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Capítulo 1(SEÑOR GRUÑON)

— 98..99..100..¡¡Joder!! — suelto, cansada. Mientras limpio el sudor que recorría mi pecho y frente.

Estaba exhausta.

Giro levemente la mirada percatandome en la hora que marcaba mi reloj. Era temprano, aún tenía suficiente tiempo para arreglarme y poder asistir a la nueva entrevista de trabajo.

Agotada por mi rutina, camino directamente hacia la cocina buscando algo sano y con azúcar. Al encontrar lo que ansiaba decido relajarme.

Me llamo Keityn Ross tengo 21 años, nací en un pequeño pueblo de República Dominicana. Cuando cumplí 4 años de edad mi madre y mi padre decidieron venirse a nueva york. Para ese entonces yo era una pequeña y no me importaba si cambiabamos de hogar, en cambio mis dos hermano formaron un berrinche. No fue mucha la suerte por cierto, cuando llegamos aquí mi madre se entero de que estaba embarazada y no pudo trabajar, en cambio papá consiguió empleo en una empresa como contador y nos fue bien, hasta que lo despidieron, para ese entonces ya no eramos tres hermanos, eramos seis, las deudas iban creciendo al igual que nosotros, mis hermanos mayores consiguieron empleos para ayudar y fue lo mejor, cuando cumplí catorce eramos ocho hermanos.

En total una familia de diez.

Pero a mi grandiosa hermana de 20 años se le ocurrió salir embarazada, lo cuál hizo que se incrementarán y aumentarán los gastos. Cuándo cumplí dieciocho me mude a Seattle a probar suerte y salir de casa, sabía que si no salía de ahí, no iba a poder avanzar, me quedaría estancada y no alcanzaría lo que me propusiera.

《Señorita Ross,aquí abajo se encuentra un chico preguntando por usted, se hace llamar su novio — Dicen desde el comunicador de la cocina.

¿Novio?.

Yo no tengo novio.

— Pídele sus datos y dile que no me encuentro. — suelto, molesta. Quien sea el imbécil que inventa tal barbaridad le daré un bofetón.

Ella solo asiente como de costumbre, mientras yo solo me dirijo a ducharme y arreglarme para la entrevista.

Hace una semana perdí mi anterior empleo, gracias a que tuve sexo con el hijo de mi jefa, yo no tuve la culpa que el muy idiota se enamorara, solo fue "sexo".

"Pendejo de mierda".

Ojalá se muera.

Recuerdo con exactitud que fué él quien me invitó. Dijo solo será "sexo" nada de "amor".

— Idiota, enamorado.

Cuando me mudé aquí lo hice por mi futuro y también para alejarme de alguien. Mi primer y único amor "Alexander". Aquel sujeto fue lo más bello que me pudo suceder en todo ese tiempo, pero todo se fue por el caño cuando se acostó con mi prima.

Si, mi prima.

¡¡Mi propia familia me traicionó!!.

Después de mudarnos aquí, mis otras tres tías también lo hicieron y eso fue la peor decisión que pudieron haber tomado en toda su vida. Me frustraron la adolescencia y la vida entera.

Camino de lado a lado buscando que ponerme, lo menos que deseaba ahora era llegar viéndome fatal al que sera mi nuevo trabajo. Si lo sé, aún no debería estar segura de que si me van a aceptar, ya que en los anteriores había sido rechazada mucho antes de entregar el currículum.

" No volver a involucrarme con nadie del trabajo".

Mentalmente me encargo de recalcarme tal frase. No puedo ir por la vida perdiendo mis trabajos por andar de caliente.

<< Se hace llamar Federico>>. -- ¿Federico?..-- << ha dicho que se conocieron el sábado en el bar "shop".

¿¡Como me consiguió?!.

Este chico realmente está enfermo.

— No lo conozco — miento.— si llega a aparecer de nuevo, dile que me mude.

— Perfecto.

No puede ser que este buscándome. Debería regalarle el premio al mejor descaro. El sábado estuve muy ebria y me acosté con un imbecil que vi pasar de la nada. "Te voy a dejar inválida". ¿Inválida? ¿Enserio?.

Ese "hombre" solo se encargó de dejar en mi un momento realmente humillante.

Mis tacones al menos me dejan las piernas temblando. No como otros.

Recuerdo sentir como todo rastro de alcohol desapareció cuando lo vi quitarse su boxer. Pobrecito.

Intento quitarme la humillante escena para correr a mi habitación nuevamente para terminarme de arreglar.

Saco de mi clóset un conjunto profesional de camiseta blanca, falda negra al igual que el blazers. Cuando estoy lista o por lo menos con la camiseta camino al baño para maquillarme y arreglar mi cabello y fleco.

Siempre me ha gustado llamar la atención y sobresalir cuando llego a algún lugar. Es algo muy normal viniendo de mi. En fin, todo mi fleco y parte de al frente de mi cabello se encontraba de color morado, aunque no siempre lo llevo así, siempre obto por cambiarlo semanal , pero debía admitir que me encantaba como se me veía tal color en mi y decidí quedarmelo.

Salgo a máxima velocidad de mi departamento olvídalo el blazers, así que decido regresar y tomarlo para irme elegante.

Ahora si.

Perfecta.

Tomo las llaves de mi coche para tomar el rumbo que necesitaba. No sin antes llamar a Mario mi gran amigo y agradecerle por conseguir tan magnífica entrevista de trabajo.

Por lo que me comentó, iba a ir a un lugar fascinante. Donde solo nos harían las entrevistas a unas cuatro o cinco mujeres.

                              ••••••••••

— Un café con leche.— le pido a la operadora que se encontraba detrás de la barra de metal.

Aún me faltaba más de media hora para la entrevista así que decidí tomar algo que me relajara y pusiera mi mente a asimilar las cosas con más calma.Emocionada giro mi cuerpo para ir directamente hacia una mesa que daba a la calle.

Recuerdo haber escuchado a mi madre decirle a mis tíos que yo sería muy grande, que sabía perfectamente lo que yo quería en mi vida. Por ahora no tengo una fortuna, pero tengo un pequeño trabajo de medio tiempo que me ayuda a cubrir muchas de mis responsabilidades.

— Tome Señorita..— una de las meseras se acerca con mi pedido.

Los fines de semana bailo en un club nocturno para llamar a clientes que puedan beber y gastar dinero. Obviamente a nadie de mi familia le parece buena idea.

Supongo que hay personas que creen que bailar sexualmente no es un muy buen trabajo.

Después de unos minutos recuerdo porque estaba ahí sentada viendo a la nada y recordando boberías . Así que me levanto asustada de la silla para correr calles afuera.

No puedo llegar tarde.

No hoy.

No el día de la entrevista.

Sin darme cuenta una prepotente figura aparece en mi campo de visión haciendo que mi cuerpo cayera rápidamente al suelo.

Maldita sea.

Era de esperarse que todas las miradas del local se posaran en mi y en el ridículo que acababa de hacer.

Mírale el lado positivo a la situación, a ti te gusta llamar la atención y ya lo has hecho.

— ¿¡Eres idiota o que!?.— una prepotente voz resuena, haciendo que mi cuerpo se estremesca. — . Vea por dónde camina señorita.— se queja.

Indignada me levanto del suelo, era evidente mi molestia. Aquel hombre fue quien apareció de la nada haciendo que cayera al suelo y me golpeara.


— ¿¡Idiota!?.— suelto, indignada.— ¡¡Idiota, usted!!..— le reprendo con el dedo índice en su pecho.— Y si no le enseñaron de modales, déjeme y le enseño. — ¿Quién demonios se creía a él?.— "A una mujer no se trata así, ni mucho menos se le dice idiota".— molesta por su presencia decido alejarme.— Con tanta pinta de macho alfa y con la mente de un niño de kinder.

Giro sobre mis talones y me voy hacia la salida, lo menos que quiero ahora es llegar tarde a la entrevista de trabajo por un imbécil.

••••

            "Petrov Empresa "

El gigantesco nombre de la empresa se hace notable a medida que avanzo, me era inevitable no quedar boquiabierta. Todo realmente se veía estupendo y sobre todo gigantesco.

Debi haber averiguado primero sobre esta empresa.

Mis manos sudaban un poco al acercarme al interior de dicho lugar. No pude evitar percatarme de la decoración, la cuál era realmente impresionante.

La recepción me pareció un buen reflejo de la cultura de la empresa. Los muebles eran ergonómicos y funcionales, lo que sugiere un ambiente de trabajo enfocado en la productividad. Los colores utilizados en la decoración eran neutros y relajantes, creando un espacio tranquilo y sereno.

Observo algunos detalles que me captan mi atención, los cuadros en las paredes y los libros en la estantería.

"Creo que esto puede darme pistas sobre los valores de la compañía".

—Buenas tardes.— una chica aparece captando mi atención.

— Buenas tardes..— saludo.—. Soy Keityn Ross, vengo por una entrevista de trabajo.

— ¡Oh, sí!.— sonríe.— . La entrevista será en el piso treinta. — me señala el ascensor.—. Muchas suerte.

Nerviosa decido seguir no sin antes volver a mirarla. Era rubia, demasiado para mí, llevaba el cabello recogido en una coleta alta, con cierto maquillaje algo inestable.

Al llegar al piso correspondido, logro visualizar a tres chicas, sé que venían a lo mismo que yo. Marco, me lo había comentado.

— ¿Keityn Ross?..— Preguntan, al verme.

— Sí..— intento no sonar nerviosa.

— Puede sentarse ahí..— me señala un sofá de cuero, aquel dónde también reposaban las otras chicas. —. El jefe no se encuentra ahora, Pero pronto aparecerá.— Aquella chica indica para luego irse. Está al menos no era rubia.

