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Capítulo 35 "Mi alma gemela"

Mina no atina a comprender que hace un sobre con el nombre de Chaeyoung en la mesa de noche de Nayeon. Simplemente lo observa un par de segundos antes de poder reaccionar de alguna forma.
Miles de preguntas se forman en su cabeza, y sin más, por fuerza involuntaria de su cuerpo, se incorpora en la cama hasta quedar sentada.

Vacila un momento en si tomar o no aquel sobre, después de todo está en la casa de Nayeon, en el cuarto de Nayeon, en la cama de Nayeon... Respetar las cosas de la coreana debería ser su punto más alto, pero no es así, Mina siente más incertidumbre que cualquier otra cosa, por la que simplemente se deja de rodeos y toma de forma torpe el sobre, tirando algunos de los objetos que Nayeon tenía ahí guardados junto a los estudios de Chaeyoung.

No espera respuesta de Nayeon, quien ante el estrepitoso ruido de sus pertenencias cayendo, por fin despierta, desorientada y ajena a lo que Mina estaba haciendo.

La abogada no esperó ni un solo momento más para abrir aquel sobre y sacar lo que había en el interior de este.

Nayeon un poco mas alerta, escuchó el rápido tiraje de las radiografías salir del sobre, por lo que rápidamente reaccionó y se dió la vuelta, todo para mirar horrorizada lo que Mina hacía.

Si mente trabajo tan rápido en ese momento, Mina tenía los estudios que decían el diagnóstico de Chaeyoung, Mina había abierto el sobre, y ahora estaba por mirar lo que ahí estaba. No podía permitirlo.

Involuntariamente, Nayeon trato de quitarle a Mina las radiografías que ya estaba observando; pero Mina fue más rápida, quitandolas de su alcance.

-¡Espera Mina! No debes mirar eso- salió de sus labios tan torpemente que enseguida se arrepintió de dejarlo salir así.

-¿Por qué no? ¿Por qué tienes un sobre con el nombre de Chaeyoung?- cuestionó con molestia, y después, prosiguió a volver a mirar las radiografías.

Nayeon intento inventar alguna excusa, pero nada salió de sus labios, solo abría y cerraba la boca, como si boqueara en un último suspiro.

Y sucedió, Mina no perdió más el tiempo, mirando las radiografías; las manchas blanquiscas en cada pulmón, cómo ramificaciones subiendo por las vías respiratorias, después, los estudios de laboratorio; lamentables números podía ver, y al final, las palabras que desgarraron su corazón de una forma que no imaginó nunca.

Leucemia mieloide + adenocarcinoma pulmonar etapa 4.

Por un momento, ella siente que se ha quedado sin aliento, si no supiera que si su corazón se detiene morira, Mina podría jurar que este se detuvo.

Por su parte Nayeon se quedó totalmente congelada en su sitio, olvidando casi el como respirar.

Ahora Mina es quien parece boquear, tratando de encontrar su voz, pero esta simplemente pareció haberse roto junto a su corazón. Pero, armandose con el valor que podía juntar en ese momento, por fin decidió hablar.

-¿Que significa esto, Nayeon?- la voz de Mina apenas y es audible, a pesar de eso, Nayeon escuchó claramente, siendo consciente por fin de la rigidez en su cuerpo.- No te quedes callada... ¡Dime de una vez que mierda está pasando!- y como pocas veces, la voz de Mina se volvió sonora, como una exigencia en un casi grito hacia la castaña, quien mira en shock a la japonesa.

Pareciera que no es real, Nayeon podría jurar que está en medio de una pesadilla, pero no es así, las gotas de sudor la hacen despertar de su ensoñación ficticia.

Aquello de verdad estaba sucediendo, Mina las había descubierto.

-¡Im Nayeon!- y el severo y furioso grito de Mina llamándola, la hace temblar y estar aún más nerviosa de lo que ya estaba. Obligandose a sí misma a responder, antes de que la japonesa perdiera los estribos.

-Mina, te diré que es lo que está pasando ¿Si? Pero primero debes prometerme que vas a respirar y calmarte... Te doy mi palabra. Todo está bien, confía en mi- Nayeon por fin dijo, notando cómo las radiografías en las manos de Mina se arrugan un poco, tal parece que la chica está enojandose cada vez más.

-¿Todo está bien? ¡¿Todo está bien?! Aquí dice que Chaeyoung tiene cáncer terminal, y tú lo sabías Nayeon- la abogada suelta tan crudas y reales palabras, una verdad que le dolió a ambas. -¿Por qué no me lo dijiste? No tiene ningún maldito sentido... ¿Que tienes que ver en todo esto? ¿Que está pasando?- reclamaba rápidamente, sin dar espacios para que la coreana pudiera responder aunque sea una pregunta.

Jamás había visto a Mina tan conmocionada y alterada, ni el la tarde de graduación, incluso en aquella noche del insistente de Jung.

Pero pese a todo, Nayeon confiaba en que su Mina la escucharía. Tenía la esperanza de que así fuera, solo debía tomar el valor.

-Esto es... El destino Mina- dijo con cierta inseguridad, pero decidió proseguir en su intento. -El destino hizo que Chaeyoung y yo nos conociéramos, para que tú y yo nos volviéramos a encontrar- decía, esperando que Mina tratara de calmarse.

-¿De que diablos hablas?- y la japonesa dejo claro que no estaba entendiendo nada.

-"Tienes que prometer que serás valiente con mamá Mina..." -

-"Es mi último deseo, Nayeon... Y podré irme en paz"-

Nayeon recordó entonces la promesa que le hizo a Tzuyu y también a Chaeyoung. Sería valiente y protegería con todo el deseo de la joven artista.

-Chaeyoung y yo nos encontramos un día. Ella llegó desesperada, buscando un servicio en JYPink y me eligió a mí. No sabíamos nada la una de la otra, fue tan natural. Ella me pidió conocer a su esposa e hija debido a su enfermedad, ella buscaba alguien que cumpliera un último deseo; alguien que cuidara lo que más amaba...- comenzó diciendo, notando cómo Mina bajaba la mirada. -Y cuando todo ocurrió... Por azares del destino, se trataba de ti. Tu eras la esposa por la que me contrataron para conocer. El último deseo de Chaeyoung se convirtió también en mi más grande anhelo al saber que se trataba de ti, Mina...- se sincero, esperando la reacción de la japonesa.

Y tan pronto como terminó de hablar, un profundo silencio las rodeó. Nayeon impaciente, esperando la reacción y respuesta de Mina, y la japonesa, inmóvil y con la mirada baja, sin dar señales de la expresión en su rostro en ese justo momento.

Y la acción siguiente, Nayeon ni siquiera la esperó, pues Mina simplemente botó las radiografías a un lado y tiró de las cobijas que aún cubrían parte de su desnudes, retirándolas totalmente y sin más, comenzó a buscar su ropa en el suelo, comenzando a vestirse apresurada, frente a los ojos nerviosos de Nayeon.

-Mina, espera- Nayeon la llamó, pero la japonesa simplemente la ignoró y continuo vistiendose.

Era evidente que Mina quería irse, por lo que Nayeon también comenzó a buscar su ropa para vestirse, siendo un poco torpe debido a las incontables emociones de miedo y preocupación que se mezclaban en su cabeza y pecho.
Y sin más, cuando Mina terminó de abotonar a la mitad su camisa blanca, tomó su chaqueta y su teléfono celular rápidamente y salió de la habitación, dirigiéndose a la salida del departamento con la misma velocidad.

Nayeon al ver esto, simplemente termino de abrochar sus pantalones, para tomar su camisa y finalmente, seguir a Mina, mientras se ponía aquella camisa en el proceso.

-¡Mina, por favor espera! Puedo explicarlo mejor. Déjame decírtelo, por favor- Nayeon se apresuraba, logrando alcanzar a Mina en la salida del departamento y sujetándola del brazo, haciéndola detenerse.

-¿Explicarme que? ¿Que Chaeyoung y tú me vieron la cara?- Mina se giro con brusquedad, echando en cara lo que sentía.

-No es así, no me estás entendiendo...- Nayeon estaba a nada de soltar lágrimas, sentía que si soltaba a Mina y la dejaba marchar, la habría perdido para siempre.

La abogada no dejó terminar a Nayeon, pues simplemente se soltó de un brusco tirón de aquel agarre, y miró una última vez a Nayeon a los ojos.

-¿Que no estoy entendiendo? Por dios, más claro no puede ser... ¡¿Quien diablos se creen Chaeyoung y tú para decidir a quién puedo amar?!- reclamó Mina.

