Capítulo 35
POVS ELENA HELLS
-Vengo por ti- dije sonriendo.
Los dos me miraban de diferente manera. El señor Pablo Ambrosetti no sabía que estaba pasando y Alexander sonreía de la manera más hermosa posible.
-Ella está aquí- susurró su padre aún sorprendido.
Él era lo que menos importaba, lo único que tenía mi atención era Alexander, y la manera en la que me miraba. Juraba que sus ojos estaban cristalizados y que estaba aguantando las ganas de llorar, al igual que yo.
-¿Podría dejarnos solos?- pedí aún en la puerta.
-Estábamos en una reunión- contestó su padre.
-Por favor, espera afuera- dijo Alexander mirando al señor Pablo.
Rodó los ojos y salió a regañadientes.
Pasó junto a mí, y su miraba tenía enojo puro. Si las miradas mataran, yo ya estaría muy muerta.
Cuando salió y estábamos totalmente solos, cerré la puerta.
Él se puso de pie y abrió sus brazos. Automáticamente corrí a ellos y me dejé envolver por su olor y amor. Sentí como sus lágrimas mojaban mi cabello y las mías comenzaron a correr por su camisa.
Subí mi mirada, y por primera vez lo vi tan vulnerable y débil ante una persona. Tomé sus mejillas y limpié sus lágrimas.
-Me retrasé un poco- mencioné con una sonrisa.
-Jamás he estado tan feliz de una impuntualidad- respondió de la misma manera.
Nos miramos y volvimos a conectar como solo lo hacíamos él y yo.
-Necesito que tú me digas lo que quiero oír- dijo Alexander.
Sonreí.
-Si quiero estar junto a ti toda mi vida y quiero que los dos seamos felices, sin acuerdo-
Entonces nos besamos como la primera vez. Como si estuviéramos necesitados uno del otro, como si no quisiéramos separarnos nunca. El beso se transformó, de algo necesitado a uno suave y delicado. Transmitía tanto amor, que me sentí aterrorizada, pero desapareció cuando Alexander tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.
-Tengo que hablar con mi padre- dijo en cuanto nos separamos.
-No- dije -No vas a renunciar a la empresa. Le has dado tantos años de esfuerzo y trabajo, que sería injusto que pase a manos de Leandro. Me voy a quedar junto a ti con todo y empresa-
-¿Estas segura?- preguntó -No quiero que sientas lastima por mi-
-Si- respondí -Tu dijiste que nada te hacia feliz sin mí, incluso la empresa, pero ya estoy aquí y aquí y me voy quedar. No renuncies a esto, porque sé que esto también te hace feliz-
Alexander sonrió y me volvió a abrazar.
-Gracias por estar aquí- agradeció él.
-Gracias a ti por esperarme- respondí.
-¿Quieres estar presente en la reunión?- preguntó mirándome.
-Sería divertido- respondí.
El separó nuestros cuerpos y caminó hacia la puerta.
-Puedes pasar- mencionó mirándolo.
Era increíble cómo podía cambiar de actitud tan rápido, pues había vuelto a ser el jefe desgraciado y mandón que era con todos, pero yo sabía que, en fondo, tenía el corazón más hermoso que había visto.
Yo me quedé junto a la silla de Alexander, no me moví y no di señales de nerviosismo o de estar intimidada, pues sabía que ya no estábamos haciendo nada malo.
Los dos volvieron a tomar asiento y yo seguí de pie, pues aparte de que quería intimidar, estaba harta de viajar sentada.
-Elena está aquí. La empresa puede seguir en mis manos. Nos vamos a casar y todo está bien, siempre estuvo bien- comentó Alexander.
-Quiero escucharlo de ella- pidió su padre.
El señor Pablo Ambrosetti me miró de la misma manera que lo hacía Alexander cuando quería provocar miedo y doblegar a una persona, pero yo no caería en su juego.
-Estuve fuera por problemas familiares, pero ya estoy de vuelta. Todo sigue como antes, él y yo tenemos una relación estable y verdadera, así que, espere la invitación de nuestra boda- dije.
No había razón para decirle la verdad, si ya íbamos a estar juntos. Además, yo si planeaba casarme con Alexander.
Su padre suspiró derrotado.
-Está bien, puedes seguir con la empresa y con todo. Hablaré con tu abuelo sobre la herencia y la acciones- mencionó mi suegrito.
Alexander sonrió.
-Pero espero que lo de la boda sea real- aclaró.
-Claro que lo es- respondió Alexander.
Se despidió y salió de la oficina.
Cuando estuvimos solos, me senté en sus piernas y lo abracé.
-¿Quieres cenar conmigo esta noche?- preguntó.
-Ayer cenamos juntos- dije sonriendo.
-Pero hoy es diferente- dijo -Quiero hablar de cómo serán las cosas de ahora en adelante-
-Está bien- acepté.
Me encontraba en la recepción del piso junto a Claudia, pues había dejado que Alexander hiciera todo su trabajo.
-Me pone muy feliz que hayas regresado- dijo ella abrazándome -Y que por fin seas feliz con el jefe-
-Gracias-
Casi sería la hora del almuerzo y yo no iría a ningún lado, pues quería estar con Alexander en la oficina.
-¿Y tú como has estado? La última que te vi fue el club nocturno- dije.
-Han pasado muchas cosas que tengo que contarte- mencionó mi amiga.
-¿Lista para irnos?- preguntaron a mis espaldas. Giré para ver quien se encontraba detrás de mí.
-¿Aarón?- cuestioné sorprendida.
-¿Elena?- preguntó él también -¿Qué estás haciendo aquí?-
Iba a responderle, pero mi amiga me interrumpió.
-Ya vámonos- respondió Claudia tomando la mano de Aarón.
-¿Esto es lo que tenías que contarme?- pregunté mirándola. Ella solo se encogió de hombros y sonrió.
-¿Alexander sabe que estas aquí?- preguntó Aarón mirándome.
-Si, ya hemos empezado algo serio- respondí.
-Me alegro mucho por los dos- dijo sonriente -Te dejamos, tenemos que ir a almorzar-
-Adelante, que les vaya bien- dije mientras se subían al elevador dorado.
Regresé a la oficina de Alexander, quien aún miraba su computador.
-Ya he pedido la comida- aclaró cuando me vio a entrar.
-Está bien- dije sentándome en uno de los pequeños sillones que estaban ahí.
-Lamentó mucho no poder llevarte a un lugar mejor, pero tengo mucho trabajo- se disculpó.
-No te preocupes. No me importa el lugar, solo la compañía- respondí.
El sonrió y volvió a lo suyo.
-¿Por qué no me habías dicho lo de Aarón y Claudia?- pregunté.
-No lo creía relevante. Me importaba más hablar de nosotros-
Saqué mi teléfono y miré los mensajes. Todos eran de mi familia deseándome lo mejor y que encontrara la felicidad junto a Alexander. También decían que ellos disfrutarían de la comida en mi honor y que tenía que ir a verlos pronto para contarles todo.
El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me levanté a ver quién era.
-Aquí está su comida- dijo un empleado cuando me vio.
-Gracias- dije.
Llevé la bolsa al escritorio y comencé a sacar las cosas en silencio.
-¿Por qué te buscan los de seguridad?- preguntó Alexander al ver algo en su teléfono.
-Porque me metí al edificio de una manera desagradable, sin contar que empujé a una empleada y usé el elevador dorado sin autorización- respondí.
El comenzó a reírse de mí. Lo miraba tan relajado, feliz y radiante.
-Eso explica porque están revisando cada piso y porque acaban de decirme que tenga cuidado con una mujer extraña- dijo él.
-Lo lamentó mucho, pero necesitaba llegar rápido- dije apenada.
-No te preocupes, ahora mismo doy la orden de que ya no busquen a la mujer extraña-
Comenzamos a comer.
-¿Traes ropa y cosas?-
-No- respondí -Estaba en un supermercado cuando decidí ir detrás de ti. Solo traigo mi teléfono, la tarjeta de mi padre y un caramelo-
-Entonces ya sé cual será mi regalo de cumpleaños- mencionó sonriendo.
-Solo lo voy a aceptar porque de verdad lo necesito- aclaré.
Toda la comida hablamos de una manera tan alegre y tranquila, ya no sentía tensión o confusión.
Cuando miré a Alexander sonreír y tomar mi mano para luego besarla, supe que estaba en el lugar correcto con la persona correcta...
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