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06| Tres oportunidades.


Capítulo 06: Tres oportunidades.

17 de febrero, 2017.

Mi parte favorita del invierno es la nieve. Creo que la prefiero más que la lluvia pues digamos que siempre que llueve tienden a sucederme desgracias y tengo algunos desagradables recuerdos de varios momentos.

Aunque hay uno que no me pareció tan desagradable, fue como mi rayito de esperanza y el surgimiento de un platónico de esos que jamás vuelves a ver.

—¿En qué piensas tanto, Weasley? 

Doy un respingo sobresaltada ante la voz de Asher quién se acerca con una enorme sonrisa en su rostro. Le devuelvo el gesto encogiéndome de hombros, y vuelvo mi vista hacia la ventana que debería estar limpiando.

—En lo bonito que se ve todo. —respondo llevando mi mano hacia la barbilla—. Es como si el color blanco te transmite una paz y serenidad, imposible de encontrar en otro lugar.

—Vaya, que filosófica. —exclama divertido con una escoba en su mano. Se coloca a mi lado, sentándose sobre una de las mesas e imita mi gesto, solo que en lugar de mirar el paisaje me mira a mí—. ¿Te gusta mucho la nieve?

Asiento con entusiasmo.

—Creo que es mi estación favorita, ¡oh! Y también la primavera.

—La primavera es la mía —Ladea su cabeza—. Y creo que la de la mayoría, quiero decir, ¿a quién no le gustaría la primavera?

—A mí. —Se queja un chico de cabello negro que reconozco como Dirk—. Soy alérgico al polen de las flores, es la temporada que más fastidia mi existencia.

No puedo evitar mirarle con cierta diversión, ya que el chico lleva un pañuelo cubriendo su cabeza y un delantal sumándole la escoba que carga en su mano, dándole un aspecto de un pequeño amo de casa.

—¡Hey! Ustedes dos —La voz profunda y autoritaria de Dechen nos sobresalta a los tres—. ¿Qué rayos hacen ahí descansando mientras yo hago todo el trabajo?

—¿Quién te manda a no tomarte un descanso también? ¿Eh? —Le reta Dirk farfullando palabras ininteligibles simulando barrer el piso con una frustración evidente—. Ni en mi casa hago la limpieza de la manera en la que me exigen acá.

—Deja de quejarte y ven acá Arschloch. —La altura entre Dechen y Dirk es un poco evidente y resulta un poco cómico como el alemán se acerca a Dirk para tomarlo de las orejas y llevarlo a rastras hacia el pasillo y antes de salir se gira viendo a Asher amenazándole con que él será el próximo.

Asher rompe a reír mientras niega con su cabeza.

—Amo ver a Dechen insultar en alemán.

—¿Eso era un insulto?

Asher asiente poniéndose en pie.

—Créeme no querrás saber lo que le quiso decir.

Ladeo mi cabeza dubitativa. No es que no quiera, pero a veces me puede más la curiosidad. Sin embargo, me quedo en silencio, no creo que sea conveniente que sepa que tengo una cierta debilidad por manejar insultos en otros idiomas. Recojo el trapo en mi regazo para volver a mi tarea designada que es limpiar las ventanas, y a través del reflejo veo a Asher dar un fuerte suspiro sin despegar su mirada de mí.

Desde el día en que me habló por WhatsApp hemos continuado conversando así que no digo que no me siga incomodando, pero en cierta manera se ha vuelto un poco más familiar, en ocasiones aún me hace querer salir corriendo debido a la emoción que despide cuando se acerca hacia mí, pero en general es un chico agradable. 

—Por cierto, quería pedirte un favor.

—Dime —respondo sin despegar mi vista de la ventana. Hay que restregar muy bien para que quede limpio y luego sea cubierto por la nieve. Creo que los coordinadores de la escuela tienen muy bien su lógica al obligarnos a hacer limpieza con este clima.

—Sabes que tengo que mantener un cierto promedio para seguir en el equipo de básquetbol —empieza titubeando un poco y yo asiento con miedo al rumbo que pueda dirigir esta conversación—. Y que a comparación de tus notas las mías son un desastre.

Sonrío levemente.

—¿Y qué con eso?

—¿Podrías ayudarme con química? Sé mi tutora —Pide juntando sus manos para implorar y hacerlo de forma más dramática—. Tengo que sacar buenas notas este año en esa materia o de lo contrario corro riesgo de que me quiten la capitanía y me saquen.

—¿Por qué yo? —Es lo primero que sale de mi boca y no me pierdo el gesto de sorpresa en su cara. Ay, creo que fui algo borde—. Quiero decir, —Carraspeo— puedes contratar a un tutor certificado —Trato de remediarlo.

Creo que me escuché algo egoísta, bueno, no sé como decirlo, pero no es eso. Es solo que con todo lo que tengo que hacer no me veo dando tutorías.

—¿Crees que no lo he hecho? —Suspira con cansancio—. Me han pagado muchos tutores, pero ni con las metodologías más innovadoras pueden hacer que entienda.

—Si ellos que son certificados no pueden lograrlo, ¿por qué lo haría yo entonces? —Y es hasta que ya lo he dicho que me doy cuenta que he vuelto a sonar como antes.

Yo y mi gran boca.

—Mmm déjame pensar, ¿quizás porque eres estudiante, estamos viendo los mismos temas y me entiendes? —Intenta bromear de manera ligera.

Niego con mi cabeza.

—Rizzia por favor, solo intentémoslo tres veces. Si en esas tres veces no sucede nada me despides como tu pupilo.

No negaré que me encuentro algo renuente ante la idea. El dar tutorías significaría dos cosas.

 Número uno, pedirle permiso a mi madre para quedarme en la escuela después de las cuatro.

Número dos, de hacerlo entonces tendría que cambiar mis horarios de tutorías en la academia y eso significará llegar más noche a casa.

—Déjame pensarlo y organizar mi tiempo —respondo luego de unos minutos—. Aunque no te doy muchas esperanzas.

—Nunca lo haces —Es su respuesta y abro mi boca sorprendida ante tal declaración.

—¿Disculpa?

—Es que eres una caja llena de sorpresas —Se excusa riendo—. Cómo sea, te veo mañana. —Y sin esperar mi respuesta se da la vuelta con todo y escoba, caminando a paso ligero hacia el pasillo.

—Pero mañana es sábado —musito para mí misma y luego caigo en la cuenta de sus anteriores palabras.

Mañana es el juego de baloncesto.

18 de febrero, 2017.

Aseguro mi bufanda en el cuello junto con mi abrigo y no me hace falta ni siquiera entrar al gimnasio para escuchar los gritos de la multitud de estudiantes de nuestro colegio y del equipo contrario apoyando a sus jugadores. Vengo con quince minutos de retraso porque al final me decidí tarde a venir. 

Cuando entro al gimnasio, el juego ya ha empezado y la multitud de chicas gritan enloquecidas al ver a tanto chico “guapo” corriendo con una pelota en la cancha. Le escribo rápidamente a Lely para preguntarle donde se encuentra y me responde que la busque en la tercera fila del lado izquierdo. Observo con atención y de repente la diviso por sus saltos y manos alzadas indicándome su ubicación.

Suelto una risa y me apresuro hacia ella, viendo con ligera sorpresa que no se encuentra sola, sino que está con Mitsuki. No asistió a clases desde el martes y realmente estábamos preocupadas por ella, sobre todo porque le enviamos mensajes y le llamábamos y no nos respondía.

—¡Suki! —exclamo corriendo para rodearla entre mis brazos—. ¿Estás bien? 

Noto el leve rubor que se ha formado en sus mejillas al igual que unas ojeras que quisieron ser cubiertas con maquillaje pero que aún se perciben. La observo con detenimiento, pero ella solo asiente un poco cohibida, le devuelvo el gesto y tomo asiento al lado derecho de Lely.

—¿Cómo va el juego? —pregunto con curiosidad. La verdad es que no sé mucho sobre el baloncesto, pero si sé que es importante para nuestro colegio ganar los torneos por el prestigio que este le trae.

—Está muy reñido —Es la respuesta de Lely—, van por la mitad, pero casi en empate, si hacen dos puntos más nos alcanzan.

Asiento dirigiendo mi atención hacia el juego, el árbitro lanza la pelota al aire y Dirk salta para desviarla hacia sus compañeros, un chico con el número siete en su espalda de nombre Shawn, toma la pelota y corre con una velocidad impresionante intercalando pases con Asher hasta lanzarla desde cierta distancia a la canasta, pero fallando en el intento.  Los sonidos de decepción de nuestros compañeros no se hacen esperar y es que esta ha sido una oportunidad para el equipo contario para adueñarse del balón y evadir sin dificultad alguna los esfuerzos que hace nuestro equipo por bloquearlos, el chico lanza y Kian salta para intentar bloquear el tiro, pero sus dedos apenas alcanzar a rozar la pelota, la cual rebota en el tablero cayendo con una puntería perfecta dentro de la canasta. 

La frustración es evidente en sus rostros pero vuelven a colocarse en sus posiciones, el juego comienza nuevamente y a pesar de que Dirk es el más chico a comparación de los compañeros de su equipo logra arrebatarles el balón a los contrincantes y a una velocidad impresionante empieza a correr hasta que se ve bloqueado por uno del equipo contrario y no le queda más remedio que realizar un pase a Shawn, el chico no tiene muchas posibilidades pues también está siendo marcado. Y cundo presta más atención veo que todos tienen marca a excepción de Kian, es algo que me parece curioso y le pregunto a Lely.

—Es porque Kian nunca sale de la zona, su posición está centrada en bloquear y defender. Es un riesgo el que él deje libre el área de tiro para ir a atacar.

—Un error que les puede costar el juego —murmura Suki concentrada—, pero que, así como va ahora no veo mal el arriesgarse.

Asher tiene en sus manos el balón y le hace gestos a Dirk y a otro chico de nombre Will para que se dispersen a los lados. No negaré que el chico es bueno en lo que hace, la facilidad con la que maniobra el balón rebotándolo por detrás de él e intercambiándolo entre ambas manos para lograr deshacerse de la marca que tiene es admirable, Dirk alza su mano listo para recibir el pase y es hasta que Lely da un chillido señalando hacia el centro de la cancha que nos percatamos que Kian ha dejado su posición acercándose de manera sigilosa y sin ninguna marca, es una oportunidad perfecta para que alguien con una buen puntería lance.

El reloj sobre el marcador apunta a que queda menos de un minuto para que termine este periodo y todos están con los nervios de punta. Asher le grita a Dirk para que le dé pase a él o a Will, pero ambos chicos están siendo marcados, así que sin pensarlo tanto alza el balón y en lugar de lanzarlo hacia ellos la lanza hacia atrás en dirección a Kian quien recibe el pase de manera perfecta para hacer un tiro desde el centro de la cancha.

Un silencio inunda todo el lugar. Todo parece suceder en cámara lenta pues son segundos los que faltan para que termine el tercer set y solo miramos con la respiración sostenida como el balón vuela por los aires y ni siquiera rebota en el tablón, sino que es un tiro directo hacia la canasta. Suena la alarma anunciando el final del tercer periodo y del silencio pasa a una algarabía de vítores y gritos porque a último momento nuestro colegio ha conseguido igualar en puntajes.

Lely y Mitsuki gritan, abrazándose de la emoción, los chicos corren a abrazar a Kian y desde acá puedo ver como suelta un suspiro de alivio sonriéndole a sus compañeros. Todos están ahí a excepción de Asher quién parece un poco molesto y se dirige hacia las bancas a tomar agua.  El entrenador los reúne y las esperanzas de Darena HighSchool para que pase las preliminares empiezan a crecer más.

Comienza el último período con un cambio de jugador, Will es reemplazado por Dechen y todos corren a sus posiciones. Como siempre Dirk disputa el rumbo del balón y esta vez parecen un poco más enfocados a atacar y a defender al mismo tiempo. Dechen corre hacia el centro arrebatándole el balón a uno del equipo contrario e intenta lanzar, pero la fuerza con la que lo hace es muy baja pues el balón apenas toca el aro y cae siendo interceptado por el otro equipo. Los intentos de anotación por parte del Liceo se ven bloqueados por Kian, quien siempre busca lanzarle el balón a Dirk debido a la velocidad que este tiene. Los minutos pasan y ningún equipo ha conseguido realizar una anotación. El ambiente que se respira es tenso y lo que lo empeora es que ya falta poco para terminar y estamos en empate.

—¡Vamos Kian! —Se escucha la voz de una mujer a unos cuantos asientos atrás. 

Por curiosidad giro y veo a una mujer joven sosteniendo una pancarta con el logo de nuestro colegio, aunque parece que lo hace con dificultad pues no me pierdo el detalle de una venda sobre su mano derecha.

 —¡Vamos Darena HighSchool! —grita otra chica y poco a poco se van sumando más gritos en apoyo a nuestro equipo.

Los chicos están concentrados en el juego, pero si observo como Kian voltea hacia la mujer brindándole una sonrisa que desaparece casi al instante. Dechen va rebotando el balón a toda velocidad, evade unas cuantas marcas y sus compañeros van a su lado en un intento de servir como apoyo por si alguien les impide tirar. Un chico de porte grotesco bloquea a Dechen la vista frontal queriendo quitarle el balón. El alemán rebota la pelota entre medio de sus piernas y decide lanzarlo a Asher quién recibe el balón e intenta tirar a una distancia un poco considerable fallando el intento.  

—Empieza a suceder —murmura Suki acariciando su barbilla.

—¿A qué te refieres? —pregunto dándole una breve mirada.

—Desde el año pasado, Asher no parece controlar el estrés de la situación en los juegos cuando estos van reñidos. Trata de hacer todo él, ignorando a sus compañeros y volviéndose un poco individualista.

Enfoco mi vista en él y realmente parece un poco agobiado y abatido. Da órdenes a sus compañeros y trata de que siempre le den pase, aunque los del otro equipo siempre se lo quitan, justo en estos momentos acaba de suceder y por pura ansiedad empiezo a mordisquear mis uñas. Según el reloj estamos a un minuto, si estos chicos no consiguen desempatar, creo que se irán a una ronda de cinco minutos o eso ha murmurado Lely. 

Como sea, en cinco minutos todo puede suceder.

Veo como el equipo contrario va hacia la línea de tiro de nuestro colegio y Kian logra desviar el lanzamiento, logrando que Dechen pueda capturar la pelota y pasársela a Kian quien empieza a subir. El alemán se queda en el puesto de Kian y entre señas le indica que suba a atacar, creo que es la última jugada que pueden hacer antes de que acabe el tiempo. Miro embobada como Kian gira sin perder el control del balón para esquivar las marcas que le hacen e intercambiar pase con Shawn quién luego se la lanza a Asher. El chico empieza a correr nuevamente hacia la línea de tiro y ya solo faltan treinta segundos para que todo termine. Lely sostiene mi abrigo en su mano hecho puño y yo creo que terminaré sin uñas, sobre todo ahora, que Kian está libre y tanto como Dirk y el entrenador le gritan al pelinegro que le de el balón, pero el no obedece, sino que arriesgándose a perder todo, dobla sus rodillas y salta lanzando el balón el cuál apenas es alcanzado por los dedos del pívot del otro equipo y yo no puedo evitar cubrir mis ojos con los dedos.

No quiero ver este desastre.

Bueno sí.

Entre el espacio de mis dedos veo como Dirk se toma el cabello frustrado viendo la locura que acaba de cometer Asher.

Faltan cinco segundos. 

El entrenador empieza a gritar con rabia.

Cuatro.

 Y todos los estudiantes de Darena están conteniendo el aliento, incluyéndome.

Tres.

La pelota rebota contra el tablero.

Dos.

El balón todavía se toma el tiempo para girar sobre el aro y creo que este es un momento épico para que se desarrolle la diabetes de más de algún presente.

Uno. 

La bola naranja decide tomar su decisión.

Cero.

La alarma suena y todo mundo se encuentra en silencio viendo sin poder creer el marcador.

Dos puntos más se han sumado para el Darena. Hemos ganado.

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¡Holaaaaaa!💛 Primero, ¡feliz inicio de semana!

Segundo, mil disculpas por no actualizar este fin de semana ㅠㅠ tuve unos pequeños problemitas que me impidieron tener listo el capítulo para esos días pero bueno, ya ha pasado y aquí lo tienen 7u7.

Díganme, ¿qué les pareció? ¿Que opinan de la regada monumental que hizo Asher?😂

Muchísimas gracias por leer esta historia, por sus votos y comentarios, me hacen muy feliz. :')

Recuerden que pueden seguirme en IG, para avisos de esta y otras de mis historias.

¡Nos leemos hasta el sábado!
Baaaiii.💛💕

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