Aquellas palabras golpearon con fuerza el interior de Nayeon; jamás vio aquello de esa forma, y sin poder reaccionar ante lo dicho por Mina, simplemente se quedó estática, mirando los enojados y llorosos ojos de la pelinegra.

-Si, ahora no sabes que decir, pero no importa ya- dicho esto, Mina le dió la espalda a Nayeon y comenzó a dirigirse a su auto. -Ire ahora mismo a buscar a Chaeyoung y que me explique en que mierda estaba pensando cuando decidió que ocultarme todo era lo mejor- y sin más, Mina cerro la puerta de su auto, lo encendió y comenzó a moverse, saliendo en un limpio movimiento del estacionamiento y emprendiendo un presuroso viaje al hospital de dónde provenían aquellas radiografías, pues era la aseguradora de Chaeyoung y sin duda estaría ahí.

Por un momento, Nayeon se queda ahí, totalmente estática, mirando a la japonesa desaparecer de su vista en aquel elegante auto negro.
Su corazón parece haber dejado de latir, y las palabras de Mina no paran de sonar en su cabeza, atormentando la con fuerza. ¿Quien se creían ella y Chaeyoung para decidir algo tan importante por Mina? Todo está a mal, muy mal.

Pero no podía quedarse ahí, dejando que el amor de su vida se marchara para siempre, por lo que ingresa corriendo a su departamento, para terminar de ponerse la ropa, tomar su bolso y dirigirse tras Mina.

No la volvería a dejar ir.

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El día lucía bien a su parecer, perfecto para ya no amanecer uno más, al menos eso es lo que pensaba Chaeyoung, quien estaba sentada sobre una silla de ruedas, conectada a ese horrible aparato que sonaba cada que su corazón llegaba a los 130 latidos o se desaturaba. Y por supuesto, no podía faltar la mascarilla en la toma de oxígeno, resecando cada día más su garganta.

Deseaba con todas sus fuerzas desconectar aquel monitor y dejar que un paro cardiorespiratorio se la llevara de una buena vez. Pero para su desgracia, cómo ya lo había intentado anteriormente, el personal de enfermería la vigilaba constantemente.

Bajó la mirada un momento, mirando el peluche de su amada hija Tzuyu sobre sus piernas; sonrió débilmente cuando lo tocó con sus dedos, si no fuera por aquella mascarilla, podría percibir el dulce aroma de Tzuyu en el. Sonrió débilmente, esos últimos días al lado de su amada hija habían sido tan maravillosos. Quizá tanto como para que valiera la pena despertar un día más.

Aunque, si a Chaeyoung se lo preguntaran, si tan solo tuviera el poder de pedir una última cosa:

-Dios, si de verdad existes, si de verdad estás ahí escuchándome, solo tengo un último deseo, pequeño y caprichoso; que este sea el último día, por favor...- susurro mientras tomaba un gran bocado de aire en su mascarilla. -Demuéstrame dios, que no me odias y me dejarás ir ya- y recargando su cabeza contra el respaldo de la silla, dió un dificultoso suspiro.

Permaneció en calma un breve momento, antes de comenzar a escuchar estruendo; uno progresivo que tras cada paso, se escuchaba más cercano, esto al punto de escucharlo fuera de su habitación.

-¿Que es eso?- se preguntó a sí misma, mientras miraba cuidadosamente hacia la puerta y trataba de agudizar sus oídos y poder entender algo del estruendo de afuera.

Antes de tomar la iniciativa de ir y acercarse a la puerta en su silla de ruedas, la puerta se abrió de forma estrepitosa, haciéndola sobresaltar.

-¡Chaeyoung!- y sintió su cuerpo ponerse tenso ante aquel llamado.

Por un momento pensó que estaba imaginando lo que estaba sucediendo frente a su puerta, justo en la entrada, sin embargo, era real, tan real como el hecho de que iba a morir.

Y ahí la vio, su amada Mina estaba parada en la entrada de su habitación, llamándola, mientras un par de enfermeras trataban de retenerla e impedirle el paso.

-Señorita, el área es restringida, no puede pasar- decía una de ellas.

-La hora de visita ya pasó, no puede ingresar- aclaró la otra en un forcejeo.

-¿Por qué Chaeyoung? ¿Porque no me dijiste que estabas muriendo?- la voz de Mina sonaba furiosa, dolida, desesperada por qué la dejarán pasar y reclamarle a Chaeyoung por todo lo sucedido.

Pero no hubo respuesta, Chaeyoung seguía en shock, mirando como aquellas mujeres de blanco jalaban con toda su fuerza a Mina, quien se negaba a ceder y, por el contrario, se aferraba al marco de la puerta con una mano, y con la otra señalaba a la coreana rubia.

-¿Por qué tú y Nayeon me hicieron esto? ¿Por qué?- un nuevo reclamo salió de la japonesa.

Chaeyoung por su parte, sentía como su cuerpo comenzaba a temblar. Quería ponerse de pie y correr hasta Mina y abrazarla, pedirle perdón por todo... Pero simplemente le era imposible siquiera mover un dedo.

Solo podía mirar completamente sorprendida a Mina, quien seguía furiosa intentando entrar.

-Llama a seguridad para que la saquen- una de las mujeres de blanco pidió a una de sus compañeras que había sido atraída por el escándalo junto a otros curiosos.

No pasó mucho para que de inmediato un guardia varón llegará hasta ellas y sujetara uno de los brazos de Mina con rudeza, para sacarla del nosocomio, ver cómo aquel hombre estaba lastimando a Mina para lograr someterla y sacarla del lugar le dolió en el corazón, razón por la cuál comenzó a reunir fuerzas para levantarse de la silla y detener todo ese alboroto.

-¿Por qué me traicionaron así? Son las personas que más a amado mi corazón... ¿Por qué me hicieron esto? ¡Es injusto!- volvió a reclamar, mientras era arrastrada lejos de la habitación.

El corazón de Chaeyoung latía con fuerza, está vez no era por su dificultosa respiración, sino por las emociones que estaba experimentando.

Mina se había enterado de todo, y ahora estaba ahí, gritando que la había traicionado, dolida y furiosa. No podía permitir que todo quedara así.

-Largo de aquí, desquiciada- el guardia le ordenó a Mina, una vez que la logró alejar de la entrada y la arrastró un poco más allá del área.

Al mismo tiempo, una de las enfermeras entraba a la habitación, tratando de asegurarse de que Chaeyoung estuviera bien.

-¡No me toques!- advirtió la abogada cuando el hombre la empujó de nuevo, y sin más, tomando al hombre con la guardia baja, lo golpeó en el rostro, haciéndolo tambalear un poco y que en consecuencia, cubriera su rostro adolorido.

Y tras la agresión, otro guardia de seguridad se unió, obligando a Mina a detenerse nuevamente y por supuesto, el alboroto se hizo aún mayor.

Chaeyoung no permitiría que siguieran maltratando a Mina por su culpa, por lo que finalmente se puso de pie y dió lentos y temblorosos pasos, uno tras otro lentamente.

-Mi-Mina...- con su débil voz, llamaba a la abogada.

Nadie fuera de la habitación había notado que Chaeyoung se había puesto de pie y había comenzado a avanzar en busca de detener todo el alboroto. No fue hasta que tras los pequeños pasos que dió y a causa de la falta de movilidad y fatiga, Chaeyoung no pudo sostenerse más tiempo y cayó al suelo, ocasionando que los electrodos en su cuerpo se desconectarán y el monitor comenzará a sonar estrepitosamente.

Sin saberlo o ser consciente, había detenido el alboroto, pues las enfermeras corrieron en su auxilio, si como Mina se safo de los guardias y corrió detrás de las profesionales.

-¡Chaeyoung!- grito el nombre de la rubia desfallecida en el suelo.

Mina había corrido tan rápido para llegar hasta la coreana, que en un parpadear ya estaba hincada a la par de la joven y la sostenía entre sus brazos, mientras las enfermeras ponían manos a la obra inmediatamente.

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Tan rápido como el taxi se había estacionado, Nayeon pagó y se bajó de inmediato, completamente nerviosa y ansiosa ante lo que podría suceder cuando enfrentase a Mina y Chaeyoung.

Arreglándose el cabello, llegó rápidamente al área de recepción, llamando a la primer mujer que vio.

-Buenas tardes, disculpe, necesito ingresar a la habitación no. 29 de la señorita Son Chaeyoung- Nayeon daba su petición, la mujer se acercó para atender a la coreana.

-Permitame un momento- contestó ella y comenzó a mirar la pantalla de su computadora. -Aquí, habitación no. 29... ¿Cuál es su parentesco con la paciente?- la mujer preguntó a lo que Nayeon simplemente suspiró.

-Soy su amiga, vengo casi diario junto a la hija de Chaeyoung- dijo primeramente. -Soy Im Nayeon- daba su nombre.

La mujer miró la pantalla y después se dirigió a una tabla de madera con algunos papeles y los miró brevemente; mientras hacia aquello, daba pequeñas miradas a la castaña nerviosa.
Finalmente, se dirigió de vuelta a Nayeon y por fin habló.

-Lo siento mucho, pero, usted ya no puede ingresar a la habitación de Son Chaeyoung- informaba aquello.

Nayeon no lo podía creer.

-Pero... ¿Por qué? Yo soy quien trae a la hija de Chaeyoung 5 días a la semana, soy una visita constante, soy su amiga ¿Por qué no puedo pasar?- dejaba a flote su preocupación y desconcierto.

La recepcionista simplemente suspiró y volvió a hojear un par de papeles en su tabla.

-Lo siento mucho señorita Im, pero al parecer, es una orden de la señorita Myoui, esposa de la paciente- daba la razón de aquel impedimento y Nayeon sólo sintió su corazón acelerar. -ya que ella es familiar directa, no podemos permitirle el paso a usted- explicó.

Y la coreana no podía creer lo que Mina había hecho. Así sin más, decidió que no podría ver más a Chaeyoung.

-Comprendo, gracias- agradeció y se retiró al área de espera, sentándose un breve momento.

Por supuesto, el enojo la inundó, pero no se sentía con el derecho de reclamar nada a Mina, después de todo, hasta cierto punto, Mina tenía razón y deliberadamente, Nayeon y Chaeyoung decidieron a quien podía amar Mina.

Paso su mano por su rostro con frustración y estrés. Posteriormente, con la esperanza a todo lo que daba, decidió sacar su teléfono celular de su bolsillo y llamar a Mina.
Intentaría con todas sus fuerzas que la japonesa le contestara y accedieras a qué las tres pudieran hablar claramente, lo necesitaban.

Pero comenzó a marcar y esperó por Mina. Una llamada, dos, cuatro, nueve... Y la abogada no tomó ninguna.

Nayeon finalmente, después de alrededor de una hora intentando llamar a Mina, simplemente desiste, recargando con frustración su teléfono contra su frente y rezando a todos los dioses porque Mina no se fuera, por qué Mina la perdonara.

Si Nayeon perdía a Mina... Su mundo volvería a derrumbarse.

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Aquella tarde,era uno de sus más preciados recuerdos, Chaeyoung miraba por la ventana de una colorida oficina. Nerviosa de lo que pudiera suceder.

Mina sujetaba su mano, con completo nerviosismo y apoyo. Aquel sería un día sumamente importante, pues la mujer al otro lado del escritorio, revisaba un par de papeles frente a ellas.

Si su corazón pudiera salir de su pecho debido al nerviosismo, ya lo habría hecho por lo fuerte que Chaeyoung lo sentía latir.

-De acuerdo, aquí están los estudios de la última visita de la trabajadora social- y la mujer hablando, hizo que Chaeyoung apretara la mano de Mina, recibiendo el mismo gesto por parte de la japonesa. -El informe da buenos comentarios hacia su casa, sus estudios psicológicos y económicos. También hay una muy buena respuesta por parte de Tzuyu- explicaba primeramente.

Estaba sumamente ansiosa, no podía esperar más.

-E-entonces... ¿Cuál es la respuesta final?- Mina se atrevió a hablar primero.

Por un segundo, Chaeyoung creyó cerrar los ojos con fuerza y evitar a toda costa mirar a la trabajadora social.

-La última visita de Tzuyu a su hogar nos hizo decidir finalmente...- y continuo el suspenso.

-No nos haga esperar más, siento que voy a desmayarme en cualquier momento...- dijo Chaeyoung manteniendo sus ojos cerrados, en respuesta solo escuchó una breve risa.

-Señorita Myoui, señorita Son, felicidades... La adopción ha sido aprobada. Tzuyu es oficialmente su hija...-

Tzuyu era su hija oficialmente, aquel día, acababa de formar una familia con la persona que más amaba en el mundo.
Ambas chicas saltaron de su asiento y mirándose por un par de segundos, finalmente se abrazaron, conteniendo las lágrimas.

Más tarde cuando terminaron todo el papeleo, se dirigieron al jardín, dónde los niños del orfanato jugaban. Y ahí estaba la pequeña Tzuyu, sonriendo mientras columpiaba a alguien. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Chaeyoung y Mina, se volvieron más luminosos y brillantes, llenos de anhelo y alegría.
Sin más, Tzuyu corrió hacia donde estaban ambas adultas, feliz de verlas y de la siguiente salida con ellas.

-¿Cómo están? ¿Van a llevarme a alguien lado hoy?- preguntó Tzuyu primeramente.

Mina y Chaeyoung se voltearon a ver sonrientes, a lo que finalmente Chaeyoung se agachó a la altura de la Taiwanesa y acaricio su cabeza.

-Es la última vez que vendremos aquí, Tzuyu- dijo, notando cómo la sonrisa en el rostro de la menor iba disminuyendo.

-¿De que hablas?- preguntó tan pronto la coreana le sonrió.

-Si, es la última vez que vendremos aquí, Mina y yo lo logramos- Chaeyoung decía, haciendo que el rostro de Tzuyu se quedará sorprendido.

-Ustedes... Quieres decir que...- y la impresión de la pequeña era evidente.

-Así es, Tzuyu... Hoy por fin nos vamos a casa- Mina completó.

Y sin más, Tzuyu corrió a los brazos de ambas, aferrándose a las dos adultas como nunca se había aferrado a alguien. Ocultando su rostro contra ellas, y por supuesto, las lágrimas no se hicieron esperar.

-No puedo creerlo, gracias, gracias... Tendré una familia de nuevo... Voy a ser amada de nuevo- era lo que Tzuyu decía entre sus sollozos de felicidad, haciendo que el nudo en la garganta de la pareja comenzara a formarse.

-Así es, hoy oficialmente, somos una familia...-

Si se lo preguntaban a Chaeyoung, tenía dos días especiales, los más hermosos de toda su vida. Aquellos que siempre, sin importar nada atesoraba en su memoria y corazón.

El primero, el día en que Mina acepto casarse con ella.

Y el segundo, el día en que Tzuyu completo el circulo; el día en que pudo llamarla hija.

Cuando juntas festejaron el primer cumpleaños de Tzuyu, recuerda como tomó un poco de crema en el pastel y la embarró contra la mejilla de Tzuyu, y después el como ella y Mina besaron cada una la mejilla de la menor, deseándole un feliz cumpleaños.

Y finalmente, en la noche cuando Chaeyoung y Mina arroparon a Tzuyu y volvieron a su habitación para descansar, simplemente no pudo evitar abrazar por la espalda a Mina.

-¿Y ese abrazo tan repentino?- preguntó la abogada.

-Solo quería hacerlo, estuve pensando todo este día en lo hermoso y emocionante que es festejar el primer cumpleaños de Tzuyu cómo nuestra hija y... Jamás me hubiera imaginado en esta situación cuando era adolescente- comenzaba a hablar, sin apartarse de Mina.

-Eras una niña rebelde e independiente... Si cuando éramos amigas me lo hubieran preguntado, les diría que siempre serías una soltera y rebelde que hace lo que le da la gana- Mina contesto riendo un poco.

-Fuiste tú quien me dió el deseo de tener una familia. No me arrepiento absolutamente de nada... Yo solo quiero darte las gracias- la artista no podía dejar de abrazar a su amada.

-¿Por qué?-

-Gracias por todo tu amor, por tu entusiasmo para vivir que me contagia cada día con más fuerza... Gracias por ser quien eres-

-Eres tan dulce Chae... Pero dime ¿Quien soy?-

Y con eso último, Chaeyoung hizo que Mina se diera la vuelta, para mirarse frente a frente, y en un suave y tierno contacto, juntó sus labios con los de la japonesa, para finalmente separarse y mirar aquellos hermosos ojos oscuros.

-Mi alma gemela...-
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.

.

