Capítulo 37
POVS ALEXANDER AMBROSETTI
De ahora en adelante me dedicaría a hacer feliz a Elena, ella era una mujer extraordinaria por su gran capacidad de amar y de perdonar. Tenía que estar a la altura y a partir del día en que aceptó estar a mi lado, me había prometido complacerla y dejar que ella siempre se sintiera segura a mi lado.
Disfrutaría cada oportunidad con ella y realmente estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para que ella se sintiera dichosa y nunca se arrepintiera de haber aceptado estar conmigo.
Tenía una sorpresa para ella, esta noche la había invitado a cenar a mi departamento y ella sería la invitada especial, sabría que no solo soy bueno con los negocios y haciendo funcionar el gran emporio de mi familia, aunque pronto también le pertenecería a ella; también se daría cuenta que soy un gran anfitrión y cocinero.
Esta cena sería diferente, y de eso me encargaría yo.
El sonido de la puerta me distrajo, miré quien era y me encontré con esos ojos que tanto amaba y por los que daría mi vida.
-¿Estás listo para irnos a comer?- preguntó Elena entrando a la oficina.
-Solo dame unos minutos, tengo que terminar de revisar estos documentos y firmarlos – comenté.
Ella tomó asiento frente a mí; yo continué con los papeles que tenía en mi escritorio. Estaba realmente agradecido por la ayuda que me había dado, pues sin ella, la comida no hubiera sido posible. Se estaba esforzando para volver a ser mi secretaria, pero eso, aun no estaba decidido.
Mientras me observaba trabajar, yo me puse un poco nervioso al sentir su mirada y giré para verla, cuando nuestras miradas chocaron, me limité a mirarla, nos sonreímos.
-¿Qué tanto mira señorita Hells?- pregunté.
Alcé una ceja y la miré con seriedad. Ella se limitó a responder, con un tono aún más serio que el mío.
–Nada, a usted no lo estaba mirando, simplemente veía la hermosa planta que está a su lado, ¡vaya que ha crecido en mi ausencia! -
Me causó tal sorpresa su respuesta que lo único que pude hacer fue dejar los documentos sobre el escritorio, me levanté de mi asiento y me acerqué a ella lo más rápido posible para levantarla de su lugar y acercarla a mí.
La abracé por la cintura y la pegué a mí cuerpo.
-¿Está usted segura que no era a mí a quien veía?- pregunté serio. Y ella seguía fría como un tempano de hielo.
–No, no era a usted- contestó. Intentó mantener su postura, pero no soportó mucho, pues comenzó a reírse, entonces aproveché el momento para besarla.
¡Dios!
Amaba sus besos y estar besando su boca era una auténtica delicia. El beso comenzó algo salvaje, y ella me correspondía; empezó a subir la temperatura tanto, que ella comenzó a deshacer el nudo de mi corbata.
Necesitaba de ella, de sus besos y su cuerpo. El beso se había transformado, ahora era más necesitado, mi lengua entró en acción y el jugueteo entre nosotros hizo que todo se saliera de control. La giré y quedó sentada en el escritorio, las cosas que había encima salieron volando.
Elena seguía besándome apasionadamente, tanto que, si ella no paraba la situación, yo no estaría dispuesto a hacerlo.
Hizo su cabeza hacia atrás, para darme acceso a su cuello y así fui a esa zona para besarla, mientras Elena enrollaba sus piernas en mi cadera y me atrajo más hacia ella.
Fui bajando poco a poco la manga de su vestido para tener mayor acceso, cuando inesperadamente tocaron la puerta. Elena me dio un leve empujón para incorporarse y rápidamente se arregló el vestido; yo me coloqué la corbata.
-¡Un momento!- dije para aquella persona que me daban ganas de salir y asesinar en ese momento por interrumpirnos. Cada uno volvió a sus asientos e hice pasar al inoportuno.
-¡Hola Elena! ¿Cómo estás?- entró feliz Aarón a la oficina, saludando de manera muy cordial y yo tenía ganas de matarlo. Al parecer entendió a la perfección mi mirada de pocos amigos cuando regreso su mirada para verme.
-Hola Aarón estoy muy bien, muchas gracias por preguntar- contestó Elena con una sonrisa en el rostro.
Ambos éramos muy diferentes.
-Se nota Elena, se te nota que estás realmente bien- respondió él con un tono bastante burlón. Elena al escuchar la respuesta, no supo qué contestar, su tono de piel comenzó a cambiar a un color carmesí muy intenso y sólo sonrió.
-¿Qué quieres idiota, no ves que estábamos ocupados?- contesté con un tono más que molesto.
-Vine a ver si ya habías terminado con los documentos que te dejé hace un rato, y por lo visto decidieron tomar un descanso en el suelo, al parecer se desmayaron o algo-
Carajo.
Me había olvidado de recoger los papeles que habían salido volando hace un momento, aunque también estaban ahí por una buena causa.
-¡Que gracioso!- expresé de mala manera.
-Bueno, también venía a invitarte a comer, pero al parecer tienes mejores planes de comida, ¿verdad Elena?-.
-Así es, no te equivocas, voy a salir a comer con ella. Vuelvo en dos horas y revisamos lo que tenemos pendiente- comenté para que saliera de mi vista.
-¡Qué forma tan sutil de despreciarme!, está bien, nos vemos más tarde; adiós Elena, gusto en saludarte- dijo antes de salir por la puerta.
-Al parecer, aun no es el momento- comentó Elena riéndose.
Solo me limité a sonreír y mirar lo perfecta que era la mujer que estaba ahí.
POVS ELENA HELLS
Después del bochornoso momento que habíamos pasado con Aarón, salimos de la oficina y decidimos ir caminando al restaurant favorito de Alexander; ya que quedaba a unas cuadras, no era necesario ir en auto, aunque él insistía en que si lo era.
-¡Camina, flojo!, todo el día te la pasas encerrado en esa oficina, te hará bien respirar un poco de aire puro- comenté mientras observaba cómo hacia pucheros, como niño de 4 años al que le han negado comprarle un juguete.
En todo el trayecto íbamos platicando de muchas cosas; lo que más me hacía feliz era la seguridad y calidez con la que tomaba mi mano y caminábamos juntos. Definitivamente yo me sentía el ser más completo y seguro en la faz de la tierra estando a su lado.
Estando en el restaurant, nos situaron en una de las mejores mesas. Mientras esperábamos a la señorita que iba a tomarnos la orden, Alexander comenzó a preguntarme acerca de mi familia y me dijo que pronto iríamos a visitarlos y a hacer formal nuestra relación ante ellos.
La relación con mi familia era sencilla y fácil, todo lo contrario, a mi relación con la suya.
Instantes después llegó a nuestra mesa la señorita que iba a atendernos. Era alta, de piel blanca, ojos verdes y su cabello rubio estaba amarrado en una coleta alta que hacía resaltar sus facciones delicadas; era demasiado atractiva como para no darse cuenta. Aunque Alexander se hacia el disimulado, claramente se veía el nerviosismo, claro, era como las típicas plásticas que rondaban por su empresa y le fascinaba contratar.
-Muy buenas tardes señor Alex, ¿desea ordenar ahora?- dijo la mesera, y al escuchar eso mi sangre empezó a hervir. Ni siquiera yo lo llamaba así.
¿Quién se creía ella para hablarle a mi novio de esa manera?
Alexander y yo ordenamos y ella se retiró para traernos el pedido. Continuamos conversando y decidí pasar por alto el atrevimiento que había tenido. Después de un rato regresó con el primer tiempo de la comida y noté que se había subido más la falda y había desabotonado su blusa para resaltar sus atributos y obviamente deslumbrar a mi novio, lo cual no iba a permitir.
Solo yo podía causar algún efecto en él.
Después de un rato regresó con el plato fuerte y las bebidas. Cada que volvía, no perdía la oportunidad de insinuarse y coquetearle a Alexander, sin embargo, él se mantenía interesado en la conversación que teníamos. A este punto, a mí me comenzaba a hervirme la sangre. Al final de la comida, ella se acercó a la mesa y con un tono coqueto e insinuador dijo: ¿Algo más que se le ofrezca, Alex?
Al escuchar eso, estuve a punto de levantarme de la mesa, tomarla de su coleta y arrastrarla por todo el lugar para que no estuviera de resbalosa, maldita jabonosa. Ella ignoraba el hecho de que yo estuviera ahí y hacia como si yo no existiera.
–Mi prometido y yo queremos ver la carta de postres, si nos haces el favor- me limité a responder por él.
Más vale maña que fuerza, y con cachetada con guante blanco, yo salí victoriosa.
Ambos se quedaron asombrados al escuchar mi respuesta, después de asentir ella se retiró y yo internamente reí por mi triunfo.
-Así que mi chica está marcando territorio, ¿eh?- comentó él de manera burlona.
-Esa mujer lleva toda la tarde coqueteándote- contraataqué -Y no me iba a quedar de brazos cruzados-
-No me había percatado de la situación, pero no tienes por qué enojarte, yo solo tengo ojos para ti- cuando escuché eso, lo único que pude hacer fue sonreír, acercarme a él y besarlo en la boca dulcemente.
Al terminar de comer y degustar el exquisito postre, Alexander pidió la cuenta y salimos de aquel lugar, tomados de la mano.
Mientras caminábamos rumbo a la oficina, Alexander se detuvo y me miró.
-Quiero recordarte mi invitación para cenar hoy por la noche, solo tú y yo-
Se detuvo en la acera y besó mi mejilla esperando una respuesta. Automáticamente mis manos comenzaron a sudar. Alexander se notaba algo nervioso.
-¿Pasa algo?- pregunté preocupada.
-No, simplemente quiero pasar un momento a solas contigo y quiero cocinar para ti- respondió.
Quedé sorprendida y acepté su propuesta.
-Está bien, mi chofer pasará por ti a las 9 para llevarte a mi departamento. Por favor, intenta ser puntual- pidió.
Asentí sonriente.
Lo que necesitaba era un momento a solas con él, para darle dirección a esta relación y para disfrutar de él, sin que tocaran la puerta o llamaran al teléfono...
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