Capítulo 31
Dos meses después:
- ¿Está seguro que no hay nada más que hacer? -preguntó Axel, dejando caer todo el peso en la silla del rector de la universidad. Había recibido un mensaje de parte de la oficina central y desde ese momento supo que algo así pasaría.
Había salido con terribles calificaciones en las pruebas, faltó con varios trabajos en equipo e indivuales y por eso había perdido la beca que le había sido otorgada.
- Lo lamento mucho, señorita Alwood, pero son las normas de la institución y aplican para todos, sin excepción. Su rendimiento fue cuestionable estos últimos meses -el señor mayor, de cabello canoso y regordete negó con la cabeza.
- Lo sé, es solo...
No podía poner ninguna excusa para cubrir su error, había descuidado sus estudios y por casi dos meses se había sumergido en un estado tan deplorable del que no salió del todo ilesa. No sólo había perdiendo a su familia, había perdido amistades, había perdido su fe en el amor y ahora perdía esa gran ayuda que recibía de parte de la universidad para continuar su carrera.
¿Qué se suponía que haría ahora? La carrera en si era demasiado cara y no podía costearla, al menos no solo con su empleo de medio tiempo en el asilo.
- Puede buscar algún plan de estudio con algún banco, eso podría ayudarle a seguir con su carrera, es usted una muy buena estudiante, sería realmente una pena que dejara sus estudios sin concluir -le aconsejó el hombre, pero Axel no estaba convencida del todo y sus miedos le gritaban que debía darse por vencida y rendirse, que había dado su mejor esfuerzo por hacer las cosas bien, pero que todo intento fue inservible.
- Gracias, pensaré en ello -se levantó del asiento y se dirigió a la salida.
- Señorita Alwood, no se rinda -le aconsejó el rector antes de que saliera de la oficina.
Vagó por el campus un largo rato y disfrutó de los últimos rayos de sol del día mientras repasaba la opción que le había dado el rector. Pedir un préstamo universitario a algún banco era una opción bastante factible, pero no deseaba saber absolutamente nada sobre deudas nunca más en su vida. Había acabado su cuota de deudas de por vida.
Lo único que veía como la mejor opción era dejar la carrera en pausa al menos por un semestre y dedicarse a trabajar a tiempo completo para poder pagar al menos una parte de la misma y así, de paso conseguirse un apartamento para irse a vivir ella sola y dejar en paz a sus amigos.
Se encaminó hasta la parada de autobuses y mientras veía a su alrededor, su mirada se centró en una pareja que no estaba muy lejos de allí y no pudo evitar que la sangre se le subiera a la cabeza cuando vió de quien se trataba.
Axel creyó que con el pasar del tiempo podría haber sido capaz de perdonar a Kevin Baxter por lo ocurrido aquella tarde dos meses atrás, estaba en su naturaleza perdonar las faltas de los demás y dejar el rencor un lado, había sido criada con esas ideas, que en lugar de ojo por ojo y diente por diente, era mejor poner la otra mejilla, pero desde ese día no tenía deseos de perdonar, sino más bien mantener vivo ese odio que sentía para no caer en la agonía de la pérdida.
Axel desvío la mirada al ver que Kevin se dió cuenta del escrutinio al que estaba siendo sometido y agradeció que el autobús estaba haciendo el alto a una sola calle de la parada.
Él continuaba estudiando en la misma universidad que ella, pero había sido bastante afortunada y cuidadosa de no haberle visto ni una sola vez en todo ese tiempo. Hasta ese día.
Se veía que la estaba pasando bien con la compañía.
Tuvo miles de sentimientos encontrados cuando lo vió acercarse a ella con rapidez, dejando a su acompañante lejos de su vista. Los ojos se le estaban empañando de lágrimas debido a la ansiedad que estaba experimentando en ese momento y deseó desaparecer mágicamente del lugar.
Se levantó del asiento y se dirigió hasta la siguiente parada, no estaba preparada para enfrentarlo en ese momento ni en ningún otro.
- Axel, espera...
La chica le ignoró y continuó su camino, hasta que el bolso en donde llevaba su laptop y sus notas cayó al suelo, haciendo que el crujido del aparato le crispara aun más los nervios.
- Solo esto me faltaba -murmuró para si mismas. Recogió el bolso sin verificar si sus pertenencias estaban bien o no.
- Espera por favor...
Kevin se le adelantó y le impidió el paso.
Axel apretó con fuerza los puños y su respiración se volvió pesada. Lo vió a los ojos y se sorprendió al verlo tan fresco y rebosando de alegría y vitalidad.
- ¿Qué es lo que quieres? -preguntó finalmente. No se mostró para nada amable ni complaciente sino todo lo contrario.
- ¿Estás bien? Te vi salir de la oficina del rector -Kevin la trató como si fuesen los mejores amigos del mundo. Axel frunció el ceño realmente enojada.
- Te dije que no me volvieras a dirigir la palabra en tu vida, ¿que parte no te quedó clara? -cuestionó ella. Se acomodó el bolso a como pudo y continuó su camino.
- Axel, no hagas esto -Kevin la siguió sin importar su mala actitud hacia él.
- ¿Qué crees que estaba haciendo en la oficina del rector? ¿Tienes alguna idea interesante?
- Ya basta de eso, Axel. Sé que no eres ese tipo de persona -la regañó el joven, al ver las segundas intenciones en sus palabras-. Estoy preocupado por ti, sé que desde hace dos meses que no ves a tu familia, ¿dónde te estás quedando?
Axel suspiró frustrada y elevó la mirada al cielo para retener las lágrimas que estaban a punto de caer.
- Donde me esté quedado no es asunto tuyo -respondió finalmente-. Lo que haga con mi vida de ahora en adelante no tiene porque importarte, tu no eres nada mío.
- Claro que me importa lo que hagas con tu vida, Axel -la contradijo, tomándole de las manos. Axel se apartó de inmediato-. Tu fuiste realmente importante en mi vida y de no ser por ese... Tú y yo estaríamos a dos meses de casarnos y vivir felices sin ninguna complicación en nuestras vidas.
- Agradezco a todos los dioses que no permitieron que eso pasara -Axel vió que sus palabras surgieron efecto en Kevin, ya que sus facciones se descompusieron al instante-. No te conocía como eras hasta dos meses atrás. Eres un hombre desconocido para mi.
Ambos se quedaron en silencio por un largo rato y solamente se encararon, hasta que Axel no soportó más y las lágrimas le ganaron.
Rápidamente se limpió y alzó la cabeza en señal de orgullo.
- No espero que me perdones ni hoy ni mañana por lo que dije ese día, no debí hacerlo y me arrepiento de eso todos los días y a cada momento -Kevin tomó aire al dejar que sus emociones salieran a flote-. Te lastimé cuando debí defenderte de ese desgraciado y sus acusaciones sin sentido.
Algo dentro de ella se removió ante la sola mención de ese hombre. Les había pedido a sus amigos que no lo volviera a nombrar, al menos no frente a ella y lo habían cumplido a la perfección y venía Kevin a sacarlo a colación.
Odiaba a ese hombre con todo su ser, le producía malestar solo pensar en él y ahora que estaba logrando superar ese tema, alguien volvía a abrirle la herida.
- No te quiero perdonar y no quiero que me perdones por lo que yo te hice, quiero que me odies al igual qur yo a ti. Quiero que me dejes en paz y no vuelvas a buscarme -le aclaró ella, luego de que su mente se aclarara y recordara que él también la había dañado y era parte del paquete de personas a las que no deseaba volver a dirigirles la palabra-. Si por accidente nos volvemos a ver en la calle, haz de cuenta que no me conoces.
Axel no le dió tiempo para que le respondiera y se apresuró a tomar un taxi que se había estacionado cerca de donde estaba.
Dió la dirección al taxista y respiró con fuerza para alejar sus malos recuerdos. No podía aparecer en casa de sus amigos con esa pinta.
Para su suerte no había nadie cuando llegó a casa y eso le dió tiempo de recomponerse y pensar en que iba a hacer.
Estaba enormemente agradeciada con Richard y Christina por no haberle dado la espalda cuando más necesito de una mano amiga, pero ya habían pasado dos meses desde que se había ido a vivir con ellos y sabía muy bien que ambos necesitaban su espacio personal —aunque no tuvieran problemas en demostrar su amor en cualquier lado—, no quería seguir abusando de la confianza y ella necesitaba rehacer su vida y ver que rumbo llevar.
Hubiese estado sola de no ser por la compañia de Richard, Chris y Bella, que llegaba a visitarla a escondidas de su madre y su hermano y le contaba como estaban y también el hecho de que aun no la perdonaban, así que necesitaba abrir sus horizontes y alejarse de todo ese ambiente que lo sentía tóxico.
Todos los días caminaba a la universidad o al trabajo con el miedo de toparse con él a como lo había hecho con Kevin ese mismo día y no saber como reaccionar si decidía retarla en media calle nuevamente. A pesar de sentir un odio desmedido hacia él, no podía evitar sentir un dolor insoportable en el pecho cada vez se encontraban a si misma pensando o recordando algo relacionado con él.
Dió vueltas por todos lados mientras se debatía en que debía hacer. Ya no podía seguir en la universidad, no a menos que pagara el semestre que seguía y no tenía el dinero suficiente para ello, solo le quedaba su trabajo, pero necesitaba con urgencia alejarse y desaparece de ser posible para siempre de ese lugar en el que había sido tan feliz y desdichada.
Extrañaría a Bella, a Richard y a Christina, pero por su propio bien debía retirarse del juego.
****
— Sabes que no tienes que irte —le recordó Christina, limpiandose las lágrimas.
Había hablado con ambos y les había informado sobre su decisión. Ninguno de los dos estuvo de acuerdo, pero tampoco la detuvieron.
— Lo sé, pero quiero hacerlo —Axel los observó a ambos y sonrió satisfecha al ver a ese par de seres humanos tan maravillosos y se sintió tan afortunada de que fueran sus amigos realmente—. Además, no creo que pueda seguir aguantando ver sus excesivas muestras de amor por todas partes —añadió en son de burla.
Christina se sonrojó y Richard se carcajeó.
— Tengo un amigo que podría ayudarte con un lugar para vivir. Tiene apartamentos muy buenos y a buen precio —Richard le pasó las manos por los hombros y alzó ambas cejas. Ese hombre era definitivamente un ángel.
— Ponme en contacto con tu amigo de buenos apartamentos y a buen precio.
— La cuestión es que los apartamentos están fuera de Perth —agregó el hombre en voz baja.
Fuera de la Perth.
Axel deseaba irse, pero escuchar que tendría que irse de la cuidad para poder estar tranquila la hizo temer.
— ¿Estás asustada? —Christina se sentó junto a ella y le palmoteo la espalda.
— Te mentiría si te dijera que no lo estoy —la voz le tembló y sonrió nerviosa.
— Es mejor que estés nerviosa y no que digas que estás bien para todo, un cuando todos sabemos que no lo estás —Richard le ofreció un vaso con jugo de naranja y otro a su mujer—, pero si realmente tienes miedo de irte, te lo dijo en serio, no me molestaría que te quedaras aquí y le hicieras compañía a Christina.
Axel sonrió más abiertamente y negó con la cabeza.
— Gracias por todo, chicos, son los mejores. Gracias por ayudarme, por creer en mi y por quedarse a mi lado todo el tiempo.
— Axel, tu te ganaste nuestro cariño, eres una chica excepcional y que vale la pena derle miles de oportunidades —Richard la abrazó con fuerza y lo escuchó sollozar.
— Alwood, que te vayas lejos no significa que te vas a deshacer de mi —las palabras de Christina acabaron de inmediato con el ambiente de tristeza que se había
formado.
— Eso espero —Axel los amenazó a ambos mientras se limpiaba las lágrimas.
Al principio de todo ese caos, jamás imaginó que volvería a reír y a sentirse relajada otra vez.
No estaba destinada a vivir un romance con un hombre tan complicado como Dominic Bryce y hasta ese momento lo comprendió, cuando vio a sus amigos vivir plenamente, sin secretos que les impidiera dormir tranquilos, sin miedos del pasado que los hicieran dudar el uno del otro. Ellos eran uno solo, almas puras y transparentes que estaban más que destinadas a estar juntas.
Al menos alguien en esa historia podía ser feliz y eso la reconfortaba y la hacía olvidar su infelicidad.
Solo unas semanas después, se marchó y dejó gran parte de su vida atrás.
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