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Capítulo 20

Axel abrió los ojos con pesadez cuando la alarma sonó. Se apresuró a apagar el aparto para no despertar a Dominic, quien dormía plácidamente boca abajo a un lado de ella.

Se levantó de la cama y pudo ver la prueba de que lo que había pasado la noche anterior fue real y no un sueño. La sabana estaba manchada en una pequeña porción de un líquido color carmesí ya seco.

Quiso quitar la sabana por vergüenza, pero para quitarla debía levantar a Dominic y no quería que se despertara aún, no sentía ninguna culpa por lo que había hecho, pero deseaba un tiempo a solas para pensar en las consecuencias que eso arrastraría a largo plazo con ella y sabía que con Dom presente y con su mirada clavada sobre ella sería imposible pensar con claridad.

Se dirigió al baño caminando de puntas, como si fuese un ladrón y se dio una ducha bastante rápida.

Cuando llegó a la cocina vio a Claire como era de costumbre y la saludó como comúnmente lo hacía.

— ¿Tienes hambre, linda? —le preguntó amablemente la mujer mayor.

— Me muero de hambre —aceptó ella. La noche anterior no había cenado y estaba más hambrienta de lo normal.

Claire le sirvió el desayuno y Axel lo devoró completo en tiempo récord. El ama de llaves solo la observaba con una enorme sonrisa dibujada en los labios.

Axel sospechaba a que se debía la expresión bobalicona de la mujer, pero decidió no darse por entendida. No deseaba hablar con nadie de lo que había pasado con Dom la noche anterior, al menos no por el momento.

— ¿Vendrás a almorzar hoy? —inquirió Claire, dándose por vencida al no hacerla hablar.

— No, tengo una prueba en la escuela y he quedado con una compañera en que estudiaríamos juntas antes.

— De acuerdo. Suerte en tu prueba.

— Gracias. Y gracias por el desayuno, estaba delicioso como siempre.

Tom estaba esperándola junto al auto y le ofreció un saludo, tan cordial como siempre.

De camino al trabajo se tomó la libertad de pensar en la noche anterior. Había sido maravilloso, Dom había sido bastante paciente con ella y la había hecho sentir uno de los mayores placeres que el ser humano puede sentir, pero al mismo tiempo se sentía perdida, no sabía cómo, pero Dom se había adueñado del último espacio de su ser, aquel que aún tenía dudas sobre si realmente lo quería o no.

Se había entregado en cuerpo y alma a ese hombre y ahora se sentía más vulnerable que nunca, Dom poseía el poder de lastimaría y romperle el corazón en cualquier momento y eso era lo que ella más temía. A pesar de que se regañaba constantemente por pensar en esa mujer y en lo que le había dicho, las palabras de Elsa aún la perseguían como un condenado fantasma.

"Cuando Dominic consiga lo que quiera contigo, te dejará"

"Solo le interesas porque tienes algo que él quiere"

Se repetía así misma una y otra vez que Dominic no era ese tipo de hombre, pero sus miedos le jugaban en contra.

— Axel, hemos llegado.

La voz de Thomas la hizo pegar un brinco en el asiento del auto. Se apresuró a salir e ingresar a su lugar de trabajo.








Durante todo el día había dejado a un lado el tema de Dominic, ya que su mente estaba en el trabajo al cien por ciento debido a uno de los señores más queridos del lugar.

Su estado de salud había sido regular con el pasar de los días, pero esa mañana en particular había empeorado, hasta el punto de que el asistente del cardiólogo que había llegado a reemplazar a Kevin ordenó que lo llevasen de inmediato a un hospital debido a su delicado estado de salud.

— Señorita Alwood, el señor Harrington confía en usted. Vaya con él y quédese hasta que logremos contactar a sus familiares —le ordenó su jefe, un hombre bajo de estatura, algo relleno y con un divertido bigote que parecía sacado de películas de mafiosos.

— De acuerdo —acató ella la orden sin pestañear. Cole era un señor bastante parlanchín y bromista que algunas veces le hacía la jornada laboral demasiado complicada, pero que muchas otras, era quien le sacaba una sonrisa cuando se sentía cansada y frustrada.



