Capítulo 12 "Reinicio"
Hace mucho tiempo que no escuchaba a nadie pronunciar ese nombre en voz alta, ella misma lo había evitado durante años... pero que de repente llegara a sus oídos aquel nombre, y sobre todo de la voz de cierta castaña con flequillo... era algo que no le agradaba en absoluto.
Mina entonces, tras el silencio de la voz de Nayeon, simplemente cambió su expresión a una tenuemente irritada.
Nayeon había prometido no hablar nada del pasado, pero llegaba de la nada y le preguntaba sobre ese chico, del cual no sabía nada desde hace demasiados años.
Por su parte, Nayeon pudo notar como la expresión en el rostro de Mina le trasmitía fastidio ante esa simple pregunta. Lo sabía, sabía que la japonesa iba a molestarse por romper con el acuerdo al que habían llegado, pero no era algo que pudiera evitarse más tiempo. Si planeaba amar a Mina, tenían que romper esa brecha.
Incluso si su intensión fuera únicamente ser la amiga de la japonesa, debía aclararse ese mal entendido, ya habían sido suficientes años cargando con la desinformación y el dolor.
-Creí que habíamos acordado algo, Nayeon- Mina por fin soltaba algún sonido, dejando evidente en su voz que estaba sintiendo malestar por la pregunta de la mayor. -No puedes simplemente aparecer en mi casa y tergiversar mis palabras para romper nuestro acuerdo- recalcó.
-Mina, yo sé... pero, esto ya no puede ser así. Nos debemos una explicación desde hace 8 años...- la castaña trataba de persuadir a Mina de alguna forma, pero la japonesa no parecía querer cooperar.
-Te dije que el pasado ya no me interesaba en absoluto ¿A qué quieres llegar trayéndolo de vuelta? - La pelinegra puso mala cara tras sus palabras, comenzaba a pensar mal de Nayeon. -¿Crees que porque mi matrimonio se fue al diablo puedes intentar persuadirme?- la japonesa echó en cara aquello, un golpe duro para Nayeon.
Mina había dicho algo hiriente, pues estaba insinuando que Nayeon estaba siendo oportunista o tenía alguna especie de intenciones dobles. Quizá era verdad aquello, pero que Mina lo pensara de la peor forma le dolió y a su vez la hizo comenzar a irritarse, igual que la pelinegra.
-No puedo creer que hayas dicho eso...- la castaña apretó los puños, tratando de contener la ira, cosa que no le fue del todo efectiva, pues finalmente soltó su inquietud de la peor forma posible también. - ¿Eso me gano por querer enmendar las cosas? ¿Qué dudes de mis intensiones? - sus palabras parecían sonar más fuertes cada vez. - ¿Seungkwan es parte de nuestro pasado? ¿Así lo ves tu? Dime entonces Mina ¿Por qué evitar hablar de él? ¿él te alejó de mí, ¿verdad? Con esa actitud tan a la defensiva solo me haces pensar que todos esos malditos rumores que rondaban por ahí eran verdad... correspondías mientras ambos me veían la cara de idiota...- Su frustración mezclada a su brutal honestidad hablaron por ella, logrando que la mirada de Mina fuera aun más severa. Había sido indignante para la japonesa la insinuación que Nayeon acababa de hacer.
-¿Tú vienes a hablarme de engaños y traiciones a mí? ¡Tu, la que estaba besándose con su supuesta mejor amiga el día de mí graduación! - la japonesa dio dos pasos al frente, acercándose de forma amenazadora a la castaña. - ¡Tú, la que no tuvo nunca problemas en que todos los demás pensaran que salías con Jeongyeon, pero a mí me ocultaras como si fuera la mayor puta vergüenza de tu vida! –
Aquello último hizo eco en la mente de Nayeon. Aquel suceso era parte de aquellos errores de los que más se arrepentía, ocultar su amor por Mina. En aquel entonces ella pensaba ¿Qué más daba que pensaran que ella y Jeongyeon tenían algo? Para ella era más que evidente que no era así. El hecho de que a Jeongyeon nunca le interesaron las mujeres fue uno de los factores que le dieron confianza, además, la chica era como su hermana. Pero con Mina era diferente, era real. Sentía que era su deber cuidar y proteger su relación. Pero resultó ser todo lo contrario.
La castaña abrió la boca, pero ninguna palabra salió de sus labios, estaba tratando de formular algo inteligente que decir, pero simplemente no lograba articular algo conveniente.
-N-no... no me avergonzaba de ti... nunca lo hice- comenzaba de forma vacilante.
-Entonces ¿Por qué fui la única en llorar todos los días? ¿Por qué tuve que sentir que te perdía cada día más? - La voz de Mina pareció quebrantarse por un instante. -¿Seungkwan? ¿Sabes que era lo que Seungkwan hacía conmigo? Me insistía en que yo no era para ti... y ¿sabes qué? Ese día de graduación, cuando vi a Jeongyeon besarte, supe que él tenía razón...- y finalmente, los ojos de Mina parecían humedecerse.
La ira, frustración y dolor comenzaron a mezclarse en el interior de Nayeon. Ese maldito ocasionó algo que simplemente desconocía. No podía imaginar que tanto pudo incentivar las palabras de los demás, palabras que se encargaron de destruir la confianza de Mina lentamente.
Sabía sus errores, los reconocía y llevaba 8 años arrepintiéndose de ellos, cada día, cada hora, a cada instante se arrepentía de haber perdido a Mina.
Pero era su oportunidad, Mina estaba hablando del pasado entre la presión de su frustración. Por lo que, tragando el nudo en su garganta y relajando poco a poco su postura y expresión, se acercó a Mina, alcanzando sus manos y logrando sujetarlas entre las suyas. La japonesa no pareció rechazar el contacto.
-He pasado 8 años de mi vida arrepintiéndome de mis errores... mucho tiempo cargando con las consecuencias. Por favor... por lo que más quieras, habla Mina. Dime esa versión que nunca pude comprender o siquiera saber...- Nayeon hablaba con voz suave, sintiendo como esta temblaba por momentos en consecuencia de intentar retener sus lágrimas. – A cambio, sabrás la versión que tu no conoces, una versión que arrasó con mi felicidad hasta ahora, por favor, es todo lo que te pido- rogaba a la japonesa, sintiendo como sus ojos se humedecían y amenazaban con soltar su llanto.
Le dolía su pecho ver a Nayeon así, tan vulnerable, rogando por perdón y por un esclarecimiento. La japonesa entonces entendió algo, jamás podría retomar su amistad con Nayeon, no si ambas arrastraban ese pasado doloroso. Por lo que simplemente suspiró y finalmente dijo:
-Bien, Nayeon. Te diré lo que sucedió...-
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Aquel almuerzo había sido sumamente extraño para ella, Nayeon simplemente no había aparecido. En su lugar, Seungkwan se había sentado en su mesa. Jamás le pidió que se marchara, después de todo, cualquiera desearía que alguien como el estuviera sentado a su mesa. Pero ella no era cualquiera, por lo que se limitó a escuchar al joven hablar y hablar hasta que la hora del almuerzo terminó.
-Fue agradable conversar contigo, Mina. Por alguna razón me siento en completa paz y tranquilidad si estas cerca. Gracias por ser tan buena escuchando- El dijo mientras le dedicaba una coqueta sonrisa a Mina.
-N-no es nada, fue un gusto conversar contigo...- la japonesa hablaba por mera cortesía, no es como si el chico le pareciera molesto o descortés, solo era demasiado tímida para poder desenvolverse.
