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Capítulo 19

Nos encontrábamos en un restaurante muy fino para mi gusto, pero Alexander decidió que este era un buen lugar para comer.

-¿Conoces a Aarón desde la preparatoria?- pregunté impactada por la historia que acaba de contar.

-Así es. Desde ese momento somos inseparables- respondió.

Recordé cuando conocí a su amigo. Yo acababa de llegar a la empresa y él intentaba coquetear conmigo, pero finalmente terminé siendo la "novia" de Alexander.

Aunque si lo pensaba bien, eso había pasado hace unas dos semanas.

-¿Y por qué no lo he visto en la empresa últimamente?- pregunté mirándolo.

-Viaje de negocios a Cuba-

-¿Y tú? Alguna vez planeas viajar. Me libraría de ti por un momento-

Una carcajada sonó. Me gustaba mucho este nuevo modelo de Alexander.

-Para tu mala suerte, eres mi secretaria- dijo mirándome.

-Demonios- respondí lo más falsamente posible. Aunque no lo quisiera aceptar, me gustaba mucho la compañía de Alexander.

-Elena, eres una mujer hermosa y...- comenzó hablar, pero alguien lo interrumpió.

-Alex- mencionó aquella mujer –Tanto tiempo sin vernos- y lo abrazó.

¿Qué carajo hacia ella aquí?

-Kendra- la saludó Alexander con una sonrisa falsa.

Así que ese era el nombre de aquella zorra. Ella era la mujer con la que Alexander estaba a punto de tener sexo en su oficina el día en que entré sin tocar.

-¿Qué haces por aquí tan solo?- preguntó la tal Kendra ignorándome.

-De hecho, vengo con mi prometida- respondió Alexander tomando mi mano.

Jamás me había sentido tan victoriosa.

-¿Te casaras con una simple secretaria?- dijo mirándome atónita. 

¿Una simple secretaria? Yo era mucho más que una simple secretaria

-Discúlpame, pero creo que soy más que una secretaria y, ¿sabes por qué? Porque yo si me voy a casar con él- hablé ofendida.

-¿Desde cuándo? Porque tu novio y yo llevamos meses acostándonos- respondió acercándose a mí.

-Espero que lo hayas disfrutado, porque en unos meses yo seré su esposa y tú siempre vas a ser la otra- dije acercándome a ella. Mientras yo me acercaba a ella, ella también avanzaba.

Antes de que nuestros cuerpos se encontraran, Alexander se puso entre las dos, evitando cualquier roce.

-Tranquilas. Lo mejor será que nos vayamos- mencionó tomándome por los hombros –Es hora de marcharnos- me dijo.

-¿Realmente crees que me puedes quitar de su vida?- habló ella cuando me di la vuelta -Siempre va a regresar a mí, no es la primera ni la última vez que quiere irse con una mojigata-

La sangre empezó a hervir. Nadie me iba hacer sentir menos, y mucho menos una cualquiera como ella.

Ni siquiera lo pensé. Di nuevamente la vuelta y camine a ella decidida, y antes de que me dijera algo, mi puño se estampo contra su nariz.

-A mi algún día se ve a quitar lo mojigata, pero a ti jamás se te va a quitar lo zorra- hablé enojada -Esa es la diferencia entre tu y yo-

Alexander solo veía la escena e intentaba no reírse, y a pesar de que estaba muy enojada, yo también tenía ganas de reírme de la maravillosa escena. Tomé mis cosas y caminé a paso firma hacia la salida, sentía los pasos de Alexander detrás de mí, y eso me tranquilizaba, pues no se había quedado a consolar a aquella mujer barata.

-Alguien necesitaba hacerlo- mencionó Alexander cuando nos detuvimos.

-Ya puedes reírte- expresé. Y una carcajada enorme salió de él.

Mi rabia se había esfumado con aquel melodioso sonido, me gustaba mucho escucharlo reír. No lo pude soportar y comenzó a reír fuertemente con él.

-Jamás se habían peleado dos mujeres por mi- habló cuando la risa ya se le había pasado.

-No fue una pelea- aclaré -Ella no me golpeo, entonces no cuenta como pelea-

-Jamás hubiera permitido que lo hiciera- mencionó Alexander.

Lo mire con una sonrisa.

Él estaba rompiendo mis paradigmas e ideales, y me daba tanto miedo volver a caer, pero me sentía tan feliz y contenta a su lado, que me daba más miedo que se fuera de mi lado.

-¿Quieres comer algo o regresamos a la oficina?- preguntó él.

-Mejor regresemos, el tiempo se ha ido y no quiero atrasarme en nada- respondí.




Sinceramente si tenía hambre, pero tenía que acabar unos papeles que se enviarían a otras empresas. Me puse de pie y caminé hacia su oficina, pues necesitaba unas firmas.

-Adelante- respondió en cuanto toqué la puerta.

-Necesito que firmes unos papeles para mañana- dije acercando la pluma a él. Comenzó a firmar papel por papel, hasta que un sonido nos detuvo a los dos:

Mi estomago estaba rugiendo.

-¿Tienes hambre?- preguntó.

-No- respondí. Y otra vez aquel sonido volvió a estar presente, pero con más intensidad.

-Tienes hambre- afirmo.

-Tal vez un poco- respondí resignada. No quería detenerme, pues estos papeles de verdad necesitaban estar listos para mañana.

-¿Quieres ir a comer?- preguntó mirándome.

-Claro que no. Tengo que terminar-

-Pero tienes que comer. Pediré que te traigan algo para que comas aquí-

-No te molestes, puedo soportarlo- pero sabía que mentía. Tenía tanta hambre que podía comerme hasta los codos.

No dijo ninguna palabra, pero su mirada se clavó en mí, y no de una manera tierna o dulce, sino de una manera dura y fea. Me intimidaba mucho, sentía como sus ojos buscaban cualquier defecto o duda en mi persona.

-Está bien- Desistí.

Y sonrió. Definitivamente él sabía cómo conseguir lo que quería.




¡Por fin era mi hora de salida!

En cuanto dieron las 6, yo ya estaba lista para irme de este maldito lugar.

-Vámonos- habló Alexander saliendo de su oficina.

-¿Me vas a llevar?- pregunté.

-Deberías acostumbrarte. A partir de ahora vas y vienes conmigo- dijo mientras caminaba al ascensor. Yo intentaba seguirlo.

-¿También me vas a traer?- pregunté sorprendida.

El lugar de Claudia estaba vacío. Al parecer ella también estaba harta de este lugar.

-Estoy tomando precauciones- terminó cuando el ascensor se cerró y comenzamos a descender.

Entonces comprendí lo que estaba pasando. La historia de ayer lo había cambiado, e intentaba "cuidarme", pero yo sentía que me estaba controlando.

-No necesito que me cuides- expresé cuando el ascensor volvía a abrir. Simplemente el siguió caminando hacia su auto.

-No te estoy cuidando, solo hago mi deber como prometido- dijo sonriente mientras abría la puerta del auto para mí.

-No quieras cambiar las cosas-

-Solo sube- pidió.

Evité peleas, así que hice lo que él quería. Este hombre alguna vez me sacaría de mis casillas.




Habíamos llegado a mi casa, y no solo me había acompañado a mi edificio, sino también a la puerta de mi departamento.

-Esto no es necesario- dije parándome enfrente de él. Aún no había entrado, pues quería hablar con él.

-Estoy siendo precavido-

-Pero necesito espacio. Necesito deshacerme de ti unos minutos- dije divertida. Él sonrió.

Esa sonrisa derretía todo a mi alrededor.

-Prométeme llamarme cualquier cosa- pidió acercándose a mí. Me abrazo por la cintura y me pegó más a él.

Ni siquiera lo pensé y enredé mis brazos en su cuello.

-Lo voy a pensar- respondí.

-Elena- habló más serio.

-Esta bien señor mandón. Prometo llamarte cualquier cosa- dije.

-Así me gusta- dijo y acto seguido, me besó.

Un beso lento y tranquilo. No como si quisiera más, sino como si quisiera que me quedara. Correspondí el beso, pues me hacía sentir en la luna. Nos separamos por falta de aire.

-Nos vemos mañana preciosa- se despidió y me dio un beso rápido. Y lo vi alejarse por el pasillo lentamente, mientras mi mente estaba intentando reaccionar.

Definitivamente tenía un miedo inmenso a perderle...




Nota de la autora:

¡Hola gente bonita!

Me encuentro muy feliz de volver a subir un capitulo, pues volver a escribir me ha gustado mucho. El próximo capitulo será subido dentro de una semana, o sea, el sábado. El capitulo ya esta escrito y terminado, solo queda esperar.

Nos leemos después y por favor, quédense en su casa.

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