Capítulo 10
Más tranquila, salí de aquel baño.
-Claudia ¿Podrías decirle al señor Ambrosetti que me voy a casa?- pregunté cansada.
-Falta más de medio día. ¿Por qué te vas?- me dijo ella preocupada.
-Me siento mal- inventé, ya que no le quería ver la cara a ese desgraciado.
-¿Pero esta noche si cenaremos?- preguntó con un puchero.
Una sonrisa débil salió de mí.
-Claro que sí. Te envió mi dirección y pasas por mí a las 7-
-Está bien- dijo sonriente.
Caminé a mi escritorio y tomé mis cosas.
Salí de aquel edificio y me dirigí a mi departamento.
Caminando por las calurosas calles pensé en ¿por qué todo me pasaba a mí? Y encontré y la respuesta: porque yo lo permitía. Si yo no hubiera aceptado ese maldito trato, nada de esto me estaría pasando. Al parecer me gustaba humillarme por los hombres. Ahora mi única alternativa para alejar a ese hombre era ser indiferente.
Mantendría una relación secretaria/jefe. Nada de contrato dentro de mis horas laborales. A pesar de que todo esto sería anunciado, trataría de ser distante con él. Era la única manera de sentir que yo también tenia un poco so control sobre esto.
Llegué a mi hogar e inmediatamente me tiré a mi cama, quedándome dormida en segundos.
Mis ganas de ir al baño me despertaron, haciendo que me levantara de ahí.
Después de hacer mis necesidades, tomé mi teléfono y revisé la hora: 6:10 p. m. Le envié la dirección a Claudia.
No tenía mucho tiempo para arreglarme, pero tampoco tenía las ganas, así que solo me coloqué un pantalón negro, una sudadera gigante color amarilla y unos converse blancos. Amarré mi cabello en una cola alta y me senté a mirar televisión, me quedé entretenida.
El ruido de la puerta me desconcentró.
Una Claudia con un conjunto más informal se encontraba en mi puerta: un pantalón de mezclilla azul rey con una blusa rosa y chaqueta negra. Ese moño desarreglado en la cabeza le daba un toque juvenil.
-¿Lista?- preguntó. Solo moví emocionada mi cabeza, dando a entender que sí.
Salimos de mi edificio. Aprovechando que era viernes iríamos a comer y beber uno tragos.
-No creo ir a un bar sofisticado, ya que nuestra vestimenta no lo permite, pero claro que iremos por alcohol- mencionó ella alzando las manos como niña pequeña.
-Está bien- dije riendo mientras nos subíamos a un taxi.
Treinta minutos después nos encontrábamos en una pizzería. Nuestra comida había llegado y aun no hacíamos el propósito principal: hablar de mi jefe y yo.
-Entonces- comenzó a decir- ¿Por qué le ibas a dar un beso al jefe?-
-¿Prometes no decir nada?- pregunté. Tenía que asegurarme de que esto no fuera más grande.
Movió su cabeza en repetidas ocasiones, dándome a entender que "Si".
-Soy la novia falsa de jefe- comencé –Él necesitaba una novia y yo dinero. Pero las cosas se han complicado; en dos días pasaron muchas cosas y estoy segura de que no me gusta, pero si mueve algo dentro de mí-
-Esto es estúpido Elena- dijo ella.
-¿Qué es estúpido?-
-Que en menos de una semana te provoque algo. Admito que el jefe tiene lo suyo, pero no tiene el mejor historial. Demasiado coqueto y mujeriego- comentó ella.
-¿Tú crees qué no sé lo tonto que se oye? Y lo peor es que me está chantajeando- dije desesperada.
-¿Cómo?- preguntó ella confundida.
-El noviazgo se va a anunciar por la prensa y si yo no quiero él me va a hacer la vida imposible-
Su rostro se transformó.
-¿Se atrevió a decir eso?- preguntó con los dientes apretados.
Solo asentí mientras le daba una mordida a mi pizza.
-¿Así se van a quedar las cosas?-
-Pues si- respondí –Solo voy a ser más indiferente, intentaré no seguir con esto-
Un gruñido salió por parte de Claudia.
La comida se acabó más rápido de lo pensado, entre risas y platicas. Claudia era la única amiga que tenía y me sentía llena de saberlo.
La cuenta ya había sido pagada y nos encontrábamos caminando por las calles.
-¿Y el alcohol que me prometiste?- pregunté divertida.
-Tranquila saltamontes, para allá vamos-
Y efectivamente, 10 minutos después estábamos dentro de un bar, donde había pocas personas y mucho alcohol. El lugar se encontraba algo escondido de la sociedad, pero por alguna extraña razón, Claudia lo conocía.
-Puedes pedir lo que quieras, esta noche yo pago- mencionó Claudia mientras entrabamos al establecimiento y claro que le tomaría la palabra.
La música que sonaba ahí era muy buena. En la pista solo había como máximo 10 personas y parecían alegres.
Nos acercamos a la barra con algunos lugares ocupados, fue fácil encontrar un buen asiento.
Un barman demasiado guapo se acercó a nosotras, recargándose en la barra mientras nos miraba seductoramente. No sabia si era su trabajo, pero lo estaba haciendo muy bien.
-Y bien preciosas ¿Qué van a pedir?- preguntó con una voz ronca.
-Contigo lo que sea- respondió Claudia. Una risa salió del barman y de mí.
-Dejemos eso para más tarde, mientras ¿Qué gustan para beber?- volvió a pregunta el sexy hombre.
-Tequila- fue solo la respuesta de mi amiga.
Esto se iba a descontrolar.
-¿Entonces vas a salir en televisión nacional?-
-Eso creo- dije arrastrando un poco las palabras.
-Lamento mucho tu situación- me dijo el barman tomando mis manos.
-Yo lamento haber aceptado ese contrato- mencioné dejándome caer bruscamente en la barra –Otro trago- pedí.
-Ya es suficiente hermosa- aconsejó el barman, que por cierto se llamaba Rubén.
-Nunca es suficiente- dije sintiendo como mis ojos comenzaban a picar.
No solo lloraba por Alexander, sino por todo: por el abandono de mi familia, por mis malas acciones, por mi pasado y por mi soledad.
-Recuérdame donde está tu amiga- dijo Rubén dándome mi trago.
-Bailando con un tal Luke- respondí tomándome el contenido del caballito.
-No eres muy resistente al alcohol ¿verdad?-
-No- dije entre risas.
Mañana amanecería mal, muy mal.
-Será mejor que vaya por tu amiga, antes de que te pongas peor- mencionó él.
-Será mejor que vaya al baño antes de que me orine encima- dije intentando ponerme de pie. Todo daba vueltas y el piso no que quedaba quieto.
Ayudaba el hecho de que no había muchas personas y de que el espacio no era muy grande.
Después de hacer mis necesidades, salí del baño, pero no quería regresar a sentarme, así que decidí salir de aquel bar.
-Ya es hora de irnos Elena- apareció mi amiga.
-Está bien- dije con la voz distorsionada.
Nos fuimos con el chico que Claudia había conocido. Él nos llevó en su atractivo carro, pero yo no estaba concentrada en eso, sino es otra cosa o persona: Alexander Ambrosetti.
-Mañana despertaras muy mal- dijo Luke mirándome por el retrovisor.
-No me importa- dije quedándome dormida.
Llegamos a mi apartamento y tenia tanto sueño y alcohol en mi cuerpo que no podía salir del carro.
-Vamos Elena- dijo mi amiga jalándome.
-No- dije arrastrando la O.
-Vamos va a hacer esto rápido- mencionó Luke y segundos después me encontraba en su hombro como un saco de papas.
Risas descontroladas salieron de mí, ¿Por qué? No lo sé.
-Listo- dijo él bajándome en la puerta de mi pequeña morada.
-¿Segura qué puedes estar tu sola?- me preguntó Claudia preocupada. Era obvio que ella estaba más sobria que yo.
-Sí, tú solo diviértete- respondí guiñándole el ojo.
Ella y su hombre se fueron dejándome sola en la puerta de mi apartamento.
Decidí entrar, pero al cerrar la puerta y querer caminar, caí al suelo. Un fuerte golpe en mi mejilla hizo que esta empezara a arder. El dolor era mucho, al igual que mi sueño, así que decidí no levantarme.
Con un ardor horrible en mi mejilla, me quedé dormida en el suelo...
Nota de la autora:
He aquí otro capítulo. Me divertí mucho escribiéndolo y solo me queda decir que ya viene lo bueno.
Sin nada más que decir, me despido. Nos leemos la próxima semana.
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