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-Desde ese día, él se acercaba a conversar conmigo. Nada fuera de lo común. Al principio era una conversación como cualquiera que tienes con otra persona- Explicaba Mina, ella estaba sentada justo frente a Nayeon en la sala de aquella gran casa.
-¿Al principio?- Nayeon preguntó, a lo que Mina asintió para después continuar hablando.
-Así es, pero un día sin más, me percate que él hacía cosas algo... extrañas a decir verdad... quiero decir, eran extrañas para mi, porque nunca se me había acercado alguien así antes, a parte de ti...-
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Aquel día, durante la clase de gimnasia, Mina había terminado con un enérgico y satisfactorio juego de futbol con sus compañeras. Estaba dirigiéndose a las gradas en busca de un poco de agua y su toalla favorita para limpiar su sudor. Cuando llegó ahí, él estaba sentado justo al lado de su mochila, dedicándole una amble y encantadora sonrisa.
-Mina, no imagine que fueras tan buena con el futbol- Seungkwan halagaba a la japonesa, quien parecía confundida por su presencia.
-¿Qué haces aquí? Creí que Nayeon tenía clase de cálculo integral a esta hora- Mina expresaba su confusión ante la presencia del compañero de Nayeon.
-Así es, pero soy el mejor de la clase, puedo darme el lujo de saltarme una hora de vez en cuando- El argumentaba mientras volvía a sonreír a la pelinegra, quien simplemente asintió y se dirigió a su bolso, sacando una botella de agua y posteriormente, buscando entre sus cosas aquella toalla, pero no estaba ahí.
-Demonios...- maldijo soltando con frustración aquella mochila.
-¿Sucede algo?- preguntó el con curiosidad.
-Parece que olvide mi toalla en casa...-
-Puedes usar las duchas si quieres retirar el sudor-
-Odio la idea de que mis compañeras me vean desnuda...-
El simplemente soltó un suspiro y acto seguido, del bolsillo de su uniforme, sacó un pañuelo color rojo con negro y se lo ofreció a la japonesa.
-Toma, puedes usar mi pañuelo. No es mucho, pero estoy seguro que te limpiará- agregaba el aun con aquella coqueta sonrisa.
Mina se sintió sumamente avergonzada con aquella acción, y que sus compañeras comenzaran a murmurar entre ellas al verla con Seungkwan solo empeoraba su sentir.
Desde ese día los detalles por parte del joven se hacían más y más constantes. Un día dejó una rosa en su escritorio con una nota simple, dejaba pequeños bocadillos al azar para la japonesa. Cada cosa hacía más y más sospechoso el comportamiento del chico y que los rumores comenzaran a circular entre los estudiantes.
Para Mina era frustrante, ella no sentía nada por el chico, porque ya amaba a alguien. Y hablando de ese alguien, se sentía sumamente preocupada pues, los rumores seguro llegarían hasta Nayeon, lo cual no traería nada bueno...
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-¿Recuerdas lo que sucedió ese día? ¿Cuándo te conté sobre los rumores entre Seungkwan y yo?- Mina pregunto a la mujer frente a ella. Pudo notar como Nayeon pensaba detenidamente y posteriormente negaba con la cabeza.
-No del todo... recuerdo que parecías preocupada, pero te dije que todo estaba bien...- respondía la coreana.
Mina bajo con algo de tristeza la mirada y asintió – Si, algo así dijiste... y me lastimó mucho...-
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Ambas se encontraban cerca de los almacenes de la escuela, estaban ocultas tras ellos, teniendo un contacto bastante cercano. Durante el almuerzo, después de encontrarse con Nayeon, ella simplemente la arrastró hacia aquel lugar y reclamo sus labios sin parar. Cuando por fin se separaron, se observaron fijamente, Mina parecía nerviosa.
-¿Qué sucede? Te juro que cepille mis dientes esta mañana...- Nayeon bromeaba, a lo que Mina simplemente asintió.
-No es eso... realmente yo... qui-quiero saber que piensas sobre los rumores que están circulando por ahí- Pregunto algo insegura, notando como Nayeon parecía confundida. -Si... Esos rumores que involucran a Seungkwan... y a mi- aclaraba.
Mina pudo notar como Nayeon fruncía el ceño un breve momento ante la mención del joven, sin embargo, ella simplemente se encogió de hombros de forma despreocupada.
-Yo confío en ti Mina, sé que me amas y que soy la única para ti- Contestó con total seguridad. – Además, podría ser una buena forma de distraer al resto... ya sabes... que no sospechen de lo nuestro...-
El corazón de Mina sintió una nueva punzada... Nayeon estaba tranquila con aquello porque eso significaba que la "heterosexualidad" de la castaña estaba protegida. Pero... ¿Y los sentimientos de la japonesa?
-Si... tienes razón...- dijo apenas audiblemente, ocultando su visión en un abrazo a la mayor, esto con el fin de que Nayeon no pudiera ver sus ojos humedecidos por las ganas que tenía de llorar en ese momento.
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Nayeon estaba sumamente sorprendida... nunca imagino que aquello había herido a Mina, se sintió sumamente estúpida por lo que dijo. Entendía lo cobarde que había sido en ese momento. Que Mina estuviera contándole aquello de frente, simplemente la hizo sentirse avergonzada con la japonesa.
-A partir de ese día, permití todos los obsequios de Seungkwan... permití todas esas palabras en las que nos involucraban a el y a mí. Jamás pude decir lo contrario porque ¿Cómo podría romper mi promesa de guardar en secreto nuestra relación?
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-Jeongyeon Unnie es increíblemente rápida. Terminó el recorrido una vuelta antes que las demás- una compañera de Mina halagaba a la mencionada. La japonesa miraba junto con su grupo a los de tercer año hacer ejercicio.
-Me tiene loca ¿Crees que podría enviarle una carta anónima confesando mis sentimientos?- otra chica más pregunto esta vez a Mina, ya que sabían lo bien que ella se llevaba con Jeongyeon.
-No soy tu correo personal. Déjala en su casillero si quieres que sea anónima- Respondía Mina mientras soltaba un desganado suspiro.
-Ni te molestes, conozco a otra chica de segundo año que le dijo a Jeongyeon unnie de frente que le gustaba ¿sabes que respondió ella?-
-¿Qué?-
-Ella sonrió amablemente y le dijo "gracias" después se dio la vuelta y se fue...-
-Ah~ que desafortunado...- La chica suspiró derrotada.
-Jeongyeon no va a corresponderles, chicas- aquella voz a sus espaldas, Mina la reconoció de inmediato. Ahí estaba el de nuevo, con su uniforme deportivo y con un poco de sudor escurriendo por su frente.
-Seungkwan oppa... que malo eres- refunfuñó una de ellas.
-Lo siento. Jeongyeon ya tiene sus ojos en alguien, es una chica afortunada que siempre está con ella- El chico decía aquello mientras sonreía a las menores.
-Pero, quien siempre está cerca de Jeongyeon Unnie es Nayeon Unnie y Mina- aclaraba una de ellas a lo que el asintió.
-Exactamente. Nayeon es la afortunada, quiero decir, no hay día que no las vea tan cercanas e intimas durante los pequeños recesos de las clases – comenzaba a decir el joven, Mina prestaba atención, aunque escuchar más de eso siempre la hiciera sentir mal. – Todos en el grupo sabemos que ellas dos tienen algo. Justo antes de salir a correr, ambas salieron tomadas de la mano hacia los vestidores. Son un encanto- finalizaba el con esa amable sonrisa que le caracterizaba.
-¿Así que es así?-
-A decir verdad... creo que ambas se ven realmente tiernas juntas. Ya sabes, como una pareja casada, jugueteando de forma pesada, pero al final del día, siempre sonriéndose con amor... también las he visto-
Ahí estaban otra vez esos comentarios. Mina los odiaba, aunque los escuchaba tanto que aprendió a vivir ocultando que le molestaban y la herían. Simplemente se puso de pie y se dispuso a marcharse, sin embargo, Seungkwan llegó hasta ella y sujeto delicadamente su mano.
-Espera Mina... ¿te vas? Aún no corre Nayeon- Él dijo mientras la miraba con curiosidad. -Oh será que... ¿Viniste a verme a mi?- preguntó con picardía, logrando hacer ruborizar a la japonesa.
-Siempre dices cosas como esas...- fue lo único que respondió Mina mientras se separaba de el y continuaba su camino. Las chicas a espaldas de Seungkwan parecían emocionadas.
-No puedo creer que Seungkwan y Mina se gusten así... es tan afortunada-
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-¿Por qué Mina? ¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué no negaste nada? - Nayeon preguntaba dolida a la japonesa, quien simplemente soltó una sonrisa triste.
-Porque eso protegía tu secreto... justo como querías- confesó la pelinegra.
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Cada día, por el resto de su estancia, Seungkwan hablaba de lo maravilloso que sería si Mina aceptara salir con él. Seguro serían los más populares. Pero para Mina, Seungkwan se convirtió en una melancólica compañía. Era como si las palabras del chico tuvieran el objetivo de atormentar a ambos, por una parte, él se auto atormentaba al ser rechazado constantemente, y por otro lado, sin que él supiera, atormentaba a Mina con los comentarios sobre Nayeon y Jeongyeon.
Finalmente, el día en que Nayeon y su generación se graduaron, fue una ambivalencia total para Mina. Por una parte, estaba muy feliz, pues quizá los comentarios terminarían por fin, al fin dejaría de escuchar a todos decir que Nayeon y Jeongyeon se amaban, incluso de Seungkwan quien también se graduó. Pero de la misma manera, la atormentaba el hecho de que estaría lejos de Nayeon. Que, al estar fuera de su presencia, Nayeon realmente tendría libre camino de hacer lo que quisiera, y Mina nunca lo sabría.
Un año de comentarios hirientes convirtieron a Mina en alguien sumamente insegura... y esa inseguridad se convirtió en desconfianza. Mina, dudaba si Nayeon realmente la amaba.
Nayeon entró a la universidad como estudiante de arquitectura, mientras Jeongyeon como estudiante de gastronomía. Ambas en la misma facultad. El destino para Mina no podía ser más bastardo.
Aún con eso, la coreana castaña iba constantemente a visitarla a la preparatoria, todo para poder estar juntas, pero para su desgracia, Seungkwan también lo hacía, claro, el joven le decía a Mina que iba a recoger a su hermano, compañero de Mina, sin embargo, siempre aprovechaba para poder acercarse cuando Nayeon no estaba. Nada había cambiado del todo...
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-Ese bastardo... no se conformó solo con lo que me hacía a mi... sino que también estaba molestándote a ti...- Nayeon soltaba mientras apretaba los puños con ira, sentía que en cualquier momento sus lágrimas cederían.
-él... ¿Te molestaba?- preguntó Mina algo incrédula, Nayeon simplemente soltó un suspiro.
-No nos adelantamos ¿si? Cuéntame ¿Qué sucedió el día de graduación? -
-Ese día...-
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Un día antes de la graduación de Mina, Nayeon y ella estaban en la casa de la menor. Aprovecharon el hecho de que los padres de la japonesa estaban fuera por un par de horas para poder estar juntas. Ambas estaban recortadas en uno de los sillones, miraban televisión mientras disfrutaban de algunas palomitas. Mina se sentía tranquila y feliz, Nayeon la abrazaba por detrás mientras ella se limitaba a tomar un bocado de palomitas o darle alguno a Nayeon.
Tan solo unos minutos después Mina pidió un beso a la coreana, cosa que le fue otorgada de inmediato, comenzando así un cálido momento en el que ambas disfrutaban de los labios de la contraria. Se sentía tan bien para Mina, el cobijo y amor de Nayeon, su contacto... y repentinamente, las grandes manos de la coreana tocaban cálidamente sus abdominales bajo su camisa.
Por un momento se tensó, Nayeon estaba sobrepasando por primera vez el limite de los besos únicamente. Pensó detenidamente, mientras aun se besaban y tenía aquellas manos sobre su piel, si era correcto dejar a la coreana continuar. Ella la amaba y Nayeon también la amaba, Mina estaba segura que esa castaña debía ser la primera en ver ese lado de ella, por lo que simplemente, de forma tímida, imitó las acciones de la mayor, rozando ligeramente sus dedos contra la pequeña porción de piel expuesta en la comisura de la camisa de Nayeon, quien pareció entender que podía seguir y se aventuro a tocar un poco más.
Los labios de la castaña viajaron de los de Mina, hasta llegar a la piel pálida de su cuello y lo degustó a su antojo, la pelinegra en respuesta simplemente se aferro a las ropas de la mayor, disfrutando por primera vez de un contacto como ese, sintiendo su corazón latir con tal fuerza que creía que podría salir de su pecho en cualquier comento.
-Nayeon~ - exclamo en un ligero jadeo que se encargó de hacer estallar el acalorado momento.
Mina recibiría con gusto el deseo de Nayeon, se entregaría por primera vez. Aquel era un momento que atesoraría en su corazón como un recuerdo grato. Si tan solo el teléfono celular de Nayeon jamás hubiera sonado aquella tarde... tan solo quizá...
-Ugh no puede ser...- maldijo la mayor mientras se separaba ligeramente del cuerpo de Mina y sujetaba con desagrado su teléfono, mirando quien la llamaba. Mina la observaba con curiosidad.
-¡Estoy en medio de algo Jeongyeon! ¿Qué quieres? – fue lo primero que la castaña dijo al contestar la llamada.
Otra vez Jeongyeon... Para Mina, fue suficiente para que todo lo que había sentido hace unos segundos se esfumara y el mal humor comenzara a inundarla. No prestó atención a nada de lo que Nayeon habló brevemente con Jeongyeon, solo se encargó de arreglar sus ropas y levantarse del sofá.
Había llegado a su límite.
-Mina, espera... Nosotras no... ¿Vamos a seguir? - Nayeon había colgado el teléfono y retuvo a Mina en cuanto la vio con intenciones de ir a otra parte de la casa.
-No, no vamos a seguir... mejor dime ¿Por qué Jeongyeon parece no poder pasar ni dos horas encima de ti?- reclamó la japonesa, notando la mirada de incertidumbre de Nayeon.
-Pero ¿de que hablas? Sabes que es mi mejor amiga... es tu amiga también. Mina ella solo quería saber a que hora nos veremos para la graduación mañana- Nayeon explicaba brevemente, podía notar el temblar en el cuerpo de Mina. -Por favor, deja de imaginar cosas Mina, solo exageras- soltó sin pensar.
¿Exagerar? Mina había sido presionada con todas esas insinuaciones y palabras hirientes a tal punto en que simplemente se quebró sin retorno alguno.
