
Capítulo 8: no hay vuelta atrás.
En realidad, no lo pensaron demasiado cuando empezaron a tocarse. Las manos de Takemichi iban y venían por la espalda de Mikey, deteniéndose en las caderas y acercándose hasta que estuvieron a ras del otro. Mikey podía oler su perfume, deleitarse con el dulzor de sus labios y disfrutar del contacto, mientras transformaba cualquier duda en deseo. Una parte de su cerebro, aún con un ápice de conciencia, le decía que retrocediera, pero él no podía hacerlo.
Sin separarse y dando torpes pasos, fueron hacia el sofá. En el camino, Takemichi le sacó la camisa a Mikey, volviendo al beso con emoción. Mikey por su parte, desabrochó el pantalón de Takemichi y lo deslizó fuera de sus piernas. Ambos se rieron cuando casi tropezaron con sus propios pies y continuaron con lo suyo.
Mikey no recordaba la última vez que se sintió tan bien estando con alguien, de hecho, si lo pensaba mejor, Takemichi era el único que lo hacía sentir de esa manera; como si fuera un hombre especial, adorándolo con caricias y mirándolo con una promesa lasciva. Y joder, la idea de volver a estar con él lo excitaba mucho más.
—Mikey. —Takemichi lo detuvo a la mitad—. Está bien si te toco de esta manera, ¿cierto? — preguntó, como si ya no le hubiera quitado casi toda la ropa.
Mikey quiso reírse por la ironía, pero se contuvo y solo asintió, llevando sus manos al pecho del chico para empujarlo al sofá. Echándole un vistazo rápido, antes de subirse en su regazo, colocando sus rodillas a cada lado de él.
—Tócame, Takemichi, no lo dudes —dijo Mikey, llevando sus manos a los hombros del chico—. De todas maneras, ya estoy caliente por ti. —Sin hacer mención de lo ocurrido la noche anterior, cuando prácticamente lo dejaron vestido y alborotado.
—Fuertes declaraciones —bromeó Takemichi, hundiendo su nariz en el cuello de Mikey, mientras pegaba sus labios en la piel febril y picante, chupando y lamiendo hasta dejar marcas visibles de las que pudiera regodearse después.
Mikey estaba suspirando, con la cabeza inclinada a un lado. Sus dedos acariciaban el pecho de Takemichi, en lo que daba saltitos superficiales sobre él, era un jodido adicto al contacto de la única persona en el mundo que logró desencajarlo. El pene de Takemichi se deslizaba en medio de sus nalgas, podría jurar que palpitaba, como si estuviera deseoso por encajar dentro de él. Mikey estaba temblando de los pies hasta la cabeza.
—Sigues siendo tan sensible, Mikey, ¿no es así? —susurró Takemichi cerca de la oreja de Mikey, quien sólo respondió con un largo gemido.
Continuaron tocándose, explorando el cuerpo del otro y disfrutando del momento. El chasquido húmedo de sus bocas inundó la sala, era música para sus oídos, y ellos, ansiosos por más, se empujaban hacia el otro con fervor. Para sorpresa de Mikey, Takemichi lo rodeó de los muslos y se levantó, para cambiar de posición. Ahora la sensación de dominio cambió, Mikey estaba de espaldas en el sofá, y Takemichi de rodillas, en medio de él. Era un espacio muy limitado, pero había que aprovechar que Mikey era pequeño y delgado.
Intentó volver a abrazar a Takemichi, pero este solo se alejó de él, dejándolo confundido y con una ceja enarcada.
—¿A dónde vas? —preguntó, tratando de no parecer decepcionado. Creía que lo habían abandonado.
—No tardo.
Se desplomó sobre el sofá, respirando hondo. No le gustaba la sensación fría de la separación, pero bueno, pudo conformarse con la estupenda vista del trasero de Takemichi mientras iba a la habitación. Algo era algo. Por fortuna, Takemichi no tardó en regresar, trayendo consigo un lubricante. Mikey sonrió, levantándose lo suficiente para traer al chico consigo y comenzar una nueva tanda de besos. Está vez nada los iba a separar. Terminaron de quitarse la ropa casi desesperados por el roce caliente de sus pieles desnudas, a la vez que Takemichi volvía a recargarse sobre Mikey, tanteando con sus dedos mojados sus nalgas.
Mikey se estremeció y gimió, levantando un poco las caderas para permitirle el acceso, y en menos de nada, los dedos aceitosos de Takemichi estaban dentro de él, trabajando alrededor de su tenso anillo de músculos. De alguna manera debió darse cuenta de que Mikey no lo había hecho en mucho tiempo, porque fue muy cuidadoso al estirarlo, usando sus dedos como si fuera experto en ello. Y muy en el fondo él se preguntó si Takemichi había traído a muchos a su apartamento. Sintió una ligera presión asfixiante que de nuevo debió notarse, porque Takemichi se detuvo.
—¿Estás bien, Mikey? —preguntó con suavidad.
—¿Eh? —Al darse cuenta de que estaba frunciendo el ceño, suavizó su expresión y también relajó su cuerpo—, lo siento, no te detengas.
Takemichi pareció pensarlo un momento y luego, tras darle un pequeño beso en la comisura de sus labios, siguió moviéndose dentro de él, escarbando cada rincón y presionando sus puntos sensibles. Mikey olvidó todo, mientras gemía y rogaba por más.
—¿Estás listo? —preguntó Takemichi. —Lo estoy —respondió con la voz temblorosa de las ansias.
Y de esa forma los dedos lo abandonaron y siguió algo más grande que lo penetró hasta que Mikey volvió a sentirse en casa. Todo con Takemichi era bueno, él era éxtasis puro. Y cuando empezó a moverse fue mucho mejor. Era como si ambos estuvieran sincronizados desde siempre. Fue lento y también profundo, lo abrió, lo besó, sacudió sus entrañas con la forma en la que lo tocaba como si fuera un tesoro y luego era rudo, mientras le decía lo bien que se sentía estar dentro de él. Mikey se arqueaba y lloriqueaba de placer, increíblemente receptivo a cada toque.
Su cuerpo se sobre estimulaba con cada embestida, rodeó la cintura de Takemichi y se balanceaba al compás de él, era como un baile que no quería terminar. Cuando el clímax los alcanzó a ambos, la mente de Mikey se blanqueó, mientras era llenado de un nuevo calor muy difícil de describir. Su cuerpo de repente se sintió ingrávido, demasiado satisfecho.
Mikey solo pudo pensar en una cosa, en lo mucho que había extrañado tanto a Takemichi durante tanto tiempo.
Hola, hola. No estoy orgullosa de mí misma por haber tardado tanto, pero aquí está.
Espero que les guste y dudas y sugerencias aquí.
Por cierto, no tardaré en subir el siguiente capítulo, gracias por leerme. Besitos en la cola.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro