Collor me blue
Cuando llegaron al departamento de Lewis, Roscoe fue directamente a su plato de comida, lo que hizo sonreír a los presentes. Esteban mencionó que iría a alimentar al bulldog, dejando a Charles y a Max solos. El silencio llenó la sala del departamento por unos segundos antes de que Max decidiera romperlo.
__ Voy a empacar las cosas de Lewis. Tengo mucho por empacar. Lewis preferiría estar rodeado de ropa de colores, no de blanco__ Mencionó Max, mientras subía las escaleras. Cada paso en el hogar de Lewis era una mezcla de nostalgia y dolor.
Había pasado más de dos años desde la última vez que estuvo allí, y notó de inmediato los cambios. Los cuadros que solían colgar en las paredes, que alguna vez hicieron de este lugar un hogar, ya no estaban. Evidentemente, Lewis había cambiado todo su departamento después de su ruptura. Max pensó que todo seguiría igual, pero se dio cuenta de que no era así.
Max se culpaba porque sabía que a Lewis le gustaban sus paredes con color; las habia pintado juntos. Pero ahora, todo el departamento era gris. Ya no había esa calidez que tenía antes, y eso le dolió. En momentos como ese, solo quería regresar el tiempo y empezar desde la noche que le dijo que amaba a Lewis. Recordaba aquella noche en la que Lewis sonreía tanto como la luz de la luna, recordaba todo perfectamente: los tatuajes de Lewis, haberlos trazado con sus dedos, haberlo besado en esas paredes. Pero ahora, todo ello se sintió como un frío recuerdo. Una lágrima solitaria cayó por su mejilla, y la limpió rápidamente antes de continuar caminando.
A pasos de entrar a la habitación, Charles murmuró algo que dejó a Max con la mano en la manija de la puerta.
__Hay otra habitación. Lewis no nos dijo que era la habitación de Lío, pero Sebastian sí. Está a la vuelta del pasillo. Deberías llevarle algunas cosas...__mencionó Charles, mirando a Max, que no lo miró y solo asintio, aún perdido en los recuerdos
__Mick quiere pasar a recoger a Roscoe. Lewis, antes de ser internado, llamó a Mick y le pidió que lo cuidará, así que vendrá pronto__ continuó Charles, haciendo que Max volteara a verlo frunciendo el ceño.
__No se lo va a llevar. Roscoe se quedará conmigo__ Max murmuró tajantemente. Cuando estuvo a punto de darse cuenta de la vuelta para continuar caminando hacía la habitación de Lío, Charles volvió a hablar.
_ Max, sé razonable. De la nada llegas y quieres hacer todo bien, pero la jodiste. Lo lastimaste, lastimaste a Lewis, y hubo personas que vieron lo que le hiciste. Yo puedo entender porque Sebastian me lo explicó, pero Mick no, y ciertamente te detesta...Angela trajo a Roscoe con nosotros porque Esteban le mintió a Mick de que estaría con nosotros un momento, pero se lo llevará cuando salgamos de aquí __ Respondió Charles, un poco hastiado por la actitud de Max. Charles sabían que aunque Max regreso con Lewis, todo fue muy rápido. Max tenía que entender que no a todos los amigos de Lewis le caían bien, que algunos lo odiaban por haber dejado a Lewis como un cascarón vacío.
Max hizo caso omiso y se dirigió al final del pasillo. Al llegar a la puerta de la habitación de su hijo, su cuerpo se estremeció antes de atreverse a entrar. Sentía que un peso invisible lo empujaba hacia abajo, como si el suelo quisiera tragarlo entero.
La puerta se abrió con un leve crujido, revelando un espacio que nunca había visto pero que ahora sentía suyo de la manera más dolorosa posible. El aroma familiar de frutos y flores de Lewis lo envolvió, pero algo más captó su atención: un rastro de vainilla, un aroma inocente y delicado que asumió pertenecía a su pequeño.
Max se quedó en el umbral, sus ojos recorriendo cada rincón con una mezcla de asombro y desconsuelo. La cuna, los peluches, las pequeñas prendas de ropa, todo hablaba de una vida y un amor que le habían sido arrebatados antes de que pudiera conocerlos.
Los colores suaves y los juguetes cuidadosamente dispuestos contrastaban con el dolor que sentía en su pecho. Las paredes decoradas con dibujos de un león y un auto eran una cruel representación de lo que nunca llegó a conocer, lo que Lewis había perdido solo y en silencio. Cada objeto en la habitación era un recordatorio de lo que podría haber sido, de los sueños destrozados y las esperanzas marchitas.