Curiosa ante el lugar decido practicar lo que diría. Era experta en trabajar, hacia todo tipo de cosas antes de venir a Seattle, ser secretaria era pan comido.

El ruido del ascensor me saca de mis cavilaciones, haciendo que levanté la mirada para fijarla en la persona que estaba a punto de salir. Debía ver qué clase de hombre era y que podía decir para convencerlo. De repente, las puertas se abrieron con un suave "ding" y, como si el tiempo se detuviera, lo vi aparecer. Su expresión era neutral, pero había una chispa en sus ojos que me decía que la discusión aún no había terminado.

Mierda.

No puede ser este hombre.

Una mezcla de nervios y determinación se apodera de mí. Necesitaba mostrar mi mejor versión, a pesar de lo que había sucedido entre nosotros.

" Supongo que mi suerte se debió quedar en casa o en mi otra vida". .

Al cruzar miradas, sentí que el aire se volvió denso. Caminó hacia mí con una confianza que me hizo cuestionar mi propia preparación.

—Buenas tardes señoritas..— sonríe. Sin dejar de apartar la mirada de mí.

Era más que evidentemente que quería hundirme, humillarme.

— ¡Buenas tardes señor Petrov!..— el eco del saludo me saca de mis cavilaciones.

Apenas era conciente que estaba ahí viendolo.

— ¿Usted no me piensa responder?..— cuestiona, no sin antes volver a sonreírme de forma maliciosa.

¡Que inmaduro!.¡Te odio Petrov!.

— Opss..— coloco mi manos en la boca para taparla.— . Lo siento señor, no era mi intención ignorarlo, simplemente que doy el mismo trato que recibo..— contraataco.

No pude evitar percatarme de como su semblante cambia drásticamente. Su mandíbula se tensa, al igual que los músculos de sus brazos, no se imaginaba que yo lo trataría así.

Era más que evidente que a este hombre le encantaba tener el control de todo.., y el hecho de no tenerlo conmigo le molestaba.

De manera automática las miradas se posaron en mí o mejor dicho en ambos. Curiosa por las reacciones decido sonreír. Al fin de cuentas este trabajo no era mío.

— Yo mismo la entrevistaré a ella..— le dice a la morena que hace unos minutos atrás me invitó a sentarme.

Los minutos comienzan a transcurrir y con ellos la aparición de la morena, la cuál me invita a seguirla hacia aquella oficina.

— Por lo que veo ni tocar la puerta le enseñaron en su hogar..— se queja al verme.

— En mi hogar me enseñaron muchas cosas, solo que ahora no pretendo enseñársela a usted.

— Tiene un mal carácter señorita y ni hablar de sus modades.

-—Si, lo sé. Me lo dicen muy a menudo.

— Puede tomar asiento.— me invita a acercarme.

— Gracias..— camino hacia él.

Vamos, es hora de intentar hacer las cosas bien.

— Viene por el puesto de secretaria, ¿Cierto?.

Retiro lo dicho, este hombre me está tocando hasta mis antepasados

— No.— ironizo.— .., el de jefe.

— Se le agradece que le trate con respeto y acorde a esta entrevista.

— ¿Con cuál respeto?.¿Con el mismo que usted tuvo conmigo hace unos momentos atrás en la cafetería?.

— Por lo que veo es rencorosa.

— Como no tiene idea.

— ¿Tiene experiencia en este tipo de trabajo?..— retoma nuevamente la conversación.

— Sí, llevo años dos años trabajando de recepcionista y tres de secretaria..— le entrego mis papeles para que pueda verlos.

Mientras lo veo leer los documentos decido analizarlo. Era alto, atlético y con elegancia. Olía bien, su perfume me llegaba aún estando a metros de distancia.

— Tiene mucha experiencia por lo que veo aqui..— levanta los documentos para dejarlo en la mesa.

— He trabajado toda mi vida, así que puedo adaptarme rápidamente a cualquier ambie...

— Mañana comienza..— Me corta.

-— ¡¿Qué?!.— me sorprendo. Nisiquiera conversamos lo suficiente.

Debe estar tocandome los cojones. Así que poso mis ojos en los suyos, intentando conseguir algo. Nada que no fuera sus iris grises.

— Mañana la espero a primera ahora aquí, pero necesito que se quite el color morado de su cabello.

— ¿Por qué?

— Esto es una empresa y hay que mantener una buena imagen.

— ¿Esta seguro que quiere que me quite el morado?

— Si, estoy seguro.

— Entonces lo haré, hasta mañana Jefecito..— me levanto de la silla para salir de aquel lugar.

Me era imposible de creer que había conseguido este puesto. No así, tan fácil. Estoy más que segura que este hombre me hará la vida imposible.

— Me has dicho que me quite el morado, más no que me pinte el cabello de un solo color..— sonrío, al estar lejos.

Vamos a ver quién se cansa primero de los dos. Está batalla está a punto de comenzar.

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