-¿Exagerar? ¡¿Exagerar, Nayeon!? ¡Me he tragado cada insinuación por parte de ustedes desde hace tres años! - Aquella vez, fue la primera en que Mina le gritaba a Nayeon. -Siempre sordas ante los comentarios de los demás, como si no te importara que todos pensaran que son pareja mientras a mi me tienes oculta como un roedor... Y ¿Sabes qué? A la mierda esto. No quiero esconderme... ¡No soy el vergonzoso secreto de nadie! - echó en cara aquello a lo que Nayeon simplemente estaba boquiabierta, Mina jamás alzaba la voz, que estuviera gritando ahora mismo, significaba algo más allá de una simple rabieta de celos.
Y el silenció predomino en la sala un breve momento, escuchando únicamente el segundero del reloj sobre uno de los estantes, sonando y quebrantando el tranquilo silencio del lugar.
-Mina, eso no...- trato de hablar la castaña, sin embargo, la japonesa hizo un ademan con la mano, indicándole a la coreana que parara.
-Escúchame bien, Nayeon. El día en que tengas que decidir entre mi amor y el de alguien más... no me elijas a mi- finalizó con tan crudas palabras y antes de subir a su habitación, le dedicó una ultima mirada a la castaña. -Vete a casa... hablaremos de esto mañana, porque ahora mismo... simplemente no puedo- y sin permitir que Nayeon viera las lágrimas en sus ojos, simplemente subió por las escaleras, buscando consuelo en su soledad.
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Mina permanecía en el jardín principal, donde los familiares de los egresados estaban agrupados, listos para la ceremonia de graduación. Estaba inquieta, su madre y su padre ya tenían su lugar, pero no había señal alguna de Nayeon y Jeongyeon, lo cual la tenía sumamente inquieta. Miró el reloj en su muñeca un par de veces más antes de sentir como alguien tocaba con suavidad su hombro. Por un momento se alegró y se giró ansiosa, pensando que por fin Nayeon estaba ahí, pero, no fue así.
Ahí estaba ese chico, Seungkwan con una mirada apenada y hasta cierto punto intrigante.
-Hola Mina, felicidades por tu graduación...- El joven la saludaba y seguido de ello, se mostraba algo incómodo. -Sé que no es buen momento pero vi hace un rato a Nayeon- el explicaba brevemente
-¿De verdad? ¿Dónde la viste? Estoy esperandola- Mina miraba hacia los lados, tratando de hacer contacto visual con la chica, sin embargo, escuchó solamente un chasquido de desagrado por parte del joven frente a ella, llamando su atención.
-La vi con Jeongyeon, ambas parecían sumamente cercanas, Jeongyeon abrazaba por los hombros a Nayeon, de forma muy íntima como buscando un lugar para ocultarse. Estoy seguro que se encerraron en el almacén principal... ya sabes, cosas de adultos- el decía así sin más.
Si tan solo el hubiera podido experimentar la punzada en el pecho de Mina al escuchar aquello, simplemente se habría retractado y pedido perdón a la joven japonesa.
-Ya tuve suficiente...- susurro bajando la mirada y apretando los puños.
-¿Mina?-
-¡Ya tuve suficiente!- y sin más, Mina se dirigió hacia aquel lugar que Seungkwan mencionó, sin dar explicación alguna. El chico pareció llamarla, pero simplemente ella no escuchó en absoluto.
Consumida por la ira, años de heridas, años de frustración y años de secretos. Finalmente llego a la puerta de aquel almacén, abriéndola de golpe y encontrando por fin respuesta ante todo ese dolor.
Jeongyeon parece estar frente a Nayeon, sujetando el rostro de la mayor con ambas manos, ante el estruendo de la puerta abriéndose, ambas se separan de golpe, pero, aun así, Jeongyeon aún sujeta el rostro de Nayeon entre sus manos. Mina puede ver como ambas coreanas se miran mutuamente rápidamente y después vuelven a mirarla, así mismo, ambas relamen sus labios en una forma nerviosa y seguido de eso, Nayeon hace a un lado a Jeongyeon para tratar de adelantarse a una aún estupefacta pelinegra.
Su visión se vuelve borrosa a consecuencia de las lágrimas acumulándose, sus labios tiemblan ante los pasos vacilantes de Nayeon. Todo era verdad, todos esos comentarios tenía la razón, Seungkwan tenía razón, pero ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué Nayeon lo hizo?. Finalmente, antes de desmoronarse frente a las personas que la habían traicionado, juntó la fuerza suficiente para darles la espalda y salir corriendo de ahí.
-¡Mina, Espera!- escuchó a la coreana llamar por su nombre, pero simplemente no se detuvo, siguió corriendo, desquitando todas esas dolorosas emociones tras cada paso recorrido. En la entrada de la academia, estaba otra vez ese joven, reteniéndola con energía.
-Mina ¿Qué sucedió? ¿Por qué lloras?- él pregunta con preocupación, a lo que Mina oculta brevemente su rostro contra el pecho del joven.
-Todo... todo era verdad, ella y Jeongyeon...- decía entre su llanto, esta sumamente destrozada.
-Oh Mina... lo siento tanto- él comienza para después envolverla en sus brazos. – No vale la pena, preciosa. No derrames ni una sola lágrima por ella. Yo estaré para ti de ahora en adelante...- continuaba él.
Si tanto quería ser de ayuda, si tanto estaba dispuesto a estar con ella ¿por qué él contribuyó a quebrantar su confianza y su corazón? No, Mina no era tonta.
La japonesa alejó a Seungkwan de ella de un empujón, y con su rostro bañado en lágrimas lo miraba con resentimiento también. -No... no quiero estar cerca de ella, ni de ti ni de nadie... solo... quiero desparecer...- y dicho aquello, volvió a intentar correr, alejándose de aquel lugar, siendo retenida una ultima vez por aquel chico.
-Pero Mina... yo de verdad...- trato de hablar, pero la pelinegra tiro con fuerza de su brazo, liberándose del agarre de Seungkwan.
-¡No me toques!- eso fue lo último que ella le dijo al joven, antes de continuar corriendo en rumbo a su lugar seguro, el único lugar donde encontraría el refugio que buscaba y donde sabía que Nayeon no la podría encontrar de momento. La casa de su la abuela Myoui.
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-Esa tarde abandoné a mis padres en la ceremonia de graduación... cuando me llamaron les dije lo que había ocurrido y que me encontraba con la abuela. También les pedí que no le dijeran de momento a nadie en donde me encontraba. Ni a Sana y Momo. Al día siguiente, mi abuela me acompañó al aeropuerto, tomaría un vuelo a Busan, donde me habían ofrecido un lugar en Pusan National University por mis buenas notas. Me hospedaría en casa de mi abuelo Myoui... un nuevo lugar donde nadie podría alcanzarme y hacerme más daño...- comentaba Mina mientras limpiaba un par de lágrimas que habían escapado de sus ojos. – No volví a saber nada de Jeongyeon, ni de Seungkwan... ni de ti. Como si nunca hubiera existido para ustedes, porque eso era lo mejor...- Terminaba de relatar su versión la japonesa, notando como Nayeon parecía tener la cabeza baja, pero aún así, escuchando a la pelinegra.
La coreana soltó una amarga risa mientras levantaba la mirada y hacia contacto con Mina, sus propios ojos habían derramado lágrimas ante el relato de Mina. Ahora entendía lo ocurrido, se sintió tan culpable.
