Capítulo 25
"Creo que deberíamos llevarla a un hospital"
"Ella estará bien"
"Quiero a esta niña fuera de mi casa"
"Vamos, cariño despierta"
Todas esas voces juntas hacían que la cabeza de Axel quisiera explotar, necesitaba silencio absoluto para poder organizar sus pensamientos y entender que estaba ocurriendo.
No había sufrido una convulsión, de eso estaba segura, pero si había sufriendo un desmayo poco común en ella. Tenía miedo, ya que no entendía qué estaba pasando.
— Mamá...
— Aquí estoy, cariño. ¿Puedes abrir los ojos?
La chica abrió los ojos con pesadez y parpadeó varias veces para que su visión se acostumbrara a la claridad.
— ¿Axel, estás bien?
El rostro de Kevin fue lo primero que divisó y la preocupación teñían sus bellos ojos azules.
— Estoy bien —aseguró, luego de aclararse la garganta.
— Si ya se encuentra bien, será mejor que se marchen.
La voz de la madre de Kevin la hizo temblar, esa señora cuando era buena irradiaba un aura blanca por todo su ser, pero de lo contrario, era otra cosa totalmente distinta y Axel comprendía porque razón la odiaba, pero aun así no dejaba de tenerle cierto miedo por su actitud.
— Mamá, basta —Kevin endureció su expresión al dirigirse a su madre y Axel sintió tanta vergüenza.
Se levantó y se dió cuenta de que se encontraba en la habitación de Kevin y no se pudo sentir más humillada.
El último lugar en el que deseaba estar era ese precisamente.
— Mamá, vamos a casa —le pidió a su madre al ver la incomodidad que tenía la mujer.
— Axel, debes ir a un hospital —le aconsejó Kevin, tomándola de las manos. Ella estaba helada en comparación al joven.
- Lo sé, iré pronto. Disculpen las molestias —esta vez se dirigió a los padres de Kevin, quienes mantenían una distancia prudente de ella.
El señor Baxter le sonrió mientras que la señora Baxter la desafío con la mirada.
Tan pronto le aseguró por milésima vez a su madre y hermanos, que se encontraba bien salieron de casa de los Baxter y se dirigieron a la de ellos.
¿Cómo rayo se había desmayado justo en presencia de Kevin y su familia?
Axel estaba viendo la televisión, acostada en el sofá de su padre mientras su madre y sus hermanos murmuraban a sus espaldas.
Apenas habían pasado tres horas desde que había salido de la casa de los Baxter y aún se sentía inquieta. Le había asegurado a Kevin que iría al médico casi que de inmediato, pero no deseaba preocupar a sus familiares, así que esperaría a llegar a la casa de Dominic y conseguiría el contacto con la doctora Jackman para que ella le explicara mejor que estaba ocurriendo con ella.
Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano al parecer serena frente a su familia cuando realmente deseaba estar gritando debido a la terrible migraña que sentía y estaba segura de que Dominic aparecería pronto por ella así que tenía que mantenerse calmada por unas cuantas horas más, al menos hasta estar completamente sola.
El timbre de la entrada retumbó en sus oídos y la piel se le erizó.
Isabella corrió para ver quién era y Axel estaba segura de que se trataba de Dominic.
Trató de poner su mejor cara y se levantó del sofá para recibir a su novio, ignorando el intenso palpitar sobre su sien.
Abrió muchos los ojos sin siquiera disimular un poco al ver a Kevin en el umbral de su casa.
— Hola, Kevin —lo saludó su madre, cariñosamente—. ¿Está todo bien?
— Hola señora Alwood, todo está en orden, solo quería saber cómo seguía su hija —ninguno de los dos apartó la mirada del otro y Axel sintió una mezcla de enojo con culpa. Kevin estaba preocupado por ella, debía sentirse agradecida que él se tomara la molestia de llegar hasta su casa.
¿Por qué Kevin le estaba poniendo las cosas tan difíciles?
— Estoy bien, gracias—le respondió ella, apoyándose en el brazo del sofá, necesitaba algo que le brindara estabilidad
Kevin frunció el ceño y se cruzó de brazos al percatarse de su falsa seguridad.
— Me agrada saber ya estás bien —sonrió ampliamente a su madre y volvió a dedicarle una mirada inquisitiva—. ¿Podemos hablar un momento, Axel? —pidió, sin andarse con rodeos.
Lo último que ella quería era estar a solas con Kevin. No se encontraba en condiciones para enfrentarlo en ese momento, pero tampoco quería ser grosera y hablar con él era lo menos que le debía después de todo lo que ella le había hecho pasar.
— De acuerdo —accedió muy a su pesar. Se colocó los zapatos y salió de la casa mientras Kevin le pisaba los talones y sus hermanos espiaban por la ventana.
Se aseguró de tener una buena distancia tanto de Kevin como de los oídos de sus hermanos.
— ¿Caminamos un poco? —sugirió él, al percatarse de lo tensa que se encontraba.
La chica solo asintió con la cabeza.
Al inicio ninguno de los dos dijo nada, solo caminaban a paso lento y en silencio. No era incomodo, pero tampoco agradable.
La tarde se estaba volviendo helada, típica de la fecha y ella había salido de casa sin un solo abrigo.
— Espera un momento, Alwood.
Axel detuvo su caminar al escuchar la petición del joven y este se acercó peligrosamente hacia ella, lo cual la hizo retroceder de inmediato.
La mano de Kevin viajó hasta su frente y la mantuvo ahí por varios segundos y luego hizo lo mismo con él.
— No tienes fiebre, pero estas muy pálida —dijo entonces, casi para sí mismo. Se quitó su abrigo y se lo pasó por los hombros.
La chica se lo iba a devolver y él se percató de su intención y la detuvo al instante.
— Gracias, no tienes que hacer esto, de todas formas, no estoy enferma —respondió entonces ella.
— Es solo un abrigo, pero, ¿puedo hacerte una pregunta? —el tono de voz del muchacho se endureció y se volvió serio.
— Dime.
— ¿Tú y ...ese hombre, han tenido intimidad?
Axel sintió que su rostro entero estaba ardiendo en llamas y quiso desaparecer del planeta en ese instante.
¿Por qué Kevin le estaba haciendo eso? ¿Acaso estaba tomando venganza por lo que ella le había hecho? Eso era algo que él no debía preguntar. Jamás.
— Es una pregunta con fines médicos y no personales —añadió al ver su renuencia al querer contestar.
No quería responder a esa pregunta, aunque con eso le ofrecieran la vida eterna y mucho menos a él.
— ¿A qué quieres llegar con esto? —preguntó ella, desafiante.
Kevin se acercó a ella lo más que pudo y como por millonésima vez, clavó sus ojos azules en los de ella y entonces habló.
— Tienes mareos, desmayos, estas más delgada, tu piel traslúcida no es buena señal... ¿has tenido vómitos frecuentes?
Axel se cubrió las orejas con las manos y refunfuño molesta al comprender de que estaba hablando Kevin. Estaba teniendo las mismas ideas que Isabella en su momento.
¿Pero qué les estaba pasando a esas personas? ¿Acaso ninguna mujer podía sufrir mareos, vómitos y otros síntomas sin estar embarazada precisamente?
— ¿Por esto me has hecho salir de casa, Kevin? Pues te lo confirmo. ¡No estoy embarazada! —respondió ella, acercándose más de la cuenta a él, pero necesitaba asegurarse de que nadie que pasara por la calle la escuchara.
El alivio que se reflejó en el rostro del chico no tuvo precio y Axel quiso golpearlo por entrometido.
— ¿Entonces qué está pasando con tu estado de salud? —Kevin se cruzó de brazos nuevamente—. ¿Has vuelto a tener convulsiones?
No estaba del todo convencida de si quería hablar con Kevin precisamente sobre ese tema, pero él estaba más avanzado que ella en el campo de la medicina y podía darle una explicación lógica a lo que le estaba ocurriendo. Tal vez así no tendría que llamar a la doctora Jackman y preocupar a Dominic.
— No estoy segura si la última convulsión fue realmente una —confesó finalmente. Se masajeó las sienes para aliviar un poco el dolor.
— ¿Qué quieres decir con eso? —Kevin prestó más atención.
— Fue hace un tiempo, casi un mes, a decir verdad. Estaba realizando un trabajo con un compañero y de pronto sentí que perdía el control de mi cuerpo, como normalmente ocurre cuando convulsiono, pero cuando desperté en esa ocasión aún continuaba sin tener control sobre mi persona, desde ese día tengo dolores de cabeza tremendos, mareos, vomito, escalofríos repentinos... No sé qué pueda estar pasando.
Kevin permaneció en silencio por un largo rato y Axel lo observó con detenimiento, su bigote había desaparecido pero su barba no y su cabello lucía del mismo largo que la última vez que se vieron. Seguía siendo igual de guapo, incluso podía jurar que se veía más corpulento.
Se sonrojó y desvío la mirada al ser descubierta observándolo y Kevin sonrió sin gracias alguna.
— Ven mañana al hospital, tengo una amiga que puede ayudarnos a realizarte unos exámenes.
— ¿En serio? —la emoción de Axel fue genuina y quiso abrazar a Kevin para agradecérselo, pero se contuvo de hacerlo.
— Sí, no creo que esto que te está pasando sea normal, así que quiero estar seguro de que al menos tu salud se encuentre bien —Kevin se acercó unos cuantos pasos más hacia ella.
— Gracias —susurró ella, tomándole la mano y apretándola con fuerza.
Ambos permanecieron sujetados de las manos por un largo rato y la joven sintió el cálido contacto de su ex prometido atravesar todo su cuerpo.
No había desaparecido esa nostalgia que la agobiaba en ocasiones al pensar en Kevin y en el antes de Dominic. Ella había sido feliz con él, ambos se llevaban de maravillas, era fácil estar a su lado, con él no discutía constantemente a como lo hacía con Dominic, pero al mismo tiempo recordaba que con Kevin jamás sintió esa necesidad imperiosa de pasar cada segundo del día, de querer permanecer abrazada a él y no alejarse de él jamás, no se había sentido temerosa de perderlo y no sentía ese dolor en el pecho y la boca del estómago al imaginarse lejos de él y de su vida.
— Axel.
Tanto Axel como Kevin voltearon a ver de dónde provenía esa voz grave.
Sintió frío cuando soltó las manos de Kevin al ver a Dominic, de pie justo frente a ellos.
Estaba de pie junto al auto en el que solía llevarla al trabajo Thomas, pero no vio ni rastros del chofer en esa ocasión.
Sus ojos verdes viajaban de Axel a Kevin y parecía estar realmente furioso al presenciar esa escena. Pero Axel se negó a dejar que la culpa que la estaba atacando ganara la batalla, ella no estaba haciendo nada malo, simplemente estaba agradeciendo la amabilidad que Kevin estaba teniendo con ella.
El ambiente de pronto se volvió tenso y Axel tuvo que respirar con profundidad para calmar sus nervios.
— Dom —se alejó de su ex novio para dirigirse hacia a su novio.
— ¿Qué haces aquí afuera ...con él? —Dominic no dejó de encarar a Kevin y él le respondió de la misma manera.
— Solo estábamos conversando —respondió Axel, con toda tranquilidad. Eso era lo que estaba haciendo realmente.
Dominic desvío la mirada hacia el abrigo que la cubría y alzó ambas cejas en señal de disgusto. La acercó a él hasta que sus cuerpos quedaron pegados.
— Me tengo que ir —habló Kevin con normalidad, sin un solo rastro de nerviosismo y se encaminó hasta donde estaban ellos, parecía divertido por la situación en la que se encontraban—. Rose, recuerda la cita que tenemos mañana —añadió antes de palmotearle un hombro y dedicarle una mirada hostil a Dominic.
El cuerpo entero de Dom se tensó por las palabras de Kevin y Axel deseó estar lejos de las miradas de esos dos hombres.
— ¿Por qué razón tendrías una cita con mi novia? —le preguntó Dominic a Kevin, a quien se dirigía directamente por primera vez.
Kevin se detuvo al escuchar la pregunta de Dominic y lo volteó a ver con cierta ironía.
— Alguien tiene que cuidar de la salud de Axel —fue la respuesta de Kevin.
Dom frunció el ceño ante las palabras del joven y le dedicó una mirada a Axel, la cual le exigía una explicación.
— No pasa nada. Solo iré a realizarme unos exámenes de rutina y... Kevin, tiene un conocido que podría aligerar el proceso.
Las palabras de ella parecieron no ser suficientes para Dominic, quien volvió a dirigirse a Kevin.
— De ahora en adelante yo me ocuparé por el bienestar de Axel —Dominic le quitó con rapidez el abrigo de encima y se lo devolvió a su dueño, quien lo tomó con más agresividad de la necesaria. Dominic se quitó su saco y la abrigó de inmediato – Gracias, de todas formas.
— Vamos —pidió ella, tomando las manos de Dominic y arrastrándolo hasta el asiento del conductor del auto. Cuando se aseguró de que el hombre estuviera dentro ella se dirigió hasta el asiento del copiloto.
— Gracias por todo —le dijo a Kevin ofreciéndole una tensa sonrisa antes de ingresar al auto.
Apenas cerró la puerta del auto, Dominic arrancó como si el mismísimo diablo lo estuviese siguiendo.
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