Capítulo 4
¿Novia? ¿Había escuchado bien?
-Mucho gusto Elena, soy Pablo Ambrosetti, el padre de Alexander- dijo el amable señor tendiéndome la mano, pero su mirada estaba matándome. La tomé por cortesía, pero no sabía que estaba pasando.
El Señor Ambrosetti y Alexander eran muy parecidos: tenían muchos rasgos faciales parecidos, menos los ojos, los de él eran de un café común.
-Bueno padre, nosotros nos retiramos. Que tengas un buen día, salúdame a mi madre- mencionó Alexander antes de sacarme rápidamente ahí, pero antes de llegar a la puerta el señor Ambrosetti habló.
-Recuerda la cena de mañana Alexander. Tendrás que ser rápido si quieres el poder-
-Claro que si- dije Alexander con los dientes apretados. Estaba molesto.
Y salimos de aquel restaurante.
¿Cena? ¿Poder? ¿Novia?
¿Qué me ocultabas Alexander?
Ya afuera me obligó a subir a su carro solo con la mirada. Sin decir nada solo subí al automóvil y me quedé en silencio, hasta que él decidió romperlo.
-Adelante, pregunte señorita Hells-
-¿Qué carajo fue eso?- pregunté impaciente, ya que no era normal que tu jefe te presentara como su novia a los dos días de conocerse, y menos su tu desconocías el tema.
-Es una larga historia, ¿le parece vernos en su hora de comida y explicarle?- dijo de lo más tranquilo.
Solo asentí con la cabeza, no tenía palabras.
¿Ahora que sería de mi, siendo su "Novia"?
Faltaban cinco minutos para mi descanso, y estaba demasiado nerviosa por la plática que tendría con mi jefe. De tanto pensar que pasaría y que diría, ya era hora.
-Señorita Hells, vamos- dijo mi jefe saliendo de su oficina y empezando a caminar sin esperarme. Tomé mi bolso y corrí detrás de él. Antes de subir al elevador mundano, él me hizo la seña para que subiera al elevador dorado, y lo hice.
El camino al restaurante fue en un silencio sepulcral, nadie dijo nada. Y eso me ponía peor.
El restaurante tenía un aspecto sobrio y elegante. Ni muy grande, ni muy pequeño, colores cálidos y grandes luces colgando del techo. Se veía caro el lugar.
-Mesa para dos- ordenó sin decir saludar o decir por favor.
-Claro, por aquí señor Ambrosetti- dijo el mesero guiándonos a una mesa. Presentí que él venía seguido.
Él retiró mi silla para que yo pudiera sentarme, era caballeroso. Su cuerpo se posicionó en la silla frente a mi. Estábamos listos para hablar.
-La botella más cara de vino tinto y la especialidad de la casa-
Sin decir más el mesero se fue por la orden.
-Hable señor- dije sin rodeos.
-La empresa que hoy en día manejo fue fundada por mi abuelo, el cual solo tuvo 2 hijos: Mi padre y mi tío Alessandro. La empresa pasó a manos de mi padre hace años, pero cuando decidió jubilarse, me convertí en el dueño, pero mi abuelo busca un heredero comprometido, ya que así tiene mejor asegurado un primogénito. El único hijo de mi tío quiere la empresa, y no se la daré, así que necesito una novia que pronto sea mi prometida- explicó detalladamente.
-¿Y por qué yo?- pregunté confundida.
-Porque usted estaba ahí, y yo le había dicho a mi padre que si tenía novia, cuando no la tengo. Por favor Elena, ayúdame- me miró a los ojos con suplica.
Suspiré.
-¿Qué obtengo yo de todo esto?- pregunté, porque era tonta, pero no tanto.
-Le pagaré el doble de su salario, además solo será por poco tiempo, después de que mi abuelo decida que yo seré el dueño diré que terminamos-
Lo pensé, solo sería una mentira que duraría poco, ¿Qué podía pasar?
-Acepto- dije tendiendo mi mano. Él la tomo con una sonrisa de boca cerrada cerrando nuestro trato.
Llegó la comida y nos dispusimos a comer.
-Mañana en la noche habrá una cena en casa de mis padres para celebrar mi noviazgo- mencionó interrumpiendo mi deliciosa comida.
-¿Tan pronto?- pregunté dejando de comer. Mi cuerpo se tensó en signo de nerviosismo. Él quería que yo conociera a su familia, y aunque era una mentira, no estaba lista.
-Si Elena, y por eso tenemos que poner ciertas reglar. Yo no te haré firmar nada, solo promete cumplirlas-
Solo asentí.
-Solo habrá muestras de amor si se necesita, dirás que ya tenemos tiempo juntos y que te di el trabajo porque lo necesitabas, si no sabes que contestar dame una señal y lo diré yo y no hables con nadie a menos de que yo lo pida ¿Entendido?- explicó el.
-De acuerdo, pero me parece un poco ilógico que seamos novios por tanto tiempo y que no sepamos nada del otro- dije yo.
Él se quedó pensado, pero al final, aceptó.
-Entonces comencemos. Me llamo Alexander Ambrosetti, tengo 25 años, estudié Administración de empresas. Tengo dos hermanas, siendo yo el mayor. Me gusta invierno y las cosas frías, mi color favorito es el negro y soy alérgico a las fresas. Ahora usted-
-Me llamo Elena Hells, tengo 23 años, estudié Comunicación. Tengo dos hermanos: una mujer y un hombre, siendo yo la menor. Amo la playa y las cosas cálidas, creo tener muchos colores favoritos, pero el favoritos de los favoritos es el color azul. Soy alérgica a los mariscos y amo a los perros- dije evitando dar detalles de mi pasado.
-Nuestra historia es fácil. Tenemos un año siendo novios, por lo que sé, usted acaba de salir de la Universidad, así que yo la conocí ahí dando una conferencia. Nos enamoramos y no dijimos nada hasta ahora por privacidad de usted- me explicó.
Seguí comiendo y fue cuando pensé: Si el supiera de mi pasado, ¿aceptaría que fuera yo su novia? Mi familia se avergonzaba de mí, así que no creo que tuviera la oportunidad con un hombre, y menos como semejante Dios Griego.
Terminamos de comer en silencio.
Salimos de aquel restaurante y regresamos a la oficina, como si nada hubiese pasado, como si no acabáramos de sellar un trato algo ¿absurdo?
-Nuestro acuerdo solo queda entre usted y yo, y obviamente con mi familia, pero no diremos nada de esto en el trabajo y a nadie ¿Entendió?- preguntó justo cuando el auto fue aparcado en el estacionamiento.
-Si señor-
-Sé que le había dicho que solo me trataras de "tú" fuera de la oficina, pero ahora que somos "Novios", creo que nos podemos quitar la formalidad todo el día, ¿Te parece Elena?- volvió a cuestionar
-Me parece bien Alexander- contesté con una sonrisa de lado.
Bajamos de aquel auto y cada quien caminó hacia su lugar de trabajo. Traté de evitar algunas preguntas por parte de Claudia, ya que por lo que sabía, el jefe no solía almorzar con nadie.
Así que solo me senté y terminé algunas cosas que quedaban por hacer.
Mi jornada laboral había terminado, dándome la libertad de regresar a mi casa tranquilamente.
Estaba guardando mis cosas en mi bolso, lista para largarme y tirarme a dormir. Ya no había nadie en este piso: las juntas habían terminado y Claudia se había retirado; solo mi "Novio" y yo. Había estado demasiado ocupada en la tarde y mi horario se había extendido algunas horas, ya que no podía dejar mi trabajo a medias.
-¿Elena?- Oí que me llamaban a mis espaldas
-Alexander-Respondí dándome la vuelta y tomando mis cosas.
-¿Por qué sigues aquí? Tu horario término hace más de dos horas-
-Se presentaron algunos pendientes y tuve que revisarlos, pero ya me voy- expliqué empezando a encaminarme al elevador.
-¿Piensas salir a estas horas de la noche?- preguntó el cruzando sus fornidos brazos.
-No tengo de otra- respondí encogiendo mis hombros.
-Claro que sí, yo te llevare, es demasiado tarde para que te arriesgues así-
Y antes de poder decir una palabra, entró a su oficina y en pocos segundos salió con su maletín y empezamos a camina hacia el elevador "Intocable". Al llegar al estacionamiento, nadie había dicho nada pero no me sentía incomoda, solo bastante cansada.
El camino a casa fue corto, y silencioso, pues al parecer no teníamos nada de que platicar, y lo entendía, el era un empresario y yo una simple secretaria.
-Recuerde la cena de mañana. Te dejaré salir antes para que te arregles, y yo pasaré por ti en la noche. Ocho en punto Elena, ni un minuto más, ni un minuto menos- advirtió el cuándo aparcó frente a mi edificio.
-Claro que si Alexander- dije solo con una sonrisa cansada.
-Nos vemos mañana Elena-
-Hasta mañana Alexander-
Y desapareció por aquella oscura calle...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro