✨Una aventuras de dos días✨
De entre las hadas diversas en colores, alturas y formas, se hizo presente una que carecía de dicha diversidad.
Era muy delgada y pálida, al igual que su cabello, que caía lacio como un manto sobre su espalda hasta sus muslos. Su cabeza estaba decorada por hojas de laurel, y vestía un vestido azul pálido que le hacia parecer un espíritu. Lo único que le daba color a todo su conjunto era el rubor de furia en sus mejilla, sus espesas cejas negras, y sus ojos lilas.
—¿Quiénes son?— volvió a preguntar apuntando con su lanza.
—Destino, baja eso.— ordeno otra mujer anciana de voz suave caminado al lado de la mas joven.—¿Qué pensaría tu madre si te viera amenazar así a los aprendices de Morgana y Merlín?— inquirió, viendo con gracia a Arabella e Hisirdoux, quienes no entendían nada.
—Pero abuela Opal.— trato de defenderse pero la mujer hizo una seña para que todos ahí bajaran sus armas.
Opal era todo lo contrario a su nieta, su piel trigueña, su largo cabello cano que arrastraba por todos lados sin temor, y sus centellantes ojos verdes, al igual que una sueva rostro cubierto de arrugas y bondad denotaban aquello.
Se acerco a los antiguos aprendices, los examino de arriba abajo, y les dio una calurosa bienvenida.
Hisirdoux dio un salto de festejo, y se abrazo a al hada anciana, mientras que Arabella la veía con un poco de pena por pensar que todas las hadas eran iguales.
—Son un amor, te lo dije.— susurro mientras iban detrás de Opal.
—Las que me robaron hace cientos de años no eran un amor como Opal.— respondió cruzándose de brazos.
Llagaron a una comuna escondida del ojo humano. El lugar era un paraíso entre los arboles, y con estos por todos lado. De vista al frente, ante la zona mas frondosa había un acantilado, del cual se desconocía que había bajo este si uno no se asomaba. Las casas crecían sobre los arboles, o brotaban de la misma tierra.
Opal los condujo al centro, donde estaba el árbol mas grande, anciano y resistente de todos, el cual servía como palacio, y el cual la misma anciana invito a que los aprendices pasaran la noche, una noche de festival.
—¿Tenias idea de esto?— le pregunto Arabella, cuando se quedaron solos en un cuarto.
—No.— dijo sin verle, buscando algo en su bolso.—La verdad no esperaba nada de esto ¿Tu trajiste traje de baño?— pregunto viéndola a lo que ella se negó.—Espero que no te moleste verme en chones, porque Opal me dijo que nos pusiéramos algo cómodo para el agua.
—¿Eso tampoco lo sabia?— pregunto un tanto avergonzada Arabella.
No estaba avergonzada por verlo en ropa interior, si mal no recordaba, lo supo ver sin esta. Su estado se inclinaba mas a que era ella a quien no le gustaba usar su propia ropa interior como traje de baño. Por dentro pensaba que tendría que ver como se divertía desde la orilla.
—Nadie te obliga, morirás de calor y aburrimiento.— dijo mientras caminaban al acantilado.
Allí los esperaba Destino, ya no usaba mas un vestido largo, sino mas bien dos piezas de tela que cubrían tanto su pecho como así también su cadera, parecido a un taparrabo.
—Como sea ¿Qué harás con tu cabello?— pregunto sin poder sacarle los ojos al hada que los esperaba del otro lado.
—No lo se, quizás me lo deje largo un tiempo.— exclamo alejándose a pasa acelerado de la rubia, de espalda al camino.
Arabella se quedo atrás, mientras veía a Hisirdoux correr en dirección al hada joven.
Narra Hisirdoux.
Por un momento sentí lastima por Arabella. No la pude convencer de que no había nada de malo en que usara su ropa interior de traje de baño.
Tampoco le insiste, por un momento llegue a pensar que me veía como un pervertido.
Íbamos hablando, hasta que divise a Destino, esa hada no me dejaba de verme raro, pero ignore mi voz en mi cabeza que decía que me estaba coqueteando, aun que su manera fuera extraña.
Era un hada guerrera, y un tanto brusca, pero no dejaba de ser linda, aun que su belleza sea algo exótica.
—Hola.— salude acercándome a ella, y una extraña sonrisa en su rostro pálido.
Frene a unos pasos de acantilado, y me pare a su lado. Al notar que no le iba a poder sacar conversación, me asome para ver que había del otro lado.
Me agache, y quede sorprendido al notar el hermoso lago que se refugiaba del otro lado.
Era espectacular.
—Vaya, hay mucha caída.— comente con ciertos nervios.
Al enderezarme, note a Destino mas cerca de mi, y con esa extraña sonrisa.
—Eres lindo.— dijo, ahora lucia diferente, mas a las hadas de los cuentos fantásticos.—Veamos si resistes una caída.
—¿Qué?— pregunte sin entender.
Sin tiempo a sentirme alagado, me empujo la pequeña desgraciada.
Por gracias al destino si resistí a la caída de mas de tres metros, pero mi garganta no al grito del miedo que broto de mi interior.
El agua estaba helada, pero al salir a la superficie no sentí mas frio, era agradable.
Festeje como si fuera un niño que paso una gran prueba, y lleve mi mirada arriba. Pude ver a Arabella a la orilla, y en unos minutos Destino también salto, sin gritar ni nada.
—Vaya, tu no tienes miedo.— señale, aun que me arrepentí, soné como un idiota.
—Y tu pasaste la prueba.— dijo acercándose de manera peligrosa.—También puedes ser un guerrero, pese a la falta de masa muscular.
—Si bueno, tu me diste un leve empujón a ser un guerrero.— dije con evidentes nervios, haciéndome hacia atrás.
Aun no estaba listo para meterme con hada, menos con una como lo era Destino.
Por suerte vi a Arabella acercarse por la orilla, en ropa interior. Ahora si, sonrojado como idiota dejo en evidencia que viví en una eterna adolescencia, o es que ella me gusta.
Según Zoe y Archie, luego de contarle lo emocionado que estaba de que Arabella estuviera de vuelta con nosotros, ambos dijeron lo mismo. Me emociona que este acá, porque aun siento algo. Pero es Arabella, nada es certero con ella pese a decirme que se iba a quedar en Arcadia.
—¿Douxie?— me llamo Destino, seguro noto que me perdí en la rubia.—¿Por que no vas con la bruja? Al menos tu podrás demostrar que no eres un cobarde como ella lo es.
—¿Cobarde?— pregunte sin entender.
—Ella no salto, prefirió dar una vuelta larga, esas personas no son las mas decididas, son cobardes.— me explico viendo a Arabella jugar con otras pequeñas hadas.
—Tu me empujaste ¿Eso no me hace cobarde?
—No, porque no me regañaste, y estabas sonriente, te ayude en todo caso.— respondió alzando sus gruesas cejas.—Ella no quiso aceptar mi ayuda.
No le dije mas nada, y solo me fui nadando hasta donde estaba Arabella. Era la única hada con la que estaba dispuesto arriesgarme a cualquier situación.
Narra Arabella.
Solo fue cuestión de segundo para que mi aliento se vaya junto con la imagen de Hisirdoux cayendo por el acantilado.
Sabia que esas hadas no era las mas consideradas de todas con el valor que no se asemeje a que ellas se manejaban, pero no quería confirmarlo de esa manera.
—¿Qué hiciste?— pregunte casi histérica, mientras me asomaba con cuidado por el borde.
—Solo le di una mano.— respondió con un grado de cinismo que me daba escalofríos.
El alma me volvió al cuerpo cuando lo vi salir del gran lago cristalino. Pruebas de valor, las odio, mas si lo hacen sin avisar antes.
—Ni se te ocurra.— la frene al sentir que se acercaba a mi.
—¿Te gusta?— pregunta cuando volví a pararme.—A mi también, es lindo.
—¿Sabes? Hay otras formas de demostrarle a alguien que te gusta sin tener que tirarlas por un barranco.— respondo nerviosa, esquivando a su primer pregunta.
Cobarde me dijo sin dar tantas vueltas, y se tiro de espaldas sin dejar de verme con esa fría mirada lila.
Quizás tenia razón y lo era, al menos para demostrarle a alguien que me gusta que siento lo mismo o lo era por pensar que no sentía mas lo que una vez sentimos.
—Maldición.
—No le hagas caso a Destino, ella cree que los humanos son como muchas de esta comunidad.— me dijo Opal acercándose a mi.—Hay otras maneras demostrar valía, a veces no es cuestión de saltar, sino de dar un pequeño paso.
—¿Ese pequeño paso puede ser sacándome la ropa pese a la vergüenza?— pregunte como si le estuviese pidiendo permiso a mi madre.
—Tu le das la acción que quieras a ese pequeño paso, creo que si lo pensaste ya lo estas dando.— me responde pasándome un pareo de color rosa lleno de brillos.
—Señora, usted si que tiene gusto para la moda.— le digo tomando esa hermosa tela, tan sedosa que me da lastima de pensar en mojarla.—Gracias.
Me saque la blusa rosa, y el jean azul, holgado, lo doble, porque era lo ultimo que compre y no quería arruinarlo tan rápido. Me puse el pareo, y antes de salir, me mire al espejo.
—No es que me moleste mostrar mi cuerpo, es la costumbre a los trajes de los años cincuenta.— le comente a White que me veía a un lado.—Ahora es distinto y son muchos mas lindo, por suerte.— gire para verme la espalda.—Al menos este pareo me cubre.
Dejando de lado la inseguridad de que todos ahora conozcan mi ropa interior, me acerque al lago por la orilla. El agua estaba hermosa, se veía helada pero era todo lo contrario. Se podía ver el fondo, y el arena fina entre los dedo era una delicia.
En cuestión de segunda me vi rodeada de niñas y niños de orejas puntiagudas, algunos con sus alas desplegadas.
Me pedían que hiciera algún truco de magia, me preguntaban si era una princesa o un hada de otra comunidad, otros querían tocar mi pelo.
—Mejor un poco de magia.— dije moviendo mis dedos por encima de ellos dibujando formas que danzaban en el aire, y esparciendo brillo rosa por todos lados.
Sus risas me llenaban de alegría, me había olvidado que los mas pequeños eran los últimos en saber quien era yo realmente. La concepción que estos tenían de las brujas era todo lo contrario a como lucia yo, y por mucho tiempo eso me dio alivio.
—Ninguna bruja que yo conozco se ve a la de los cuentos.— pensé.
—Arabella.— me llamo Douxie llevándose mi atención.
Los niños se apartaron para que él se acercara. Con el cabellos así de largo, y esa asombrosa sonrisa coqueta, era tan hermoso. Me había olvidado lo que era verlo así de relajado, sin preocupaciones, y tan divertido.
—Arabella.— volvió a repetir.
Solo fue cuestión de segundo, no se como no me di cuenta de eso antes. Me tomo por encima de la cintura, y sin tanto esfuerzo me tiro al otro lado. Me hundí en el agua, y en segundos salí buscando aire con cierta desesperación.
—¿Estas loco?— pregunto entre risas mientras se acerca nadando a mi lado.
—Todos necesitamos un pequeño empujón.— me responde al estar a un lado mío.—¿Una carrerita? El que pierde invita al otro a bailar en el festival.
No me negué, y nos pusimos a jugar como los dos tontos crecidos que somos. Era lindo pasar tiempo así, al menos lo tenia como un amigo, es mejor que no tenerlo de ninguna forma, o que no quiera hablar conmigo.
En la noche, Arabella tuvo que invitar a Hisirdoux a bailar como en los tiempos de siglos pasados. El festival era colorido y alegre. La comida y bebida rebalsaba al igual que la música festiva y hadas bailando al rededor del fuego.
Les habían prestado ropa acorde para la noche. A Arabella un hermoso vestido de bambula rosa largo hasta el suelo, y con la espalda descubierta mas allá de la cintura, mientras que a Hisirdoux le dieron una camisa del mismo material de azul claro, y una bermuda a juego con alpargatas de paja. Ambos con sus cabezas decoradas con coronas de flores.
Comieron y bailaron hasta el hartazgo. En algún momento de la noche, Destino tomo la mano del mago y lo alejo del lado de Arabella, que hizo todo lo posible para controlar sus celos, esos que aparecían en los momentos menos apropiados. Los ignoro y siguió bailando junto con otras hadas y hados.
Pasada la media noche, se alejo de la fiesta, necesitaba un poco de silencio. Salió al balcón, y se puso a disfrutar de la hermosa noche. La luna estaba gigante, y su luz bañaba los arboles dotándolos de mucha mas magia.