Llevaba más de tres horas en la habitación de Cole, a la espera de noticia de sus familiares y Axel comenzó a molestarse al ver el poco interés que muchas personas tenían por sus adultos mayores. No era la primera vez que se enfrentaba a un caso en el que los señores morían en compañía de trabajadores del albergue o del hospital, ya que sus familias no llegaban cuando se les informaba sobre su estado.

Sabía que Cole no resistiría mucho más tiempo y se sentía de manos atadas y sin saber que hacer o decir cuando le preguntaba por sus hijos o nietos.

— Ya se comunicaron con ellos Cole, pronto llegarán —respondió ella, forzándose a sonreír ante la última pregunta que él le había hecho.

— Que bien, que bien —respondió el hombre cerrando los ojos y quedándose dormido por quinta vez consecutiva.

Aprovechó que se había dormido y fue a pedir información sobre los familiares de Cole, cuando vio a Kevin en la sala de espera. Él al verla se levantó y se dirigió hasta donde ella se había quedado parada.

Se sorprendió al ver a Kevin con barba y algo de bigote, el cabello algo más largo de lo que normalmente lo usaba, él nunca se dejaba crecer la barba ni el bigote y era bastante cuidadoso con su cabello. No se veía mal, en realidad se veía mucho más atractivo de lo que ya era realmente.

— ¿Cómo está Cole? —le preguntó él, su voz suave estaba teñida por la preocupación. ¿Quién le habría avisado del estado de su viejo amigo?

— Mal —susurró—. ¿Cómo te has enterado?

— Ingrid me llamó y me dijo lo que pasaba. ¿Por qué sigues aquí? Deberías estar en...

Axel apretó los puños con fuerza y sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas nuevamente.

... No hay familiares que se hagan cargo de él aun, ¿no es así? —dijo entonces, acercándose a ella y abrazándola en forma de consolación.

— No lo entiendo —lloró ella y cubriéndose la cara con las manos—. ¿Cómo pudieron dejarlo solo en este momento? Cole no deja de preguntar por sus hijos y tuve que mentirle diciendo que vendrían pronto.

— Tranquila, sabes debes mantenerte al margen de situaciones como esta —le recordó Kevin, siempre le decía lo mismo cuando lloraba por las historias que le contaban las personas de su lugar de trabajo.

— Lo sé, lo sé —coincidió ella, dejando de llorar y apartándose de los brazos de Kevin. Debía recordar que ellos dos ya no estaban juntos y que probablemente era incómodo para él tener que ofrecerle una muestra de solidaridad siquiera cuando debía estar odiándola.

— Señorita Alwood —la chica de la recepción que los había atendido cuando llegaron al hospital la llamó y Axel corrió hasta su cubículo.

— ¿Alguna noticia de la familia del señor Harrington?

La mujer de grandes ojos azules negó con la cabeza mientras se comía con la mirada a Kevin.

— ¿Puedo entrar a verlo unos minutos? —le preguntó Kevin a la chica, quien se sonrojó de inmediato.

Axel no pudo evitar sentirse incómoda al ver como Kevin intencionalmente trataba de coquetear con esa mujer, pero el sentimiento se fue tan rápido como llegó.

— Solo los familiares pueden ingresar a verlo —negó la mujer.

— ¿Qué familiares van a venir? —Axel secundó a Kevin, al menos George debía morir rodeado de personas que lo apreciaban—. Solo serán unos minutos.

— La próxima ronda del médico será en veinte minutos, para entonces deberás estar fuera de la habitación o me meteré en problemas.

Kevin le sonrió abiertamente y siguió a Axel una vez que está lo dejó atrás.

Ingresaron a la habitación y el señor continuaba dormido, respiraba con bastante dificultad. De inmediato, Kevin revisó la tableta clínica del hombre y suspiró cabizbajo al terminar de leer.

— Ha resistido mucho, si soy sincero —dijo con frustración. Tomó la mano de Cole y la acarició con cariño—. Hola viejo, han pasado treinta horas desde la última vez que nos vimos y ya estás haciendo de las tuyas.

Axel sonrió ante las palabras de Kevin, se posicionó al otro lado de la cama y tomó la otra mano de Cole.

El hombre reaccionó a la voz de Kevin y apenas logró abrir los ojos.

— Hola —apartando unos cuantos cabellos plateados de la cara de su amigo.

— John, mi muchacho —sonrió Cole—, lograste llegar, ¿dónde están tus hermanos?

Era claro que Cole estaba desvariando al llamar a Kevin, John, pero Axel no se atrevía a sacarlo de su error y al parecer Kevin tampoco ya que le siguió la corriente.

— Están de camino —informó Kevin, con amabilidad. Unas cuantas lágrimas escaparon de los ojos de Axel sin querer.

— No creo que logren llegar a tiempo, pero estás tú. ¿Ya conoces a la señorita Alwood? —le preguntó el hombre desviando la mirada a la joven—. Ella es una de las que me hace tomar esa asquerosa medicina y me obliga a comer.

Axel soltó apenas una risa ante la acusación.

— No, no la conocía —Kevin la observaba con bastante seriedad y Axel sintió una opresión en el pecho al interpretar el doble sentido de las palabras del joven—. Mucho gusto, señorita Alwood.

— Igualmente, señor Harrington —respondió ella, luego de aclararse la garganta.

Kevin y Cole conversaron solo un par de minutos más antes de que se quedara nuevamente dormido, pero esta vez de manera definitiva.

Axel hizo un esfuerzo sobre humano para no llorar, pero falló rotundamente, ganándose así el consuelo de Kevin nuevamente.

- Gracias por hacerlo feliz esos últimos minutos —dijo Axel, una vez fuera de la habitación y luego de hablar con su jefe e informarle sobre los recientes hechos.

— No tienes que agradecer.

Ambos quedaron sin nada más que decir por varios segundos hasta que Kevin rompió el silencio.

— ¿Necesitas que te lleve a algún lado? Mi compañero de clases me prestó su auto para venir aquí.

Axel estuvo a punto de negar la propuesta cuando vio su reloj y recordó su prueba, era en menos de una hora y se suponía que debía estar estudiando en ese momento con su compañera.

— A la universidad, si no es mucha molestia.

— Vamos —Kevin le sonrió y la guío hasta llegar a un auto bastante peculiar. Era un escarabajo azul que la joven dudaba mucho que llegará en una pieza al centro estudiantil.

— ¿Este carro es seguro? —preguntó, cuándo se sentó en el asiento del copiloto y vio que por dentro estaba oxidado y bastante dañado.

— Bastante, a decir verdad —Kevin se carcajeó al ver su expresión de pánico.

Todo el camino se la pasaron haciendo bromas sobre el auto y su dueño para alejar un poco la tristeza por la pérdida de una gran persona y Axel recordó lo fácil que se le daba bromear con Kevin y no había notado cuanto extrañaba eso hasta ese momento.

Cuando Kevin se estacionó frente al campus, Axel se bajó corriendo.

— ¡Estamos vivos! —dijo en voz alta y de forma dramática.

Kevin puso los ojos en blanco, pero se carcajeó.

— Te dije que era seguro.

— Bien, ya tuve suficiente aventura por el día de hoy así que muchas gracias por ir al hospital y por traerme.

Axel se acercó para darle un beso en la mejilla al mismo tiempo que Kevin se disponía a hacerlo también. Sus labios se rozaron apenas y Axel no supo que hacer en ese momento, solo sabía que debía retirarse en ese instante antes de que eso se pusiera más incómodo de lo que en realidad ya era, pero Kevin descubrió su plan de huida y la tomó de la cintura, haciendo que sus cuerpos se unieran y la besó sin previo aviso.

Fue algo rápido, pero Axel lo apartó de su lado de inmediato y le dedicó una mirada de fastidio.

— No vuelvas a hacer esos otra vez o te juro que te voy a golpear—le aseguró con seriedad.

— Lo siento —se disculpó él, dándole la espalda y centrando su atención en el escarabajo azul.

Axel aprovechó ese momento para irse.

Genial, ahora no solo la prueba y Dominic torturarían su cabeza, sino que Kevin estaba dispuesto a añadirse a la lista. 



Les presento a Kevin, ojalá lo 

amen tanto como yo

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