-Tiene sentido muchas cosas ahora... ojalá pudiera decir que soy inocente de causarte tanto dolor, pero, no lo soy en absoluto. Lamento tanto no haber sido valiente, Mina. De verdad... ojalá lo hubiera sido...- la mayor se disculpaba. -Seungkwan... ese idiota vanidoso y egocéntrico, jamás me relacioné con el hasta cierto día en especial... imagino que desde ese día, todo comenzó-
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Aquella tarde, estaban en clase de gimnasia, antes de la hora del almuerzo. Como de costumbre Nayeon tonteaba con Jeongyeon más que hacer las actividades que tenían programadas. Cuando se cansaron de tontear y tras un regaño por parte del profesor de deportes, ambas se sentaron en las gradas, tomando un descanso.
-Por cierto, vi el mural de los mejores estudiantes. Mina estaba a la cabeza de los de primer año- Jeongyeon le dijo a la castaña quien sonrió orgullosa.
-¡Por supuesto! Mi chica es increíble ¿a que si?- La mayor se jactaba con la rubia de los logros de su pareja.
-Engreída, ojalá fueras igual de lista que ella- se burlo la más alta, logrando sacarle un puchero a Nayeon.
-No soy tan lista como ella, pero puedo premiarla por ser tan increíble- dijo haciendo énfasis en "premiar" a Mina, a lo que Jeongyeon solo rió.
-Pervertida, seguramente fueron a besuquearse al techo de la escuela como siempre-
-No lo sé... quizá un poquito-
Ambas amigas rieron ante lo dicho, siendo irrumpidas por los pesados pasos de alguien pasando justo a su lado, bajando de las gradas. Él joven que pasaba a su lado las miró con desagrado, logrando que Nayeon y Jeongyeon guardaran silencio.
-¿Por qué Seungkwan te ha mirado así todo el día? ¿Le hiciste algo?- preguntó por lo bajo la más alta, a lo que Nayeon negó.
-Ni idea, supongo que le hizo mal el desayuno- concluyo aun bromeando la mayor.
La hora del almuerzo estaba tan cercana que por fin se dispusieron a terminar la rutina que el profesor les había impuesto. Todo marchaba de maravilla, hasta que algo golpeo el rostro de Nayeon mientras escalaba una de las cuerdas en el gimnasio, lo que la hizo caer al menos dos metros hasta el suelo. La castaña no sabía que le había dolido más, si la caída o el balón golpeando su rostro. Escuchó a varios de sus compañeros acercarse y después a Jeongyeon enfadada gritándole a alguien.
-¿Por qué no te fijas en lo que haces? Nayeon se lastimó- la alta coreana reclamaba a ese chico, Seungkwan había sido quien la golpeo con ese balón.
-Tranquila Jeong, la puntería le falla a cualquiera, lo siento- él se disculpaba mientras alzaba las manos en forma de rendición.
Jeongyeon simplemente lo ignoró y se acerco hasta ella junto a su profesor.
-Jeongyeon, acompañe a la señorita Im a la enfermería. Los demás, a las duchas. La hora del almuerzo comenzara en 10 minutos- el profesor daba aquella orden y todos acudieron a lo solicitado.
-Dios, eso si que fue duro- Jeong decía aquello mientras miraba la nariz de Nayeon sangrar.
Aquella tarde, Nayeon no pudo asistir al comedor con Mina, ya que el médico de la escuela le dijo que sería mejor descansar, ya que el golpe que recibió al caer de la cuerda, había causado un hematoma que necesitaba reposar al menos un par de horas antes de que ella pudiera ponerse de pie.
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-Jeongyeon se quedó conmigo todo ese rato. A decir verdad, jamás imagine porque Seungkwan había comenzado a acosarme de un día para otro. Solo sé que por alguna razón siempre se aseguraba de que Jeongyeon y yo estuviéramos involucradas en todo momento, de cualquier forma posible y que cuando me encontraba sola, esa persona que todos admiraban se esfumaba- Nayeon explicaba a la mujer pelinegra sentada frente a ella.
-Ahora entiendo porque no llegaste a almorzar conmigo aquel día... todo fue culpa de él- Mina comentaba.
-Eso solo fue el inicio de todo...-
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-Señorita Im ¿podría pasar a la pizarra y resolver la ecuación? – el profesor sorprendió a una descuidada y adormilada Nayeon. La chica se levantó de su escritorio con algo de pereza y tomo el marcador para escribir en el pizarrón. Claramente no tenía ni idea de que estaba ocurriendo o como resolver aquello, por lo que comenzó a ponerse nerviosa.
-Vamos Im, es un ejercicio básico- escucho la voz de aquel chico, tratando de "animarla" con un comentario pasivo-agresivo.
-Joven Boo ¿sería tan amable de apoyar a su compañera? - el profesor pidió a lo que el joven se levanto y con una expresión de suficiencia se paró al frente a resolver la ecuación con facilidad.
-Así se hace Nayeon, no te avergüences, se que si te concentras podrás aprender lo básico- soltó con una sonrisa amable, pero claramente su comentario era mal intencionado, burlándose de la capacidad intelectual de la coreana.
Nayeon no entendía cual era el problema del chico, pero decidió no decir nada en absoluto porque todos admiraban a Seungkwan, mientras que ella, en esa escuela, era un cero a la izquierda. ¿Quién le creería sobre que el chico más popular la molestaba? Ya podía escuchar a todos esos chicos y chicas decir que solo quería llamar la atención ya que ella no era nadie... claramente eso no era lo que ella deseaba.
"-Vamos Nayeon, hasta alguien de primero sabe eso-"
"-Oye Im, intenta pateando el balón... quizá así entiendas en qué consiste el futbol-"
"-Jeongyeon queda perfecta para ti... su relevancia en esta institución es tan similar a la tuya-"
"-¿Myoui? Es sumamente hermosa, sería un desperdicio que alguien tan increíble como ella termine con un don nadie...-"
"- ¿De que hablas? Yo respeto mucho a Myoui. Jamás tendría un acercamiento que ella no me permitiera-"
"-Jeongyeon y Nayeon serían las ideales para trabajar en eso. Estoy seguro que les encantará pasar más tiempo juntas-"
Y la lista de las agresiones pasivo-agresivas del chico seguían y seguían. Jeongyeon estuvo muchas veces a punto de responder de forma física, deseando poder darle un buen puñetazo a ese sujeto en la cara, pero Nayeon siempre le advirtió que echarse encima a ese chico, significaría echarse encima a media escuela...
Era intocable y lo sabía.
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-Cuando supe de esos rumores, sobre el y tú, realmente me sentí algo preocupada al respecto. Quiero decir, era el sujeto que se encargaba de sobajarme todo el tiempo y la persona que amaba... pero Jeongyeon se encargo de hacerme saber que podía confiar en ti, porque me amabas y yo a ti- Nayeon continuaba con su relato mientras jugaba nerviosamente con sus dedos. El volver a insinuar sus sentimientos pasados ante Mina la ponía así. – Fui tan idiota al decirte aquello esa vez, sobre que Seungkwan sería una forma de tapar lo nuestro. Tenias razón Mina, mi cobardía no me permitió ver que aquello te ató de manos y te hirió... aunque, la vida se encargó de hacerme pagar aquello casi de inmediato- Nayeon soltaba una triste risa mientras bajaba la mirada.
-¿A que te refieres?- la japonesa parecía curiosa al respecto.
-Fue el día de mi graduación cuando Seungkwan dejó de ser tan sutil y por fin dejó claras sus intenciones- Nayeon continuó.
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La ceremonia fue armoniosa, los padres de Nayeon se sentían tan orgullosos de su hija, había mejorado considerablemente sus notas en la última mitad del semestre. Esto a causa de las constantes humillaciones de Seungkwan, por ello, Nayeon se dedico a estudiar y trabajar duro. Por supuesto, también lo hizo por Mina, porque quería ser alguien que mereciera a la joven japonesa.
-Estoy feliz por lo que has logrado, Yeonnie- La menor llegaba hasta donde se encontraba la castaña. Ambas habían acordado encontrarse ahí para tener su último momento a solas compartiendo academia.
-Lo hice por mi familia, y por supuesto, por ti... jamás imaginé que podrías inspirarme a luchar por mejores notas. Te lo agradezco, Mina- Nayeon le sonreía a la japonesa y acto seguido se acercó para envolverla entre sus brazos. -Gracias por caminar a mi lado, te amo- susurró con completo cariño y sinceridad, pudo sentir como Mina correspondió el abrazo con la misma emoción.
Cuando se separaron, Nayeon miró los botones de su saco escolar y con una amplia sonrisa, arrancó el tercer botón de su uniforme, entregándoselo a la japonesa quien se ruborizo ante tal gesto.
-Leí por ahí que en Japón, cuando alguien se gradúa, regala a la persona más importante el tercer botón de su chaqueta, por qué es el más cercano a su corazón. No estamos en Japón y tampoco soy japonesa, pero... aún así quiero que lo tengas. Quiero que cada vez que lo mires, recuerdes que te llevo en lo más profundo de mi corazón- y con esas palabras, Nayeon dirigía sus manos al rostro de Mina, para acariciar las mejillas de la menor y poder apreciar mejor su sonrisa y rubor.
Mina entonces en respuesta, llevo aquel botón, dentro de su puño, hasta su pecho, justo donde estaba su corazón, apreciando el obsequio de la coreana.
Finalmente, ambas sellaron el momento con un beso, tan autentico y puro que simplemente se volvió un recuerdo formidable.
Pasados algunos minutos, ambas se despidieron, pues Nayeon se preparaba para ir a festejar con sus padres, sin embargo, antes de reunirse con ellos, fue interceptada por alguien, ese joven alto y atractivo que se encargó de hacerle el último año de preparatoria imposible.
-Vaya, aquí está la numero #1 de las listas de tercer año... felicidades Im, lograste no terminar de tan mediocre manera e incluso robar mi puesto en el último parcial- el chico mantenía su sonrisa, pero su voz era imprescindible. No eran veneno, pero para Nayeon se sentían como uno.
-¿Quieres ser arrogante incluso el último día que voy a verte la cara? Vamos Seungkwan, solo deja tus juegos infantiles de superioridad y déjame en paz de una buena vez- Nayeon por fin se animaba a contestarle al chico, pues ya graduados, no había a fans del joven a las cuales temer.
-¿Por qué debería? Si eres una basura, hoy mañana y siempre... y las basuras como tú no merecen otro trato, mas que este- aclaraba soltando una sonrisa burlona, colmando la paciencia de Nayeon.
-¡Ya basta! ¿Qué te he hecho yo, Seungkwan? ¿Qué pude hacerte que fuera tan malo para que convirtieras mi ultimo año escolar en un infierno? - Ella le pregunto completamente exasperada, tratando de obtener una respuesta sincera del chico, al fin y al cabo, él nunca mostraba miedo a la hora de ser brutalmente honesto con ella.
-¿Cuál es mi problema? Yo no tengo ninguno, Nayeon. Tú si tienes un problema muy grande y cuestionable por cierto...- Comenzaba el chico mientras miraba con desprecio esta vez a la coreana. -No eres más que una asquerosa homosexual corrompiendo a personas buenas e inocentes con tu asquerosa preferencia- soltó el chico, haciendo que lo ojos de Nayeon se abrieran en sorpresa.
-Yo... no-no sé de qué rayos estás hablando- contesto sin pensar, dejando que sus nervios hablaran por ella.
-¿Ah no? ¿Me dirás que no estabas besándote con Myoui hace tan solo unos minutos atrás? O ¿me dirás que nunca la llevaste al techo de la academia para inducirla a tus asquerosas conductas? - echó en cara, logrando que Nayeon incluso diera un par de pasos hacia atrás, completamente nerviosa. Seungkwan las vio a ella y Mina a solas.
-No... yo no le hice nada malo a Mina... ¡Jamás la obligué a nada! Ella... ella me ama y yo a ella...-
-¿Se sintió bien Im? Corromper los labios de Mina... ¿Disfrutas cuando te mira de forma inocente? -
Comenzaba a hablar y hablar, cada palabra parecía hacer sentir a Nayeon aún más pequeña.
-Mina no necesita a una perdedora como tú, cuando tiene a alguien como yo tras de ella. Puedo amarla mejor que tú, puedo abrazarla en la calle, no la escondería de nadie... incluso podría tocarla y complacerla más de lo que una asquerosa lesbiana como tú podría...-
Y eso fue todo lo que Nayeon necesito para responder, soltando un torpe, pero potente golpe contra el rostro del chico, logrando que este, sin esperar la agresión, se girara dándole la espalda a la coreana.
-Tu... nunca vuelvas a decir esas cosas sobre Mina...- fue lo único que pudo decir Nayeon ante su repentina colera.
Sin embargo, no tardo en recibir respuesta, pues el chico se giro de vuelta, sujetadora del cuello y arrinconándola contra uno de los muros, mirándola completamente furioso.
-Te vas a arrepentir de haber corrompido a Mina... y por supuesto, te arrepentirás de haberme tocado, perra- y sin más, soltó a la castaña y abandono el lugar completamente enfadado, dejando a una nerviosa Nayeon.
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-Maldito... jamás imagine esa versión de él... jamás imagine que te pusiera una mano encima- Mina expresaba su enojo ante lo que el chico había hecho.
-No hizo nada más allá. A decir verdad, estuve meses nerviosa, pensando que en cualquier momento se aparecería frente a mi para vengarse, pero no fue así, no supe absolutamente nada de él después de eso. Creí que nos habíamos librado por fin de su presencia y eso medió la seguridad de que por fin todo mejoraría, pero me sentí nerviosa al saber casi un año después que él seguía viéndote ocasionalmente en la preparatoria. A pesar de todo, contuve lo sucedido, porque al estar yo lejos, al menos tenía la seguridad de que el no te haría daño- explicaba la castaña.
-Siguió haciéndome daño, con cada palabra, cada insinuación... fue agobiante pensar que estabas ahí afuera, lejos de mi alcance, probablemente aún más cercana a Jeongyeon- Mina expresaba a lo que Nayeon solo suspiro. -Al menos... desapareció de tu vida- aseguró.
-Eso había pensado yo también en aquel entonces, pero no fue así... ¿Recuerdas su amenaza de vengarse? Pues lo hizo dos años después de que ocurriera, justo el día antes de tu graduación...-
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Aquella tarde en la casa de Mina, Nayeon se había sentido de muchas formas, primero estaba sumamente emocionada porque la cercanía con Mina se había tornado de una forma en que nunca había sucedido, pero para su desgracia, el momento se vio arruinado y aquello le trajo desdicha, no por su deseo extinguido en el momento, sino por las palabras de Mina, aquellas que desde ese entonces nunca abandonaron su mente. Mina tenía razón, no merecía lo que ocurría y tampoco debió dejar que terceros convencieran a la pelinegra de que entre ella y Jeong había algo más que una amistad.
Quería ser honesta con la japonesa y con su familia, pero era claro que su familia sería el mayor obstáculo, sabiendo que la rechazarían totalmente. Aun así, consideró prepara poco a poco a sus padres, quizá sería la mejor forma de comenzar a hacer las cosas bien.
Por que para Nayeon, Mina no era un vergonzoso secreto, ella lo era todo.
Salió de la casa de Mina aquella tarde, en dirección hacia su propio hogar, estaba dispuesta a comer algo, tomar una ducha y dormir. Le esperaba un gran día mañana ya que por fin vería a su persona favorita tener un logro más.
Con eso en mente, Nayeon entro a su casa, cruzando por la sala y llegando a la cocina, directo al refrigerador para tomar un yogurt.
-Al fin apareces...- se sobresaltó al escuchar la voz seria de su padre. No entendió por qué sonaba tan severa, pero decidió mirar al hombre.
-Hola papá, lamento la tardanza, los padres de Mina nos llevaron por golosinas para ver una película- decía sin más, sin embargo, su padre soltó un cansado suspiro y habló.
-Quiero que subas de inmediato a tu habitación, tenemos que aclarar algo- el hombre dijo, inquietando un poco a la coreana, pero sin embargo, simplemente asintió y siguió al hombre hasta su habitación.
Cuando llegaron ahí, pudo ver a su madre sentada frente a su computador, mirando seriamente la pantalla e incluso podía apreciar asco en el rostro de la mujer.
-¿Qué está sucediendo? Me están asustando- Nayeon les dijo a sus padres, quienes se miraron mutuamente para después, por acción de la mujer, girar la pantalla del computador de la joven, mostrándole lo que había en la pantalla.
Ahí había un par de fotos, todas claramente tomadas desde lugares ocultos, en todas y cada una de ellas, aparecían ella y Mina, teniendo un contacto bastante cercano para tratarse de dos amigas y por supuesto, lo que no podía faltar, una toma completamente clara de ambas besándose, aquello el día en qué todo comenzó, después de besarse en las escaleras de la azotea.
"-Seungkwan, bastardo...-" pensó.
-Queremos que nos expliques ¿qué es toda esta mierda? - El padre demandó a su hija, quien no reaccionaba todavía. Seungkwan las había expuesto de esa manera tan vil y baja. -Es falso ¿Cierto? Estas fotos tienen que ser falsas-
Era el momento, si esto iba a ser un desastre, que estallara de una buena vez, solo no estaba dispuesta a seguir ocultando a Mina.
-Lamento que tuvieran que enterarse de esa forma...- dijo con voz temblorosa para después tragar saliva con pesadez. -Papá, mamá... esas fotos no son falsas. Yo tengo una relación con Mina desde hace tres años...- aquella confesión fue una de las más duras que tuvo que afrontar en su vida, estaba dejando al descubierto su corazón a sus padres... pero a ellos pareció no importarles...
El pequeño pero seco estruendo que hizo aquel impacto en su habitación, dejó atrás un silencio de algunos segundos, tiempo en el que se sintió aturdida por un breve momento, sintiendo a su vez un creciente dolor en su mejilla izquierda y parte de su boca. El ferroso sabor de la sangre comenzó a emanar de sus labios y finalmente, los sollozos de su madre rompieron con el terrible silencio de aquella habitación.
-¡Eso es inaceptable!- el hombre exclamo con ira. -Mi hija no va a dejarse engatusar ni confundir por ninguna sucia lesbiana- el hombre hablaba firme y enfadado.
-No estoy confundida, ¡Estoy enamorada! - exclamo con frustración mientras soltaba lágrimas frente a sus dos padres.
El hombre furioso volvió a alzar la mano con intención de golpear nuevamente a la coreana, sin embargo, su madre lo retuvo y seguido de ello, se dirigió a la castaña, ayudándola a levantar y comenzando a empujarla fuera de la habitación.
-Vete Nayeon, sal de aquí ahora mismo- la mujer continuaba empujándola por el pasillo de la casa hasta llegar a las escaleras, lugar donde se detuvo y miró a su hija con decepción. -Te dimos todo... ¿y así es como nos pagas? Siendo una desviada a la que le gustan las mujeres- la mujer reclamo con lágrimas.
-Mamá...- Nayeon no podía creer que incluso su madre reaccionara así.
-Tu madre tiene razón. No estamos dispuestos a seguir manteniendo a una vergüenza como tu. Así que sal de mi casa ahora mismo- el hombre frustrado señalaba hacia la salida del hogar, en el primer piso.
-Pero, papá...- ella no podía creerlo.
-¡No me vuelvas a llamarme así!- el hombre volvió a arremeter con ira. -De tener una hija muerta a una hija lesbiana... prefiero lo primero, así que lárgate y no vuelvas a aparecer por aquí. Ya eres una adulta, hazte cargo de tus propios desvíos- sentenció su padre mientras le daba la espalda y finalmente desaparecía entre las habitaciones.
-Mamá... no, por favor...- con una última esperanza, Nayeon rogó a su madre, quien simplemente bajó la mirada y le dio la espalda.
-Toma tu ropa y vete...- finalizo la mujer.
Nayeon no podía creerlo, sus padres estaban dándole la espalda por sentir amor... ese fue su único y gran crimen...
Sin parar de llorar, Nayeon decidió abandonar la casa sin si quiera tomar un suéter. Vagó entre las calles pensando que hacer. Por un momento pensó en llamar a Mina y contarle lo sucedido, pero no quería arruinar su día tan especial. Por otro lado, Jeongyeon estaría agotada por los prontos exámenes que se aproximaban, por lo que tampoco quería causarle más estrés a su amiga por cosas que no tenia que ver con ella.
Finalmente, llegó a un parque, con una iluminación cómoda que le dio cierta seguridad, y sin más paso la noche ahí, sobre una banca, sollozando por cómo es que todo se había venido abajo.
Era el gran día, se sentía agotada y con hambre, pero para su desgracia no había mucho que pudiera hacer, con la poca batería que quedaba en su celular, envió un mensaje a Jeongyeon, diciéndole que se vieran al menos diez minutos antes de la ceremonia para poder hablar. Cuando recibió respuesta de la rubia, simplemente se dirigió a la preparatoria, con la esperanza de encontrarse únicamente con Jeongyeon.
Llegó al evento, mirando como varios familiares estaban ahí, reuniéndose a la tan importante ceremonia que tendría lugar pronto. Pero ella no deseaba llamar la atención, por lo que cubrió su cabeza con la capucha de su camisa, tratando de cubrir con ella y con su cabello el evidente hematoma en su mejilla y su labio partido.
-¿Nayeon?- aquella voz familiar la llamó, cuando se giró vio a su mejor amiga, curiosa por la forma en que la castaña estaba oculta y con ropas nada adecuadas para una ceremonia así.
-Jeongyeon... yo, no estoy bien...- la mayor simplemente se abrazó a su mejor amiga, mientras ahogaba su llanto contra el pecho de la más alta.
-¿Eso es un golpe? Nayeon ¿Qué sucedió? - preguntó alarmada al ver a la joven herida y llorando.
