Capítulo 9
Se propuso a dejar de pensar en Dominic por un momento y dedicarse a sus deberes. Tenía demasiado que hacer.
Sacó su maleta y vio la foto de su familia. Esa instantánea se la habían sacado solo días antes de la muerte de su papá
Habían sido tan felices los cinco.
— Te extraño, papá.
Tomó una enorme carpeta de su maleta y la extendió por el suelo de la habitación, ya que debía entregar ese trabajo en menos de una semana y apenas estaba empezando y para colmo de males, no podía sacarse de la mente a Dominic Bryce y como si se tratase de una broma de pésimo gusto, la puerta de la habitación se abrió, haciendo acto de presencia.
Axel tomó la sabia decisión de ignorarlo, pero no pasó mucho tiempo cuando él decidió interrumpirla.
— ¿Tardaras mucho?
— Creo que si —respondió ella soltando un suspiro de frustración.
— ¿Qué tienes que hacer? —Dominic se sentó a la par de ella en el suelo. No sabía que la tenía más tensa, si la tarea o la cercanía de Dominic.
— ¿Sabes algo de medicina? —lo volteó a ver ella alzando las cejas.
— Ni la más mínima idea —murmuró mientras le sonreía y se le acercaba cada vez más, sus hombros estaban completamente pegados y el corazón de Axel comenzó a palpitar con más fuerza. No pudo aguantar y le sonrió.
— Sería muy complicado de explicarte —intentó apartarse de él discretamente. Su cercanía le afectaba más de lo podía y debía admitir.
— Tengo una maestría y un doctorado en ciencias políticas, económicas y comerciales, creo que un poco de tema sobre vendas e inyecciones no sería complicados de entender —se jacto él, cortando la distancia que ella había puesto.
Axel sintió su calor en cada centímetro de su ser.
¿De verdad tenía todos esos títulos o solo lo decía para alardear? Dudaba mucho que fuera lo segundo.
Intentó explicarle que era lo que debía hacer y al poco tiempo, Dominic levantó las manos, rindiéndose.
— De acuerdo —dijo él, sin despegar la mirada de la suya—, no comprendo que estás hablando.
Axel sonrió para sus adentros y se quedó callada, tratando de continuar con sus trabajos mientras Dominic la observaba.
No pudo soportarlo ni por diez minutos.
— Ok, no puedo hacer esto si estás aquí observando cada letra que estoy escribiendo —se quejó, dejando a un lado su trabajo.
— Lo sé, es solo que quería hablar contigo acerca de lo que ocurrió esta mañana...
Así que era eso lo quería todo ese tiempo.
— No hay nada de qué hablar —cortó de inmediato, en esta ocasión fue ella quien no cortó contacto visual con él—. Como lo dije la primera vez; esta es tu casa y haces y dices lo que quieres con ella.
— Elsa dijo cosas que nunca debió decir, y yo no hice nada para detenerla y eso te lastimo a ti —se excusó él mientras le sostenía la mirada.
— No tengo seis años para que sientas la necesidad de defenderme —aseguró Axel. La firmeza en el tono de su voz la tomó de sorpresa, pero le gustó, así que continuó—. Lo que tu novia diga de mi me tiene sin el más mínimo cuidado. Sé quién soy y cómo soy. Unas palabras mal intencionadas no me van a ofender con facilidad, créeme.
— Elsa no es mi novia —fue su respuesta. Axel simplemente se encogió de hombros.
Dominic sonrió ante su actitud.
— ¿Te estas burlando de mí? —ya solo eso le faltaba, que él también hiciera eso.
— Claro que no, es solo que eres más fuerte de lo que pareces. Tienes un rostro tan angelical que pareciera mentira que en ocasiones luces como una fiera cuando discutes conmigo.
Nunca se le dio muy bien recibir ese tipo de palabras de desconocidos y esta ocasión no fue la excepción. Todo su rostro se tornó de un tono carmesí intenso. Sentía demasiada vergüenza.
— Ven, mira —Dominic le extendió la mano para ayudarla a ponerse en pie. Al parecer la cortesía era algo que se les daba bien cuando se le daba la gana.
Axel tomó la mano de Dominic con algo de renuencia, era la primera vez que ella accedía a tocarlo sin verse forzada a hacerlo. Su contacto era suave y delicado. Su mano era grande y envolvía por completo la de ella, era cálida y agradable, pero al mismo tiempo firme. Sintió como todos los vellos de su cuerpo se erizaban y un escalofrío la tomó por sorpresa de un pronto a otro.
— ¿Estás bien? —al parecer Dominic se había percatado de su espasmo involuntario. Respondió con un asentimiento con la cabeza.
Lo siguió en silencio hasta el armario y él se detuvo frente a un espejo de cuerpo completo que estaba en el lugar.
— Párate aquí —le pidió él señalando justo frente al espejo—¿Sabes lo que veo yo? A una mujer muy hermosa, tienes una cara preciosa, unas mejillas redondas perfectas—Dominic acarició sus mejillas y sintió nuevamente como la piel se le erizaba—, una nariz fina bastante pequeña, unos ojos lindísimos, que a primera vista parecen café claro, pero si los ves bien y con un poco de luz, te das cuenta de que son verdes, demasiado verdes, pero un verde precioso. Tienes unos labios tan tentadores y son tan rosas que no parecieran reales. Y ese cabello... Dios, me encanta tu cabello largo y oscuro —tomó un mechón de su cabello y lo pasó entre sus dedos, parecía que estaba acariciando seda—. Eres preciosa, Axel —susurró, viéndola a través del espejo.
Axel no sabía que responder a todo eso que él había dicho que ella era. Estaba como embobada. No estaba acostumbrada a que resaltaran cada uno de sus rasgos con tanto detalle.
— Tú eres guapo también —susurró ella, ¿qué otra cosa podía decir que superara lo que él había dicho? Dominic le sonrió como respuesta.
— Gracias.
— ¿Debo acostumbrarme a que tu novia ande por este cuarto o hay turnos para que ella entre y yo deba salir y darles su espacio? —Axel se giró y se quedó viéndolo directo a los ojos. El cambio tan repentino de tema pareció tomarlo por sorpresa, pero es que necesitaba con urgencia re direccionar esa conversación que se le estaba yendo de las manos.
— Elsa no es mi novia —repitió él. Se encorvó un poco para quedar un poco a su altura—. No debes acostumbrarte a su presencia porque pronto se irá de aquí, así que, por consiguiente, no hay turnos de absolutamente nada... Lo que pasó hoy en ese baño, no se volverá a repetir. Cuando ella entró, yo estaba pensando en ti, que solo estabas a unos pasos de mí, luciendo tan inocente y al mismo tiempo tan salvaje. Necesitaba sacarte de mi cabeza por un momento. Te dije que no tocaría un solo de tu cabello hasta que tú misma me lo pidieras.
Axel sabía que estaba en grandes problemas en ese momento, ya que era ella misma la que se le estaba acercando a Dominic para besarlo.
Tenía bastante claro que se sentía atraída hacia él y era estúpido ocultarlo, desde que lo vio hubo atracción, al menos física y eso era un peligro.
Sus labios se juntaron, al principio con algo de torpeza, pero poco a poco se fueron acoplando de forma muy natural. El corazón le latió a todo lo que pudo. Dominic era excelente besando, claro que debía serlo. Axel no quería que ese beso jamás terminara, no importaba lo que pasara, no podía terminar así. Se estremeció cuando Dominic mordisqueó su labio inferior y se dejaba llevar por la primera oleada de deseo que sentía por un hombre.
Nunca antes había sentido eso y era aterrador si era honesta, esa sensación no le permitía pensar con claridad. Sus besos con Kevin siempre fueron auto restringidos debido a la promesa hecha de intimar hasta después del matrimonio, así que ambos se controlaban lo suficiente como para no llegar hasta el punto en el que ella se encontraba con Dominic, quien no poseía ningún filtro que le impidiera expresar su deseo y que con un simple beso le estaba mostrando una pincelada de lo que podía llegar a alcanzar si cedía.
Sus cuerpos chocaron y Axel sintió el torso fuerte de Dominic pegado a sus senos, Axel soltó un suspiro.
— Si no te detienes ya, yo no lo haré —dijo él separando sus labios por unos segundos.
Solo un segundo bastó para que Axel se cuestionara si debía parar. Estaba teniendo sensaciones que jamás creyó que le pasarían por la cabeza. Su piel estaba completamente erizada debido a un solo beso, ¿Qué otras cosas sensaciones experimentaría si dejaba que pasara lo que tuviera que pasar?
No amaba a Dominic, si le gustaba, pero no lo amaba de eso estaba segura, y ella quería entregarse a un hombre que la amara igualmente no solo que la deseara y después la dejara por otra.
