Capítulo 29
POV. ALEXANDER AMBROSETTI
El sol comenzaba a asomarse por las ventanas de mi casa. No había dormido en toda la noche, pues me había puesto un objetivo: encontrar a Elena.
Toda la madrugada me había dedicado a realizar llamadas, enviar mensajes, revisar algunas cámaras, boletos de autobuses e incluso de aviones. Si la tenía que buscar al otro lado del mundo, lo haría.
Aunque pareciera fácil, era más complicado, pues no todas las empresas o lugares nos daban acceso a sus cámaras o informes.
No me sentía cansado, solo sentía como las ansias me comían vivo. No podía permitir que pasara otro día sin que Elena supiera que la amaba perdidamente y que estaba dispuesto a luchar por ella y por su sincero amor.
Mi computadora había sido testigo de todo lo que había revisado, y lo que aún faltaba. Mi teléfono sonó, lo tomé rápidamente. Era Aarón.
-¿Qué conseguiste?- pregunté.
En cuanto había llegado a mi casa, le llamé y pedí ayuda. Él tampoco había dormido en toda la noche, pues lo obligué a que buscara conmigo. Y aceptó felizmente, pues al parecer creía que Elena era mi mejor opción.
-Creo que tengo hacia donde fue- dijo del otro lado -Y después de conectar muchos puntos, puedo asegurar que está en casa de sus padres-
-¿Seguro?- pregunté desesperado.
-Pues según sus papeles, corresponden al lugar donde fue-
Sonreí.
-¿Es muy lejos?-
-En un momento te envió su ubicación- mencionó Aarón.
Había encontrado a Elena, había encontrado al amor de mi vida.
POV. ELENA HELLS
Era un nuevo día, y no se sentía como los demás. Al parecer mi mente estaba pasando por un momento de melancolía, porque no quería pararme o hacer algo, solo quería quedarme aquí y envolverme en mis cobijas.
Y aunque me levantara, no saldría de mi casa, pues no me había atrevido a hacerlo, porque mi familia me había aceptado, pero la gente de afuera, no. Seguían señalándome de la misma manera que lo hacían antes, y aunque no me importaba, era un poco incomodo al salir. Por ende, había optado por quedarme aquí.
Me quedé quieta y cerré los ojos.
Olvidarme de Alexander no era fácil, porque lo había querido más que a Dylan. Él me hacia sentir cosas que Dylan no había podido en tanto tiempo. A veces dudaba de mi amor por Dylan, pues no me hacía sentir las dichosas "mariposas". Y Alexander me volvía loca.
Sonreí al recordarlo.
Por supuesto que volvería a pasar todo este dolor, con tal de poder verlo sonreír otra vez.
Esperaba que el encontrara a alguien que lo hiciera feliz, aunque me dolía la idea, pero no podía ser egoísta y esperar que se hundiera en su miseria. Quería que estuviera bien y lo deseaba lo mejor, porque, aunque me había roto el corazón, él también merecía un final feliz.
Y yo esperaba algún día, volver a sanar y poder seguir con mi vida.
Me quedé dormida con la imagen de él.
Me deserté por el sonido de la puerta abriéndose.
-¿Estas bien?- preguntó mi padre entrando a la habitación.
-Si, solo tengo más sueño de lo normal- respondí sin darle importancia.
-Ya puedes bajar a almorzar- comentó con una sonrisa -Aunque ya un poco tarde para eso-
Me senté rápidamente.
-¿Qué hora es?-
-Casi las dos de la tarde-
Carajo.
-Gracias papi, ya voy- dije levantándome a darle un beso en su mejilla.
Yo tenía una entrevista de trabajo en 1 hora.
Por fin había encontrado un pequeño negocio que no conocía mi pasado. Entonces le había mandado solicitud para trabajar con ellos y habían aceptado darme una entrevista.
¿Cómo la había podido olvidar?
Rápidamente me cambié lo más formal que pude, y bajé a comer algo.
-Hasta que bajas- dijo mi madre cuando me vio entrar a la cocina.
Mi madre se notaba mucho mejor que cuando me fui, ella decía que los medicamentos que controlaban su enfermedad la ayudaban mucho. Ya habían pasado la eta difícil de su enfermedad, y me alegraba bastante.