-No puedo decírtelo aquí, Mina podría vernos y aun no tengo el valor para decírselo- Nayeon dijo, a lo que Jeongyeon simplemente miró a los lados, tratando de localizar un mejor sitio.
-De acuerdo, vayamos al almacén ¿De acuerdo? Nadie nos irrumpirá ahí- Sugirió la rubia y de inmediato, sin dejar de abrazar a Nayeon, se dirigieron ahí.
Fue una platica breve, Nayeon contó absolutamente todo a su mejor amiga, desde la pelea con Mina hasta lo que Seungkwan le había enviado a sus padres y como éstos la habían echado de casa.
-No puedo creer que te hayan echo algo así... ¡es inhumano! - exclamaba molesta la rubia mientras aun abrazaba a su mejor amiga, quien poco a poco dejaba de llorar.
-Estoy asustada... no sé que va a suceder de ahora en adelante... y Mina ¿Cómo decirle esto sin que se sienta culpable? No quiero que piense erróneamente las cosas y se aleje de mí... tu y ella son todo lo que tengo ahora...- y nuevamente, las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras se aferraba a Jeongyeon.
-Escucha Nayeon, no voy a dejarte sola ¿Entiendes? Estoy segura que mis padres entenderán y estarán dispuestos a ayudarte comenzaba a hablar Jeong mientras se separaba un poco de Nayeon y sujetaba delicadamente el rostro de la mayor, tratando de limpiar sus lágrimas con sus pulgares. -Seguirás estudiando, y te convertirás en una gran arquitecta... Mina estará orgullosa de ti, tanto como yo lo estoy...- agregó la más alta, dedicándole una sonrisa cálida a Nayeon, una que simplemente logró calmar un poco a la castaña.
Nayeon deseó decir algo más, mostrar su completa gratitud con su mejor amiga, pero el estruendo de la puerta del almacén abriéndose rompió con su fraternal momento, y no fue todo... la mirada que tenían encima, termino por destruir su día, y quizá parte de su vida a futuro.
Jeongyeon se giró, dejando ver a una estupefacta Mina, quien tenía la mirada clavada sobre ellas dos. Nayeon pudo ver como los ojos de la japonesa se impregnaron de dolor y decepción. Cayó en cuenta porque la japonesa parecía tan afectada, Jeongyeon sujetaba su rostro de una forma que no le agradaría a la pareja de nadie, por lo que rápidamente, en cuanto pudo reaccionar, apartó las manos de Jeongyeon y se puso de pie, para aproximarse a Mina y explicarle lo que estaba ocurriendo realmente.
Pero no pudo, solo pudo ver escurrir la primera lagrima de los ojos de Mina antes de que esta le diera la espalda y saliera corriendo de ahí. Dejándola atrás.
-¡Espera, Mina!- la llamó con la esperanza de que ella se detuviera, pero no fue así. Trato de correr enseguida, pero simplemente su cuerpo no respondió. Como si sus pies se hubieran clavado al suelo... estaba en shock, la mirada dolida de la japonesa, sus labios temblorosos y sobre todo, la decepción.
-¿Qué diablos haces? ¡ve tras ella! - Jeongyeon le gritó a Nayeon, quien ante la sacudida de su mejor amiga, por fin reaccionó.
-No... no puedo perderla a ella también... no ahora...- y con toda la fuerza que pudo, salió corriendo, buscando por los pasillos, pensando que quizá Mina se habría ido a refugiar con sus padres, pero no fue así.
En un abrir y cerrar de ojos, Mina se había esfumado de la escuela. Y sin que Nayeon lo supiera, también se había esfumado de su vida, llevándose con ella, la felicidad de Nayeon.
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Lo hice Mina... te busqué sin descanso. Tus padres me echaron de su hogar, diciéndome que no volverías y que no me querían cerca de ti. Mi última esperanza fue Sana y Momo, pero creo que las hostigue tanto que Momo me golpeó y amenazo con volver a hacerlo si seguía insistiendo- Nayeon terminaba de relatar mientras secaba sus lágrimas. – En cuanto a Jeongyeon, cumplió su promesa de ayudarme a subsistir, sus padres fueron muy amables. Pero simplemente me fue imposible poder estudiar y trabajar al mismo tiempo, no iba a dejar que la familia Yoo se encargara de mí, no quería ser una carga...- decía apenada y riendo tristemente. -Eventualmente, si universidad solo estoy limitada a un trabajo horrible al que me tengo que aferrar por que no tengo muchas opciones... aunque eso ya es otra historia- finalizaba Nayeon, pasando su brazo por sus ojos, buscando limpiar sus lágrimas.
Espero que Mina simplemente suspirara y asintiera sin más, que no reaccionara o simplemente que no le creyera. Estaba dispuesta a recibir cualquier respuesta de la japonesa, pero a cambio sintió unos brazos envolverla, aferrándose a ella de una forma que no había sentido en años, pero que fueron capaces de hacerla sentir cálida. Ese era el toque único de Mina.
-Lo siento tanto.... Nayeon, jamás imaginé todo lo que te ocurrió...- la japonesa la estrujó aun más, como si el contacto se llevara el dolor. – Esto jamás debió ocurrir... si tan solo jamás hubiera hablado con Seungkwan...-
La coreana poco a poco correspondió el abrazo, sintiendo después de tanto tiempo un abrazo real y sincero de Mina, incapaz de imaginar que tal maravilla realmente estuviera sucediendo.
-Lo siento, lo siento, lo siento...- la castaña comenzaba a sollozar, hundiendo su rostro contra el cuello de la menor, sin importarle humedecer su piel con sus lágrimas.
Permanecieron así un par de minutos, consolándose la una a la otra en aquel abrazo, sintiendo como la calma se llevaba poco a poco el dolor. Un dolor que atormentó a ambas durante tanto tiempo. Por fin estaban liberadas.
Por fin podía haber un verdadero nuevo inicio.
Mina separó lentamente a Nayeon de su cuerpo, mirando directamente los húmedos ojos de la mujer castaña y con cuidado acaricio sus mejillas, sintiendo como en respuesta Nayeon juntaba más las manos de la japonesa a su rostro, colocando sus manos sobre las de Mina.
-Lo siento...- susurro una vez más la castaña.
-También lo siento... Yeonnie- susurró de vuelta Mina, dedicándole una sincera sonrisa a la mayor, una que hizo el cálido contacto aún más especial.
Yeonnie, Nayeon amaba cuando Mina la llamaba así en la preparatoria. Su suave voz pronunciando tan cariñoso apodo, era uno de sus recuerdos favoritos.
-No sabes cuan feliz me hace escuchar ese apodo, Mina- Susurraba dedicándole una tenue sonrisa a la pelinegra, quien simplemente suspiró.
-Y a mi no sabes cuan feliz me hace saber que te tengo de vuelta- confesó Mina, y sin más, volvió a abrazar a Nayeon.
Aquel fue un abrazo único, uno que marcaba un nuevo reinicio.
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🐰🐧🐯
Yo sé que me retrasé una semana, lo lamento en serio. La universidad me tiene loca.
En fin, gracias por la espera y espero este capítulo haya sido de su agrado.
Está un poco inspirado en una canción llamada "Reboot" la cual dejaré arriba para el que guste escucharla uwu
Al fin se supo que fue el malentendido y esa tercera persona que causó discordia. Pero cada trago amargo pasa, a pesar del tiempo ✨
Sin más que decir, espero que hayan disfrutado el cap y nuevamente, gracias por esperarme ^^
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