Capítulo 16 "Habla conmigo"
Recuerda el sonido de las aves aquel día, recuerda la calidez del sol de primavera en el periodo de inicio de clases. Había comenzado su segundo año en la escuela secundaria y su inquietud era creciente pues, Nayeon se había graduado, la coreana ya no estudiaría con ella en aquel instituto.
La sensación de nostalgia en su cuerpo no se iba, miraba de un lado a otro tratando de ver a alguien familiar, y aunque vio muchos rostros, ninguno le quitó esa sensación de soledad.
Para Mina, haber conocido a Nayeon el año pasado había sido maravilloso, la chica se hizo su amiga tan rápidamente. A pesar de los dos años de diferencia de edad, ambas se complementaron tan bien. Nayeon era divertida, alegre y sociable, no solo eso, también era muy amable y considerada, incluso podía ser muy madura y ayudarla a tomar decisiones. Mina por su parte era responsable, calmada y sensata, el tipo de chica ideal para muchos.
Eran tan contrarias y eso las hacía complementarse de una forma fabulosa que las tenía tan contentas y plenas, al menos eso pensaba Mina.
Y una nueva preocupación surgía en su pecho, que Nayeon encontrará otra amiga que la llenará y se olvidará de ella. De cualquier forma, solo era una pequeña de ahora 14 años y Nayeon ya tenía 16, ¿Qué clase de diversión encontraría alguien de 16 años con ella? Seguramente Nayeon ya estaría interesada en otras cosas, dejando atrás los juegos de pubertas; y comenzarían los intereses más maduros, como maquillarse, usar ropa linda para que le llamen linda y salir con chicos...
Ese pensamiento hizo que Mina se sobresaltada y detuviera su andar. ¿Nayeon interesada en salir con chicos? Diablos, aquella idea no le gustó en absoluto, la sensación que le provocó en el estómago fue tan desagradable que la obligó a acariciar levemente su estómago sobre su uniforme. Por un momento creyó haberse mareado de repente y se decidió por ir a un lavabo a refrescarse, quizá podría despejar sus dudas.
Una vez que llegó al baño más cercano, se miró en el espejo frente al lavabo, miraba su rostro; fino y blanco, se preguntaba si podría considerarse linda con todos esos lunares en su rostro. Después observó detenidamente su cabello, corto y negro. Quizá era momento de cambiar su peinado y deshacerse de su flequillo, aquel que cubría la mitad de su rostro.
Finalmente, tocó su estómago, mirando las áreas esponjosas en el. Nayeon era delgada y delicada, cuidaba su alimentación y su apariencia, eso mientras ella era sumamente sedentaria y comía diversidad de golosinas mientras jugaba videojuegos por horas. No se consideraba gorda, pero tantas golosinas no le estaban haciendo bien a su cuerpo.
"-Quiero ser atractiva para Nayeon Unnie...-" aquel pensamiento cruzo por su cabeza sin permiso alguno. Y tan pronto descubrió lo que acababa de cruzar su mente, soltó un fastidiado suspiro.
-Por el amor de Dios ¿Por qué querría ser atractiva para Nayeon Unnie? Se supone que los chicos deberían parecerle atractivos, no yo- sus palabras llenas de frustración se escucharon por todo el vacío baño.
Nuevamente levantó su rostro hacia el espejo, mirando su reflejo en el.
-Estás pensando demasiado, Mina... no importa cuán bella te veas, para Nayeon Unnie siempre será más atractivo un hombre-
No estuvo del todo segura en ese momento, pero, sus palabras y sus pensamientos comenzaban a tener un camino, uno que no le estaba gustando para nada.
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La hora de salida fue solitaria, no había alguien lleno de energía acompañándola y haciéndola reír, así mismo, la parada de autobús también fue solitaria y nostálgica, no había alguien a su lado compartiendo el calor de sus manos o una bebida. Solo era ella, mirando los autos pasar y la calidez de la tarde caer sobre sus hombros.
La escuela sin Nayeon ya no era la misma y eso la ponía triste.
-Hace demasiado calor...- susurro con desgane mientras soltaba el quinto suspiro de la tarde.
Inesperadamente sintió un toque a sus espaldas, alguien llamándola, por lo que rápidamente se giró. Lo que sus ojos vieron la llenaron de alegría.
-¿Pero que ven mis ojos? Un lindo pingüino ruborizado por el calor. Afortunadamente para ti, pequeño, ha llegado tu salvación- esa sonriente chica con dientes de conejo estaba ahí frente a ella, ofreciéndole un pequeño paquete rosa con café, este era una paleta de hielo de fresa y cubierta con chocolate.
¿Qué hacía Nayeon ahí? Creyó que los estudiantes de preparatoria salían un poco más tarde, y sin embargo, la coreana estaba ahí, siendo tan linda y amable como siempre.
-Nayeon Unnie ¿Qué haces aquí? - preguntó aún sumida en la sorpresa.
-¡Ouch! Ataque directo al corazón. He sido rechazada por un pingüino- la mayor bromeaba mientras sujetaba dramáticamente su pecho.
-Ya Nayeon Unnie, los demás están riéndose de ti- Mina reía también, mientras miraba de reojo a algunas personas alrededor, esperando el autobús también.
-He corrido hasta aquí solo para ver a mi pequeña Minari y ¿Así me recibes? Eres fría como el hielo y mala como la carne de cerdo- fingía limpiar de sus ojos una lágrima inexistente.
Mina realmente río por lo dicho por la coreana, siempre de alguna manera le sacaba una sonrisa, ahora estaba ahí parada, sudorosa y con una gran sonrisa, llevándole una paleta de hielo por el calor de primavera. Dedicándole una apenada sonrisa a la mayor, acepto el obsequio.
-¿Y cómo fue tu día sin mí, Minaya?- preguntó la mayor a lo que la japonesa simplemente suspiró.
-Callado, tranquilo y lleno de paz- mintió en parte, logrando que Nayeon le diera un ligero y amistoso empujón.
-¡Que mala! Lo dices porque ya no estoy ahí- se quejaba la castaña haciendo un puchero.
Mina solo la observó un par de segundos más, antes de acercarse a ella y tomar su mano, Nayeon entonces la miró con algo de sorpresa por el repentino contacto, ya que, Mina no era nunca la primera en iniciar el contacto.
Todo lo que Mina hizo fue hundir su rostro contra el hueco del cuello de Nayeon, sin importarle en absoluto que hasta hace un momento la coreana había sudado, simplemente se quedó ahí, disfrutando del tranquilizante aroma a vainilla de la mayor.
-Te extrañe todo el día, desde la hora de entrada, el almuerzo, hasta los minutos caminando hasta aquí... está siendo difícil y solo es el primer día- salió de sus labios de forma suave y baja, esto mientras estrujaba un poco más a la mayor. Poco a poco sintió como Nayeon correspondía el abrazo, acariciando su espalda en forma de consuelo.
-También fue difícil para mí. A pesar de tener a Jeongyeon conmigo todo el día, me hiciste mucha falta también, Minaya- dicho esto, Nayeon la acurrucó un poco más entre sus brazos. -Por eso prometo verte todos los días aquí a la misma hora, aunque solo sea un momento, pero tendré el grato privilegio de verte una vez al día- las palabras de la mayor hicieron que parte de las inseguridades de Mina se esfumaran por completo. ¿Quién más iría de su escuela hasta la de ella corriendo solo para verla y entregarle un pequeño detalle? Solo su tonta Unnie haría cosas como esas.
Mina la estrujó un poco más cuando Nayeon dejo salir esas palabras, se sintió tan querida y apreciada.
Olisqueo un poco a la mayor, su aroma era más intenso de lo normal, lo cual le pareció extraño, quizá Nayeon se había puesto más perfume que otras veces, después se separó lentamente del abrazo, mirando a la coreana un breve momento. Su falda estaba un poco más arriba de lo establecido, como la moda en Japón, a decir verdad, el uniforme le quedaba de maravilla a Nayeon, incluso cambio un poco su peinado y sus labios tenían un tenue color más rosado de lo normal... Nayeon parecía más linda ese día.
Por su mente paso un tortuoso pensamiento que la inquieto demasiado, acaso ¿Nayeon quería verse más linda para alguien? Mina se sintió ligeramente celosa al respecto, tenía que saberlo, saber porque Nayeon era tan deslumbrante ese día.
-Nayeon Unnie... ¿Pu-puedo preguntarte algo? - estaba muy nerviosa, bajando la mirada al suelo para no ver los ojos de la mayor, quien pareció curiosa por la repentina actitud de la japonesa.
-Claro Minaya, sabes que puedes decirme lo que sea- ella dio pie a que la japonesa hablara.
Pero Mina se detuvo, estaba actuando extraño incluso para ella misma y simplemente se retractó en cuanto pudo, pensando rápidamente en cualquier otra cosa que preguntarle a la mayor.
-¿Por qué me llamas pingüino?- dejo salir el primer pensamiento que se le cruzó para salvarse.
Cómo esperó, Nayeon simplemente le sonrió amablemente.
-Porque caminas como uno, eres adorable como uno, eres robustita como uno, simplemente dan ganas de abrazarte todo el tiempo- la mayor fue honesta y nada mal intencionada, pero hubo una palabra que a Mina no le agrado escuchar ahí.
-¡¿Robusta?! ¡Me acabas de llamar amablemente gorda! - la voz de la menor salió en tono indignado, haciendo que Nayeon riera nerviosa.
-No, no, para nada... - Nayeon se ponía cada vez más nerviosa por la mirada sería de Mina.
Al ver la expresión alterada de la mayor, Mina rápidamente se calmó, sabía que Nayeon nunca diría nada para lastimarla, además ella tenía algo de razón.
-Ah~ tranquila, no es tu culpa. Yo debería preocuparme por mi salud y moverme más- Mina Suspiraba con desgane para después sonreírle a la coreana -Si... creo que iniciaré ahora mismo, hasta mañana- y con eso, Mina le daba la espalda a la coreana y comenzaba a trotar.
-¡Espera! ¿A dónde vas? - Nayeon se apresuró a llamarla, haciendo que se detuviera un momento.
-A partir de hoy trotare hasta casa. Ya verás que tendré un cuerpo bonito como el tuyo. Es más, mi abdomen estará tan marcado que te dará envidia- dijo aquello dedicándole una gran y motivada sonrisa a la mayor.
Nayeon solo la observó un breve momento para después reír y correr hasta llegar al lado de Mina.
-Entonces trotemos todos los días juntas a casa- le sonrió de la misma enérgica manera.
Y así, una vez más, ambas encontraron la forma de estar juntas otra vez.
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La japonesa abría lentamente los ojos, la luz del sol matutino se colaba por la ventana y daba justo en su rostro, haciéndola sentir fastidiada de inmediato.
-Por el amor de Dios... estoy paralela a la venta ¿Cómo diablos se las arregla el sol para entrar y joderme la mañana? - dijo a la nada mientras enfadada se cubría el rostro con las sábanas y se giraba con brusquedad.
Mina olvidó por completo que no estaba en su habitación, ni en su gran cama kingzide sino en una pequeña individual, lo que si pudo hacer fue sujetarse neciamente a lo que tenía más cercano para evitar caer de la pequeña cama y esto fue nada más y nada menos que Nayeon, quien ante el brusco y desesperado agarre de Mina se despertó sobresaltada y fue irremediablemente arrastrada al suelo junto a la menor.
Espero un golpe duro y frío, sin embargo, no fue así, pues cayó en algo realmente blando y cálido. Aturdida por el repentino despertar y la sacudida, levanto levemente la mirada, encontrándose con la barbilla de la pelinegra. Tal parecía que la japonesa había recibido el suelo y ella al cuerpo de Mina.
-Ouch... no puedo creer que no pudieras retener mi peso- se quejó la menor mientras sobaba su cabeza. Nayeon levantó de golpe su cabeza del pecho de la japonesa y la miró con una fingida indignación.
-Perdón señorita Myoui, no es mi culpa ser más pequeña y menos pesada que usted- dijo con sarcasmo para después reír un poco y continuar -También discúlpeme por no estar preparada para retener su elegante caída, causada por su rabieta matutina- finalizo con burla.
-Ya entendí, basta- Mina también río por la broma de la coreana. Después de calmar su risa, Nayeon no se movió en absoluto de dónde estaba. -Yeonnie... ¿Podrías moverte? Me cuesta un poco respirar- aclaraba.
-¿Tengo que? Eres realmente cómoda, tanto que ya estoy durmiéndome de nuevo- dijo acurrucándose un poco más en la japonesa, después de dos segundos de silencio, se incorporó un poco, apoyándose sobre sus codos y miro a la japonesa. -¡Ya se! La próxima vez definitivamente dormiré así. Tú no te caerás de la cama de nuevo y yo estaré felizmente cómoda, perfecto ¿Verdad? - dijo de forma coqueta, sonriéndole a la menor, quien por obvias razones se ruborizó un poco.
-No, porque no respiro- dijo Mina mientras desviaba la mirada avergonzada. Nayeon río por lo bajo.
-Que mala- se quejó mientras aún reía y se decidía por fin levantarse de encima de Mina, tocando torpemente el abdomen de la japonesa, lo miro un par de segundos mientras lo picaba un par de veces.
-¿Que se supone que haces?- preguntó desconcertada Mina, viendo cómo Nayeon miraba su abdomen.
-Definitivamente no podría dormir ahí, es firme y duro, como tú corazón- y con eso último se levantó rápidamente, ya que sabía que aquella broma le costaría una respuesta física de Mina, y no sería precisamente una de esas respuestas físicas que no duelen.
-¡Nayeon!- la quejosa voz de la pelinegra resonó finalmente en toda la habitación.
-Aún recuerdo cuando regresaste de ese campamento de verano, quedé tan impresionada por tus músculos y tu nuevo peinado. Me impresiona que después de tantos años nada de eso haya cambiado- Nayeon elogiaba mientras le dedicaba una radiante sonrisa a Mina, quien simplemente desvió la mirada mientras reía.
-Lo sé, también estuve satisfecha con los resultados. Recuerdo que tu tonta suposición me hizo enojar mucho y no te hable en todo el día- Mina soltaba aquello, haciendo que Nayeon se avergonzara un poco. En aquella ocasión, Nayeon insinuó que Mina había cuidado su figura porque seguramente le gustaba un chico de la escuela. Aun recuerda lo indignada que estaba la japonesa de 14 años en aquel entonces.
-Lo siento, estaba algo... ¿Celosa? - Nayeon volvía a disculparse por aquello. -Pero realmente jamás se me hubiera cruzado por la mente que lo habías hecho por mi... Oh Espera... eso quiere decir que ¿desde los 14 años te comencé a gustar? - y la mirada sugerente y traviesa de la mayor aterrizo en una sorprendida y ruborizada japonesa.
-¿Tienes café? Me encantaría beber una taza- La japonesa cambiaba la conversación rápidamente mientras caminaba apresurada hacia la salida de la habitación, Nayeon continuó molestándola.
-Myoui Sharon Mina... ¿Te gustaba desde los 14 años? - La persiguió, mirando aun insinuativa a la pelinegra, notando como esta cubría su rostro en el proceso. -Si te gustaba ¡Lo sabía! Sabía que no imaginaba cosas- Dijo riendo mientras abrazaba uno de los brazos de Mina.
-Ya deja de burlarte, Nayeon- se quejó la menor evitando a toda costa que Nayeon viera su rostro ruborizado.
Y en aquella platica, trascurrió su mañana, bromeando y tomando un desayuno sencillo juntas, como en viejos tiempos, cuando compartían las horas de sus alegrías, de la sonrisa de la otra, aquella que ambas consideraban la más brillante de todas.
-Supongo que ya debería irme, pasaré a recoger a Tzuyu de la casa de mis padres. Pasaremos el fin de semana juntas, le diré que tendrá una nueva niñera- Mina terminaba de limpiar la pequeña mesa de Nayeon mientras que la mayor terminaba con los platos en los que habían desayunado.
-Ah~ de verdad no puedo creer que haya accedido a hacer esto. Tu hija me cortará en pedacitos y los ofrecerá a las aves- Nayeon decía soltando un resignado suspiro.
-Vamos, ya te dije que Tzuyu no es mala. Es una niña muy dulce... tanto que... endulzo mi vida por completo...- Aquello lo dijo la japonesa en un tono sumamente suave, Nayeon detuvo las bromas de inmediato para poder apreciar la expresión de Mina, esta era sumamente cálida.
Se maravilló al verlo.
-Puedo ver que realmente la amas como si viniera de tus entrañas- comentó la castaña, dirigiéndose hacia Mina.
-Lo hago, no imaginas lo feliz que fuimos cuando nos dijeron que no debía volver al orfanato y podía quedarse con nosotras... La imagen de ella, corriendo hacia nosotras para abrazarnos, es quizá el recuerdo más valioso que tengo- Mina bajaba un poco la mirada, pero la cálida sonrisa no desaparecía de sus labios. -Yo solo... quiero lo mejor para ella. Ahora solo me tiene a mi y realmente yo... no sé qué hacer...- repentinamente, la sonrisa en Mina se iba borrando para después bajar un poco la cabeza, esperando que con ello, Nayeon no viera sus ojos preocupados y llorosos.
La castaña se sobresaltó, no esperó aquella reacción en Mina, por lo que simplemente se limitó a acercarse y acariciar la espalda de la japonesa mientras recargaba su barbilla en el hombro de la más alta.
-Quizá no entienda del todo tu sentir, ya que nunca en la vida he tenido un vinculo fraternal como ese. Lo que si te puedo decir, Mina, es que mientras sigas amando a Tzuyu tanto como lo haces el día de hoy, ella no necesitara nada más en la vida, serás aquello por lo que ella tenga ganas de levantarse cada día, y ella será esa misma razón para ti- Sus palabras salían suave de sus labios, como una caricia para los oídos y alma de Mina. - y si te sirvo de algo, jamás dudes de mi ayuda para ti y Tzuyu. Sin importar que-
Las palabras de Nayeon lograron ser un alivio total para Mina, la abogada creyó firmemente que, si tenía el apoyo de Nayeon, podría con cualquier tormenta.
-Gracias, Nay- Mina agradeció desde lo profundo de su corazón. -¿me acompañarías a tomar un taxi? Tomaré prestado el auto de Chaeyoung, de todas formas... no creo que vuelva por el- Nayeon solo asintió a la petición de Mina y guiñándole un ojo de forma coqueta, emprendieron salida del departamento de la castaña.
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Tzuyu estaba sentada en la entrada de la casa Myoui, su abuela Sachiko estaba cocinando algo para el desayuno, a juzgar por el olor dulce y apetitoso en el ambiente, podía apostar a que lo que olía era la receta especial de hotcakes de la japonesa mayor, por otro lado, Akira estaría podando el pasto. La pequeña inhalaba con más profundad de la normal, el ahora al pasto recién cortado le agradaba, buscaba en el la posibilidad de calmar su inquieto corazón, ese que extrañaba sus madres, estar en casa con ellas, ser una familia.
Ya había pasado un tiempo desde que vio por ultima vez a su madre Chaeyoung, esta ni siquiera se había dignado a ir a recoger sus cosas y despedirse de ella, ni una llama, ni un misero mensaje. Y luego estaba Mina, quien por su apretada agenda de trabajo pasaba ahora mucho menos tiempo con ella. No es que no le gustara estar con sus abuelos japoneses, pero en definitiva necesitaba el calor de su hogar con Mina a su lado.
Muchas veces se arrepintió de haber descubierto todo. Si tan solo no se hubiera enterado que Chaeyoung estaba traicionando a Mina, si tan solo aquel día no hubiera hablado... Ahora mismo estarían las tres juntas, planeando a donde ir a pasear y divertirse en familia.
"-Esperaste tanto a por una familia que te amara y tu misma fuiste quien la rompió"- aquel pensamiento cruzó su mente para después retractarse de el, sacudiendo la cabeza.
No, ella no obligo a nadie a engañar, ella no cruzo el cruzó los caminos de nadie. Ella solo era una victima más con el corazón roto.
Soltó un nuevo suspiro aquella mañana, llamando la atención de su abuelo Akira.
-¿Tienes hambre, cariño?- preguntó el hombre japones a Tzuyu, quien simplemente negó.
-Quiero ver a mamá...- dejó salir de sus labios tan honestamente como siempre.
El hombre soltó un suspiro mientras caminaba hacia ella y retiraba los guantes de jardinería que utilizaba, esto para acariciar con suavidad a cabeza de la menor.
-Entiendo cariño ¿Te gustaría que te llevara a casa después del desayuno? Esperaremos a Mina ahí hasta que llegue- ofrecía aquella opción el japones, a lo que Tzuyu pareció un poco más animada.
-¿De verdad?- pregunto con más emoción a lo que el hombre le sonrió ampliamente.
-Claro que si, princesa. Llamaré a Mina para avisarle- dijo el hombre mientras buscaba de su bolsillo su teléfono celular.
No hizo falta que Akira llamara, pues tanto el como Tzuyu fueron tomados por sorpresa por un auto que bien conocían ambos. Cuando Tzuyu lo vio, sintió que su corazón comenzaba a acelerarse, una sensación de dolor y alegría se mezclaban en su estómago, poniéndola aún más ansiosa.
El auto que estaba llegando era el de Chaeyoung.
-¿Mamá Chaeng?...- susurró de forma muy tenue, levantándose de la entrada y mirando fijamente el auto estacionándose cerca.
Por un momento pensó que vería bajar de ahí a Chaeyoung, que la coreana le diría que la pesadilla había terminado y que podían volver las tres juntas a casa. Pero en lugar de ello, Mina era quien bajaba del auto, ella venía sola.
No fue lo que su corazón y mente imaginaron, pero en definitiva, aun así, corrió hacia la japonesa recién llegada y la abrazó con fuerza, recibiéndola con entusiasmo.
-Tzuyu, te extrañe toda la semana, estaba ansiosa de que el sábado llegara ya- Mina correspondía el abrazo mientras acariciaba el cabello de su hija. -¿ya desayunaste algo?- preguntó, a lo que Tzuyu negó. -De acuerdo, vayamos a ayudar a la abuela para que desayunemos todos juntos ¿te gusta la idea?-
-Po supuesto que si, Mina. Vamos adentro- La menor asintió contenta y tomando la mano de la japonesa, ambas ingresaron al hogar junto al padre de la pelinegra.
-Nos aseguramos de que durmiera temprano, comiera bien e hiciera todas sus tareas- explicaba el hombre a su hija quien simplemente le sonrió en agradecimiento.
-Muchas gracias papá, hicieron un buen trabajo-
-Por cierto ¿Por qué conduces el auto de... ella?-
Ante la pregunta de su padre, Mina se aferró a su estabilidad antes de contestar.
-Desvalijaron dos llantas de mi auto, iré más tarde a la aseguradora. Mientras utilizaré el de Chaeng. De cualquier forma, está ahí varado sin uso alguno- explicaba Mina.
Los tres llegaron a la cocina, lugar donde Sachiko Myoui terminaba de preparar la última taza de café para su familia, con ello finalizado, los invitó a tomar asiento.
-¿Que tal las tareas, madre?- preguntó Mina a la japonesa mayor, buscando lo que ella dijera concordara con lo dicho por el señor Myoui.
-De maravilla, Tzuyu es una personita muy brillante- elogiaba la mujer mientras tomaba un sorbo de su café - Aunque ha estado un poco frustrada con el taller de canto-
-Abuela... no es nada- Tzuyu rápidamente renegó, sin embargo, Mina la miro con curiosidad.
-¿Crees necesitar ayuda con eso?- preguntó curiosa, a lo que la menor volvió a negar.
-Creo que podré hacerlo sola, aunque a decir verdad me gustaría que tu me enseñaras, tu lo sabes hacer bien- y Mina se ruborizó un poco ante el cumplido de Tzuyu.
-Realmente... conozco a alguien que podría ayudarte y que es mucho mejor cantante que yo- Mina comenzaba, llamando la atención de Tzuyu.
-¿De verdad? ¿Quién?- preguntó curiosa, siendo la pareja japonesa también participes de las miradas intrigadas sobre Mina.
-Si... de hecho, de eso quería hablarte. Yo sé que desde que... bueno, desde que solo somos tu y yo, no hemos tenido tiempo suficiente para estar juntas como antes, así que pensé que tal vez podría trabajar alguien en casa, para hacerte compañía en lo que yo vuelvo del trabajo... ella te podría ayudar con el canto- explicaba brevemente.
-¿Estas contratando una niñera, Mina?- preguntó su padre. -Sabes que debe ser alguien de confianza. No me gustaría que dejes a mi nieta con una desconocida en casa- el hombre dejaba a flote su inquietud.
-Pero no es una desconocida papá. Además, busco que alguien me ayude para que pueda pasar más tiempo con mi hija... solo eso- aclaraba la japonesa menor.
-Bueno ¿De quién estamos hablando? ¿Sana, Momo? ¿Quién?- preguntó esta vez Sachiko.
-Bu-bueno... ella ummm es una vieja amiga...- sin esperarlo, simplemente se puso nerviosa.
Sachiko borró la sonrisa de su rostro, rápidamente conectó todo para llegar a la conclusión de quien se trataba y evidentemente, no le agradaba la idea.
-No Mina, no estoy de acuerdo en que metas a esa mujer a tu casa con tu hija... no a ella- replico rápidamente la mujer, desconcertando al hombre.
-El pasado no nos importa en absoluto mamá. Tenemos una buena amistad ahora y nos conocemos desde hace mucho tiempo, además... nos estaríamos ayudando mutuamente. Yo solo quiero poder llegar a casa y abrazar a mi hija- la abogada también comenzaba a ponerse terca.
Akira Myoui era un hombre brillante, Mina había heredado de él aquel asombroso cerebro, por lo que, conectar lo dicho por Mina y lo dicho por su esposa, lo llevo a experimentar una sensación desagradable en el interior, dedujo de quien se trataba.
-No puede ser... esto debe ser una broma- el hombre dijo mientras acariciaba sus cienes.
-No papá, no es ninguna broma. Han pasado largos años y ambas maduramos lo suficiente- Mina se defendía.
Tzuyu no estaba entendiendo absolutamente nada, ni de quien hablaban y mucho menos el porque de repente sus abuelos parecieron disgustados. Estaba inquieta.
-Escucha Mina, no nos meteremos en tus asuntos, respetamos tu decisión, pero... ¿Realmente piensas dejar entrar en tu vida otra vez a Im Nayeon? ¿después de el daño que te hizo? - y la bomba fue soltada en ese instante, cortesía del señor Myoui.
-Im Nayeon...- susurró Tzuyu, recordando de inmediato la imagen de esa chica con dientes de conejo, la misma que estaba coqueteando a Mina el día en que todo se arruinó.
-¿Otra vez esa mujer?- Tzuyu preguntó de forma seria, logrando que los tres adultos guardaran silencio y la miraran. -Mina ¿Qué tienes con esa mujer eh? Acaso... ¿Me estas ocultando algo? -
Tzuyu no estaba dispuesta a aceptar a Nayeon, al menos no hasta que Mina fuera honesta con ella y le dijera porque de repente esa coreana estaba en boca de toda su familia de tan mala forma.
Y Mina, simplemente tenía un debate interno en el que debía decidir que decir y si aquello sería lo mejor.
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🐰🐧🐯
Buenas, espero estén bien y disfrutarán de este capítulo.
Hay un pequeño detalle por ahí algo peligroso, si son atentos, sabrán que sucedió aquí de forma tan poco perceptible pero que resultará muy peligroso 🤭 igual para el siguiente capítulo sabrán de qué hablo jaja
Lamento la demora, acabo de terminar mis dos semanas de parciales y cuando eso pasa no tengo vida xD
En fin, sin más que decir me despido.
Hay que prepararse para el comeback de formula of love porque se viene arte
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