Capítulo 24
— ¿Axel, estás despierta?
Axel volvió a ver a su hermana menor y le sonrió.
— ¿Qué pasa, Bella?
— Solo me pregunto algo —dijo la chica, levantándose de su cama y cruzándose a la de su hermana—. ¿De verdad estás enamorada de ese hombre?
La joven se sentó en la cama y alborotó el cabello rizado de su hermanita.
— Si y no me preguntes como pasó, yo solo me enamoré de él, de su forma de ser, que, aunque demuestre un exterior frío e impenetrable es todo lo opuesto una vez que lo conoces.
— ¿Así que no estaba actuando en la cena aquel día ni esta noche?
Axel pudo notar la incomodidad de su hermana al hablar de él y la comprendía, no podía culparla, ella conoció el lado inflexible de Dominic.
— No, no estaba actuando —le aseguró ella.
— ¿Y tú y él ya se tuvieron...?
Axel se sonrojó sin necesidad de que Bella terminara de formular la pregunta.
— No pienso responder a esa pregunta —dijo ella, tajantemente.
Bella se cubrió la boca para sofocar la risa y Axel la golpeó en el hombro por burlarse de ella. Isabella era cinco años menor que ella, pero se manejaba en el tema de lo sexual mucho mejor que ella.
— ¿Qué hay de Kevin? ¿De verdad ya no sientes nada por él?
Axel sintió como el cuero cabelludo le ardía así que se rasco con demasiada rudeza.
Había tratado de bloquear el nombre de Kevin de su mente desde el día en el que este la había besado afuera de la universidad, pero parecía imposible ya que si no era en el trabajo o la universidad su nombre salía a colación al menos una vez.
Había sentido un revuelo de emociones desde ese día y su mente no dejaba jugarle en contra al sacar a relucir al Kevin que ella jamás había visto y que se atrevió a besarla con ese ímpetu.
No tenía duda alguna que estaba enamorada de Dominic, pero tampoco podía olvidar del todo a Kevin y lo que sintió durante muchos años por él.
— No lo sé, Bella. En este momento me encuentro...
— ¿Dividida?
— Me siento confundida. Siento que no merezco a ninguno de los dos.
— ¡Hey! ¿Pero qué dices? —la regañó Bella, alzando un poco el tono de voz—. Cualquier hombre que este contigo debería sentirse agradecido de que formes parte de su vida. Eres una hija muy buena y una hermana increíble que hace lo que sea para salvar a su estúpida hermana de los problemas en los que se mete.
Axel puso los ojos en blanco y Bella se rio.
— ¿Desde cuándo, Axel Alwood pone los ojos en blanco?
— Desde hace casi dos meses atrás.
Ambas se rieron por un largo rato hasta que Axel volvió a sentirse mareada. En la cena de esa noche también se había sentido así, pero lo dejó pasar por alto ya que no apuntaba a ser nada grave, pero esta vez sí fue un poco más duradero y estuvo acompañado de unas nauseas terribles.
— ¿Estás bien? —preguntó Bella, con la voz cargada de preocupación—. ¿Quieres que llame a Billy?
— Pero que dices niña, estoy bien —la tranquilizó ella, sonriendo—. Es solo un mareo insignificante. Ya se me pasará.
— Axel, ¿te estás cuidando?
Axel no comprendió la pregunta de su hermana y Bella lo notó.
- ¿Estas teniendo precauciones para no quedar embarazada?
— ¡Dios, Bella! ¡Claro que sí! Puede que sea tonta en algunas cosas, pero no en ese aspecto.
Dominic era bastante precavido al igual que ella con respecto al tema y eso era un alivio para ella. Un hijo a esas alturas no estaba ni de broma en sus planes.
— En todo caso, deberías ir al médico a que te revise, esos mareos no son frecuentes en ti —le pidió su hermana.
— Te prometo que lo haré.
También ella se sentía con algunas incomodidades respecto a eso, desde el día que había tenido esa extraña convulsión en casa de su compañero no se había sentido bien, la cabeza le dolía con frecuencia, se mareaba por lapsos prolongados, si no perdía el apetito completamente, las náuseas y el vómito la hacían expulsar lo que comía y también estaban los temblores y escalofríos que llegaban de la nada. Eso no era normal, pero no quería preocupar a Dominic con asuntos que ella podía resolver sola a la perfección.
En el transcurso de la noche no pudo pegar un solo ojo, así que salió del cuarto y se fue directo a la sala para no despertar a Isabella con sus volteretas en la cama.
En esos dos meses que llevaba viviendo con Dominic, había extrañado a su familia demasiado y ahora que estaba con ellos nuevamente, deseaba estar al lado de Dom.
