6 | La Cita 🌼
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CAPITULO 6
WESLEY
Al salir de clases le pedí a Isabelle que saliéramos juntos a caminar por el parque, si ella quería. Estaba aterrado por tal atrevimiento, ¡pero dijo que si!. Realmente pensé que me rechazaría. Ahora estoy en el parque, esperándola sentado en uno de los bancos de madera. De pronto alguien cubre mis ojos con sus manos y me altero. Pero un delicioso aroma llega hasta mis fosas nasales y lo reconozco...
es Isabelle
-¿Adivina quien soy?.
Sonrío como idiota.
-Eh...¿Una chica linda de cabello rubio?.
Ella se ríe y me descubre los ojos.
-¡Exacto!.
Toma asiento a mi lado y yo me sonrojo. Lleva su cabello rubio recogido en una coleta alta y un hermoso vestido veraniego de color celeste.
-Te ves...hermosa.
-Oh, gracias, Wes. Tú también.
Mis mejillas arden de vergüenza e incomodidad. Ninguna chica me ha dicho que soy lindo, excepto Anne. Y no sé como sentirme al respecto. Bueno, la verdad, cuando me miro al espejo no me encuentro atractivo sino todo lo contrario. Esa fue una de las razones por las que no se acerqué a Isabelle desde un principio. Ella es hermosa, realmente perfecta. Supongo que tiene miles de pretendientes y yo, bueno...soy normal. A veces pienso que soy raro. Si. La mayoría de las veces lo pienso. Mi cabello es rojizo y tengo un montón de pecas en el rostro. El cabello lo herede de mi padre al igual que mis ojos cafés. Mi piel es pálida y apenas soy atlético. Odio hacer ejercicios. Diría que mi físico no es el mejor. Aunque Marianne dice que tengo un cabello único y que mis ojos son preciosos. De seguro lo dice para hacerme sentir bien, pero da igual. No me importa mucho mi apariencia, la verdad. Espero que a Isabelle tampoco. Aunque, bueno, no se si le guste; Apenas somos amigos y nada más.
-Espera aquí. -Le pido a Isabelle y me acerco a una señora que vende flores.
-¿Qué desea, Jovencito?.
-Quiero un ramo de girasoles. -le respondo con una sonrisa.
-Girasoles, ¿Eh?. Buena elección. ¿Es para tu novia?.
Me sonrojo.
-Los Girasoles son símbolos de amistad incondicional. -Añade.-así que si es para tu novia, te recomiendo que le regales rosas rojas, ya que son el símbolo del amor y la pasión. -me vuelvo a sonrojar.
-Ah...no...es para una...amiga.
-Oh, bueno. Aquí tienes. -me tiende el ramo de Girasoles y me alejo de ella. Isabelle tiene la vista fija en los cometas que unos niños vuelan por el cielo.
Me aclaro la garganta llamando su atención. Ella me mira y me sonríe.
-Son para ti. -Extiendo mi brazo con el ramo de Girasoles.
-Eh...yo...
-¿No te gustan?. -Siento la vergüenza arder en mi cara.
-No...es solo que...-empieza a estornudar. -Soy alérgica al polen.
Alejo las flores de ella avergonzado.
-Yo...lo siento. No sabía. Perdón. -me disculpo rápidamente sintiéndome ridículo.
-No te preocupes. -Vuelve a estornudar. -Tengo...que irme.
Abro la boca para decir algo y entonces ella se va. Me siento derrotado en el banco con los Girasoles en mis manos. Este día fue un desastre. Al menos me quedan 25 días todavía.
Varios minutos después llego a la casa de Marianne. Esta vez tocó la puerta de su habitación.
-Pase.
Entro por la puerta y la veo recostada en la cama con un libro.
-¿Estabas dormida?.
-No. -Levanta el libro. -leía. Y a ti, ¿Cómo te fue?
Suelto un suspiro frustrado.
-Fatal.
Me siento a su lado en la cama.
-¿Qué sucedió? Por tu cara de frustración, imagino que fue algo malo.
-Si.
-¿Y esas flores?
Señala los Girasoles en mis manos.
-Son los culpables de todo.
-¿A que te refieres?.
-Eran un regalo para Isabelle pero resulta que es alérgica; empezó a estornudar y se fue. La cita fue todo un caos.
Ella tensa los labios con fuerza como si quisiera reírse de mi. La fulmino con la mirada.
-Ni se te ocurra reírte, Marianne.
Pero ella explota en una carcajada, ignorándome.
-¡Ay por dios! Me hubiera gustado ver su cara.
-¡Eres cruel, Anne! Eso pudo ser peligroso para ella.
-No es para tanto. Unas simples flores no pueden matarte. -me quita los Girasoles de las manos y me sonríe. -Me los quedaré para mi.
Entonces inhala el olor de las flores bajo mi atenta mirada.
-Pensaba tirarlas.
-¿Por qué? Estas preciosuras no tienen la culpa de que ella sea alérgica.
-Tienes razón.
Me quedo en silencio pensando en todo lo que sucedió. Debí haberle preguntado primero, si lo hubiera hecho nada de esto hubiera sucedido.
-¿Estas bien?
Suspiro.
-Si. Eso creo.
-Todo esta bien, Wes. -dice reconfortándome y yo asiento.
-¿Crees que logre enamorarla, Anne?.
-Por supuesto que si.
-Y si tu y yo, no fuésemos mejores amigos, ¿Te enamorarías de mi?.
Ella palidece y pasa saliva incómoda por mi pregunta. Si, se que es una pregunta absurda pero me lo he preguntado muchas veces y me gustaría saberlo.
Ella me mira, sosteniendo el ramo de Girasoles en sus manos.
-No lo dudaría, Wes.
Su respuesta me toma desprevenido pero eso me hace sentir extrañamente bien. Me acerco a ella y la abrazo.
-Gracias por eso, Anne.
-¿Por decirte que si me enamoraría de ti?.
-No. Por hacerme sentir bien con tus palabras. Eres como la hermana que nunca tuve, Anne.
Ella se tensa en mis brazos y cuando me aparto de ella, nos miramos.
-¿Y si fuera al contrario?
-¿A qué te refieres?.
Le pregunto sin saber de que habla. Ella bája la mirada.
-¿Tú...te enamorarías de mi sino fuésemos mejores amigos?.
No se por qué, pero me sonrojo al instante. Pero no dudo en responderle.
-Claro que lo haría, Anne.
Ella sonríe y se coloca un mechón de cabello detrás de su oreja incómoda. Bueno, a decir verdad, también me siento incómodo y no sé por qué. Hablar con tu mejor amiga de estas cosas románticas debería ser normal, pero me siento avergonzado por decirle que si me fijaría en ella. Porque lo haría, ¿No?. Bueno, no quiero matarme el cerebro pensando en imposibles.
-Bueno... -Me levanto de la cama y no sé porqué pero mi corazón late muy fuerte ante mis pensamientos. -Tengo que irme. ¿Nos vemos mañana?.
-Claro.
Camino hasta la puerta.
-Feliz Noche, Cerebro. -Le digo parado en la puerta y ella sonríe divertida.
-Feliz Noche, Pinky.
Le sonrío de vuelta y me marcho a casa. Cuando llego, me encuentro con mis padres en el sofá viendo televisión (algo que hacen muy a menudo), los saludo y subo las escaleras hacia mi habitación pero la voz de mi madre me detiene en seco en las escaleras.
-¿Si, Mamá?
-Esta mañana te ha llegado una carta.
Mi corazón da un brinco de felicidad y me sonrojo al instante.
-¿La has leído?.
-Claro que no, Wesley. Aunque, me estaba muriendo de curiosidad por saber quién le envía cartas a mi hijo. ¿Será una enamorada secreta?.
-¡Mamá!. -Suelto incómodo. Porque es vergonzoso hablar con mi madre de estos temas. Ella sonríe divertida.
-La he dejado en tu habitación. -me doy la vuelta y corro por las escaleras hasta llegar a mi habitación. Suelto la mochila y la dejo al suelo, busco la carta en mi mesita de noche y allí la encuentro. La tomo entre mis manos y abro el sobre, al mismo tiempo que tomo asiento en mi cama. Empiezo a leerla en voz alta, con el corazón acelerado.
"Querido, Wesley.
¿Sabes que es lo que más
me gusta de ti?
La forma en que me miras.
Me haces sentir como si fuera la única
chica que existe en el Universo"
-Anónimo.
Sonrío como idiota. ¡A Isabelle le gusta como la miro!. Me dejo caer de espaldas en la cama con la carta sobre mi pecho. El corazón me late con frenesí y mi estado de ánimo cambia en un santiamén.
Me quedo dormido pensando en ella nuevamente.
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¿Qué opinas de la historia?
Agradecería tu opinión.
Muchísimas gracias ♡
Te quiere siempre
Patrixia G 🌻
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