— Detente, por favor —le pidió ella en un susurro, sabiendo que se arrepentirían después.
Dominic cumplió su palabra y se detuvo de inmediato. A ambos les costaba respirar.
— Lo siento —se disculpó ella. Estaba hiperventilando.
— Linda, nunca te disculpes por sentir excitación —dicho esto, le dio un ligero beso en los labios y se alejó de su vista. En esta ocasión su cuerpo reaccionó a su partida y esa sensación no le agradó para nada.
Una vez sola y con algo de cordura y razonamiento, pudo comprender lo que había hecho y lo que estuvo a punto de hacer. La culpa no tardó en aparecer y martillarle la mente tan fuerte que lo único que consiguió fue un tremendo dolor de cabeza.
Salió de la habitación, necesitaba salir de esas cuatro paredes con urgencia, pero una vez afuera, vio que la sala de estar estaba llena de hombres y mujeres, jugando a las cartas en una gran mesa de vidrio justo en el centro del salón.
Era increíble como el escándalo que hacían no llegaba hasta la habitación en la que ella estaba.
— Pero si es la pequeña puta de Dominic.
Axel reconoció al hombre que dijo eso, era el mismo que la había golpeado el día que llegó a la mansión. Trató de ignorarlo, pero no pudo porque la reina de hielo, que vestía un muy corto y descotado vestido rojo le impidió el paso.
— ¿Qué pasa, cariño? —Elsa se le acercó, le sacaba varios centímetros de diferencia.
— ¿Qué se te ofrece? – Axel no se intimidó y la encaró.
— Dominic es mío, será mejor que te mantengas alejada de él.
— Eso será mejor que se lo digas a él.
— Te quiere nada más porque eres algo así como un juguete nuevo para él y porque quiere herirme un poco, pero a penas ya no le sirvas te dejará, como si nunca hubieras existido —al ver la expresión de Elsa, de inmediato se le vino a la mente una culebra venenosa.
Axel tuvo que admitir que en eso podía tener razón la mujer, pero no le daría el gusto que la viera dudar.
— Bueno, ese sería mi problema, no el tuyo.
— Hola, guapa —Richard apareció casi como un fantasma y se interpuso entre Axel y Elsa.
— Richard Bryce —Elsa le sonrió con bastante familiaridad. Claro que no conocía bien, ella fue novia de Dominic—. ¿Cómo estás?
— Bien, gracias, pero yo le hablaba a mi nueva amiga, Axel —Richard le pasó un brazo por los hombros al tiempo que la alejaba de toda esa gente que la observaba como si fuese un animal extraño—. Vamos, a Christina le encantaría hablar contigo.
— Gracias por sacarme de allí.
— Elsa puede ser muy molesta cuando quiere., no hay problema. Y un consejo —se detuvo por unos segundos antes de ingresar a la cocina y la vio con seriedad en esa ocasión—. Nunca creas ni una sola de sus palabras.
— Muchas gracias por el consejo, lo tendré presente.
Finalmente entraron en la cocina y justo ahí tenía que estar Dominic.
Se sonrojo al verlo y recordar cómo se había lanzado a los brazos de esté. Él la estaba viendo de la misma forma que cuando la estaba besando.
Claire les sonreía a ambos. Estaba claro que algo sabía que ella ignoraba.
— Axel, ven, vamos a dar una caminata por este majestuoso lugar —Christina, la bomba rubia curvilínea no le dio chance de responder y la agarró del brazo, llevándosela directo al jardín.
El sol estaba en su punto máximo. Debía ser ya medio día.
— ¿Qué ocurre?
— ¿Estas tomando algún tipo de anticonceptivo? —Christina detuvo su andar y la observó con una mezcla de curiosidad y pena.
— ¿Por qué me preguntas eso? —no conocía a esa mujer lo suficiente como para que le estuviera preguntando esas cosas.
— Deberías, si vas a iniciar tu vida sexual es mejor que te cuides y evites un embarazo, apenas eres una niña.
— ¿Es tan evidente de que no tengo experiencia en este asunto? —preguntó, avergonzada.
— Un poco, sí. Ya Dominic nos contó lo que hiciste por tu hermana; te diré, lo que hizo Dom fue una bajeza, pero tu decidiste seguirle el juego y es evidente ante los ojos de cualquiera de la tensión sexual que existe entre ambos, además del hecho de que se gustan...
