregaba a la serenidad de la blancura. Cada músculo de su cuerpo cedía ante la sensación de alivio, como si un peso invisible se levantara de sus hombros, permitiéndole flotar en un mar de calma y tranquilidad.

Sus párpados, pesados con el peso del cansancio acumulado, se deslizaban hacia abajo con suavidad, cerrándose poco a poco como cortinas que ocultan el mundo exterior. En la oscuridad reconfortante de sus sueños, Lewis sonreía al ver a Lion, su pequeño rayo de esperanza en medio de la tormenta.

Lion, con su sonrisa radiante y sus ojos azules que brillaban con una pureza celestial, extendía los brazos hacia su padre, anhelando ser elevado en un abrazo cálido y protector. Para Lewis, esos momentos en los que podía abrazar a su hijo en sus sueños eran como destellos de luz en la oscuridad de su existencia. En esos instantes fugaces, el dolor y la pérdida se desvanecían, reemplazados por la inquebrantable certeza del amor eterno que compartía con su hijo.

Pero incluso en su sueño, Lewis sabía que este momento no duraría para siempre. Podía sentir cómo la realidad comenzaba a filtrarse en sus pensamientos, recordándole cruelmente que su encuentro con Lion era efímero, un fugaz destello de felicidad en un mar de desesperación.

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Al transcurrir unas horas, Lewis fue interrumpido de sus sueños por el sonido del timbre de su habitación. El sonido lo despertó bruscamente, rompiendo la delicada burbuja de tranquilidad que había creado en su mente. La impaciencia y la ansiedad se apoderaron de él al instante, y su corazón latía con fuerza, pero no de emoción, sino de dolor. El dolor y la nostalgia de los recuerdos lo invadieron, recordándole una vez más que solo podía estar con Lion en sus sueños.

Lewis esperó en silencio por unos breves minutos, deseando que la persona que lo había interrumpido entendiera el mensaje silencioso y se marchara. Sin embargo, la insistencia del timbre continuó sin cesar, como un eco siniestro en su mente atormentada. Con un esfuerzo titánico, se levantó de la cama, sintiendo el peso de su agotamiento físico y emocional sobre sus hombros encorvados.

Cada paso hacia la puerta era una lucha contra la gravedad y el dolor que lo consumían. Su cuerpo se sentía como una sombra de lo que solía ser, apenas respondiendo a los comandos de su mente cansada y confundida. Descender las escaleras de su departamento se convirtió en una odisea, la oscuridad que lo rodeaba parecía cerrarse a su alrededor como un manto asfixiante, dificultando aún más su ya precaria caminata.

Con cada escalón que descendía, Lewis sentía cómo su fuerza se desvanecía un poco más, como si cada paso fuera un paso más hacia el abismo de la rendición. Pero a pesar de todo, continuó avanzando, impulsado por una mezcla de resignación y determinación. Porque aunque su cuerpo se debilitaba y su espíritu se quebraba, aún había una chispa de esperanza ardiendo en lo más profundo de su ser, una pequeña luz que se negaba a apagarse por completo.

Cuando la puerta se abrió, la figura de Max se perfiló en el umbral. Lewis sintió cómo su cuerpo se paralizaba, como si el tiempo se detuviera por un instante. Su corazón comenzó a latir desbocado, un tambor frenético que parecía resonar en sus oídos, mientras observaba a la persona que había sido tanto su fuente de amor como de dolor. Max, quien lo había abandonado, quien había dejado marchar su amor sin luchar, pero también quien le había dado uno de los regalos más preciosos de su vida: Lion. Los sentimientos encontrados lo invadieron: no odiaba a Max, pero tampoco podía evitar sentirse herido por él. Max no era culpable de que Lion ya no estuviera con él, esa carga pesaba sobre sus propios hombros, por no haber sido capaz de proteger a su hijo mientras estaba en su vientre.

— Puedo pasar ? —preguntó Max al ver que Lewis no se movía ni respondía. Max podía ver que Lewis no estaba bien, estaba demacrado. El Lewis alegre y sonriente que solía ser, parecía haber desaparecido, reemplazado por un reflejo sombrío de su antiguo yo. Max se preguntaba qué había sucedido para que Lewis se quebrara de esa manera.

Lewis asintió con torpeza, tratando de contener los remolinos de pensamientos que amenazaban con abrumarlo. Se apartó para dejar paso a Max, pero su cuerpo apenas respondía a sus órdenes. Se adentró en la pequeña sala, intentando encontrar algo de calma en medio del caos que se había instalado en su mente. Max lo siguió y se sentó en el sofá más cercano, observándolo en silencio.

— Que haces aquí Max? __ Lewis finalmente rompió el silencio, su voz apenas un susurro tembloroso que apenas lograba salir de sus labios.

— Yo... Yo vine a disculparme por lo que sucedió hace una semana, actué como un idiota —Max miró a Lewis, esperando alguna reacción, pero este permanecía en silencio, perdido en sus propios pensamientos.

— Yo no se que quieres que te diga Max — Respondió Lewis, levantándose del sofá con dificultad. Cada paso era una lucha contra el peso abrumador que parecía aplastarlo, pero se obligó a moverse hacia la cocina en busca de algo de agua.

Max asintió, comprendiendo al moreno. Había venido a disculparse, pero también porque su instinto de alfa interior lo impulsaba. Era como si estuviera siendo advertido de algo, o tal vez solo quería asegurarse de que Lewis estuviera bien. Había notado su deterioro; era imposible no darse cuenta de que la persona a la que más amaba estaba sufriendo.

— ¿Estás bien...? — Max se levantó, viendo cómo Lewis tambaleaba al caminar, acercándose a él.

Lewis hizo caso omiso a la voz de Max y continuó dando pequeños pasos, su cuerpo estaba presentando síntomas de cansancio pero sabía que su omega se estaba yendo, lo podía sentir, sentir dentro de él, como su lobo sufría, lo único que quería, era a su pequeño, quería a su hijo, quería poder abrazarlo, besarlo, decirle cuanto lo amaba, quería poderlo tener entre sus brazos pero no podía y eso lo estaba destruyendo, sentía que estaba al fondo del mar y no podía salir, y eso que lo intentaba con todas sus fuerzas, pero el dolor lo jalaba como una ancla, cuando su visión se nublo, y sintió ese dolor desgarrador que lo hizo gemir de dolor, lo supo, supo que se reuniría con Lion y a pesar del dolor sonrió porque lograría estar eternamente con su hijo

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N/A

Bueno espero que hayan llorado como lo hice cuando lo escribí, y no, Lewis no está muerto, así que no se preocupen, y el otro cap será un poco de drama, y se explica la razón por la que Max dejó a Lewis

PTA: He escrito como 5 inicios de este capítulo, y no sabía cual elegir, porque ninguno me gustaba, y luego lo reescribí y este quedó, porque me hizo sentir, sentir lo que escribía, por eso demoré, en realidad eso es lo que busco, busco sentir las emociones por eso demoro, cuando no siento nada al leer el capítulo, no me gusta, y cuando no tengo inspo también, espero y entiendan eso

Me olvidaba y si quieren que escribir tan rápido como pueda, recomienden canciones tristes, con esas escribo mas rápido, pero en inglés, siento que esas me ayudan a escribir, literalmente borre todo lo que había escrito, y escuchando " Famous Blue Raincot" , escribí esto en 3 horas , y lloré como no tienen idea 🫣

All love ❤️

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