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✨Pequeña bruja✨

 Tras el exorcismo a Clara, Arabella paso el resto de la noche junto con Hisirdoux. Hubo un par de besos antes que el cayera rendido por un día pesado, entre cazando alguna bestia suelta, y el trabajo como humano ordinario. Y aunque Arabella paso por algo similar, le costo dormir. No solo porque era algo normal cuando hacía esa clase de trabajos, sino porque varios recuerdos se hicieron presentes, lo que la llevo a cuestionarse desde el origen de su magia, hasta los sentimientos hacía su madre. 

Aunque era la primera vez que lo hacía, o al menos que recordaba, el usar magia de sombras, le hizo cuestionarse los propios límites de su cuerpo. Hasta donde era capaz de empujarlos con tal de salvar a alguien que apenas llevaba algunos días de conocer, y tenjendo esa sensación de que ya lo hacía de alguno otro momento.

 •

 Hisirdoux la ayudo a dormir, y en la mañana despertó sin su compañía. Lo quería regañar por haber abandonado tan rápido la cama, pero recordó que mucho no le podía reclamar, cuando por años le hizo lo mismo, y sin el detalle de la carta romántica que dejo en su lugar. Donde recalcaba donde dejaría todos los besos que no le dio en la noche, al momento en que llegara. 

 Aquella mañana no supo bien que hacer. Y lo único que se le ocurrió era hablar con Clara para saber como estaba. Esperaba que el exorcismo haya resultado bien, porque no estaba segura de como lidiar otra vez con el espíritu enojado de su madre. 

Arabella: Hola pequeña bruja, ¿Cómo te sientes? ¿No tendrás por ahí otro espíritu que neutralizar cierto? El primero es gratis. 

...

Clara: Espero que tus costos sean accesibles para una adolescente, porque no creo que mi mesada alcance para tanto. Bien, nada de dolores de cabeza, o voces extrañas. 

Clara: ¿Quieres venir a la escuela? Solo aparenta tener dieciséis años. 

Se pregunto que tan buena idea era hacer eso. Otra vez la secundaria. Ella agradecía que la podía dejar cuando no le servía de más nada, o que no le costaba ser la popular o chica linda que trataba bien a sus compañeros.

Arabella: Puedo hacer eso, o también aparentar ser maestra. Te puedo asegurar que se mas que los tuyos. 

 Mientras tanto, Clara del otro lado rio por el mensaje de la rubia. No estaba muy segura de que tan conveniente era tenerla esa mañana con ella y sus amigas. Aun tenía fresco lo que sintió al verla por primera vez, y no entendía bien de donde nacían esas ganas de no querer despegarse de su lado. Era hipnótica, tenía una sonrisa contagiosa, una mirada brillante, y su cabello rubio parecía hacerle caso a cada movimiento que hacia. 

 Con sus amigas, habían pasado, sin darse cuenta, al menos una hora hablando de Arabella, y de donde salió, como lograba verse radiante, y porque prefería el teatro antes que el modelaje.  

—Ella, bueno, ella —tartamudeo Mary—, no tiene nada. Es perfecta. 

—¿Esta mal que queramos ser su amiga? No seremos muy raras para ella —dijo Darcy. 

 Clara rio al escuchar a sus amigas, y recordó la tarde que paso con ella el día anterior. 

—Es una chica como nosotras, creo que le puedo decir que venga una mañana —dijo, y sus amigas la vieron con extrañeza. 

—¿No es mayor que nosotras? —pregunto Darcy. 

—Si, digo, creo que sale con ese universitario de cabello negro —respondió Mary, y sonrió embobada.

No saben que tan mayor es, pensó Clara, y sonrió. 

—Hable con ella, en realidad tiene nuestra edad, solo que esa mañana estaba muy producida —dijo, tratando de aclarar sus dudas—. Le diré, si un día de estos quiere venir con nosotras. Creo que le podemos conseguir un pase de alumna extranjera o algo. 

Las otras dos muchacha accedieron, y se pusieron en marcha para dar con ese pase.

 Clara: Sería muy raro que una alumna llegara con una maestra. Mejor ven conmigo, tengo un pase que te va ayudar a estar en la escuela sin problemas. 

Arabella: Eres de las mías, te gustan los problemas y la diversión. 

Arabella: Bien, dame quince minutos y estoy en tu casa. 

Cuando Clara salió de la casa, en la entrada, esperándola con una gran sonrisa, estaba Arabella. Cuando le dijo que luciera como una adolescente, no esperaba a que de verdad se viera como una. No era tan alta como la ultima que la vio, hasta creyó verla mas pequeña de cuerpo.

El vestido rosa que usaba era hermoso, y tenía el cabello recogido en un peinado que le daba esos aires frescos.

—Espero que no te moleste que use ... 

—¿Estas usando magia? —pregunto confundida. 

—Solo un poco —dijo animada—. Mira, cuando tuve tu edad en algún momento, no me veía como me conociste. Ahora soy, como ustedes los contemporáneos le dice, una adolescente. 

 Dio una vuelta, haciendo que todo, desde la falda hasta el cabello rubio, un poco mas oscuro y recogido en un torpe rodete, danzara con ella. 

—No puedo creer que en Camelot se me insinuaran tantos hombre mayores que yo —comento—, luzco como una niña. Lo bueno es que ahora estarían todos presos. 

—¿Dijiste Camelot? Ok, hay que hacernos un guion —dijo Clara—, porque que seas de un castillo que creemos ficticio es algo ... Diremos que eres de Londres. 

—Puedo ser de Londres, puedo ser de cualquier lugar. No sabes en la cantidad de sitios que estuve —conto Arabella con emoción.

—No puedes hablar de magia, pero hasta que lleguemos a la escuela me puedes . . .

—Nada de magia —canturreo Arabella—. Seamos chicas normales. 

 Comenzó a caminar en alguna dirección, y Clara iba por detrás, creyendo que tan buena idea era al final. No esperaba que alguien como Arabella, con tantos años, estuviera tan entusiasmada por volver a la secundaria.  

Se apuro a llegar a su lado, y le sonrió. 

—Bien, ¿Qué quieres saber?

—Me preguntaba si un día de estos me puedes ayudar con mi magia —contesto—. Jim me conto sobre el portal que abriste sin usar la vara de sombras. 

 Arabella le sonrió. Se le hacía adorable ver a una pequeña bruja tratando de no morir a causa de un tipo de magia que, a ella, se le hacía escalofriante. También le hacía recordad a alguien, que quizás no tenía ese entusiasmo, pero si el tipo de magia. 

—Espero poder ser de ayuda, porque no soy exactamente la bruja indicada para eso —hablo. 

—¿De que hablas?

—Siendo la hija de Morgana, ella no fue muy instructiva con la magia que pretendes usar —dijo y se encogió de hombros —, pero conozco a alguien —exclamo. 

Clara la vio ilusionada. 

—¿A quien? —pregunto con emoción. 

—Ah, Petunia —contesto, y sonrió. 

—¿Petunia? —pregunto confundida. 

—Si, ella tenia el nombre de una flor —respondió—, lastima que como cualquier flor, esta muerta. 

 Clara se detuvo, y vio como Arabella continuaba caminando como si lo que hubiera dicho no tuviese ningún tipo de peso. Comenzó a creer que lidiar con ella no iba a serle tan sencillo como imagino desde un principio.   

 Ninguna de las dos creyó que esa idea podía ser un problema, hasta que gran parte de los adolescente, hormonales y fáciles de distraer, vieron a la bruja de mas de novecientos años, apareciendo en la secundaría como una mas de ellos. Era la cara nueva del que pronto comenzaron a hablar. 

—Muy bien, ahora recuerdo porque no hago la escuela secundaría muy seguido —murmuro Arabella—, los púber son muy. 

—No nos llames así —dijo Clara, y sonrió de manera forzada.

—Son raros —termino de decir Arabella—. Un día de locura, uno mas, no les hará daño. 

—Recuerda que no tienes dieciséis —murmuro Clara—, pero que a la vez si, por si un adulto se te acerca.

—Si eso pasa, conoceran el poder de mis zapatos —dijo Arabella.

 Se adentro en la escuela, y comenzó a saludar con la mano y sonriendo a todos aquellos que la veían. Clara iba por detrás viendo los estragos causados por su presencia, algunos se detenían, y otros tropezaban por no ver el camino. Sabía que los adolescentes eran tontos, pero no creía que lo fueran demasiado. 

 Arabella vio a Jim junto a Toby y se acerco rápido a saludarlos. Como si fueran amigos de toda la vida, salto sobre ellos para poder abrazarlos. 

—Hola niños —exclamo alegre—, que gusto verlos. Uf, al no saber de ustedes pensé que el hechizo de la otra noche les hizo mal, o se los trago las sombras o mi madre. 

 Jim la tomo con cuidado del brazo, y la aparto del resto, que la vieron confundidos al escucharla. 

—Hablamos de un juego de mesa —dijo Clara y fue detrás de ellos. 

  Se metieron en un salón vació y cerraron la puerta. 

—¿Qué haces aquí? —le cuestiono Jim. 

—Clara me invito —respondió, y la señaló. 

—Espera ¿Qué? Esto no se supone —murmuro aquello ultimo—. Arabella, ¿Puedo hablar contigo? —vio a Clara y Toby—, a solas. 

—Claro que si, hombrecito —dijo sonriente. 

 Los otros dos salieron, y se quedaron ellos en silencio. Arabella veía a Jim ir y venir, tratando de decir algo. 

—Vamos James, solo dilo —lo alentó—, tengo mas de novecientos años, puedo con lo que sea. 

Jim se detuvo y la vio. Trago saliva y se acerco a ella. Le tomo una de las manos, y la observo con atención, Arabella hizo lo mismo para ver que era lo que este veía. 

—Hay algo importante que debo decirte —dijo, y alzo la vista—. No soy el cazatroll. 

 Ella sonrió, y se soltó de la suavidad de su agarre, para pasar la mano por la mejilla de Jim. Por un momento volvió a ser la misma bruja de cientos de años, que no dejaba de sentir lastima y culpa por la responsabilidad con la que cargaban algunos jóvenes. Lo sintió cuando vio a Clara por primera vez, cuando se cruzo con Toby, y ahora con él. 

—Creo, creo que ya lo sabía —dijo ella—, es algo confuso, como un deja vu, pero mas raro aun. Hay algo que no le podido decir a mi novio. 

—¿Hablas de Douxie? ¿Son novios? —pregunto, y sonrió—. Creo que mi discurso le funciono. 

—Espera, ¿Me dices que Douxie ya sabe algo de esto? —pregunto, y frunció el ceño—. Que estúpido, y yo sintiéndome mal por estos deja vu, y sin saber como decirle sin preocuparlo.

 Se hizo el silencio, y pronto comenzaron a reír por eso. Arabella no creía que Jim fuera capaz de pasarla bien a su lado, por alguna razón, que desconocía, tenia la sensación de que no la quería cerca, aun después de ayudarlos a traer a Clara del plano de las sombras. 

 Y dejaron de reír, Jim se puso serio. 

—Creo que puedo decirte lo que va a suceder, no creo que sea justo dejar que vuelva a suceder, cuando se puede evitar —dijo, sin dejar de sonar serio. 

—Creo que ahora tengo miedo —dijo Arabella un tanto nerviosa. 

Arabella salió del salón, y por detrás fue Jim. La rubia no se veía tan animaba, aun cuando una sonrisa se dibujaba en sus labios. 

—¿Esta todo bien? —pregunto Clara. 

—Excelente —respondió Arabella—. Ahora vayamos a clases. 

—De hecho la clase es en ese salón —señalo Toby. 

 La rubia lo vio, y se acerco a él. Si lo recordaba, era un adolescente que la sacaba de quicio y aun así lo quería mucho, pese al poco tiempo que supo pasar alguna vez. Sin previo aviso lo abrazo con fuerza, y este sin entender del todo la reacción, le dio unas palmadas en la espalda. 

—No es tan mala la clase del señor Uhl —dijo, y se aparto. 

—Lo se, o no lo se —balbuceo. 

 Lo soltó y le sonrió, con esa misma mueca vio a Clara, y luego a Jim. Eran niños, y sentía que pasaron por muchas mas situaciones peligrosas que ella en novecientos años. 

—Espera, como la alumna nueva está abrazando al nerd de aparatos —exclamo Steven detrás de ellos.

Arabella rodó los ojos, y le hizo una cara de disgusto.

—Si le dices nerd de vuelta, te enfrentaras a …

—A nada —interrumpió nerviosa Clara.

—Si, eso a nada —gruño Arabella.

 Entraron con el resto de estudiantes, y ella se sentó al lado de Clara. Comenzaron a charlar, en lo que se acomodaban, y pronto se hizo el silencio, pero Arabella seguía hablando, hasta que escucho a alguien aclarar la garganta. Llevo la vista al frente, y noto al maestro viéndola con el seño fruncido. 

—¿Quién es usted? —pregunto. 

—Oh, ah, ¿Estudiante de intercambio? —respondió a modo de pregunta. 

—Maravilloso, entonces se pone de pie, y se presenta para el resto —dijo este de manera maliciosa. 

 Arabella sonrió un tanto nerviosa, y le hizo caso. Acomodo la falda del vestido, y fue hasta el frente. Los compañeros que la veían, parecían suspirar enamorados ante su presencia. Era una cara nueva, y una que se les hacía muy linda, como sacada de algún cuento de hadas. Y ella no se las dejaba difícil, porque el vestido, el peinado, su sonrisa, le hacía ver como una princesa.

—Me llamo Arabella Pericles, y tengo una gran cantidad apodos —dijo, y noto a Clara negar con la cabeza—, pero mejor si me dice Bella. Vengo de Londres, y uf, mis padres murieron cuando era bebe, me adopto una mujer muy rara, que la ame como una madre, pero creo que me dejo lo que hoy le dicen —añadió, y puso cara pensativa—, creo que hay un nombre para eso. 

Mary levantó la mano, y Arabella le dio permiso para que hablara.

—¿Traumas de la infancia? —pregunto.

—Si, algo así —dijo Arabella—, como les digo que quería hacerme popular a mí manera, pero todos sabía de ella. Era complicado, y un día se puso feo, solo por ser su hija.

—¿Tu mamá es una clase de empresaria malvada? —pregunto Eli.

—Digamos que si, pero en realidad la culpa la tuvo su hermano también. Él …

—Fue suficiente presentación, vuelva a su lugar —ordeno el maestro.

 Ella hizo caso, aun así continuo pensando en eso que le produjo el haber vivido una extraña infancia con Morgana. La clase continuo, un poco mas lenta, porque muchos no hacían mas que verla, mientras que Arabella hacía las tareas como si fuera una estudiante mas. Quedando no solo como una chica bonita, sino que también muy aplicada. Llevándose las felicitaciones del señor Uhl.

 Cuando sonó el timbre del receso salió junto a Clara y sus amigas. Actuó siendo esa adolescente que esperaban que sea, riendo por lo ridículo de algún tema de conversación, tomándose fotos con Mary, o compartiendo sus galletas favoritas con Darcy.

—Ah, olvide algo en la biblioteca —exclamo Mary, y se puso de pie de inmediato—, vamos Darcy. Dulzuras, nos vemos mas tarde. 

 Se fueron, y con Clara hubo silencio. 

—Lo que dijiste de Morgana, ¿Fue muy feo vivir con ella? —pregunto con cierta pena. 

 Arabella vio al cielo, y se perdió en lo claro del color de la mañana. Sonrió ante algunos recuerdos de la infancia que tuvo, eran los mismo que pensó en la noche anterior. 

—No lo fue, ella hizo su mejor esfuerzo. Duele pensar que llego un momento en nuestras vida que fue mas un instructivo de como debía actuar para ser su arma perfecta —respondió—. Ella me enseño el valor de enfrentarme a todos, y no dejar que nadie me pase por encima. Fue bueno, pero ya sabes ...

—No te enseño a hacerte a un lado —murmuro. 

—Si, e ir siempre de frente me trajo algunos problemas. Así como confiar demasiado en los extraños, a no ocultarme en momentos de la historia que lo requería —continuo enumerando.

—¿Qué hay de Petunia?  

 Arabella la vio sin saber de quien hablaba, hasta que cayo en cuenta y sonrió nerviosa. 

—Oh, ella —rio—. Creo que si estuviera viva, te sería de mucha ayuda. Su magia es igual a la tuya. 

—¿Qué se siente vivir tanto tiempo? 

—A veces una condena, una tortura. Vas dejando amigos, amores, familia en el camino —respondió con cierta pena—, o partes de una misma que se nos olvidan de recoger. Lento me voy olvidando de mucho sin buscar hacerlo, solo ocurre. 

 Parpadeo un par de veces, tratando de no derramar alguna lagrima, de no hacer un gran esfuerzo emocional que repercutiera en el hechizo que estaba usando. Porque por un momento pensó en quienes se quedaron atrás, en quienes decidieron que lo suyo no era la magia, y que el fin de una vida humana los alcanzo. En quienes se fueron por algún extraño acontecimiento, o que solo desaparecieron sin dejar rastro alguno. 

 Muertos o desaparecidos, tragados por la tierra y el tiempo, envueltos en problemas que los acabaron, otra vez los tenia presente, de alguna manera. 

—Tu amiga, no se llama así ¿Cierto? —pregunto por lo bajo. 

—No lo recuerdo bien, al igual que mucho en la vida —respondió apenada, y tomo su mano—. ¿Sabes como logre vivir tanto tiempo? Olvidando demasiado, hasta aquellos que jure que nunca los borraría de mi mente. Hoy en día, tan solo se van borrando.

—Perdón por preguntar —murmuro Clara. 

—No te preocupes, pequeña bruja —murmuro.

Arabella le sonrió, y le dio un abrazo que la tomo desprevenida. Se quedo allí por unos segundos, hasta que el timbre otra vez sonó, y tuvieron que volver al salón.  

Llego a su departamento y juro no volver otra vez a la escuela secundaria. Era la tercera vez que la hacia desde lo noventa, y estaba segura que era la experiencia que no quería volver a vivir. Le dolía un poco la cabeza por la cantidad de tarea que hizo, y por el uso de la magia de ilusión por largo tiempo. 

 Se recostó en la cama, y a los segundos White fue a su lado. Cuando cerro los ojos para dejarse llevar por el cansancio sintió a alguien mas acostarse. 

—¿Cómo te ha ido en la escuela? Supongo que bien, porque tus maestros no me han llamado por mala conducta —dijo, tratando de sonar serio. 

 Arabella sonrió al oírlo, y giro para poder apoyarse contra su pecho. 

—Lo bien que hice en darte las llaves —murmuro, y lo abrazo—. Te extrañe esta mañana. 

—Si, debí despertarte, pero estabas tan tranquila —contesto Hisirdoux—. Juro que mañana desayunamos juntos. 

—Jim me dijo que hablo contigo. 

 Se apoyo sobre sus codos, y aprecio la expresión de miedo que se formo en su rostro. Arabella lo tomo con cuidado de las mejillas, y se acerco para darle un suave beso. 

—Quiero hacer la diferencia esta vez —murmuro en sus labios—, si debo derrotar a Morgana, no lo hare sola. 

 Hisirdoux no dejo que se apartara de sus labios, y la tomo si su vida dependiera de ello. Porque de todo lo malo que pudo saber de un posible futuro, lo peor era que ella caería en un sueño que la alejaría de su vida, una vez mas.

—Acepto hacer la diferencia —murmuro, y otra vez la beso.  


★★★

Hola mis soles, ¿Cómo les va?

Este capítulo es 😤😤😤

¿Recuerdan cuando les dije que quería hacer algo adaptado al final de la película? Bueno, acá está.

Todo viene normal, hasta que deja de ser normal, y se pone bien sad.

El canon se rompe cuando Jim le dice "tenemos que hablar" a partir de ahí, todo sucede con los recuerdos de la película.

Arabella con 16 años se me hace una chaboncita re adorable "llora en mamá orgullosa"

Sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨

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