Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

POVS. ELENA HELLS

Salí despavorida de la oficina de mi jefe y me senté en mi escritorio viendo como el Señor Miller entraba a su oficina. Conocía la manera en la que me miraba aquel joven, pero ese no era mi mayor problema en estos momentos: Iba a besar a mi jefe. ¿Lo peor? Tenía tantas ganas de hacerlo.

En cuanto el joven desconocido cerró la puerta a sus espaldas, Claudia se lanzo a mi escritorio.

-Me vas a decir que pasó ahí dentro- dijo tomándome por los hombros y sacudiéndome.

-Solo hablaba con mi jefe- respondí en voz baja con una sonrisa inocente.

-Pues que buena conversación iban a tener- menciono con sarcasmo –Elena, es tu primera semana y estaba a punto de besar al jefe ¿Qué ha pasado?-

Analicé a Claudia.  

Debido a que no tenía amigos, solía desconfiar de muchas personas, pero ella era diferente. Algo me decía que ella era diferente.

-Puedes confiar en mi Elena, te juro que no diré nada- prometió ella con un dedo meñique. Una pequeña sonrisa salió de mi por dos razones: Era una acción infantil y porque yo lo hacía con mi hermana.

Uní nuestros meñiques en signo de promesa.

-¿Qué te parece si hoy tenemos una cena y te cuento todo?- pregunté.

Asintió como niña pequeña con una gran sonrisa.

-Me voy, ya que aquí no hay otra recepcionista y el jefe se pondrá como loco si no hago mi trabajo- y antes de poder decir otra cosa salió corriendo a su lugar de trabajo.

Claudia me había hecho olvidar el momento del casi beso. Suspiré y comencé hacer algunos trabajos en mi computador hasta que una tos falsa se hizo presente enfrente de mí.

-Buenos días nuera- saludaron falsamente.

-Buenos días suegro- respondí de la misma manera.

-¿Está Alexander?- preguntó serio.

Solo asentí con mi cabeza. Aún seguía molesta con este señor.

-Dile que lo quiero ver. Ahora- ordenó el Señor Pablo. Respiré intentando contener mi enojo.

Llamé al teléfono de su oficina y antes de que el contestara, la vergüenza me invadió, haciendo que mis mejillas se coloraran.

-¿Qué pasa?- preguntó serio en cuanto contestó el teléfono.

-El señor Ambrosetti quiere verlo- dije en voz baja, debido a la timidez que sentía en estos momentos. Apenas me lograba escuchar y mi suegro pareció darse cuenta.

-Hazlo pasar- y colgó.

No sabía que sentía: enojo, confusión o vergüenza.

-Puede pasar señor Ambrosetti- comenté en voz baja.

-Ya era hora- dijo fastidiado sin mirarme –Por cierto Elena, será mejor que vayas recogiendo tus cosas-

-¿Por qué?- pregunté incrédula.

-Porque yo me voy a encargar de que no vuelvas a ver a mi hijo en tu vida- respondió mirándome a los ojos de una manera fea, muy fea.

Tenía muchas palabrotas que decir, pero la puerta del jefa se abrió, dejándome ver a aquel joven desconocido salir, permitiendo la entrada del señor Ambrosetti.

Mientras lo veía entrar, una voz llamó mi atención.

-Elena ¿cierto?- preguntó él.

-Creo que si- respondí encogiéndome de hombros.

-Soy Aarón Miller, mejor amigo de tu querido noviecito- se presentó.

Él sabía que todo esto era una farsa.

- ¿Usted sabe lo que pasa entre Alexander y yo? - pregunté.

-Obviamente querida- respondió y se sentó en mi escritorio, interrumpiendo el trabajo que estaba haciendo.

Este tipo era alguien con demasiada confianza y alegría en su ser: todo lo contrario a Alexander Ambrosetti.

- ¿Sabes que tienes los ojos más hermosos que he visto? - me preguntó de una manera lenta y demasiado ¿extraña?

-Gracias Señor- respondí de una manera tímida y el color subió a mis mejillas.

-Nada de señor, somos casi de la misma edad. Llámame Aarón-

-Está bien- dije simplemente.

-Estas un poco callada; hay que arreglar esta situación- dijo acomodándose mejor en mi escritorio.

¿Situación?

-Te contaré algo que nos pasó a Alexander y a mí- habló alegremente.

-Te escucho- respondí mirándolo, ya que no podía trabajar debido a que él estaba sobre los papeles que iba a hacer.

-Hace 2 años cuando nos graduamos, fuimos a un bar muy conocido por aquí. Bebimos con unos amigos celebrando que al fin habíamos salido de ese maldito infierno. Después de unos tragos todo se estaba poniendo mejor, hasta que una mujer se acercó a mí y comenzamos a charlar hasta que nos besamos; yo no sabía que aquella mujer era hermana de uno de nuestros compañeros y terminé con un puño en mi perfecto rostro. Alexander como buen amigo me defendió, aunque también termino con unos rasguños. Desde ahí aprendí a preguntar si alguno de mis amigos conoce a mi conquista- contó él.

Una risa salió de mí.

- ¿Solo tienes historias de mujeres? - pregunté.

-Por lo general, es lo que mejor se me da. Incluso he acabado con una rodilla entre mis piernas-

Reí por su historia.

La puerta se abrió, dejando salir al señor Ambrosetti, no nos miró y siguió con su camino.

-Que hombre tan amargado, igual que su hijo. De tal palo, tal astilla- comentó Aarón cuando mi suegro desapareció. 

Una carcajada salió de mí. Por fin alguien entendía lo que pensaba. Estaba a punto de hablar, pero apareció la presencia de mi jefe. Automáticamente los dos nos quedamos callados.

-Elena, a mi oficina- dijo serio.

Yo asentí con un movimiento de cabeza, mientras entraba rápidamente a su oficina

-Aarón, a trabajar- escuché que le ordenaba a su amigo.

-Como diga jefecito- respondió Aarón alegre. Aarón era la descripción perfecta de "a mal tiempo, buena cara".

La puerta fue cerrada.

-Toma asiento Elena- me ordenó mi jefe y yo obedecí. Él también tomó asiento en se costosa silla de piel.

-Las cosas se han complicado- dijo él.

-¿Y qué haremos ahora?- pregunté.

-Nuestro noviazgo será anunciado por la prensa- comentó simplemente.

Me congelé.

-Claro que no. Estás loco si crees que voy a permitir eso- dije levantándome de mi asiento alterada.

-Elena, siéntate- mencionó, pero lo ignoré.

-Se supone que esto sería discreto, no que todo el país se enteraría-

-Elena- advirtió.

-No, no y no. Basta. Renunció a este trato, esto se está...- fui interrumpida por un grito.

-CALLATE Y SIENTATE- gritó jefe.

Su grito me estremeció, así que asustada tomé asiento.

-Aquí se hace lo que yo digo, y si yo digo que esto va ser anunciado significa que va a ser anunciado- habló firmé y serio.

-No- comencé a decir –Ni usted ni nadie me va a obligar a esto. Y con todo respeto, esto ya no está bien, así que en este momento renuncio al trabajo y al maldito contrato- dije caminado a la puerta. Estaba a punto de abrirla cuando una voz me detuvo.

-No aceptaste por las buenas, pues lo harás por las malas- me volteé para mirar a mi jefe –Si tu no aceptas esto, me encargaré de que nadie te vuelva a contratar, de que te corran de tu miserable apartamento y te haré la vida imposible- 

En sus ojos se veía toda la furia que tenía dentro.

-¿Serias capaz de hacerlo?- pregunté en shock.

-Pruébame- respondió. Este Alexander me daba miedo, ya que me demostraba lo que podía hacer alguien por poder.

Me quedé ahí parada e intenté verme mas calmada. Tomé aire y me relajé para evitar que las lágrimas salieran y no parecer una estúpida.

-Está bien- dije en un susurro y la cabeza agachada.

-Retírate- fueron todas sus palabras. Y no lo tuvo que pedir dos veces.

Salí despavorida de ahí, corriendo a algún baño.

Me encerré en un cubículo y comencé a llorar silenciosamente. Las lágrimas caían y me sentía como una mierda.

Otra vez un hombre me estaba arruinando la vida...





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro