Capítulo 15 "Suavidad en la oscuridad"
Para Nayeon aquella tarde de trabajo había sido tranquila, tuvo dos citas más en las cuales ambos jóvenes fueron sumamente tímidos y tranquilos. No representaron mayor problema para la coreana, quien estuvo gran parte del tiempo conversando con ellos con una normalidad pacífica. Incluso sintió algo de ternura cuando uno de ellos le preguntó, con un rostro claramente ruborizado, si podían caminar unos minutos de la mano, a lo cual ella accedió con sus debidas precauciones.
Cuando sus citas se terminaron, estaba segura que tan tranquilo día merecía ser premiado con una noche de películas y palomitas, mensajeando a Mina probablemente. Jamás se imagino la escena que encontraría al cruzar la esquina y llegar al frente del local JYPink, su lugar de trabajo.
Primero se preguntó si su cabeza estaba jugándole una broma, después quiso convencerse a sí misma de que estaba alucinando, pero no fue así, al dar un par de pasos más, todo fue aún más claro.
Su compañera y hasta cierto punto amiga, Pranpriya Manobal, estaba cerca de alguien muy especial para ella, no solo eso, se encontró con una escena que jamás imagino ver en la vida.
El como la chica tailandesa sin vergüenza alguna besaba a Mina frente al edificio y después e sonreía de una manera tan juguetona, en definitiva hizo que el enojo en su interior comenzara a fluir.
Celos, hace tanto que no los sentía realmente.
Pero no iba a actuar como una tonta, por supuesto que no, la gran Im Nayeon no podía mostrarle a nadie que estaba sumamente celosa de lo que acababa de presenciar, por lo que simplemente decidió caminar un poco más cerca y entrar como si no hubiera visto nada.
-Creí que besar a los clientes estaba contra las reglas, Lisa...- Y fallo en el intento de hacer como si nada le afectara.
Por que Nayeon estaba celosa.
Nayeon había fallado.
Nayeon es idiota.
Solo apreció la mirada cómplice de su compañera, mientras decía un - Lo es, pero no se lo dirás a Jinyoung ¿verdad, Nayeon? -
Quiso decir que no lo haría, por el contrario, solo miraba con intensidad a la mujer que se había atrevido a besar los labios de Mina, SU Mina. Pero la verdad era que no deseaba mirar a la japonesa a sus espaldas, porque definitivamente ocurrirían dos cosas que no deseaba que sucedieran.
Mina se daría cuenta de que estaba enojada y celosa, por lo que seguramente la mandaría al diablo antes de irse de JYPink. O dos, Mina, completamente sorprendida por su repentina presencia, le preguntaría que hace en ese lugar.
Ante el silencio de Lisa y Mina, Nayeon impulsivamente se giró para ver a la japonesa, ambas cruzaron miradas, la mayor trato de permanecer en serenidad y tranquilidad, pero la expresión aun sorprendida de Mina le indicó que había fallado miserablemente y finalmente, los labios de Mina se movieron sentenciándola a una incómoda conversación que no deseaba tener, porque no estaba lista.
-Nayeon... tu ¿trabajas aquí? ¿Eres una dama de compañía? – y justo como pensó, la pregunta apareció.
Nuevamente el silencio las rodeo por un par de segundos, antes de que la japonesa se animara nuevamente a romper con el silencio.
-¿Nayeon? ¿No piensas decir nada? - preguntó de vuelta Mina, notando como la coreana realmente, tras esa mirada y expresión sería, estaba sumamente incómoda, perdida en sus pensamientos.
-Lo siento, será mejor de que vuelvas a casa- fue lo primero que salió de los labios de Nayeon, esto mientras se decidía a darle la espalda a Mina y entrar en aquel local en el que, para su penosa situación, trabajaba. Ya hablaría con Lisa sobre lo ocurrido, pues si algo tenía bien seguro en ese momento, era que no permitiría que alguien más apareciera a apañar a Mina.
-Nayeon... entiendo que no quieras decir algo al respecto, pero, al menos, por favor... no te vayas así- la menor ponía una voz un tanto suplicante. Justo la debilidad de la coreana.
Entonces, esa pequeña debilidad la obligó a voltear, dándole la cara una vez más a Mina; esas cejas fruncidas en signo de preocupación, el ligero puchero en sus labios y sobre todo, esos brillantes ojos suplicantes. -¡Diablos!- maldijo mentalmente al ver tan adorable expresión.
-Escucha Mina, podemos hablar si tanto lo deseas, solo dame un momento. Debo firmar mi pase de salida- informaba, tratando de dedicarle una sonrisa a la japonesa, pero en su lugar, Mina solo pudo observar una mueca incómoda. -¿Puedes esperarme aquí mientras salgo?-
Mina simplemente asintió, y se quedó de pie justo donde estaba, mirando como Nayeon entraba al local de nombre JYPink.
Pasó un tiempo que Mina pudo definir como una eternidad, ansiosa a la espera de la coreana en el lugar. Pensando en que decir, en qué hacer al respecto. Finalmente, cuando sus pensamientos consumieron el tiempo a su alrededor, por fin vio a Nayeon salir de aquel local, usando ropa mucho menos coqueta y más cómoda a su parecer.
Ambas se miraron por un par de segundos, antes de que alguna dijera algo.
-V-vamos a mi auto, te llevaré a tu casa. Mientras me gustaría que pudiéramos hablar un poco- aclaraba Mina, a lo que Nayeon rápidamente negó.
-Minaya, es de mala educación llegar a un lugar sin ser invitado- Nayeon trataba de sonar sutil, buscando por todos los medios que la japonesa no fuera a ese lugar. Sin embargo, solo pudo ver a la japonesa suspirar con cansancio.
-¿Me estás diciendo que no puedo ir a tu casa porque no me has invitado? Pero tú si puedes llegar a mi oficina como si nada, irrumpir en mi casa inesperadamente cada que quieres ¿Eso es lo que quieres decir? - preguntó Mina con algo de molestia en su voz, acorralando a Nayeon tan rápido como los nervios aumentaron en la coreana.
-Touche~ siempre tan inteligente y activa, esa es la Mina que conozco- respondía apenada, en un último intento de desviar la atención de la japonesa, cosa que claramente no funcionó en absoluto, a cambio, Mina la miró mientras levantaba una ceja, en signo de inconformidad.
-Nayeon, Decidimos volver a ser amigas... te he dejado entrar desde el primer momento, dejándote conocer mi trabajo, a mi familia, mi mejor amiga, incluso mi hogar... ¿Te parece justo que yo ni siquiera sepa dónde vives? ¿Por qué tienes miedo de mí? - la voz de Mina dejo clara la incertidumbre que la inundaba.
Y la culpa la azotó inmediatamente. Era verdad, si bien al principio Mina se negó a tenerla presente, en cuanto Mina le dio entrada nuevamente a su vida, fue tan genuina y sincera, abriéndose a ella una vez más. La Mina que conoció volvía para recibirla con los brazos abiertos, entonces ¿Por qué ella no daba lo mismo? Claro, Nayeon se avergonzaba de lo había logrado en la vida... nada.
La japonesa pudo notar como Nayeon se movía ligeramente inquieta en su lugar, siempre lo hacía cuando estaba metida en un dilema. Lo imaginó, Nayeon no quería abrirse... no la obligaría en absoluto, por lo que Mina soltó un suspiro más y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse.
-Si, tengo miedo...- Por fin Nayeon dijo algo, logrando que Mina se detuviera. -tengo miedo porque me siento tan pequeña a tu lado. Lograste tanto mientras yo sigo siendo una persona común que sobrevive. Me avergüenzo de lo que hago, de dónde vivo... de quién soy...- Las palabras de Nayeon eran dolorosas para Mina, pues en ellas sentía la propia angustia de la coreana.
La preocupación y vergüenza en el rostro de Nayeon conmovió a Mina a tal punto que simplemente se aproximo hasta ella, tomando las manos de Nayeon entre las suyas y haciendo que la castaña volviera a verla de frente.
-Tonta, no me importa nada de eso. Te admiro por lo mucho que has luchado, tu perseverancia es increíble Yeonnie... Por favor, cree en lo que estoy diciéndote. Eres fuerte y brillante, porque a pesar de todo, siempre tienes energía que contagiar, pero sobre todo... esa dulce sonrisa que envuelve en calidez a cualquiera que la mire- Mina dejaba que un poco del contenido de su corazón se vaciara en esas palabras, logrando que Nayeon se ruborizara un poco.
A pesar del miedo, la castaña supo entonces que podía confiar en Mina, después de todo, era la persona que amaba.
-No puedo creer que me doblegues así, tonto pingüino- Nayeon cubría el área de sus ojos con una de sus manos mientras soltaba una sonrisa más agradable. Finalmente suspiró y continuo. -Bien, te llevaré. Solo quiero que sepas que no es un lugar bonito- por fin, la mayor accedía y esa pequeña acción hizo sentir sumamente feliz a Mina.
-Después de usted, señorita Im- con tono juguetón, Mina guiaba a Nayeon hasta su auto. Una vez que quito los seguros, permitió la entrada a la coreana y ambas subieron al auto negro. Justo como Nayeon pensó, ese lugar estaba impregnado con el olor de Mina, se sentía tan cálida y acogida.
La japonesa condujo por las calles, siendo guiada por Nayeon, quien aún un poco insegura le indicaba por donde debía ir. Todo parecía marchar bien, no fue hasta que Mina notó los alrededores, cada vez más decadente, algunas personas miraban incluso curiosas el auto de la japonesa, al menos eso quiso pensar Mina cuando un grupo de adolescentes miraban fijamente su auto.
-Allí, justo en ese edificio. Entra por el estacionamiento- indicó la coreana señalando con su dedo donde debía entrar Mina.
No se esperó que el estacionamiento fuera de esa forma, pocos autos en la parte trasera del edificio. A decir verdad, a Mina le pareció algo poco seguro, pero no soltaría ni un solo comentario, ya que no quería incomodar a Nayeon, por lo que simplemente, cuando ambas bajaron, se aseguro de bloquear respectivamente las puertas.
-¿Tiene alarma?- Preguntó a la japonesa quien simplemente asintió. -Excelente- Mina sintió un ligero escalofrío, eso ultimo parecía un suspiro de alivio de la mayor. Estaba algo preocupada por su auto.
Mina siguió silenciosamente a Nayeon por la entrada del edificio, seguido de eso, subieron un par de escaleras, en al menos dos ocasiones, la japonesa pensó que habían terminado de subir escaleras, pero no fue así, había más y más de ellas. Finalmente llegaron a un pasillo donde Nayeon continúo caminando, indicando que aquel era su piso y finalmente, se pararon ante una puerta con el numero 46, ese era el departamento de Nayeon.
Mina esperó paciente a que la coreana introdujera las llaves y abriera la puerta, apreciando primeramente un sitio totalmente oscuro. La mayor se quitó los zapatos y seguida de ella Mina lo hizo, posteriormente, la castaña le ofreció un par de pantuflas para que pudiera ingresar por fin.
Estaba Nerviosa, era la primera persona, después de Jeongyeon, que entraba a su departamento. Claro los amantes ocasionales que tuvo no contaban en absoluto, ya que ver su hogar era el menor de los intereses aquellas ocasiones. Dando un gran bocado de aire, se armó de valor y por fin encendió las luces.
Mina se sintió un poco sorprendida de lo pequeño que estaba el lugar, sin embargo, fuera del pequeño espacio, no le parecía nada de lo cual avergonzarse, un sitio con lo necesario y con una que otra prenda de ropa en uno de los sillones, sillas y en una ventana. Lucía como la habitación de Nayeon en su época de estudiantes, por lo cual se sintió acogida y sobre todo, el dulce perfume a vainilla de la coreana mezclado con la madera de algunos muebles hacía aun mejor la sensación para la japonesa quien instintivamente sonrió.
-Adelante, ponte cómoda- Nayeon un poco más segura, al ver la expresión tranquila de Mina, la invitó a pasar, siguiéndola con la mirada hasta notar a Mina tomar asiento en su sillón. -¿Te gustaría beber algo de café? No es tu lujoso Kopi luwak pero, tengo leche para acompañarlo... ¿Aun te gusta ponerle leche?- preguntó la mayor.
-Por supuesto que si, gracias- fue la recatada respuesta de Mina.
No estaba mal, realmente se sentía cómoda en el lugar, sobre todo por el abundante aroma de Nayeon en el, podía ver alguna que otra foto en una de las paredes, hasta que sus ojos se toparon con una en especial, eran ellas y Jeongyeon en la graduación de las dos mayores... justo al lado había una más, donde estaban Nayeon y Jeongyeon en la graduación de la más alta, esto junto a un titulo profesional que Jeong sostenía con completo orgullo.
Se quedó pensando un breve momento en la coreana alta, la vio aquella vez en que descubrió el engaño de Chaeyoung, y la chica le había dicho que no tenía nada que ver con Nayeon, pero ahora que veía aquella foto, notó que realmente ambas aún se frecuentaban.
-¿Jeongyeon viene seguido por aquí?- dejó salir repentinamente, logrando que Nayeon se tensara ante la mención de la otra coreana, no estaba segura del porque Mina dedujo eso con tanta certeza. Mina entonces dirigió su vista hacia la mayor y le dedico una sonrisa tranquilizadora. -Tranquila, no planeo discutir con ella o algo por el estilo, sé que es tu mejor amiga y... a decir verdad, me gustaría disculparme con ella por todo lo sucedido...-
Nayeon se sintió sorprendida por lo que Mina acababa de decir, ¿realmente estaba diciendo que quería disculparse? La sorpresa de esa tarde fue demasiada. Por supuesto, por dentro se encontraba sumamente feliz, por fin después de ocho largos años, Jeongyeon también tendría paz al respecto.
- ¿Re-realmente quieres hablar con ella? - preguntó aun incrédula desde la pequeña cocina, mirando a Mina, quien simplemente bajo la mirada mientras aun sonreía.
-Claro que si, Nayeon. He sido muy injusta con ella... solo trataba de ayudarte y yo... Ah~ nada resulto bien. Miro las fotos en tu muro y me siento agradecida con ella, por jamás haberte abandonado- comentaba la japonesa.
-Si, nunca me abandonó...- comentaba con una sonrisa melancólica mientras tomaba las dos tazas de café y las llevaba hasta donde Mina estaba, entregándole una y ella conservando la otra. Tomó asiento justo al lado de la japonesa. – Aun recuerdo lo molesta que estaba cuando le dije que dejaría la universidad...-
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-¡Nayeon, no puedes rendirte así de fácil!- la rubia estaba incrédula ante lo que su mejor amiga le había dicho, pero por la mirada entristecida de la mayor, supo que hablaba sumamente en serio.
-No puedo seguir pagando la carrera Jeong, tengo que buscar como subsistir y lamentablemente la colegiatura me aniquila- respondía Nayeon al desesperado intento de su amiga por convencerla de no abandonar la universidad. -Me despidieron de la fábrica...-
-Pero... ¿Por qué? -
-El gerente dijo que necesita gente con un título, llegaron nuevos empleados y todos ellos tenían título... yo no tengo eso- aclaraba evitando un breve momento la mirada de su mejor amiga.
-Espera... ¿estas segura que solo por eso te despidió? - Jeongyeon no se creía del todo el relato de Nayeon, ella jamás desviaba la mirada a menos que estuviera nerviosa o mintiendo... -Dime la verdad o vamos a demandar a ese maldito por abuso de poder-
Nayeon ante lo ultimo que dijo Jeongyeon supo que tenía que decir la verdad, por lo que solo suspiro derrotada y finalmente hablo.
-Bien, no fue por eso... el idiota dijo que iba a darme un ascenso, pero... ya sabes, él quería algo de mi a cambio...- dijo apenada e irritada, Jeongyeon entendió de inmediato a que se refería Nayeon, por lo que el enojo aumento.
-Maldito bastardo... el no te hizo nada indebido ¿verdad? - trataba de asegurarse.
-No, me echó porque lo pateé en la entrepierna... así que me quedé sin empleo- terminó por decir.
-Puedes demandarlo por acoso sexual, no puede quedarse esto así- la más alta estaba sumamente molesta, no podía creer que le hayan hecho aquello a su mejor amiga.
-Jeongyeon, ni si quiera tengo dinero para pagar la siguiente colegiatura, mucho menos para sostener una demanda. Escucha, solo, por favor abrázame... no vine a buscar soluciones porque simplemente para alguien como yo, no las hay, solo busco consuelo en la última persona que me queda, así que... por favor, solo cállate y abrázame-
Jeongyeon entonces pudo ver mejor la expresión en el rostro de Nayeon, tristeza, desesperanza e incertidumbre... Nayeon realmente no sabía que le esperaba. Así que finalmente, Jeongyeon envolvió en sus brazos a Nayeon y acarició su espalda en un intento de reconfortarla.
-Todo estará bien, Nay... todo estará bien-
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-Unos días después insistió en que sus padres podían ayudarme, pero no quise ser más una carga para ellos, así que solo pude estudiar 3 años y medio de mi carrera, al final lo deje atrás y vague por las calles de Seúl, buscando algo en lo que pudiera trabajar, pero fue muy duro, querían personas con experiencia o con títulos... no fue hasta que encontré un folleto en la calle, era el folleto de JYPink- comenzaba a hablar Nayeon, recordando con cariño el como Jeongyeon siempre estuvo para apoyarla.
-Entonces, decidiste entrar ahí ¿Qué te llevó a hacerlo? - preguntó Mina, prestando total atención.
-No lo sé, quizá fue el destino...- comentaba, mirando fijamente su reflejo en la taza de café entre sus manos. -Cuando lo hice, fui recibida por Jinyoung Park, el pensó que yo buscaba servicio, pero simplemente le dije que lo que necesitaba era empleo, rogué por que me permitiera trabajar, incluso haciendo limpieza. Pero el vio atractivo en mi y me ofreció hacer la prueba trabajando como dama de compañía. Fue algo incomodo al principio, pero la paga era mucho mejor que la que me ofrecía haciendo limpieza- soltando un suspiro, Nayeon daba un sorbo a su café. -No es lo mejor, pero no me quejo, este trabajo me permitió subsistir hasta ahora. Con el sueldo puedo pagar este lugar y mantener una alimentación que no me obligue a ir a un hospital- aclaraba la mayor, dando por finalizada la historia.
Mina no podía creer a que grado había afectado el hecho de ser homosexual a la castaña, perdió todo, y ella era la causa...
No, Mina no había provocado aquello, ni siquiera culpaba a Seungkwan, quien pasó esas fotos a los padres de Nayeon. Los verdaderos culpables eran la soberbia, el orgullo y la ignorancia...
¿Qué tan duro podía ser un padre tradicional con un hijo? Ella misma era madre y nunca en la vida se atrevería tratar de esa forma a Tzuyu...
Tzuyu...
Y repentinamente, una idea sumamente descabellada, a su parecer, le llegó a la cabeza. ¿Deseaba ayudar a Nayeon? Tenía algo en mente.
-Oye, y si de casualidad tu tuvieras una oportunidad de dejar ese lugar por un empleo mejor pagado... ¿realmente lo dejarías? - preguntó Mina algo tímida al respecto, la mayor pareció confundida.
-Bueno, por supuesto que lo haría, ser dama de compañía tiene riesgos desagradables, tu misma ya fuiste testigo de uno de ellos- comentaba la coreana. -¿Tienes algo en mente, cierto?- aseguro, esa expresión traviesa y tímida en mina, la conocía muy bien.
-Si, algo así... veras, Chaeyoung y yo nos repartíamos todo en casa; deberes, limpieza, cocinar, las compras y sobre todo nuestro tiempo con Tzuyu. Debido al trabajo de Chaeyoung, ella era quien más tiempo podía quedarse en casa a cuidar de ella, pero ahora que no está, me he visto en la necesidad de dejar más tiempo del que me gustaría a Tzuyu con mis padres- Comenzaba a hablar Mina. Nayeon podía intuir que era lo que Mina diría y para ser franca, sintió incluso que había palidecido.
-E-espera... ¿Cu-cuál es tu punto? - Nayeon preguntó después de tragar pesado.
-Pues... Me gustaría tener a mi hija en casa más tiempo, justo como antes, y tu necesitas un empleo donde te paguen lo que mereces, así que pensaba en que quizá puedas ser algo así como la niñera de Tzuyu- y Mina soltó la bomba.
Sus manos comenzaron a sudar, su espalda, incluso su trasero. La pequeña Tzuyu, esa hermosa niña, la misma que descubrió el "engaño" de Chaeyoung, la misma que vertió picante en su postre, la misma que la pateó y amenazó con que debía tener cuidado con Mina... Esa Tzuyu.
No quería hacerlo, no porque le desagradara la puberta, tampoco porque se sintiera incapaz, sino porque temía a su propia integridad. Tzuyu la odiaba y lo tenía muy claro.
Pero, por otro lado, esta podía ser una oportunidad de acercarse a la pequeña de 12 años, pues debía tener en claro que, si quería tener a Mina, debía tener a Tzuyu también, ganarse y sanar un corazón más, uno que dolía por la decepción de una persona a la que la taiwanesa amaba y admiraba.
Sería duro, pero Mina lo valía. Para Nayeon, Mina valía hasta su último aliento.
-Dios, tu hija me odia... ¿realmente crees que sea buena idea meterme en la misma casa con ella?- preguntaba Nayeon, tanteando el terreno, buscando si la japonesa realmente hablaba en serio.
-Vamos, se que no has visto lo mejor de ella. Realmente es una niña muy dulce- comenzaba a elogiar a su propia hija, porque claro, para Mina, Tzuyu era su más grande orgullo. -Hagamos un trato, prueba a ver que tal funcionan ustedes dos, si todo marcha bien, quédate, pero si en determinado momento decides renunciar, lo aceptare sin objeción- Mina con una gran sonrisa, estiraba su mano hacia Nayeon, en busca de que la coreana aceptara y cerrara el trato.
Nayeon no estaba segura de si aquello sería buena idea, sin embargo, le prometió a Chaeyoung hacer su mejor esfuerzo por cumplir su último deseo, y pensando en ella misma, este era un paso más para recuperar su felicidad.
Finalmente, Nayeon elevó su mano y dio un apretón de manos a la japonesa.
-Trato hecho- dijo con decisión y dedicándole una sonrisa a la pelinegra.
-Muy bien señorita Im, tiene el honor de trabajar en la residencia Myoui en cuanto haya dado las gracias en JYpink- Mina contestaba juguetonamente.
Ambas adultas comenzaron a reir juntas, disfrutando de la armonía que las rodeaba en ese momento, finalmente, Mina observo el pequeño reloj de manecillas en la pared de Nayeon, sin si quiera percatarse ya habían trascurrido dos horas en el departamento de la mayor.
-¡Dios es tan tarde! Creo que será mejor que me vaya a casa, tengo algunos papeles que ordenar para el trabajo- Mina se levantaba repentinamente del pequeño sofá y comenzaba a caminar a la salida del departamento.
-Claro, te acompañaré abajo- Nayeon la siguió de inmediato.
Ambas chicas recorrieron de vuelta las escaleras, esto mientras conversaban sobre banalidades de su día. Cuando salieron a la oscuridad de la noche, Mina llegó hasta el estacionamiento y se encontró con algo que sin duda alguna hizo sobresaltar a las dos.
-Pero... ¿¡Donde están mis llantas!?- Mina se alteró al ver que en dos espacios donde debían ir las llantas de su auto, no había más que ladrillos. Alguien había desvalijado dos de sus llantas.
Nayeon se sintió avergonzada y molesta, esta era la principal razón por la que no quería traer a Mina a su departamento.
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El ruidoso sonido de una grúa inundaba el silencioso estacionamiento de aquel edificio, esta pertenecía al seguro de Mina y arrastraba el auto de la japonesa fuera del lugar, esto para llevarlo a evaluar y que la aseguradora pagara los daños pertinentes, Nayeon agradecía al conductor, mientras Mina estaba evidentemente molesta recargada en uno de los muros del estacionamiento.
Nayeon se giró hacia Mina y le dedico una apenada sonrisa.
-Lamento mucho que desvalijaran tu auto... debí pedirle al portero que cuidara mejor el estacionamiento- se disculpaba la castaña.
-No es tu culpa Nayeon, debí activar la alarma...- La japonesa sobaba su cien con cierta irritación. -Llamaré un taxi para poder volver a casa, mañana visitare la aseguradora- la menor sacaba su teléfono celular y buscaba en el algún numero para llamar un taxi.
-Espera, se que tu estadía no ha sido la mejor, pero... ya que Tzuyu no esta en tu casa, me preguntaba si quizá, no se... te gustaría pasar la noche aquí, conmigo-
Mina no esperó aquella propuesta y miro sorprendida a la castaña, todo para encontrar unos entusiasmados ojos de cachorro por parte de la coreana...
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-¡¡¡Señora Myoui!!! ¡Por favor! Prometo que dormiremos temprano, levantaré a Mina a tiempo para ir a la escuela, por favor, por favor, por favor- el recuerdo de Nayeon rogando de tan infantil manera a su madre, fue lo primero que vino a su mente.
Esa expresión de cachorro... no había cambiado en nada.
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Mina sonrió ante aquella mirada y suspiro derrotada.
-Bien, supongo que no estamos tan mayores para una pijamada- y tras esas palabras, Nayeon sonrió de una forma aún más brillante.
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Al parecer, Nayeon se había tomado muy en serio la palabra pijama, pues en ese preciso momento, se aseguró de sacar el bote de helado que estaba en su refrigerador y poner un paquete de palomitas en el microondas para posteriormente llevarlos a su pequeña habitación, donde Mina se había cambiado con la ropa que le presto, unos cómodos pantalones cortos y una camisa blanca que era al menos 3 tallas más grande de lo que le quedaba a Mina.
-Esta es mi dulce e inocente Mina, aunque en traje te ves fabulosa también- comentaba de forma coqueta la mayor, haciendo reír a la japonesa.
-Y esta es la entrometida y provocadora Nayeon que yo conozco, dime ¿el helado es una disculpa por mi auto desvalijado en tu estacionamiento? - contraatacaba la pelinegra, Nayeon solo doro los ojos.
-Si, olvidaba que la Mina que recuerdo es una contestona también-
Ambas se sentaron sobre la cama de la coreana, compartiendo bocadillos e historias sobre su pasado, sobre su ahora, mucho la una de la otra, como cuando tenían 13 y 15 años. Era una sensación sumamente cálida y reconfortante para ambas.
-¿De verdad Jihyo se atrevió a eso?- Nayeon reía sin parar por la anécdota de Mina.
-¡Si! Le dije que dejara de enviar flores a su ex, pero simplemente no paró- Mina comentaba mientras tomaba un bocado más de helado. -La verdad sus notas eran muy graciosas y creativas, mi favorita fue la de los lirios naranjas, decía "Los lirios naranjas representan la pasión. Solo quiero que sepas que te odio con una pasión ardiente" Si hubieras visto la cara del chico, dios fue épica- Mina soltaba una risa más en conjunto con Nayeon y finalmente un bostezo escapo de sus labios, estaba agotada.
-Aw creí que me seguirías más el ritmo, estas haciéndote vieja Myoui- Nayeon se burlaba a lo que Mina simplemente le dio un empujón amistoso.
-¿Te atreves a hablar de edades conmigo?- contesto mientras se estiraba con pereza.
-¿Te parece bien si te quedas aquí? Yo dormiré en el sofá- Nayeon decía aquello mientras se ponía de pie y recogía las sobras de lo que habían comido.
-Vamos, no soy tan grande, ambas cabemos en tu cama- Mina decía sin prestar atención absoluta al rostro ligeramente ruborizado de la coreana.
-¿De verdad estas bien con eso?- pregunto algo inquieta.
-Nayeon, dormíamos juntas desde que tengo 13, ¿Cuál es el problema? Te prometo que no hablare en japones mientras duermo, ya se que te asustas- bromeaba una vez más la pelinegra.
-B-bien... entonces ordenaré esto y nos acomodamos ¿vale?-
No tardó mucho, básicamente, Nayeon voto todo a la cocina si siquiera prestar atención. Se había puesto casi eufórica por lo que estaba por suceder, después de tantos años, podría volver a dormir junto a Mina. Cuando volvió a la habitación, Mina ya estaba acomodada en un lado de la cama, mirando el peluche que estaba sobre la almohada.
-Es el señor Nadong, me sorprende que aún lo conserves- decía Mina mientras examinaba al peluche. Ella se lo había obsequiado a Nayeon cuando se graduó.
-Si, es sumamente calientito y esponjoso- comentó la coreana mientras se paraba al lado del apagador. -¿Puedo apagar la luz?- preguntó a lo que Mina asintió.
Una vez estando la habitación a oscuras, Nayeon caminó cuidadosamente hasta llegar a la cama y con completa tranquilidad, se introdujo en las cobijas, sintiendo de inmediato el calor de Mina irradiar entre las sábanas. Poco a poco el aroma característico de la japonesa a frescas lavandas llenaba sus fosas nasales.
-¿No tienes otra almohada?- preguntó Mina al notar que Nayeon había acaparado toda la almohada de a cama individual que compartían.
-Puedes usar al señor Nadong, es más cómodo que mi almohada- dijo Nayeon mientras miraba el techo entre la oscuridad.
-No lo creo, conozco algo aún más cómodo que el señor Nadong...- las palabras de Mina llegaron hasta sus oídos seguidos del tenue movimiento de la japonesa entre las sábanas, después, lo siguiente que Nayeon supo, fue el sentir del cálido y suave peso de la cabeza de Mina recargándose contra su hombro, usándola como su almohada.
Su corazón comenzó a latir como loco. Por primera vez en la noche, noto como el aroma a lavanda y vainilla se habían mezclado en la habitación.
-Si, mucho mejor. Buenas noches, Nayeonnie- y con eso último, Mina se dispuso a dormir, compartiendo el cálido calor de Nayeon con el propio, siendo una calidez en extremo especial para ella.
-Buenas noches...- susurro de forma apenas audible, abrumada por la cercanía de Mina.
Tantos recuerdos llegaron a su cabeza, tantas sensaciones. Extrañaba a su amada Mina, lo hizo por tantos años que la situación actual le parecía tan irreal.
Sintió con todo su ser el deseo de envolver entre sus brazos el cuerpo ajeno, estrujarlo con todo el amor que había contenido durante tanto tiempo. Después pensó en que Mina era un poco más grande que ella, por lo que también desearía ser estrujada por la japonesa. Sentirse amaba una vez más por ella.
Entre todos esos pensamientos, pasaron los minutos, tiempo en el que Nayeon simplemente no pudo conciliar el sueño, por el contrario, simplemente acariciaba el cabello de Mina y la miraba dormir. Amaba ese rostro tan bello y pacífico, la constelación de Aries formada por sus lunares, sus suaves mejillas y sus labios rosados...
Sus ojos permanecieron ahí, apreciando los rosados labios de la japonesa. Con cuidado elevó una de sus manos, dándole una suave caricia a esa parte del rostro de Mina, sintiendo con sus dedos cuan suaves eran.
-Perdimos tanto tiempo Mina... perdí lo único valioso que me quedaba... pero ahora estás aquí, y me niego a dejarte ir otra vez... me niego a que beses otros labios...- pensaba mientras su mirada permanecía en la piel que sus dedos acariciaban.
Finalmente, con completo cuidado, acercó su rostro al de Mina, sintiendo su pacífico y cálido respirar cada vez más cerca, haciendo cosquillas en su piel. Retiró sus dedos de la suavidad de los labios de la japonesa, todo para remplazarlos por sus propios labios, depositando un ansioso toque, casi como un rose contra Mina, y tan pronto como sus labios se tocaron, Nayeon se separó un poco, susurrando con todo su corazón un:
-Te amo, Mina-
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🐰🐧🐯
Buen día, espero que este capítulo haya Sido de su agrado, yo me emocioné un poquito al escribirlo xD
Por cierto, hay dos pequeños guiños a otros dos Fics Minayeon, me gusta hacer guiños a otras historias 🤭
En fin no tengo mucho que decir, nos leemos la siguiente semana uwu
Steam The feels ✨
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