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Capítulo 1

Axel llevaba más de quince minutos siguiendo a su hermana menor, Isabella y la muchacha iba tan concentrada en sus pensamientos que ni se percató de su presencia. Desde el momento en el que Bella salió de casa, supo que algo estaba tramando y ver como dejó pasar el transporte público que la llevaría hasta la casa de su amigo, lo confirmó. Prácticamente corrió para seguirle el paso ya que apresuró su andar de un momento a otro, pero por el camino que había tomado supo exactamente hacia donde se dirigía y no le estaba agradando en lo absoluto ya que cerca de donde se encontraba había una casa bastante conocida por todos debido a su mala fama. Era una casa de damas de compañía.

Algunas chicas de la ciudad acudían a ella cuando ocupaban algo de dinero extra para lo que fuese, la misma Axel tenía varias conocidas que le habían contado de sus experiencias en ese sitio; escuchó tanto historias buenas como terribles.

Si su hermana se atrevía a ir a ese lugar ella misma la sacaría a pellizcos.

Cuando llegó a las afueras de la casa, el portón principal estaba cerrado.

— Hola —sacudió ambas manos al aire al ver a un hombre completamente vestido de negro pasarse por el lugar—. Señor, ¿podría ayudarme?

— ¿Qué quieres, niña? —el sujeto parecía irritado al verla junto al portón.

— ¿Ha entrado aquí chica más o menos de mi contextura, cabello oscuro, liso, de ojos grises, delgada...?

— ¿Te estás refiriendo a la chica nueva? —la sonrisa lasciva que apareció en la boca de ese hombre la hizo rechinar los dientes debido al enojo.

— ¿A qué se refiere con "la nueva"? —respondió ella con otra pregunta, luego de respirar con profundidad para controlar su temperamento.

— Mira, no tengo porque explicarte nada, vete de aquí si no quieres que llame a los de seguridad para que te hagan desaparecer.

Axel, quién de por sí ya se encontraba molesta, perdió la compostura por unos segundos.

— Señor, esa niña que acaba de entrar aquí es mi hermana —se agarró con demasiada fuerza al portón mientras le gritaba, sin importarle las personas que pasaban en la acera contraria. Nadie la iba a mover de ese sitio hasta que la llevaran con Bella—, es menor de edad así que si no quiere que llame a la policía por estar tratando con menores, será mejor que me deje entrar e ir por ella ahora mismo.

El hombre, inmediatamente levantó un radio que tenía colgando en el bolsillo trasero del pantalón y habló por un largo rato, mientras le daba la espalda.

Estaba furiosa, pero al mismo tiempo sentía miedo y decepción. Su hermana no podía estar pensando que servir de acompañante para hombres que ni conocía y no tenía ni la menor idea de lo que podían hacer con ella.Desde que su padre había muerto seis meses atrás se habían visto un poco mal económicamente, pero se las habían arreglado bastante bien gracias a su trabajo de medio tiempo, al trabajo de su hermano mayor Billy, al de su madre y la ayuda de todos los miembros de la iglesia, incluyendo a su prometido Kevin.

Su prometido, todavía esa palabra la llenaban de nerviosismo Conocía a Kevin desde que estaba en pañales tal vez. Su padre también era un pastor de otra congregación vecina y ambas familias siempre fueron buenos amigos y por lo consiguiente ellos pasaban mucho tiempo. Él era su mejor amigo desde siempre y cuando le pidió matrimonio dos meses atrás y ella no dudó ni un segundo en responder con un grandioso "si".

— ¿Qué quieres?

Esa voz la sacó de su ensoñación y prestó atención a su entorno nuevamente.

Un hombre muy alto de piel oscura, calvo y malhumorado la estaba viendo desde el otro lado del portón. Por un segundo le recordó a Samuel L Jackson.

— Necesito entrar —hizo un torpe intento por desafiarlo, pero falló por completo.

— ¿Vienes a pedir trabajo? —él se burló de ella.

— ¿Qué? ¡No, por supuesto que no! —¿Se había vuelto loco ese señor?

— ¿Entonces qué quieres?

— Vengo por mi hermana. Está aquí y es menor de edad. Eso es un crimen. Incluso podría llamar a la policía por esto —recalcó esas últimas palabras para que viera que no estaba bromeando.

— ¿Y qué edad tienes tú? —la estaba viendo de pies a cabeza. Estaba claro que seguía burlándose de ella.

— Veinte años —alzó la barbilla en señal de orgullo. Tal vez no los aparentara, pero si los tenía.

— Abre la puerta —ordenó al otro que la atendió primero.

Entró y quedó impresionada con el tamaño de la mansión, que al estar resguardada por árboles inmensos era imposible verla por completo desde la calle. Parecía sacada de una revista de casas de multimillonarios. Era preciosa.

¿Cómo es que nunca le había prestado atención a la estructura de ese sitio? Tal vez porque desde pequeña se le enseñó que debía mantener la mayor distancia posible tanto de ese lugar como del dueño del mismo.

Solo el jardín que poseía era gigantesco, una gran área verde con decenas de árboles de diferentes tipos, flores variadas en color, forma y tamaño, fuentes artificiales que dejaban ver bastante claro que no era cualquiera quien pisaba ese terreno.

— ¿Y qué hace tu hermana aquí?

Prestó nuevamente atención a su acompañante y corrió un poco ya que se había quedado rezagada debido a lo maravillada que estaba con todo lo que la rodeaba.

— No lo sé, pero pronto lo voy a averiguar... ¿Cómo se les ocurre contratar a niñas menores de edad? Eso es muy grave —cuando estaba nerviosa soltaba las palabras sin pensarlo y hablaba más de la cuenta. No sabía qué tipo de personas eran ellos y no podía liberar su lengua así sin más—. No sé en qué estaba pensando Isabella, pero apenas la vea me va a oír esa mocosa...

— ¿Isabella? —el sujeto la interrumpió a media oración y parecía extrañado de escuchar el nombre de su hermana.

— Sí, así se llama esa niña imprudente.

— En su identificación dice que se llama Axel

Axel se detuvo en ese mismo instante y muchas cosas conectaron en su mente en ese instante.

Su identificación que había desaparecido misteriosamente semanas atrás. Las visitas constantes y extrañas del chico del café internet a su casa e Isabella secreteando con él todo el tiempo.
Estaba más que furiosa ahora. Quería matarla.

¿En qué rayos estaba pensando esa chiquilla al hacerse pasar por ella?

— Voy a matarte, niña, apenas te vea lo haré —murmuró, apretó la mandíbula con tanta fuerza que los dientes le rechinaron—. Yo soy Axel.

El doble de L Jackson alzó ambas cejas.

— Tu si tienes cara de ser Axel —sonrió y eso hizo que su apariencia dura y fría cambiara al menos un poco—. Entonces, eso significa que tu hermana se está haciendo pasar por ti. Eso también es un delito.

Lo dicho por ese hombre era cierto y de pronto sintió más pánico que enojo.

— Bella no es una mala chica —le aclaró, mientras ingresaban a la mansión e intentaba ignorar el hecho de que había una pareja casi desnudándose el uno al otro y desvío la mirada hasta las piezas de arte y de quién no tenía la más mínima idea de quién eran y que estaban colgadas estratégicamente en las paredes—. Es solo que desde que murió papá no es la misma de siempre, hace cosas sin sentido y estúpidas, pero esto... Ya es otro nivel.

— Lamento eso —el tono de voz del hombre cambió por completo en esta ocasión.

— Gracias. ¿Cómo se llama usted, señor? —preguntó finalmente, más que nada porque no le agradaba estar hablando con alguien y no saber ni siquiera su nombre.

— Soy Thomas.

— Soy Axel, mucho gusto —Axel le extendió la mano y le dió un fuerte apretón.

— Tu hermana es menos... parlanchina.

Axel supo que no intentó ofenderla al elegir esa palabra para describirla así que continuó con la charla.

— No, no lo es —confesó.

Desde la muerte de su padre, Bella no había vuelto a la iglesia, y solo salía para ir a la escuela, ya ni siquiera salía con sus amigas. La muerte de su padre la había afectado más que a nadie al parecer.

— Oiga, Thomas —la chica susurró por si alguien la escuchaba, cosa que parecía imposible debido a lo fuerte que hablaban las personas a su alrededor—. ¿Cree que su jefe ponga alguna objeción de que me lleve a Isabella?

Había visto en un par de ocasiones a ese hombre unos años atrás –en realidad supo que era él porque la chica que estaba con ella se lo comentó– mientras trabajaba en un centro comercial como demostradora y no parecía ser alguien con quien ella mantendría una buena conversación, pero ya había pasado un buen tiempo desde eso, tal vez fuese distinto...

— No lo sé, el jefe puede ser un poco duro a veces.

Axel lo tomó por el antebrazo sin detenerse a pensarlo.

— ¿Será que mejor llamo a la policía? —tal vez con oficiales de por medio, Isabella comprendería que esta vez estaba en problemas realmente

— Si haces eso, la que tiene las de perder es tu hermana, ella es la que está aquí con una identificación ajena. Ella fue la que mintió.

— Dios... ¿Qué haré ahora? —suspiró Axel, Thomas tenía razón.

¿Cómo se suponía que ayudaría a Bella a salir de ese embrollo?

— ¡AYÚDENME! ¡Alguien que me ayude!

Axel reconoció la voz de Isabella de inmediato y corrió, siendo perseguida por Thomas, hasta donde esta se escuchaba sin importarle que pasó golpeando a una mujer pelirroja que se interpuso en su camino.

— ¿Isabella? —gritó. Observó en todas las direcciones posibles en búsqueda de su hermana.

— ¡Oh, por Dios, Axel! —escuchó los gritos de su hermana menor mientras corría escaleras abajo a toda prisa y la abrazaba con fuerza. Estaba temblando.

— Isabella Alwood, ¿qué crees que estás haciendo? Mírate nada más —tomó entre sus manos el rostro de su hermana y la examinó determinadamente. Sus ojos grises estaban rojos debido a las lágrimas, sus mejillas sonrojadas y sus labios pintados de rojo sangre temblaban imparables—. Pareciera que un payaso te vomito en el rostro, ¿y esa ropa? —. ¿De dónde rayos había sacado esa ropa?

— Lo lamento, yo no pretendía que nada de esto pasara —Isabella no apartaba la mirada del lugar de donde había bajado despavorida—. Yo solo quería ayudar...

—¿Qué te paso? ¿Te hicieron daño?

Isabella nada más negó con la cabeza.

— Un depravado trato de tocarme, pero corrí y logré esconderme. El dueño de todo esto me está buscando. Me van a matar —sollozó su hermana, volteando a ver hacia todas partes—. Lo lamento Axel, soy una estúpida...

— Tranquila, nos iremos pronto a casa —la calmó Axel, pero algo le decía que esa promesa sería difícil de cumplir.

— ¡Axel!

Al escuchar su nombre alzó la mirada de inmediato hasta la planta alta de la mansión que era de dónde provenía. Bella se escondió detrás de ella en cuestión de segundos.

Había sido un hombre quien la había llamado y parpadeó varias veces al ver a ese tipo que estaba en lo alto de la escalera por donde había bajado segundos atrás Isabella.

Al cabo de unos segundos logró reconocerlo. Era el dueño de ese lugar.

Si era cierto que lo había visto en contadas ocasiones, pero había sido de muy largo y escasos segundos, pero aun así sabía que era un espécimen atractivo a la vista de cualquier mujer, eso era innegable, pero el hombre que estaba ahí arriba de esas escaleras parecía un modelo de esos por los cuales Bella babeaba al verlo en las revistas o comerciales de televisión.

Axel adoraba a Kevin, pero si había un rasgo masculino que ella adoraba era la mandíbula de los hombres, y ese hombre que estaba ahí arriba de esas escaleras, encarándola, tenía la mandíbula mejor diseñada por Dios y ni que decir de sus labios, eran unos labios carnosos bastante provocadores.

El hombre la estaba viendo con bastante insistencia y se sintió casi desnuda ante el escrutinio de este. Se puso colorada de inmediato. Necesitaba de dejar de verlo porque debía pensar en qué hacer.

— ¿A dónde crees que vas? —él observaba a Bella, quien, al sentirse protegida por su hermana mayor, se mostró con más valentía.

— Me voy a casa —le respondió Bella, con altanería.

— No creo que eso sea posible.

Bajó las escaleras apresuradamente y Axel quedó intimidada completamente debido a la estatura de ese hombre, para ella que media uno con sesenta y ocho centímetros, él era un gigante. Bien podía sacarle más de quince centímetros de diferencia.

Axel protegió a Bella escondiéndola detrás de ella.
Nadie tocaría un solo cabello de su hermana mientras ella estuviese presente aunque se estuviera muriendo del miedo.

— Mi hermana es menor de edad señor —Axel trató de hablar con voz relajada y serena. No podía mostrarse nerviosa delante de ese hombre que parecía el "hombre de hielo"—. Se va a ir conmigo en este mismo instante.

El hombre volvió a poner los ojos en ella y Axel notó que eran de un verde muy bonito.

— ¿Y quién crees que eres tú para decidir eso? —estaba más claro que el agua que le desagradaba a ese hombre, lo supo por la forma tan despectiva con que la veía, pero su forma de dirigirse a ella le molestó. ¿Qué derecho creía tener para hacer algo como eso?

— Soy Axel Alwood, ella es mi hermana Isabella. Esta aquí por error y en su vida volverá a verla, se lo juro —por más que quisiera gritarle y decirle unas cuantas cosas, primero, no se atrevía y segundo, podía meterse en problemas a ella y a Bella.

— ¿Tú eres Axel? —esta vez sí mostró asombro, a pesar de que se recompuso casi que de inmediato.

Axel asintió con la cabeza.

— Eso quiere decir que tú hermana no solo nos engañó a todos, sino que además es una criminal.

Axel se puso tensa porque eso mismo le había dicho Thomas.

— Ustedes fueron unos tontos al no darse cuenta de que no era mi hermana. ¿Qué clase de idiotas son? —la valentía de Bella había sobrepasado los límites.

— ¡Cállate! —la regañó Axel, ya tenía suficientes problemas como para meterse en otro más—. ¿Dígame porque razón no puedo llevarme a mi hermana? —esta vez se dirigió a él, solo que la serenidad quedó a un lado.

— Porque ya le he pagado por adelantado y hay un contrato de por medio.

— Olvídese del contrato, fue firmado por una menor de edad, señor, no tiene valor legal alguno —ese tipo no le iba a tomar el pelo así de fácil—. ¿Cuánto le debe Isabella?

Él sonrió con suficiencia al oír eso. Tenía una sonrisa muy bonita y al mismo tiempo maquiavélica.

— Más de lo que usted podría pagarme en este momento, señorita Alwood —aseguró él.

"Idiota, patán", dijo en sus adentros. No iba a lograr que perdiera los estribos.

— ¿Cuánto? —volvió a preguntar, apretando los puños con tanta fuerza que se clavó las uñas en la palma de la mano.

— Cuatro mil dólares.

Axel sintió que el alma se le caía al suelo y la boca se le abrió de puro asombro.

¿Cuatro mil dólares? Eso era un poco más que su salario de dos meses.

¿Quién es su sano juicio le daría cuatro mil dólares a alguien más? ¿Y a cambio de que cosa?

— Isabella...

— Lo lamento Axel, no sabía que más hacer —Isabella se puso a llorar nuevamente y el maquillaje terminó de embarrarse en su rostro.

— ¿En qué demo... en qué usaste ese dinero? —se contuvo para no gritarle ni decir una grosería.

— ¿Recuerdas el donador misterioso que pago la parte de tu semestre en la universidad que no cubre la beca, que pagó los arreglos de la casa y de la comida que dejaron en la iglesia sin ningún remitente?

Claro que si recordaba eso. Creyó que había sido un ángel que había escuchado sus plegarias no su tonta hermana que había hecho prácticamente un pacto con el diablo para conseguirlo.

Las lágrimas estaban a punto de salirse de los ojos de la chica, pero se pudo controlar muy bien. Sería todo mucho más humillante si la veían llorar

— Bella, no tenías por qué hacer eso. No es deber tuyo.

— Pero tú, Billy y mamá hablan tanto acerca de todos los problemas económicos que hay en casa, yo solo quería ayudar.

— Créeme que con esto no has ayudado en nada —le aseguró.

— ¿Me dará mi dinero? —el hombre captó nuevamente su atención, parecía aburrido con esa situación.

— Yo se la pagaré, pero no tengo esa cantidad en este momento. Si me da tiempo yo sé... —tal vez si vendía su computadora y tomaba sus ahorros, lograría juntar algo de dinero.

— ¿Y cómo sé que no desaparecerás así nada más?

— ¡No soy una ladrona! —se acercó más de lo debido a él y por fin lo encaró. Era demasiado alto para lograr verlo hasta los ojos frente a frente, pero por la rabia que se cargaba en ese momento eso no le importó para nada. Él solamente se quedó parado, como si no acabara de escuchar lo que le había dicho.

— Lo lamento, tu hermana se queda —la negación de él la hizo sudar frío.

Axel chasqueó la lengua y observó a su hermana temblar.

— Claro que no. Llamaré a la policía si es necesario —el tono de ella era amenazante, aunque no quería hacerlo. Quería llegar a un acuerdo para salir bien librada de eso, no hacer enojar a ese hombre hasta tal punto de tener que llamar a la policía.

— Estás en todo tu derecho de hacerlo, de hecho, eso mismo iba a hacer yo en este momento. Tu hermana nos engañó a todos, tiene una identificación que no es la suya y firmó un contrato a nombre de otra persona. Esos son cargos muy grandes como para que pase en el tutelar un buen par de meses en el mejor de los casos.

Axel se puso pálida. Era cierto. Isabella había cometido varias faltas.

Tenía que haber alguna forma de sacar a su hermana de ese lugar, pero no se le ocurría ni una sola.

El hombre la observó un momento de pies a cabeza y pareció interesado. Sabía cuándo un hombre estaba interesado en ella. Era cristiana, no estúpida.

Tocó su anillo de compromiso con la yema del dedo pulgar y giró el pequeño diamante que tenía para que quedará escondido puesto que no merecía presenciar lo que estaba por decir.

— Le tengo un trato —dijo con más seguridad de la que en realidad sentía.

— Habla, soy todo oídos

"Lo siento Kevin", pensó antes de decir:

— Isabella se va de aquí y yo me quedo en su lugar hasta cancelar lo que ella le debe. 

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