-Olvidé mi entrevista de trabajo-
-¿Es hoy?- preguntó.
-Si- respondí – En 35 minutos-
Comí un plato de fruta que estaba en la mesa junto con un vaso de jugo.
-¿Tú padre te llevará?-
-Si- respondí. Intenté comerme todo lo que estaba ahí, pero se me dificulto un poco.
Salí lo más rápido posible de la cocina, no sin antes darle un beso en la mejilla a mi madre. Busqué por toda la casa a mi padre, hasta que lo encontré.
-¿Lista para irnos?- preguntó desde su camioneta.
No respondí, solo me subí en ella.
Emprendimos camino a aquella empresa, que, aunque no se parecía en nada a la de Alexander, era popular en el pueblo. Se dedicaba a la venta de medicamentos e instrumentos de hospital.
Yo iba para el puesto de secretaria, que era uno de los más altos como empleado nuevo, y esperaba que funcionara la carta de recomendación que había hecho Aarón.
-¿Te espero?-
-Por favor- pedí en cuanto llegamos al edificio.
No era muy alto, ni siquiera impresionaba, pero era bonito. Ventanas grandes y detalles negros.
Respiré hondo y entré a aquel lugar. No me sentía intimidada a diferencia de cuando fui a pedir trabajo por primera vez. Una recepción muy pequeña, con solo 3 personas caminando.
-Buenas tardes, estoy aquí por la entrevista de trabajo- saludé cordialmente a la chica que se encontraba ahí sentada.
-Último piso- comentó señalando unas escaleras.
Agradecí con un movimiento de cabeza. Caminé hacia donde me había señalado, y era una puerta que daba a unas escaleras que subían. Retrocedí y busqué con la mirada un ascensor o algo por el estilo, pero no había nada.
Genial.
Comencé a subir, lo bueno era que solo eran 5 pisos. Podía haber sido peor.
Llegando al último, sentía que iba a morir. El aire me faltaba, me sentía mareada y me pesaban las piernas. Definitivamente tenia que hacer más ejercicio.
Era un piso no muy grande y había 5 puertas, que suponía yo, eran oficinas. Estaba totalmente vacío y en silencio. No sabia que puerta tocar o a donde ir, pues aquí no había recepción o algo parecido.
Me quede parada ahí, sin moverme. Revisé mi reloj y mi entrevista era en 3 minutos y yo no sabia que hacer. Tal vez si tocaba a la puerta más bonita, alguien me atendería. Caminé hacia una de esas puertas y antes de tocarla, la abrieron.
Salió una chica demasiado joven, a mi parecer.
-¿Puedo ayudarla en algo?- me preguntó.
-Si- respondí -Tengo una entrevista de trabajo, pero no sé a dónde ir-
-Es la puerta de la derecha- dijo señalando.
-Muchas gracias- agradecí y me encaminé hacia ella. La chica se fue, bajando por las escaleras.
Tomé aire y toqué decida.
Esperé unos segundos.
-Adelante- respondieron del otro lado.
Tomé la perilla y la giré. Ya no tenía miedo, pues me sentía un poco más preparada.
El hombre que estaba ahí, no era nada a comparación de Alexander. Tenía lo suyo, pero no me había transmitido lo mismo que él. Un hombre común y corriente.
-Justo a tiempo- dijo señalando su reloj.
-Lo siento, surgieron unos imprevistos- respondí en forma de disculpa.
El solo me vio sin expresión alguna.
-Sus imprevistos no me importan, estaba a 1 minuto de no ser atendida- comentó sin importarle mis disculpas. Al parecer tenía un carácter similar al de mi ex jefe.
No dije nada y solo tomé asiento en las sillas que se encontraban enfrente de su escritorio. Le tendí mis papeles y comenzó a leerlos. Los miraba como si fueran de otro mundo, y no emitía ninguno sonido.
-Al parecer sólo ha tenido un trabajo-
-Si- respondí -Fui secretaria de presidencia-
-¿Y por qué lo dejo?- preguntó con una ceja en alto.
-Problemas personales-
Volvió a leer todas las hojas, como si buscará algo malo.
-¿Y qué puesto espera obtener?- volvió a preguntar sin mirarme.
-Secretaria- respondí.
No podía aspirar a más aun, pues no tenía la experiencia que se necesitaba. Además, no podía exigir mucho, porque ni siquiera estaba relacionada al mundo de la farmacéutica.
Él bajó los papeles y mi miró.
-Sinceramente, dudo que obtengas ese puesto. De hecho, dudo que obtengas cualquier puesto- dijo crudamente.
-¿Por qué?- pregunté confundida.
Yo sabía que no tenía experiencia, pero no era una inútil.
-No eres lo que esta empresa busca, ni en imagen, ni en intelecto-
Me quedé sorprendida.
Vaya que este hombre no tenía pelos en la lengua.
-Eso usted no lo sabe- estaba intentando mantener mi paciencia y no explotar. Ningún hijo de papi me iba a decir lo que yo podía o no.
-No, no lo sé- respondió poniéndose de pie -Pero simplemente, no quiero que trabajes en mi empresa. No tienes experiencia, y no duraste más de 4 meses en empresa anterior. No me sirves-
Me quedé sorprendida. Aunque tenía el carácter fuerte, esté llegaba a ser irritante.
-Gracias por venir- dijo abriéndome la puerta e invitándome a salir.
No lo dudé.
Me puse de pie y caminé a la salida. Pero antes de salir, me puse frente a él.
-Me sorprende que un patán como tú, haya llegado tan lejos. Porque tendrás la imagen, pero no el cerebro- dije mirándolo -Grábate bien mi nombre, porque algún día te vas a acordar de mi-
Salí de ahí sumamente enojada.
No sabía si se acordaría de mi o no, pero no me iba a quedar de brazos cruzados mientras un hombre me humillaba.
Subí a la camioneta de mi padre y azoté la puerta.
-No tardaste nada- exclamó sorprendido -¿Por qué tan enojada?-
-Porqué el que me entrevistó es un patán- dije con asco -Me dijo que yo no era suficiente para su empresa-
-Pues se pierde de mucho- comentó mi padre abrazándome.
-Lo sé- respondí triste.
Aunque estaba enojada con aquel hombre, me ponía triste saber que aquí no encontraría trabajo. Quisiera o no, mi pasado formaba parte de mí, y en un pueblo tan pequeño, los rumores corrían rápido.
Mi papá emprendió el camino a casa, porque yo no quería hacer nada. Solo quería volver a mi cama y cubrirme con mis sabanas hasta despertar mañana.
¿Debía quedarme o salir a buscar mis sueños?
Por mucho que me doliera, tenia que admitir que mis sueños se habían quedado en antiguo lugar, pero no estaba lista para afrontar tantas cosas.
Estábamos llegando a casa, y notamos algo raro en ella. Una auto negro estaba estacionado enfrente. Era tan lujoso que desencajaba con todo el lugar y las pocas personas que pasaban, lo miraban asombrados, pues no era muy normal algo así.
-¿Quién es?- pregunté confundida. No sabía que esperarían visitas.
-No lo sé, pero es muy raro. Nadie nos visita nunca- aclaró papá. Se veían dos personas, pero no sabíamos quienes eran, pues los vidrios eran polarizados.
Entonces se me encogió el corazón. Tenia la pequeña esperanza de que el dueño de ese auto fuera a quien tanto había esperado.
Era imposible, él no podía ser.
Nos estacionamos atrás de ese auto y bajamos a investigar.
Me acerqué a tocar un vidrio, para que las personas que estaban adentro, se dieran cuenta de mi presencia.
Antes de poder tocarlo, un sonido vino de la puerta. La habían abierto.
Me hice para atrás para poder ver mejor a esa persona.
No lo podía creer.
Alexander bajó de aquel auto. Se veía muy mal. Demacrado, delgado y cansado, aunque su presencia seguía intimidándome. No llevaba traje, y eso lo hacía ver más sensual.
-Elena- dijo en forma de saludo.
Esto tenia que ser una broma.
-Alexander- respondí en shock.
Nos miramos fijamente a los ojos sin saber que decir, el tenía una sonrisa y yo no sabía que pensar.
Él había regresado, pero, ¿por mí?...
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