Se estaba volviendo bastante dependiente de ese hombre y eso no era bueno. A pesar de que él le había dicho que se olvidara del trato, de la deuda y del tiempo que debía estar en su casa, ella no podía dejar de contar cuantos días faltaban para que se cumpliera la fecha establecida de los tres meses.
Veintiocho días, para ser exactos.
Amaba cada segundo que pasaba en compañía de Chris, Richard, Claire, Tom y sobre todo con Dominic, pero odiaba tener que despertar todos los días en una casa en la que al pasar por los pasillos se podían escuchar los gemidos de placer de otras personas, que el bello salón de esa increíble mansión apestara a cigarrillos y a bebidas de todo tipo y a uno que otro descarado que no aguantaba las ganas de llegar a la habitación y comenzaba el acto en cualquier lugar.
Por más que se trababa de convencer a si misma que eso no era nada malo al final su lado reservado ganaba la lucha interna.
No se atrevía a hablar con Dominic de sus incomodidades porque no se sentía con el derecho de hacerlo, esa mansión estaba hecha para ese tipo de actividades y ella no podía imaginarse siquiera establecer una conversación con respecto a esa situación con él.
En más de una ocasión su imaginación viajaba lejos y se visualizaba en una casa más pequeña, en la que viviría con Dominic, solo ellos dos, sin terceros interfiriendo a cada segundo, que a la hora de llegar del trabajo prepararan la cena, verían alguna película en la televisión o simplemente se irían a comer a algún restaurante de comida rápida por no querer cocinar ninguno de los dos y dar un largo paseo por el parque hasta altas horas de la noche, que tanto la familia de ella como la de él pudiesen reunirse en un gran almuerzo y todos se llevarían bien de inmediato y no habría que ocultar ni mentir en absolutamente nada.
Pero todo eso solo era producto de su lado soñador y romántico. Ella no podía interferir en las decisiones de los demás y menos cuando se trataba de trabajo.
Se recostó por unos segundos en el sofá en el que solía dormir su padre y cuando volvió a abrir los ojos, la luz del día atravesaba las cortinas de la ventana que tenía justo frente a ella.
Se cubrió el rostro con la sabana que tenía encima y la observó confundida ya que ella no había llevado sabanas consigo en la madrugada.
Sonrió ampliamente al pensar que pudo haber sido su madre quien la cubrió para protegerla del frío.
— Me preguntaba cuántas horas podrías dormir en ese sofá.
Billy se acercó a ella y se sentó al lado de sus pies y encendió la televisión para ver deportes.
— ¿Tu trajiste esta sabana para mí? —preguntó ella, enrollándose lo más posible para estar más caliente. Billy solamente asintió con la cabeza sin despegar la mirada de su programa—. Gracias.
Ambos veían y criticaban el partido de fútbol que estaban pasando y como siempre los dos iban con el equipo contrario.
Pronto, Bella enfundada con su pijama y su cobija se les unió y Axel pasó el mejor momento de su vida al ver que en su casa y con su familia nada había cambiado. Su madre preparó el desayuno mientras los reprendía por el vocabulario que estaban utilizando.
— Iremos a la iglesia más tarde, ¿vendrás con nosotros, cielo? —le preguntó su madre, cuando Bella y Billy salieron huyendo para no lavar platos.
Deseaba ir con todas sus ganas, llevaba un buen rato sin ir a su congregación, pero temía a la reacción de las personas al verla nuevamente. Y sobre todo temía encontrarse con Kevin.
— De acuerdo —respondió, armándose de valor.
Esa mañana de domingo en específico, el cielo estaba totalmente cubierto de nubes grises y Axel se imaginó a Dominic apenas despertando y dirigiéndose a la ventana y al ver ese clima, regresaría a recluirse en la cama a dormir un poco más.
— Deja de pensar en Dominic —la reprendió Isabella, antes de bajar del autobús que los dejó a unos cuantos metros de la iglesia.
— No estoy pensado en él —se defendió ella.
Isabella se carcajeó y la tomó del brazo para caminar junto a ella.
Ingresaron a la iglesia y se sintió aliviada al darse cuenta de que sus temores no tenían ningún fundamento, sus amigos seguían siendo sus amigos a pesar de su ausencia, nadie la trataba de forma distinta, al contrario, le pidieron que no se volviera a alejar de ellos.
Se encontró con Kevin y sus padres justo cuando salían de la iglesia. El señor Baxter la saludó con mucha cordialidad, mientras que la señora Baxter la ignoró por completo y Kevin solo la observaba sin decir una palabra.
El corazón de Axel se había acelerado desde hacía un buen rato atrás y no estaba segura si se debía al malestar que venía sintiendo desde horas atrás o por la mirada azul y penetrante de su ex novio.
Se disponía a irse con su familia cuando todo a su alrededor quedó completamente a oscuras y lo último que escuchó fue a Kevin pronunciando su nombre.
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