Los ojos de Chaeyoung se abrían lentamente, desacostumbrados a la tenue luz en la habitación. El mareo viene después del pequeño dolor de sus ojos. Quiere llevar su mano hasta su adolorida cabeza, pero no tiene la fuerza para hacerlo aún.
Poco a poco va reaccionando y comienza a escuchar ese inconfundible sonido que hace el monitor de signos vitales.

Maldice por dentro, maldice el hecho de haber despertado otra vez.

"-¿Por qué? Porque no puedo morirme de una buena vez?"-

Se pregunta mientras da un dificultoso respiro.

Repentinamente, Chaeyoung siente una caricia en su mano, dirige sus ojos hacia ese lugar, notando una pálida mano tomando la suya, reconoce el toque, reconoce el calor y cuando dirige su mano hacia la persona que está sentada a su lado derecho, puede ver ahí a una preocupada chica, que le sonríe como si estuviera a punto de llorar.

-Me diste un buen susto, Chaeng- dice su acompañante, mientras da una caricia más en su mano.

-Da-Dahyun...- susurra el nombre de su mejor amiga, quien está ahí para ella, justo como lo ha estado cada día desde que supo que moriría.

La artista, pálida y débil, se percata de como la mirada de Dahyun se dirige a lado contrario, curiosa mira hacia esa dirección, topandose con algo que sus ojos anhelaban ver desde hace tiempo.

No fue un sueño, era real, su cabello negro, su bello rostro y aquellos ojos que siempre la enternecian.

Mina estaba sentada al otro lado de su camilla, mirándola. Era incierto, Mina parecía triste, melancólica, molesta y al mismo tiempo, feliz de verla.

-Las dejaré un momento a solas, pero estaré pendiente por si me necesitas, Chaeyoung - aquellas palabras salieron de Dahyun, quien se levantaba y salía de la habitación, dejándola a solas con Mina.

El silencio prevalece después de que Dahyun abandona la habitación. Chaeyoung no sabe que es lo que Mina quiere después de descubrir su plan, su enfermedad y su pronta partida.

La abogada se acerca más a la camilla, y con cuidado, toma entre sus manos la de Chaeyoung, logrando que la chica la mire directamente.

-¿Por qué Chaeyoung? ¿Por qué no me dijiste que estabas muriendo?- fue la primer pregunta que salió de los labios de Mina y tan pronto como terminó de hablar, estos comenzaron a temblar. -¿Por qué hiciste que me reencontrara con Nayeon?- soltó con dificultad, pues evidentemente, aquello le dolía.

Sus ojos dolían con fuerza, picaban de una forma que hace tiempo no experimentaba. Chaeyoung deseaba llorar, y sin retener más su deseo, las lágrimas comenzaron a caer, mirando a su amada esposa a los ojos.

-Lo hice porque te amo... Y porque quiero que, cuando muera, estés con alguien que te ame con la misma fuerza que yo- dijo, tratando de retener el quiebre de su voz. -Que pudieras amar otra vez... Es mi último deseo-

Mina la observa detenidamente, Chaeyoung espera cualquier reacción, reclamos, enojo, indignación... Pero a cambio, simplemente recibe una caricia de Mina, desde su mejilla hasta su cabello, dónde le da un par de caricias más, antes de sonreírle y también dejar escapar sus lágrimas.

-Tonta... - fue lo único que dijo Mina, mientras en un deseoso impulso, se acerca a Chaeyoung lo más que puede y la envuelve entre sus brazos, permitiendo que la coreana inunde su nariz del fresco aroma a lavanda de Mina, sintiendo el calor de su amor y cariño, y siendo calmada por los latidos de su corazón.

Chaeyoung no puede más, la máscara finalmente se cae y abrumada por todas aquellas emociones, por fin permite que se desborden, aferrándose con la poca fuerza que le queda al abrazo de Mina, llorando desconsolada, jadeando entre el llanto.

-Lo siento, Mina... Lo siento tanto-
.

.

.

🐧🐯

Les dejo este capítulo que espero les guste, y oficialmente faltan dos capítulos para que esta historia termine.

Mina y Chaeyoung necesitan hacer una última cosa.
Y Nayeon... Siente que lo perdió todo. Ya veremos cómo acaba esto.

Muchas gracias por comentar, por sus votos y por supuesto, por leer la historia.

Steam Monlight sunrise porque ufff es un rolón y lo amé ❤️

Muchas gracias por su apoyo ✨❤️


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