— Yo no le gusto a Dominic ni a mí me gusta él —negó ella con la cabeza—. Soy solo una molestia, una especie de penitencia por todos sus pecados.
Christina se carcajeó de forma escandalosa.
— Pues le tocó una buena penitencia a ese desgraciado — Christina se sentó en el césped y Axel la imitó —. Eres una chica dulce Axel. Le haces bien a Dominic. Tengo seis años de conocerlo y han sido muy pocas las veces que lo he visto sonreír, y contigo se ve que esta relajado, más sereno, no está tan a la defensiva, es feliz de una manera un poco rara si te soy honesta.
¿Dominic enamorado de ella? Christina definitivamente estaba mal de un tornillo.
... A ti te gusta mi cuñado, ¿cierto?
— No me gusta —le aseguró ella. Era cierto, no le gustaba. Sentía una atracción irracional por él, pero era algo meramente físico, no emocional.
—¿Es por ese chico con el que te ibas a casar?
Dominic sí que les había contado absolutamente todo. Y luego se atrevían a decir que eran las mujeres las chismosas.
— Conozco a Kevin desde niña —le contó Axel observando el cielo completamente despejado, era un bello día—. Fuimos siempre buenos amigos y nos enamoramos, conocemos muy bien quien es el otro, nos llevamos excelentemente bien, mi familia lo adora, su familia me quiere a mí, al menos hasta hace dos días, supongo. Se suponía que nos casaríamos en seis meses —soltó un suspiró con tristeza.
- ¿Eres consciente de que en ningún momento dijiste que lo amas? Solo me has dicho lo que me diría alguien de su mejor amigo, no de su amante, del hombre que la vuelve loca. Si lo hubieras amado realmente, hubieses hecho hasta lo imposible por seguir con él a pesar de todo esto, pero terminaste con él sin pensarlo tanto. Me parece que estabas tan acostumbrada a verlo que creaste en tu cabeza que lo querías y en realidad solo estabas cómoda a su lado porque sentías seguridad con él, no porque estuvieras locamente enamorada.
Axel sintió como si le clavaran un cuchillo en el corazón. Tenía que ser honesta con ella misma, y todo lo que Christina le estaba diciendo era cierto y le dolía porque Kevin no se lo merecía.
— ¿Cómo se supone que funciona el amor? —le preguntó mientras limpiaba las lágrimas que escaparon sin previo aviso.
- El maldito amor es tan complicado, Axel —Christina alzó las manos al cielo de manera dramática—. No funciona a como lo pintan en los libros y las novelas románticas. Claro que no amiga, hay veces en que deseas matarlo con solo la mirada y otras veces quieres comértelo con la misma mirada. No dejas de pensar día, tarde y noche en él. Está siempre presente en tu mente. Sonríes como una estúpida cuando recuerdas su rostro alegre, lloras mares cuando te ha hecho el día difícil y al final el sexo... esa es una de las mejores partes de todo este asunto —sonrió Chris.
Sexo. Esa siempre había sido una palabra casi maldita en su casa. Sus padres eran pastores de una iglesia y le inculcaron a ella y sus hermanos que solo se podía tener intimidad con la pareja después de casados. Y era tan contradictorio, ya que en la escuela todos hablaban del sexo, precauciones, acciones y miles de cosas más acerca de este.
Por un lado, le decían que no era correcto y por otro le decían que era normal.
— No sé qué hacer —murmuró mientras se masajeaba las sienes.
— Yo sí sé —Christina la obligó a verla directo a los ojos—. La próxima vez si se da la ocasión, vas a dejarte llevar por tus instintos. No dejes que nada ni nadie arruine lo que podría ser la mejor experiencia de tu vida. Es solo un pequeño consejo.
— Gracias.
— No tienes que agradecerlo.
Se quedaron un rato afuera hablando y cuando vio que ya era tarde decidió que tenía que ir a continuar con sus deberes.
— Un día de estos tenemos que escaparnos a la playa —le dijo Christina cuando entraron a la casa nuevamente— A Dominic le encanta surfear, solo para que lo tengas presente.
— Claro —sonrió al ver la expresión demasiado alegre de la rubia.
— El almuerzo está listo —les informó Claire.
— Genial, me muero de hambre —Christina se masajeó el estómago.
— Yo comeré luego, gracias Claire.
Se marchó a la habitación a toda prisa y cuando abrió la puerta vio a la reina de hielo acostada, desnuda en la cama. Una sonrisa cínica se dibujó en sus labios cuando la vio entrar.
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