Capítulo 6
Axel abrió los ojos y todo a su alrededor daba vueltas y el dolor de cabeza la estaba matando.
¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba?
—Axel...
Axel siguió el sonido de la voz de esa mujer.
—¿Quién es usted? —preguntó cuándo logró verla.
—Soy Claire, cielo —le dijo ella acercándose.
—Es normal que esté desorientada, no te asustes, Claire — alguien más se le acercó.
—¿Dónde estoy? —se levantó de la cama en donde estaba acostada. Esa no era su cama y tampoco era su casa.
—Estás a salvo, no te preocupes —le aseguró una mujer vestida completamente de blanco. ¿Acaso estaba en un hospital? No, en los hospitales no había camas matrimoniales.
—Me duele la cabeza —se quejó ella.
La mujer que le dijo que se llamaba Claire le dio un vaso con agua.
—Gracias, señora.
—¿Sabes cómo te llamas? ¿Dónde estás?
Axel tardó varios segundos en responder porque no lograba responder ninguna de las preguntas de la mujer.
—No te angusties, toma tu tiempo —la calmó la rubia platino mientras le sonreía.
Su mente, con el pasar de los minutos empezó a procesar todo con más claridad y estaba recordando que había pasado antes de la convulsión.
—Claire, lo siento... —dijo ella mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Estaba asustada, avergonzada y adolorida.
—Descuida cielo, lo importante es que estés bien —Claire le tomo las manos y las masajeó.
—¿Ya está mejor, Jackman? —preguntó Dominic. Axel no había notado su presencia. Estaba a un lado de la puerta de la entrada.
Ese hombre ya conocía otra debilidad suya. ¿Podía acaso sentirse más humillada?
—Sí, Dom —le respondió la mujer rubia, alta y bonita—. Solo debe tomar sus medicamentos en el horario establecido y evitar lo más posible el estresarse.
El estrés en su vida ahora, era su mejor amigo de hecho.
La mujer salió en compañía de Dominic y ella quedó con Claire.
—Asustaste mucho a Dominic. Nunca en mi vida lo vi tan pálido como hoy —le comentó, apenas las dos personas desaparecieron de su radar.
—No quise asustar a nadie. Normalmente cuando tengo estos episodios estoy sola o con mi hermano, Billy, es el único que sabe qué hacer en estos casos— le dolía demasiado la mandíbula, lo que significaba que había ejercido demasiada presión sobre la zona mientras convulsionaba.
—¿Pero ya te sientes mejor?
—Sí —le aseguró ella con una sonrisa, no quería asustar más de la cuenta a esa mujer.
—¿Quieres algo de comer? —Axel negó con cabeza—. La doctora dijo que debes tener una dieta balanceada. Dom aceptó.
Axel se quedó callada porque no creyó lo que estaba escuchando. Debía ser alguna exageración de Claire nada más para hacer quedar bien a su jefe.
La puerta de la habitación —que reconoció que era donde había dormido la noche anterior— se abrió y entró Dominic con una bandeja con comida en las manos.
—Jackman dijo necesitaba que estuvieras en reposo y en vigilancia —dicho esto, se sentó a la par de ella en la cama y empezó a comer. Claire sonrió ampliamente y se levantó, dispuesta a marcharse.
—Creo que estoy sobrando por aquí.
"No te vayas, no me dejes sola con él, por favor"
Axel no sabía ni qué hacer ni qué decir, así que se cubrió la cabeza con el grueso edredón. Podía fingir que estaba durmiendo, tal vez de esa manera él se aburriría y se marcharía.
Estaba escuchando como escribía en su teléfono móvil mientras enviaba y recibía mensajes. No parecía que se fuese a ir pronto. Quería darse una ducha, pero estaba demasiado agotada y ni loca le pediría ayuda a él para bañarse. Prefería dormir, así como andaba.
—Cuando era niño solía tartamudear todo el tiempo —dijo él después de un buen rato de silencio y ver que ella no estaba muy predispuesta a una charla—. Mi hermano tenía que defenderme de los brabucones porque se burlaban de mí a la mínima oportunidad. Tomé lecciones por muchos años para mejorar mi problema.
Se lo podía imaginar de pequeño, siendo acosado por otros niños porque lo creía un fenómeno. Indefenso, asustado, raro. Ella se sentía igual.
—Pero usted mejoró —no volteó a verlo, pero al menos respondió.
—Deja de tratarme como señor, llámame Dominic.
—Ok, Dominic —accedió ella a pesar de no sentirse cómoda llamándolo por su nombre de pila.
—¿Desde hace cuánto tienes esta condición médica?
—Desde siempre, pero a los dos años lo desarrollé finalmente. Mi abuela también sufría de lo mismo.
—Lo lamento, debe ser muy difícil para ti —parecía estar hablando en serio. No había rastro de su ya conocido tono irónico.
—Está bien, estoy acostumbrada a eso —se encogió de hombros.