—Aquí estas.— dijo el mago apareciendo.
—¿Cómo te fue con Destino? Al parecer le gustas.— dijo la bruja sin voltear a verlo, quería que supiera que estaba enojada.
—Bueno ella tenia planeado un destino distinto al que tenia planificado.— respondió apoyándose en la barandilla de madera.
Arabella lo vio por el rabillo del ojo, y dio un suspiro de cansancio. Giro para irse pero Hisirdoux la detuvo.
—Le dije que mi destino era otro, con otra persona.— agrego el pelinegro, pasando un brazo por el costado de la rubia para atraparla contra la barandilla.
Sus miradas quedaron estáticas al frente. No era mucha la distancia, se podía sentir los latidos nerviosos de sus corazones y como su piel se erizaba por esa electrificante sensación que se producía cada encuentro.
Hisirdoux paso su mano por la mejilla sonrojada de Arabella con el deseo de romper esa distancia mínima, pero ella lo detuvo.
—Lo siento.— dijo y se marcho a su cuarto.
No volvieron a hablar hasta el día siguiente. Durante el desayuno hicieron de cuenta que nada sucedió la noche anterior. Ambos estaban confundidos por razones que ni ellos podían explicar.
Se despidieron de la comunidad. Destino le dijo a Arabella que si ella no hacia algo con el mago, seria la misma hada quien le pidiera compromiso, y la bruja no supo como tomar eso, si como una amenaza o un empujón que también sabia a amenaza.
El viaje de vuelta fue un poco mas silencioso, pero no tan incomodo como pensaron que iba a ser.
Tras diez largas horas en carretera llegaron a Arcadia de nuevo. Arabella deseaba estar en su pequeño departamento de vuelta e Hisirdoux quería que todo lo incomodo quedara atrás.
—Veremos una película con Zoe ¿Te unes?— pregunto antes de hacer arrancar el auto.
—Otro día ¿Si?
—Otro día.— repitió desalentado.
Se saludaron y cada uno volvió a su hogar.
Al entrar al departamento recibió un llamado de Zoe. Quería saber todo lo que sucedió y en su voz se oía la ilusión de que hayan vuelto a ser parejas de nuevo.
—¿Quieres que vaya? Llevo halado.— pregunto.
—Solo si quieres pasar algo de tiempo con un corazón roto.
—Amiga, no te preocupes te ayudo a sanarlo.— respondió con entusiasmo.
—¿No veras una película con Douxie?— pregunto preocupada.
—Puedo con ambos corazones rotos.— dijo restando importancia.—Pero deberán solucionar esto, no pueden evitar por siempre lo que sienten.
Corto antes que Arabella pudiera comentar algo. Zoe tenia razón, pero sentía que aun no era momento de hablar de nada, menos ahora que veía con preocupación era mancha negra en su collar.
—¿En que momento paso esto?— pregunto viendo como la piedra volvía a la normalidad.
✨Bonus✨
Al final de la fiesta, los dos se volvieron a encontrar en el mismo cuarto, puesto que Opal solo tenia ese para ofrecerles. Lo único que les daba alivio era que, por suerte, había dos camas.
Cada minuto que pasaba era lento e incomodo, ninguno podía dormir y hasta respirar con normalidad lo era.
—Arabella.— llamo en un susurro el mago.—Yo lo siento, por casi besarte.— dijo sin poder quietar los ojos del techo.
—Douxie.— dijo ella con monótono tono de voz.—Hagamos de cuenta que nunca sucedió ¿Puede ser?
—Pero no creo que sea conveniente no hablar...
—No se de que hablas.— lo interrumpió.
Cerro los ojos y busco dormirse, mientras que Hisirdoux, tras un largo suspiro, hizo lo mismo.
★★★
Muy buenas noches (al menos acá) ¿Cómo les va? Recién llegó a casa, y se me caen los ojos del sueño y el hambre.
Lo siento, pero paso mucho tiempo desde la última vez que fueron lindos entre ellos. Creo que es normal, no me odien por hacerlo incómodo 😂
En fin, acá esta la razón por la cual fueron amiguis hasta el capítulo nueve, aun que no son pareja hasta la última historia.
Chones: es están en canzoles, tanto de hombres como de mujeres.
Ahora si, sin mas que decir, besitos besitos, chau chau.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro