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Capítulo 12

Una voz ronca llamó mi atención.

-¿Lista?- preguntó él.

-Si- respondí tomando mi bolso y caminando al elevador. Al pasar por ahí la mirada de Claudia nos seguía, y sabía que quería detalles, pero no era el momento.

Aunque era un patán, tenía algunos gestos de caballero ,por ejemplo, cuando llegamos al estacionamiento, abrió la puerta del coche para mí.

-Gracias- susurré en respuesta.

Ya montados en el auto, había un silencio incómodo y tenso, que fue roto por la radio. A pesar de ser música clásica, rompía la tensión que había entre los dos.

Cuando íbamos en carretera a una velocidad maderable, un "click" llamó mi atención: Los seguros del auto habían sido cerrados.

-¿Por qué se han cerrado?- pregunté mirándolo.

-Por seguridad- respondió sin mirarme a los ojos. Sus dedos se movían en el volante, dándome a entender que estaba nervioso.

Algo ocultaba y me encargaría de que lo admitiera.

Mi mirada no se despegó de él y su incomodidad de hizo aún más presente.

-No me mires así- mencionó.

-Pues dime la verdad- ataqué.

Alexander dejó salir un suspiro.

Se orilló en la carretera, apagando el motor, pero sin abrir los seguros.

-Seré honesto contigo- dijo –Mi padre no se cree nada de esto y me ha vuelto a amenazar-

-¿Con qué?- pregunté ansiosa. Sabía que diría algo que yo no quería escuchar.

-Quiere que te pida matrimonio en televisión nacional- explicó sin rodeos.

Mi cuerpo de quedo inmóvil intentando procesar lo que acababa de decir. Mi mirada se perdió en algún punto del auto, pero no pareció importarle a Alexander.

¿En qué momento me había metido en esta mierda?

Ninguna palabra salió de mí, solo una agitada respiración.

-No volveremos a pelear, solo acéptalo- dijo, pero no le preste atención.

Sentí mi cuerpo marearse, y sabía el motivo: Había llegado a mi límite.

No quería explotar tan rápido, tenía que calmarme si no quería dañar a alguien. Intenté calmar mi respiración, cerré los ojos y pensé en paz, tranquilidad, pero era inútil, a menos de que saliera de ahí.

Mi mano se posó en la puerta, intentando abrirla, pero era obvio que no lo logré, ya que los seguros estaban cerrados.

-Abre la puerta- dije en un susurro, mientras evitaba matar a Alexander.

-No hasta que hablemos- respondió.

-Abre la puerta- repetí, sabía que no aguantaría tanto; mis ataques de ansiedad no tardaban en regresar.

-Elena, tenemos que hablar-

Muy tarde.

Mi cuerpo giró bruscamente al cuerpo de Alexander.

-NO- grité –DÉJAME EN PAZ DE UNA BUENA VEZ- 

Antes de que él pudiera hacer algo, mi mano se estampo fuertemente en su mejilla, dejando una marca roja.

En su distracción aproveché para abrir los seguros y salir de ahí.

No me importo dejar mis pertenencias. Salí corriendo del carro, pero mis tacones lo impedían, así que los quite y continúe mi carrera, alejándome de Alexander.

Oía su voz detrás de mí, pero sabía que si lo veía, volvería a lastimarlo. Entonces huía por el bien de él y el mío.

Un callejón parecía ser mi mejor opción, pero me lamenté cuando me di cuenta de que este no tenía salida. Estaba encerrada.

Me pegué a la pared que no permitía mi paso, mientras veía la sombra de Alexander acercándose.

-Tranquila Elena-

-ALEJATE- grité sabiendo que era inútil. No tenía salida.

Entonces los recuerdos volvieron a mí.

...

Callejón

Dolor

Dylan

...

Con este último pensamiento, mi mente se cegó por mi pasado, apoderándose de mí.




POV. ALEXANDER AMBROSETTI

Me intenté acercar a ella, y me percaté de que sus ojos se habían tornado más oscuros y su mirada hacia mí era una mezcla de odio y miedo.

Pretendí tomarla del brazo para acercarla a mí, pero sus golpes lo evitaban.

-Vamos Elena-

-No- se quejó mientras me atacaba.

-Tranquila, vamos a hablarlo- dije, intentando otra vez.

Era una batalla de golpes que no dolían, pero evitaban que yo me acercara.

-BASTA DYLAN- gritó, comenzando a llorar desconsoladamente.

¿Quién demonios era Dylan?

Bajo la mirada y se arrastró por la pared hasta caer en el sucio suelo. Entonces decidí que lo mejor era alejarme y darle espacio.

Cuando notó que había dado unos pasos hacia atrás, volvió a mirarme. Lo que vi me desgarró el alma.

Sus hermosos ojos llenos de lágrimas, pero tenían un dolor tan grande que podía transmitirse fácilmente, justo como lo estaba haciendo conmigo.

¿Qué la había hecho Dylan para lastimarla tanto?

Entonces el enojo se hizo presente en mí. Alguien la había herido de una manera cruel y yo lo desconocía. Tenía la necesidad de cuidarla y de velar por ella, pero era obvio que algo en su mente la estaba perturbando.

Y eso era aún peor. La podía defender de cualquier cosa, pero si algo la estaba matando por dentro, yo no podía hacer nada.

Al percatarse de quien era todo volvió a la normalidad. Sus ojos se aclararon, su cuerpo se relajó, pero sus lágrimas no se detenían.

-Alexander- dijo con la voz rota.

No lo soporté.

Me senté junto a ella y la abracé. Eso provocó que su llanto se hiciera más intenso. Sentía como poco a poco se mojaba mi camisa, pero no me importó.

No sé cuánto tiempo pasamos así, pero quería que ella estuviera bien.

Al parecer todos callamos algo.




POV. ELENA HELLS

Cuando me sentí más tranquila, me separé de Alexander.

Me sentía herida, avergonzada, cansada. Quería el amor y el consuelo de mi madre, pero eso era imposible, ella no quería verme.

-Lo siento mucho- dije poniéndome de pie, mientras él imitaba mi acción.

-Está bien, lo importante es que ya estas mejor-

Y lo miré a los ojos. Veía algo más allá, pero no lograba descifrarlo.

-¿Podrías llevarme a mi apartamento?- pregunté, anhelaba estar sola y llorar en un rincón.

-Claro- respondió con una sonrisa triste. Yo sabía que tenía dudas, pero era mejor así. No quería perder a más personas, mucho menos a él.

Caminamos en silencio hasta el auto, que tenía las puertas abiertas. Era un milagro que no lo hayan robado.

Me sentía horrible. Había lastimado a Alexander y todo por culpa de mi maldito pasado. Esto ya había sobrepasado los límites, mi pasado estaba apoderándose más de mi presente, y eso me preocupaba.

¿Qué pasaría si Alexander si enterara de toda la verdad? Me odiaría, me repugnaría o me abandonaría.

Algo en mí no lo quería perder. A pesar de ser una mentira, no quería que se esfumara.

Era una tonta, el hombre me había tratado como una basura, y yo solo pensaba en que no quería perderlo.

Giré a ver su mejilla, y tenía una gran marca roja, similar a la mía, pero roja.

-Lamento el golpe- dije bajando la cabeza.

-No te preocupes, ahora somos gemelos- respondió él. Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios.

A partir de ahí no se dijo nada hasta llegar a mi edificio.

Él se detuvo. Mis ojos viajaron afuera y después a sus hermosos ojos azules.

-¿Gustas pasar?- pregunté.

-Tengo trabajo, pero será un placer acompañarte hasta tu puerta- respondió.

Salimos del auto y entramos. Saludé al portero como de costumbre. Elevador abrió sus puertas y entramos en él. Había un silencio, pero no era incómodo.

Llegamos a mi piso y caminos a mi puerta "345". Estaba tan nerviosa que mis llaves cayeron dos veces, seguro el me veía como una tonta, y no culpó, yo también me miraría de esa manera.

Cuando por fin pude abrir la dichosa puerta, voltee hacia él, y me percaté de que sus ojos estaban puestos en mis labios y sin querer yo mire los suyos. Eran tan perfectos, carnosos y rosados. ¿Qué se sentiría besar una boca como la suya?

Estábamos en nuestra propia burbuja mágica. Una tensión creció. Era una batalla de resistencia y decidí perderla.

Sin decir una palabra me lancé a sus hermosos labios. Un beso desesperado, donde ninguno se resistía. Los dos nos necesitábamos y esto era la prueba.

Por falta de aire decidimos separarnos, pero esto no duró, ya que nuestras bocas se volvieron a juntar. Definitivamente sus labios eran deliciosos.

Obligó a mis piernas a enredarse en su cintura. Camino conmigo dentro del apartamento, cerrando la puerta a sus espadas. Sentí la fría mesa debajo de mí.

Mutuamente nos empezamos a quitar la ropa, sin dejar de besarnos, pero un sonido nos separó.

Su teléfono estaba sonando.

-Vamos, contesta- dije viendo como dudaba.

De reojo miré la pantalla, la cual tenía escrito el nombre de "Pablo Ambrosetti". Su padre lo estaba llamando.

-Dime- habló Alexander un poco irritado.

-¿Ahora?- preguntó –Voy para allá- y colgó.

-¿Todo bien?- pregunté.

-Sí, pero me tengo que ir, hermosa- Respondió abrochando los botones de su camisa.

Cuando termino giro su mirada hacia mí.

-Nos vemos mañana preciosa- y dio un pequeño beso en mis labios.

Lo vi salir por la puerta, y fue cuando caí en la cuenta de que estuve a punto de acostarme con mi jefe.

Las cosas se habían complicado...



Nota de la autora:

Las cosas se han complicado entre estos dos pillines. ¿Qué creen que pasará?

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