—¿Te pasa muy seguido?
—No me pasaba desde hace seis meses ya. He estado bajo mucha presión últimamente —dijo ella sin querer.
No escuchó a Dominic decir nada y siguió comiendo.
—Eso es culpa mía, supongo —dijo entonces.
Axel sonrió con tristeza.
—No te creas el centro de mi universo —se burló, pero él tenía razón, mayor parte de su estrés se lo debía a él y a Isabella—. Tengo mucho trabajo y la universidad no es tan sencilla que digamos.
Dominic se carcajeó y no pudo evitar voltear a verlo para ver ese acontecimiento. Tenía una risa muy linda y su rostro se iluminaba cuando lo hacía.
Axel se obligó a si misma a volver el rostro hacia otra dirección. Debía verse estúpida en ese momento por cómo se lo quedaba viendo.
—Bueno, mañana sábado y supongo que no tienes clases ni trabajas —continuó él, ignorando por completo que ella parecía tonta, viéndolo.
—Supones bien —coincidió ella. Y dio gracias a Dios porque necesitaba de un día entero para descansar. Las convulsiones la dejaban destrozada algunas veces.
Se dio cuenta de que Dominic parecía un niño cuando dejaba el malhumor a un lado y no se comportaba como un completo idiota.
—¿Cuántos años tienes? —le preguntó, sin siquiera pensarlo.
Él la volvió a ver, algo asombrado por su pregunta que nada tenía que ver con lo que habían estado hablando y notó que tenía sucio en la comisura de los labios. Y sin pensarlo dos veces, Axel tomó la servilleta que estaba en la bandeja, se acercó a él y le limpio la suciedad.
Pudo sentía a través de la tela de la servilleta que tenía una piel suave y Axel no pudo evitar quedarse viéndole los labios entre abiertos, eran bonitos sus labios.
Dominic la estaba observando mientras sonreía como tonto y eso hacía que Axel sintiera que todo en su estómago se revolvía.
—Deja de verme de esa manera -—su mirada mostró un peculiar brillo—. Estoy poniendo todo de mi parte para no tocarte ni un solo cabello.
Axel quitó su mano de la boca de Dominic inmediatamente, avergonzada por el comentario y su comportamiento.
Se aclaró la garganta e intentó suavizar el ambiente.
—Lo lamento, suelo hacer eso con los señores en el trabajo.
—¿Qué cosa? ¿Calientas a los pobres viejitos? —los ojos de Dom mostraron una enorme curiosidad en esta ocasión.
Axel se carcajeó por la estupidez que acababa de decir y no pudo parar hasta que el estómago le dolió. ¿Por qué ella se estaba riendo con él?
—Eso es tan inapropiado —intentó sonar molesta, pero simplemente no pudo.
Dominic no dejaba de verla y eso la hizo sentir incomoda.
—No eres tan desagradable como pensé —se quedó viéndolo más tiempo del debido.
—Y tú no eres tan dócil como creí —contraatacó él.
Ella soltó una pequeña risa. Todos le solían decir eso hasta que la conocían mejor.
—Las apariencias engañan —susurró ella mientras bostezaba.
—¿Quieres dormir ya? —le preguntó.
—La verdad es que sí, estoy muerta de sueño.
—De acuerdo, solo por hoy dormiré en tu tienda de campaña —él se bajó de la cama y se dirigió hasta su cama improvisada.
—Gracias, que amable —respondió ella con una sonrisa.
— Amable es mi segundo nombre.
Axel se acostó en la cama y se quedó viendo como Dominic arregla las sabanas en el suelo, buscando la mejor forma para dormir más cómodo.
—Si amanezco con dolor en las lumbares será tu culpa.
—Sobrevivirás —aseguró ella mientras se cubría con la manta y se reía.
No podía dormir a pesar de que tenía sueño. Solo estaba pensando en el hombre que estaba acostado en el suelo para darle comodidad en la cama, lo cual la hacía sentir demasiado incomoda. Ella no debería de estar riendo con él como si fuera su amigo, ella no debería estar con él en un mismo cuarto, compartiendo la misma cama como si nada, ella no debería emocionarse por el simple hecho de que él le cediera su lecho para que ella descansara. Ella no debería.
Kevin era el hombre para ella, siempre lo había sido, pero ese hombre de emociones contradictorias la estaba volviendo loca con su actitud tan cambiante hacia ella en cuestión de solo horas.
El dolor de cabeza se hizo más intenso mientras más se cuestionaba las cosas. No estaba enamorada de Dominic, pero tampoco le era indiferente. ¿Qué le estaba pasando?
Tal vez Billy tuviera razón y se había comprometido con mucha rapidez.
—Buenas noches, Axel —se sobresaltó al escuchar su voz.
—Buenas noches, Dominic —respondió ella en un susurro.
Decidida a dejar los problemas para el día siguiente, logró conciliar el sueño.
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