Max se acercó a la cuna vacía, sus dedos rozando la madera con una ternura desgarradora. Sus ojos se fijaron en un pequeño peluche en forma de león y una manta azul. Al levantarla, leyó las letras bordadas: "Lion Verstappen Hamilton". Los recuerdos lo inundaron: las risas compartidas, las promesas hechas y ahora rotas. Intento evitar que las lágrimas cayeran, mientras su corazón se rompía una vez más. ¿Cómo había sido tan ciego? ¿Cómo no había visto el sufrimiento de Lewis?
El aire se volvía más pesado con cada respiración, aplastándolo con el peso de la culpa y la pérdida. Dio un paso adelante, temblando, y se dejó caer de rodillas junto a la cuna. Lloró en silencio por el hijo que nunca conoció y por el amor que había dejado sufrir solo, lloro por por el hijo que nunca conoció y por el amor que había dejado sufrir solo. Su llanto era un lamento por la vida que pudo haber sido: el pequeño Lion corriendo a su lado, abrazándolo, riendo con él. Lloraba por no conocer la sonrisa de su bebé, por nunca escuchar sus primeras palabras. Lloraba porque Lío se había ido y él nunca lo conoció. Quizás, en otro mundo, podrían haber sido la familia que siempre quisieron, pero ahora solo quedaba el dolor y el rencor hacia sí mismo por haber dejado a Lewis.
Max se imaginaba a su pequeño con la piel trigueña y el cabello rizado, corriendo junto a Luca, Willow o Lion, sus sobrinos y los de Lewis, llenando sus vidas de alegría. Ahora solo quedaban sueños rotos. Se desplomó en la alfombra, sosteniendo la manta en su rostro, intentando memorizar el tenue aroma a vainilla y manzanilla. El olor era casi imperceptible, pero para él, ese pequeño rastro era todo lo que quedaba de su hijo, que en este momento tendría tres años. Se imaginaba cómo habría sido amado tanto por su familia como por la de Lewis, pero esos sueños ahora eran solo eso: sueños, porque nunca serían realidad.
Sollozó más fuerte, porque su hijo estaba muerto y su pareja estaba en el hospital, negándose a volver con él. Era un dolor que le desgarraba las entrañas. Se aferraba a la manta, intentando controlar su llanto, pero la imagen de Lewis en la habitación, llorando y sufriendo solo, solo hacía que su corazón se rompiera aún más. Era un dolor que lo carcomía lentamente, preguntándose si eso fue lo que sintió Lewis, sabiendo que su omega había llevado a su hijo en su cuerpo solo para perderlo.
Recogió algunas de las pequeñas ropas del bebé, cada pieza una daga en su corazón, y las guardó con cuidado. Sabía que Lewis querría tener esas cosas cerca, como una forma de recordar a su hijo perdido. Max se tomó un momento para respirar profundamente, tratando de calmarse antes de salir de la habitación. El dolor era insoportable, pero sabía que debía ser fuerte por Lewis.
___
El olor a café y menta cerca de la habitación de su hijo hizo que Max girara la cabeza, casi entre hipidos y gruñidos, porque sintió que alguien estaba entrando en su territorio. No quería que otro aroma impregnara la habitación de su hijo, además del suyo y de Lewis.
El gruñido hizo que Esteban y Charles retrocedieran, pero no impidió que Roscoe, el bulldog, se acercara. Ver al perro tranquilizó a Max un poco. Roscoe se acurrucó a su lado, y Max se inclinó para acariciar su cabeza, sintiendo una breve chispa de consuelo en el calor del pelaje del perro.
-Max, es hora de irnos. La doctora Adams preguntó si podrías ir unos momentos -dijo Esteban con suavidad, rompiendo el silencio con una voz gentil pero firme.
Al escuchar el nombre de la doctora, Max se levantó, aunque sus movimientos eran torpes y lentos. Aún sujetaba la manta de su hijo en una mano y el peluche en la otra, como si fueran sus únicos anclajes a la realidad.
-Está bien, llevaré algunas cosas de la habitación de Lewis -murmuró Max, tratando de encontrar una excusa para permanecer un poco más en el cuarto que ahora le parecía un santuario sagrado.
-No es necesario... Estie fue y recogió... No te preocupes, Lewis permite que entremos a su habitación. Acomodamos unas cuantas camisas y sudaderas. No te preocupes, Esteban toma supresores; no ha dejado un olor, solo está el de Lewis... Debo decir que Lewis tenía tu sudadera muy desgastada -dijo Charles, esbozando una breve sonrisa, intentando aliviar la tensión.
-¿A qué te refieres? -preguntó Max, algo confundido, levantando la mirada.
-Pensé que la había perdido, era mi favorita -respondió Max, esbozando una media sonrisa. Sus ojos estaban rojos e hinchados, y su cara también, con rastros de lágrimas secas.
-Es la favorita de Lewis. Siempre la usa cuando venimos. Se ve adorable -continuó Charles, su voz suave, pero se distrajo por el sonido del celular de Esteban.
-Es Mick... Quiere llevar a Roscoe con él -musitó Esteban, haciéndose más pequeño al ver la mirada de Max tornarse en un azul helado y oscuro.
-Ya dije que no se lo daré... Roscoe se quedará conmigo, estará con Jimmy y Sassy -respondió Max poniendo énfasis en que Roscoe se quedaría con él
-Max, ya hablamos de eso, amigo. Entiende que Mick no te soporta; te odia por lastimar a Lewis -mencionó Charles, tratando de razonar.
-Soy el alfa de Lewis, su mamá me dio permiso de tener a Roscoe -refutó Max, con un tono agotado. Solo quería paz, quería ir con Lewis y tener a Roscoe con él. ¿Por qué era tan difícil de entender?
_ -Max, Mick es como un hijo para Lewis -mencionó Esteban, su voz tratando de transmitir calma y comprensión.
-Sé que tienen miedo de que vuelva a lastimar a Lewis, pero no lo haré. Él es mi omega y lo amo más de lo que creen... Roscoe es una parte de Lewis. Quisiera tenerlo, solo por un momento más -susurró Max, agotado. Al ver la mirada de Charles, se rindió. -Está bien, pero dejen que Roscoe vea a Lewis, y yo mismo lo llevaré con Mick -murmuró Max, derrotado.
Ante eso, Charles miró a Esteban, pidiéndole con la mirada que accediera y hablara con Mick.
_ Max observó cómo Esteban se marchaba, sintiendo una mezcla de esperanza y desesperación. Charles se acercó a él, poniendo una mano en su hombro.
-Vamos, Max. Estoy seguro de que quieres ver a Lewis -dijo Charles, guiándolo hacia la salida.
____
Al entrar al hospital, Max y Charles se dirigieron hacia la parte trasera para evitar el público no deseado. Charles podía sentir la desesperación de Max por ver a Lewis, y sonrió a medias. Entendía a Max porque si Esteban estuviera en aquel hospital, él tampoco se despegaría ni por un segundo.
El hospital estaba en silencio, pero la atmósfera estaba cargada de tensión y ansiedad. Al llegar a la sala de espera, la vista que los recibió fue un recordatorio de la fragilidad de la situación. La familia de Lewis estaba allí: Marta, su madre, estaba hablando con Nico, quien seguía presente.
La presencia de Nico hizo que Max se sintiera nervioso e inseguro, como si la verdadera pareja de Lewis fuera él y no Max. Los pensamientos negativos comenzaron a rodear su mente, erosionando su ya frágil confianza.
Esa sensación de inseguridad desapareció un poco cuando vio a Victoria, su hermana, al lado de su madre y su padre. Max sintió que el peso en su pecho se aligeraba un poco. Sonrió para sí mismo, aliviado de ver a su familia preocupada por Lewis. Para él, era reconfortante saber que su familia aceptaba y consideraba a su omega como parte de la manada. Aunque se sentía avergonzado de no haberlos visitado en más de seis meses debido a sus compromisos con la familia de su ex, apreciaba enormemente que hubieran hecho un viaje de más de seis horas solo para apoyarlo. Sabía que les debía muchas disculpas.
Charles, por su parte, se sintió incómodo y nervioso al ver al padre de Max, Josh Verstappen. Siempre había creído que Josh odiaba a Lewis, pero verlo allí parado y preocupado hizo que dudara de sus creencias. Incluso se pellizcó a sí mismo, pensando que su mente le estaba jugando una mala pasada por no haber comido.
_ -Max... llegaste -murmuró Sophie, la madre de Max, acercándose y tomándolo entre sus brazos. -Te ves mal, cariño. Mi pequeño león, sabía que entrarías en razón. Estás con tu verdadero omega. Me alegra en demasía que hayas aceptado que tu relación con Kelly no llegaría a nada. Llegaste a tu hogar, cariño... Me quedaré con Lewis hasta que termines de correr. Sebastian tiene que irse, la FIA no ha permitido que corra Kimi, así que tiene que irse... Nico se ofreció a cuidarlo, pero prefiero quedarme yo - Mencionó Sophie, sujetando sus mejillas y dándole un beso, guiñando un ojo.
-No lo interrumpas... Estoy seguro de que quieres verlo. Carmen trajo algunas cosas de casa que tienen su olor -mencionó Josh, haciendo una seña hacia la habitación y la bolsa que tenía.
Max asintió, saludando a todos excepto a Nico, quien lo miró antes de voltear y sonreír mientras hablaba con Carmen, la madre de Lewis. Linda, la madrastra de Lewis, asintió saludándolo y diciendo que lo había extrañado.
Max dejó a Charles, quien rápidamente se mezcló entre ellos, y se dirigió hacia la habitación de Lewis. Supuso que Charles quería ver a Lewis y a Sebastian. Cada paso que daba hacia la habitación de su omega sentía como si una montaña de emociones lo aplastara. La carrera había sido agotadora, pero el dolor emocional era mucho más intenso.
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Al llegar a la puerta de la habitación, Max tomó una profunda respiración. La vista de Lewis, tan frágil y vulnerable, hizo que su corazón se rompiera de nuevo. Lentamente, abrió la puerta y entró, el sonido de sus pasos resonando en el silencio del cuarto.
Ambos alfas, Max y Charles, vieron a Sebastian leyendo en voz baja a Lewis, quien se veía como un ángel durmiente. Max sonrió y dio pasos apresurados hacia la cama. Aunque deseaba ver los ojos marrones de Lewis abiertos, sabía que eso llevaría tiempo; Lewis aún se rehusaba a despertar.
-Te extrañé, cariño... No pude ganar hoy, Charles fue más rápido, pero prometo ganarle mañana... -dijo Max en un susurro, sentándose al lado de la cama y tomando la mano de Lewis con suavidad-. El olor de Lío aún está en esa manta. Ahora entiendo por qué tu obsesión por la vainilla. Ese nuevo olor era nuestro pequeño; su aroma era tan suave y tan relajante... Estoy seguro de que nuestro hijo está cuidándote y velando por ti... Cariño, te he extrañado tanto como no te imaginas. Extrañaba estar cerca de ti. No he dejado de amarte ni por un momento__
Max hizo una pausa, su voz quebrada por la emoción.
-Pensé que amabas a otra persona, y dolió tanto... Sentí que mi corazón se hacía trizas, y fui cobarde porque no luché por ti, por el amor que sentíamos. Te dejé ir y me equivoqué... Lamento haberte lastimado tanto, Lewis, lo digo en serio. Lamento no haber luchado por nuestro amor, lamento haberme rendido con nosotros y por cómo te traté semanas antes -Max susurró, su voz llena de arrepentimiento.
Lewis estaba conectado a las máquinas, con vías en sus brazos, pero para Max, él se veía hermoso como siempre. Acarició suavemente el cabello de Lewis, que estaba trenzado de manera perfecta. Sus pestañas largas descansaban sobre sus mejillas, y sin las joyas que solía usar, su belleza natural se mostraba en todo su esplendor. Para Max, Lewis era una obra de arte.
Max besó su mejilla y continuó hablándole en voz baja.
-Hoy en la parrilla, me confundí de gorra... Valtteri no quería hablar conmigo, pero Charles y Esteban me ayudaron -contó Max, tratando de mantener la conversación ligera.
Sebastian y Charles, que observaban desde la esquina de la habitación, sonreían al ver a Max tan perdido por Lewis. El amor y la devoción de Max eran evidentes, y ambos alfas se relajaron aún más cuando el suave aroma a frutos de Lewis se hizo presente en la habitación, transmitiendo una sensación de paz.
Max siguió hablando, compartiendo cada detalle de su día y de la carrera, intentando crear un puente entre el mundo exterior y el pequeño universo en el que Lewis descansaba. Cada palabra era una promesa silenciosa de amor y compromiso.
-Voy a quedarme aquí, a tu lado, hasta que despiertes -dijo Max finalmente, susurrando en el oído de Lewis-. No importa cuánto tiempo tome, no me moveré. Te amo, y siempre estaré aquí para ti.
La habitación estaba llena de una calma profunda, rota solo por el suave pitido de las máquinas. Max continuó acariciando el cabello de Lewis, hablando en voz baja, dejando que su amor y su arrepentimiento fluyeran a través de sus palabras.
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NA
Hola, espero que les haya gustado el capítulo. Debo admitir que lloré mientras escribía la primera mitad 😭.
Como les había mencionado, estaba escribiendo algo sobre lo que pasó en Hungría, y de ahí surgió otra idea. Decidí escribir sobre cómo sería la familia Verstappen-Hamilton, así que lo hice. La historia es dulce, todo lo contrario a esta, aunque habrá un poquito de drama, pero no mucho, creo.
En fin, gracias por sus votos y comentarios. Agradecería que comenten esta historia y lean mi otra historia, **Show on the Beach**.
También estoy pensando en escribir algo nuevo y quisiera leer sus opiniones. Será una historia de ciencia ficción, drama y romance. La trama se desarrollará en un mundo donde una enfermedad provoca que las personas olviden quiénes son de la noche a la mañana, como si tuvieran una pizarra en blanco. Por ejemplo, un piloto podría olvidar cómo manejar, algo similar a un Alzheimer avanzado. Entre todo esto, estará una pareja donde uno de ellos tendrá la enfermedad, y se tratará de cómo superan o no la enfermedad. Quizás solo uno de ellos la tenga, o tal vez ambos.
¿Qué les parece?
Y que les parece la nueva portada ??
All love
DAYANA HSC
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