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Capítulo 19

Limones dulces

"Así que eres un ángel..."

La comezón que sentía en su nariz lo obligó a abrir los ojos para toparse con una maraña de cabellos rubios sobre la almohada. Los apartó un poco con suavidad y vio su delicado rostro durmiendo complaciente. No pudo reconocerla desde un primer momento, así que levantó ligeramente la única sábana que los cubría y debido a esas formas, esos pechos, las caderas y sobre todo, la piel, supo que era Mawson. Lo que lo enfadaba era no poder recordar cómo había llegado hasta allí.

"Así es. Y supongo que tú eres un vaquero..."

La noche había sido tan pesada que no recordaba nada de lo vivido en aquel lugar. Había llegado, había dado una vista panorámica a toda la discoteca y luego, ¿qué había sucedido? Se había topado con Marks y después... Había despertado en su propia cama con una chica desnuda a su lado. Un ronroneo lo sacó de sus reminiscencias, a lo que hubo de girarse hacia ella. Abría los ojos con lentitud y por algún motivo, no parecía tan desubicada como él.

"Supongo..."

Mawson se sentó sobre la cama, cubrió su pecho con las frazadas y dio un profundo bostezo antes de perderse en las cortinas que bailaban al son del viento de las ventanas abiertas de par en par. Harley dejó caer su cabeza sobre la almohada y cubrió parte de su rostro con su brazo antes de que ella se girara hacia él y esbozara una media sonrisa.

"¿Bailarías?"

Una suave ventisca ingresó a la habitación moviendo los cabellos de Mawson hasta cubrir parte de su rostro de nuevo. Harley se sentó casi de un brinco para quedar a solo unos centímetros de ella, entonces ya no supieron de quién era tal o cual aliento, solo que estaban desnudos en la misma cama. Qué importaba el resto. 

"Yo no bailo..."

Mawson se acercó a la oreja de Wood y con una juguetona sonrisa en los labios le susurró: "Esta es tu casa, ¿no?" Harley, con un pobre humor mañanero, no tardó en contestar con un volumen normal en su ronca voz matutina: "No, pero vivo aquí por ahora". Una ligera corriente de aire los rozó en la espalda produciendo que ambos se estremecieran.
"Esta es la primera vez...", sonrió ella al mirar de lado en la habitación. Luego soltó una breve risa y cubrió parte de su rostro al tomarse una mejilla.

"¿Ni siquiera conmigo? Solo esta noche..."

"No me digas que es tu primera vez y..." "No", ella interrumpió, "pero es la primera vez que lo hago con alguien que quiero". Harley parpadeó un par de veces, la volvió a mirar, apretó la mandíbula y bajó la cabeza. Recién entonces sintió vergüenza. "No me malinterpretes, no es que te quiera, pero sí quería hacerlo aunque no debía", aclaró un tanto incómoda. "Eso tiene más sentido pero me deja pensando... Quién te forzaría a hacerlo", ladeó su rostro. "Nadie me fuerza a nada", soltó y llevó sus pies sobre la alfombra buscando sus zapatos. Al encontrarlos, se puso de pie sin tener ya nada que la cubriera, por lo que Harley no evitó seguirla con los ojos.

"Quizá... podría intentarlo..."

En el suelo se hallaban regadas las ropas de ambos muchachos, sin el menor pudor se lucían los interiores, así como los disfraces de vaquero y ángel, las alas y el sombrero estaban al pie de la ventana. Mawson se colocó su trusa y su sujetador delante del chico, quien se limitaba a observarla en completo silencio, ella lo ignoraba hasta que se hubo de subir sus medias.
"Harley, tú...", suspiró. "Qué", contestó él. Ella tomó aire antes de girarse para verlo de frente, torció su sonrisa y ladeó la mirada antes de seguir. "A ti te gusta alguien, ¿no?" "¿Otra vez dije nombres dormido?", preguntó saboreando la rutina. Ella asintió. Él resopló. "No es así... Aunque quisiera, no puedo sentir, Mawson...", confesó llevando una mano a su desordenado cabello.

"Suena bien para mí... Ven entonces..."

"¿Qué dices?", preguntó ella prestándole mayor atención mientras seguía vistiéndose. "Yo... no... siento... nada...", pronunció lento, pausado, claro y tocando su pecho. Ella terminó de ponerse el escotado vestido blanco que había sido parte de su disfraz de la última noche y se acercó a la cama, se reclinó en sus codos y muy cerca del rostro de Harley le murmuró con una voz grave: "Te oí, pero eso no significa nada. Quizá no quieras pero seguro odias".
Probablemente, por primera vez en mucho tiempo, Harley demostró afecto con una caricia en la nuca de la chica mientras le hablaba, aunque aquel gesto no significara lo que se hubiera creído. "Te juro que odio pero eso es todo, Mawson". Ella ni siquiera parpadeó. "¿Tus padres?" Él rodó los ojos antes de responderle: "Ned y Jennifer no son mis padres. No tengo padres desde que era un niño". "¿Qué pasó?" "La vida... La vida les pasó", contestó seco y cortante. "¿Amigos de la infancia u otro familiar?" "Mis padres eran hijos únicos, aparentemente algo hicieron mal que los alejó de por vida de mis abuelos. En lo que a mí respecta, nunca tuve contacto con algún Wood antes de ir al orfanato. A quién le importaría un par de pobres diablos de todas formas", soltó una risa sarcástica esbozando una mueca. "¿Par?", señaló ella. "Sí..."

Ambos guardaron silencio unos segundos más, él seguía acariciando la nuca de ella enredando ligeramente sus dorados cabellos entre sus dedos, ella entreabrió sus rosas y húmedos labios... Estaban tan cerca que no pudieron evitarlo o si quiera pensarlo. El beso fue tan suave, delicado y con un sabor que se esforzaron por ignorar, que faltó muy poco para que alguno creyera que existía un sentimiento de por medio. No era así y se habían dado cuenta. Ella era demasiado impulsiva y él estaba demasiado vacío. Pese a ello, ninguno se contuvo aun cuando volvieron a tumbarse en la cama.

***

—No me acuerdo qué pasó ayer... —Al fin soltó Harley, echado boca arriba con los ojos en el techo de su habitación.

—Tomaste psilocibina en alcohol...  —contestó ella en la misma posición.

—Eso es imposible. —Bufó—. Yo no me drogo y menos para tener sexo con extraños.

—Bueno, nadie te avisó que en tu vaso había psilocibina...

—¿Qué más me tragué? Esa cosa no causa amnesia.

—Sí... Eh, había otra cosa... —balbuceó—. Te pusieron otra sustancia también.

—¿Cuál?

—No recuerdo su nombre...

Harley, hartó, resopló, se incorporó y apoyado sobre sus codos se giró hacia la muchacha con el entrecejo fruncido. En realidad sentía un gran fastidio ante el hecho de que la última figura que recordaba de su última noche era la de un mimo que se había chocado con él apenas había llegado.

—¿Qué pasó exactamente, Mawson? Yo llegué y luego qué. Responde —ordenó, tajante.

Mawson resopló y también se recostó en sus codos para hablarle con mayor seriedad.

—¿En serio no te acuerdas?

—No.

—Bien... —Suspiró—. Yo estaba con Rey, mi amiga, buscando a Peny que se había ido a buscar a su amigo y la habíamos perdido... Entonces te vi hablando con ella. Me tomé algo que había en un vaso... en una mesa... cerca de mí... Y te miré. Cuando Peny se fue yo me acerqué y pues... —Le echó un fugaz vistazo para percatarse de que él la escuchaba con atención y luego volvió a su relato—. Nos dimos un par de insinuaciones, te saqué a bailar y pues... —"Dime a dónde y te sigo"—. Bueno... Bebiste de un vaso, y... —"A mi casa... Ahora"—. Aquí llegamos de una u otra forma.

Un tic nervioso llegó al ojo izquierdo del chico, a lo que ella sonrió dándole a entender con ello que no había más remedio. Harley dio un profundo y pesado suspiro, pasó su mano por su cabello y permaneció unos segundos mirando el vacío.

—¿Alguien nos vio?

—¿Eso importa? —Ella alzó una ceja—. Era una fiesta. A nadie le va a importar. Igual, no tienes una gran reputación que cuidar.

Resopló. —Sí, como sea, Jennifer y Ned seguro han ido ya a trabajar así que puedes salir por la puerta del frente —dijo mientras se ponía de pie y recogía su ropa para empezar a vestirse.

—¿Crees que algún día lo repitamos? —Sonrió, divertida, al bajar de la cama.

—No creo.

—¿Por qué?

—Me acabas de decir que Marks es tu amiga, ¿no? No sería correcto —soltó sin pensarlo ni por un segundo.

—Pero, Harley,... —Camile Mawson pronunció despacio, confundida, algo intrigada en el momento en el que se acercó a su acompañante en la habitación, se puso de pie frente a él y mirando de cerca su arrepentido rostro, agregó—: ¿Qué tiene que ver Peny en este asunto?

***

Saliendo de la clase de Bioestadística Harley repasaba cada tema que había tocado en el día, los enumeraba con sus dedos y pensaba en lo tediosa que era la Biología y lo poco afortunado que era al no tener interés por ninguna carrera que involucrara un contacto físico e íntimo con las personas. En su desordenada cabeza apenas cabía las materias, los términos nuevos, los horarios y futuros exámenes mensuales y prácticas, pues —¿a quién engañaba?—, solo podía pensar en su última semana junto a Thompson, Jude y Mawson, desde luego.
Si bien desde la fiesta del día de brujas no habían vuelto a desnudarse delante del otro, cada encuentro en los pasillos, campus o salones de Emory significaba una mirada cómplice, el recuerdo de que compartían una memoria que solo les pertenecía a ellos y nadie más tenía que enterarse, un poco de lascivia en las pupilas que, claro era, no satisfarían porque, según Harley, "no era correcto". Oh, desde cuándo le importaba cometer actos morales o inmorales, no iba al caso; la verdadera razón la había intuido Camile esa mañana en la habitación de Wood mientras se vestían.
Pero él nunca lo iba a admitir...

En cuanto a Penélope Marks, Harley llegó a creer que ella lo había olvidado. Si bien era cierto que apenas llegaba a su mente la imagen de ella con su sencillo disfraz en la fiesta, no tenía idea de qué pudieron haberse dicho para que cada vez que se topaban en la universidad, ella pasara de largo sin siquiera mirarlo, ya no lo perseguía, no lo llamaba, ya no le importaba. Con ella todo había vuelto a la "normalidad", a como había sido desde que lo había golpeado con su pelota en la escuela cuando tenían siete años hasta un día antes de conocer a Jude Lessin. "Qué fue lo que hice. Qué fue lo que hice. Qué fue lo que hice", se repetía Harley para sí cada vez que la veía y ella pasaba de largo. No, no era porque le importara, solo tenía curiosidad, trataba de convencerse de que nunca había habido algo y no tenía por qué haberlo en adelante.
Ya lidiaba con otras personas ruidosas.

"Jude ya salió del hospital", había leído en su teléfono mientras se dirigía a su casa después de clases. Thompson le enviaba mensajes de texto todos los días, por lo menos tres al día y el ochenta por ciento de ellos eran sobre Jude, el otro veinte por ciento eran bromas o burlas sobre él. El día que recibió la noticia de que la pecosa pelirroja ya había sido dada de alta Harley decidió, por primera vez desde que la conocía, ir a verla a su hogar.
Llegó, dejó su mochila en el sillón de la sala, se cercioró de que Jennifer y Ned estuvieran fuera y al entrar en su habitación se encontró con Thompson echado en su cama mientras sostenía un sujetador rojo con las puntas de sus dedos y lo miraba. Harley soltó un grito un tanto agudo.

—Pensé que eras más asocial que esto, pero veo que tienes tu vida aparte de Emory, Jude y de mí —comentó sin prestarle atención al grito de Wood.

—¿¡Pero qué carajos haces en mi cuarto!? —vociferó.

—Dime, cuando lo usas, ¿te miras en al espejo?

Harley, convencido de que no obtendría respuestas con sentido a sus preguntas más obvias, resopló, pasó su mano por su cabello y avanzó hasta quitarle el sostén de las manos.

—Es de Aylin... —contestó lanzando la prenda a una silla con ropa que necesitaba una lavada.

—¿Aylin?

—Sí, eh... Es como una amiga con derechos... —trató de explicar—. Solo que no es mi amiga.

—Oh... Ya veo, Woody. —Se incorporó sobre la cama y bostezó.

Harley lo miró, frunció una ceja y apretó los puños metidos en su chaqueta.

—Prefiero que me llames 'Harley' en ese caso. —Se encogió de hombros.

—Woody, Wood, Harley, los usaré todos. También puedes llamarme 'Riley'. Es lo mismo.

—No es lo mismo,... "Riley" —pronunció entre dientes como si aquel nombre le hubiera sido muy difícil de vocalizar.

—Como sea, Jude y Joshua nos están esperando en el parque. Así que apúrate que nos vamos. —Se puso de pie de un brinco y acomodó su camiseta y su polera.

—Si J acaba de salir del hospital, ¿no debería estar descansando en su cama?

—¿Descansar? —Rió—. Díselo sin que se ofenda.

—Pero está enyesada... ¿Está mal de la cabeza o qué?

—A estas alturas, ¿realmente eso importa? —Sonrió.

***

Habían ido al parque ubicado en la zona más comercial de Georgia, rodeado de súper mercados, estacionamientos, cines, entre otros. El clima parecía estar de tan mal humor que el cielo gris apenas permitía que unas cuantas personas pasearan sin rumbo en los alrededores, debido a esa falta de público fue que lo más llamativo de la imagen era aquella pequeña pelirroja sentada en una silla de ruedas justo delante de una fuente que, con aquel viento helado que corría, parecía tirar hielo líquido. Al verla junto al grandulón que era Joshua, Riley corrió hasta ellos y los saludó a ambos con maneras que Harley no se molestó en imitar aun cuando ya estaba a su lado.
De cerca pudo verla mejor: sus cabellos opacos, sus mejillas pálidas bajo unas oscuras ojeras, sus labios rajados y sus párpados cansados. Lucía igual de enferma que el día en que la había conocido, con la diferencia de que en ese momento tenía una férula.

—Harley, ¿qué tal? —Se estiró Jude desde su silla para tratar de alcanzarlo, mas le fue imposible.

El muchacho de ojos grises vio la delgadísima mano de la chica ante él, por lo que suspiró, y sin pensarlo mucho también estiró su mano para tocar la de ella y entrelazar las puntas de sus dedos. Ella estaba helada, pero su piel era suave y delicada; nunca la había tocado así, sintiendo. Tan pequeño, tan breve, tan desapercibido pero tan significante había sido para él un gesto que no había realizado desde hacía demasiado tiempo como para recordarlo. Fue como si en una esquina de su corazón, algo hubiera comenzado a latir ya desde hacía un tiempo, solo que él apenas se percataba de ello. Apenas lo sentía.
La pecosa lo miró a los ojos y aunque hubiese sido por solo un instante, era la primera vez que Harley en realidad la veía.

—¡Hey, Harley! —saludó Joshua acercándose al chico—. ¡Hace rato que no te veía!

Joshua tomó a Harley del cuello y lo aprisionó entre su brazo y su axila para apretarlo con fuerza. Debido a que aquel era más alto que este, así como de una contextura más ancha gracias al deporte que practicaba, para alguien un poco más escuálido como el sedentario de Wood, le era imposible zafarse de aquel agarre, ¿y si lo hacía enfadar? Era malhumorado pero no tan idiota, así que se quedó tieso y fastidiado.

—¿Se podría saber cuándo nos hemos visto antes? —preguntó Harley con una voz un tanto ahogada, a lo que Jude y Riley solo rieron.

—Te conozco gracias a ellos dos, —señaló con su cabeza a sus amigos a un lado— dicen muchas cosas de ti, la gente siempre dice cosas, Harley, —se acercó a su oreja y susurró—: pero yo creo que eres una criatura incomprendida.

Algo perturbado tras aquel último comentario y sintiendo que se trataba de una mofa poco sutil, y hasta ofensiva pudo considerarla, se limitó a esbozar una mueca y mejor ignorarlo mirando hacia alguna otra parte donde no tuviera que enfrentarse a su aliento, el cual se hallaba demasiado cerca como para sentirse cómodo. "De todas maneras no me importa lo que dice o cree la gente", pensó para sí al optar por no decirlo.
Ante tal silencio y la expresión en su rostro, Joshua soltó una carcajada, lo que enfadó a Harley.

—Woody, pensábamos ir a una juguería o cafetería para celebrar que Jude ya salió del hospital, ¿nos acompañas? —preguntó Riley.

Harley le lanzó una mirada fulminante al muchacho demostrando su claro odio que iba en aumento hacia esa forma de llamarlo de una manera más "amistosa", por decirlo de algún modo. Maldijo el día en que decidió vestirse como un vaquero para el día de brujas. Riley dibujó una media sonrisa en su faz, lo hacía adrede.

—¿Una cafetería, dicen? —preguntó con una ceja arqueada—. ¿De verdad J ya está apta para pasear por allí? Yo la veo igual de pálida y enferma.

—Gracias por preocuparte, Harley, —Sonrió, sarcástica— pero no moriré por tomarme un café fuera de la cama.

—Sabes que sigues en silla de ruedas, ¿no, pecosa? —Se soltó de Joshua y escondió sus manos en sus bolsillos.

—Sí pero ese no es tu problema.

—Eres tan ingrata, niña... —Entrecerró sus ojos mientras negaba con la cabeza.

—No eres la mejor persona para hablar de ingratitud, creo.

—Eso no significa que lo que digo sea mentira.

—¡Me estoy congelando! —exclamó Riley frotando sus manos enguantadas.

—Cómo se siente la tensión aquí —comentó Joshua en su propio afán.

Por un momento se prolongó un silencio que solo era cubierto por Riley exhalando en sus manos y las gotas del agua de la fuente que caían fuera de ella cada vez que los chorros incrementaban su potencia.  El charco que se formaba a unos pasos de Jude y Riley cada vez era más amplio debido a ello.
Al fin, Harley quitó su mirada de la pelirroja y suspiró antes de hablar.

—No creo que les haga buena compañía, mejor iré a ver la tele o hacer cualquier cosa. —Avanzó en dirección hacia Riley y Jude, a lo que, al tenerlo cerca, aquel se colocó en su camino deteniéndolo y le habló en un volumen lo suficiente bajo como para no ser oído por los otros.

—¿En verdad no quieres saber cómo se encuentra ella?

—La veo mal pero se siente lo suficiente bien como para salir, así que no debería importarme...

—No es así como funciona el recompensar a alguien por lo que le hiciste, Wood.

—No necesita que un patán le recuerde lo patética que se ve.

—Oye, —Quiso tomarlo de su hombro para encararlo, pero Harley se zafó al sacudirse, lo rodeó y siguió con su ligero paso sin despegarle los ojos de encima.

—Escucha, no me gusta estar con ustedes, es odioso e insoportable, solo quiero... —Se resbaló con el charco que se había formado alrededor de la fuente y cayó en ella de cabeza.

—¡Harley! —exclamó Jude girándose sobre su silla.

—Wow. —Joshua se aproximó raudo—. Va a salir de ahí morado de frío.

Los tres jóvenes, sin saber con exactitud qué hacer, ya que se trataba del huraño de Harley Wood, permanecieron de pie, a unos centímetros de la fuente para que no les llegara el agua helada que esta salpicaba. Al darse cuenta de que en realidad la fuente no era nada profunda y aun así, Harley no se levantaba, Riley intuyó lo que sucedía por lo que decidió darle prisa a su mal paso luego de susurrar: "este pendejo..." Se acercó a la pileta, posó sus manos en el borde de esta y se asomó para tratar de ver la sombra de Wood en la turbia agua; sin embargo, ello no le fue posible pues apenas estiró su cuello para ver mejor, sintió cómo su brazo era jalado con fuerza hacia el agua.

—¡Riley! —exclamaron Joshua y Jude al unísono.

Entonces Harley se puso de pie, rápido y furioso, y vociferó bajo un chorro que le caía sobre la cabeza y lo empapaba hasta debajo de sus ropas.

—¡Maldita sea, todo es tu culpa, Thompson!

Tan empapado como su compañero, Riley se levantó con un ligero temblor en sus manos, su cabello cubría parte de su rostro, por lo que tuvo que despejar su vista y al hacerlo fue Harley a quien vio delante de él. No supo si se trató de la situación, el frío que había entumecido sus piernas por lo que no podía levantarse, el regaño que recibiría de sus padres al llegar a casa, lo mal que todo se veía o la apariencia del chico de ojos grises, pero algo le había hecho gracia y de repente, solo se echó a reír ignorando lo demás.

—¡Thompson! —le gritó Harley—.¡Thompson, ¿de qué carajo te ríes?! ¡Thompson!

Los gritos de Harley solo intensificaron la carcajada que Riley soltaba, a su vez, esta enfurecía más a aquel.

—¿¡Pero no me estás escuchando, idiota!? —Se acercó con torpeza a Riley, con toda la intensión de golpearlo.

Ante ello, Joshua tomó, rápido, a Jude entre sus brazos, ella se sobresaltó ante el repentino gesto.

—¡Joshua, ¿qué rayos?! —exclamó ella.

—Hay que tirarnos también para que no se maten. —Puso un pie en el borde de la pileta.

—¿¡Qué, qué!? ¡Espera! ¡Espera! ¡Joshua, no! —Y el chico se lanzó con la muchacha interrumpiendo a Harley en el acto.

Desde un principio había pocas personas en el parque; sin embargo, estas aumentaron un poco con el pasar de los minutos y, claramente, lo que más les había llamado la atención era la imagen de los cuatro universitarios que parecían jugar en el agua aun con el gélido clima que invadía a Georgia en esas fechas. Nadie comprendía por qué las carcajadas eran tan estridentes o por qué había una silla de ruedas abandonada a un lado, solo sabían que debían llamar lo antes posible al serenazgo para que los sacara de la fuente antes de que pescaran una neumonía. Mientras tanto, solo ellos sabían lo que pasaba y, de alguna forma, por breve que hubiera sido el momento, lo disfrutaban.
Joshua se incorporó, tan mojado como los otros chicos, con Jude en brazos, quien tiritaba de frío y veía cómo los escritos de su férula se corrían con el agua. ¡Los escritos que Riley había dejado días atrás!

—¡Sí que estaba helada! —clamó Joshua con las rodillas débiles de frío.

—Quisiera saber qué les pasa a todos ustedes... —comentó Harley a un lado, recostado sobre sus codos al haber perdido el equilibrio con el salpicón de Joshua.

—Ri, Riley... ¿Es, estás bi, bien? —preguntó Jude—. ¿Pu, puedes ponerte de, de pie?

—Sí, Jude, no te preocupes —respondió con una gran sonrisa como reflejo de su última carcajada, tan seguro pero tan débil que les fue difícil creerle.

—¿Estás seguro? —preguntó Joshua—. Anda, sujétate de mí. —Se acercó a Riley.

—Sí, está bien. Gracias. —Con lentitud y temblor en las piernas, se incorporó. El temblor le subió a los brazos por lo que no pudo hallar el cuerpo de Joshua para sujetarse cuando resbaló y volvió caer con violencia.

—¡Ay, Riley! —volvió a llamar Jude—.¿Te has golpeado?

—Es que este es orgulloso... —soltó Joshua.

Thompson volvió a sentarse, llevaba nuevamente todo su flequillo sobre los ojos, pero ya ni se esforzó por reacomodarse, solo resopló y admitió: "Bien... No puedo ponerme de pie..."
Entonces, al observar lo sucedido, Harley sintió una extraña cosquilla en el estómago, una que iba subiendo hasta salir por su boca, por lo que se sintió obligado a sonreír con amplitud, luego comenzó con una silenciosa y leve risa pero esta se fue convirtiendo en una carcajada tan fuerte que hasta cerró los ojos para reír con mayor comodidad. No sabía por qué pero le había causado muchísima gracia la apariencia de Riley y el hecho de que no pudiera levantarse. ¿Quién lo iba a cargar para salir del agua? ¿Cómo iba a volver a su casa? Todo le resultó tan cómico que creyó que reía porque saboreaba la venganza, no era capaz de admitir y ni siquiera dejar que saliera a flote la idea de que, tal vez, solo tal vez, podía disfrutar de ese tarde de ocaso bajo una nieve que comenzaba a caer, solo porque estaba con ellos.
Su risa fue tan contagiosa que los otros chicos también rieron, fue un ataque de risa tras ataque, comenzaron a tirarse agua los unos a los otros, Harley les soltaba uno que otro insulto, pero les daba igual, estaban bajo los efectos de una sincera diversión, por mucho que esta los pudiera enfermar después. Por momentos rieron, se carcajearon, se sintieron al borde de la locura con sus cuerpos tiritando de una aparente hipertermia, el agua bañándolos y los copos de nieve que iban en aumento; y Harley sentía lo mismo que ellos, compartía la misma sensación que otras personas, y esta no era odio, no era rabia, vergüenza o rencor, solo jugaban como los imprudentes universitarios que eran obviando lo importante por un instante nada más, tan común para casi todos, tan extraño e inolvidable para uno de ellos.

El serenazgo apareció a los pocos minutos para llamarles la atención y sancionarlos por disturbios públicos. Los jóvenes se vieron obligados a salir de la pileta por su propia cuenta, a excepción de Riley, quien solo miró a los hombres de uniforme y les dijo: "No puedo levantarme". Dos oficiales lo ayudaron a salir, los llevaron a la comisaría y llamaron a sus padres, debido a lo que habían hecho decidieron tratarlos como niños, dejando a un lado el caso de Joshua, pues era el único que vivía independiente de sus progenitores, pero llamaron a su primo, con quien compartía el departamento alquilado en un suburbio no muy lejano, allá donde los rostros son más serios, menos agraciados, menos estúpidos.

***

"Harley..."

Cuando todos tus sueños han fallado
y los que aclamamos
son los peores de todos,
y la sangre se ha secado...

"Harley..."

Quiero esconder la verdad,
quiero protegerte
pero con la bestia dentro,
no hay lugar en el que podamos escondernos...

"Harley..."

No importa lo que cultivemos,
aún estamos hechos de codicia.
Esta es la llegada de mi reino,
esta es la llegada de mi reino...

"Harley..."

Cuando sientas mi calor
mira dentro de mis ojos,
es donde se esconden mis demonios...

Un golpe seco que produjo cierto eco muy cerca de él hizo que perdiera la concentración en la aguda voz de su cabeza y la canción que oía de su reproductor. Harley se quitó los audífonos y miró a su alrededor en los pasillos de la facultad de letras, su favorita por la soledad que se percibía. A unos pasos de él se hallaba ella en el piso, como había quedado su cara plantada en el suelo supuso que se debía a la vergüenza que sentía el que demorara tanto en levantarse. Antes de que él pudiera reaccionar de una forma distinta de la indiferencia, ella comenzó a incorporarse con lentitud. Oyó sus quejidos y creyó que había sonreído para sí mismo. Sin saber por qué, se le acercó.

En cuanto ella levantó su rostro luego de haberse frotado los ojos, fue la mano estirada de Harley lo primero que vio. Permaneció en silencio, solo endureció su mirada y él decidió hablar.

—No tengo idea de lo que pasó en Halloween para que me trates tan raro... Y no me importa en realidad, pero... —Estaba eligiendo mal sus palabras y se arrepintió— como sea, déjalo así...

—Mm... —Dudó un momento antes de tomar su mano—. ¿Conoces a otras Penélope, Harley?

Él abrió sus ojos de par en par tratando de disimular, ¿¡qué mierda había hecho!?

—Dime que te dije el insulto más feo que has oído, Marks... —suplicó.

—No... Igual creo que estabas ebrio pero...

Harley suspiró, masajeó su entrecejo y perdió su vista en el vacío por un momento antes de contestarle a su pregunta.

—Sí... Conocí a una... hace muchísimo tiempo... —narró, grave y despacio.

—¿La querías? —preguntó con algo de timidez.

—No... —Negó con la cabeza y miró el suelo antes de, espontáneamente, dibujarse una media sonrisa—. Yo la amaba...

El silencio se volvió a pronunciar en los corredores y entre ellos. Penélope captaba sin mayor problema esa aura tan densa de Harley, quien ya se había perdido en sus propios recuerdos, de nuevo olvidando el resto del mundo, quien podía sufrir a pedazos sin que él se percatara de ello. Pues Harley llevaba trazos en sus brazos, trazos de tinta negra, imborrables como el pasado, que ocultaba bajo sus oscuras mangas y cuyo significado guardaría hasta que ya no pudiera más. Ah, Harley...

—Mi hermana... —Se animó por fin a mascullar sin mirarla a los ojos.

Penélope bajó la mirada, notó que la mano del chico ya se había cansado de estar estirada hacia ella, por lo que se había recostado sobre la rodilla de él, todavía con la palma abierta. Entonces, decidió tomarla. Él se sobresaltó un poco y se giró hacia Marks.

—Me dijiste que siempre me habías amado y que lo sentías... —susurró cerca de su oído—. Ahora que sé que tu hermana se llama como yo, tiene sentido y ya no es raro... —Sonrió.

Wood se descolocó un poco, por un instante no supo qué hacer y parpadeó varias veces. Luego se puso de pie y jaló a Marks para ayudarla a levantarse también. Ella seguía sujetando su mano, él se zafó de repente y golpeó con sus nudillos la frente de la chica, midiendo su fuerza ya que su intención no era otra que darle por entendido que en esa cabeza no había nada.

—Eres tan torpe, Marks... Solo te haces daño. Tonta. —Suspiró, dio media vuelta y comenzó a irse por el pasillo.

—¡Gracias, Harley! —exclamó ella con su voz chillona y risueña de siempre, la de antes de la fiesta.

Fue molesto. Pero, de todas formas, Harley ya se lo había esperado desde un principio... Por eso lo había hecho.

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