El viaje continuo.
No iba a negar que nada de lo que estaba sucediendo lo podía entender, se lo explicaran las veces que fueran.
A Jim por completo como un Troll.
A Clara haciendo magia sin la vara (la cual se rompió)
La pequeña Nari siendo perseguida por sus hermanos para obligarla a hacer algo que no quería.
El rey Arturo, un hombre que fue como un tío amoroso, revivido, zombificado, malvado.
Hisirdoux como un maestro hechicero, con un cetro de poder, y aquel traje de la época de Camelot, sin olvidarse de aquel rodete.
Lo que menos podía comprender fue que su madre trabajo con la Orden Arcana. ¿Tanta sed de poder tenía? Si era así, no lo pudo ver. No lo quiso ver.
Acompañando a sus amigos, la síntesis de nueva información no hacia más que confundirla. Porque lo que antes era malo, ahora parecía bueno. El grupo se hacía grande, y luego varios quedaban atrás.
—Necesito mis horas de sueños —murmuro, mientras lanzaba hechizos contras los mls
•
Pese a su condición y no haber descansado el tiempo suficiente, Arabella ayudo a detener la Orden Arcana. Contra todo pronostico, y por encima de la orden explícita de Morgana e Hisirdoux de no involucrarse porque sería perjudicial para ella, enfrento junto a la gran hechicera a la versión corrupta del Rey Arturo.
Hasta ella sabía que eso era una mala idea, pero quería dejar de sentirse una inútil, y hacer lo que nunca antes pudo hacer que era combatir junto a su madre. Y no contra ella.
Lucharon codo a codo, se defendieron hasta donde sus exhaustos cuerpos aguantaron. Otra vez no pudo hacer nada para salvar a quien supo llamar salvadora, mentora, madre.
El rey corrupto la hirió hasta que su cuerpo ya no encontro una forma de arreglarse. Y Arabella no hacia más que ver como lento iba desapareciendo con la brisa.
Antes de que Morgana pudiera encontrar descanso hicieron las paces; Arabella perdono a la mujer que la vio crecer, a quien quiso hacer de su magia un arma. Dejó atrás el rencor que le produjo la verdad, y solo se quedó con el cálido recuerdo de sus días en Camelot.
—Oh mí niña de ojos curioso, lo siento tanto.
—No, no, no.— balbuceó.—Podemos curarte.
Morgana tomo su rostro, y le dio una sonrisa cargada de pena.
—Madre, por favor.
—Nunca dudes que de verdad te he amado como a una hija que la vida puso en mí camino.— dijo con sus último aliento.—Mí dulce Arabella de Pericles.
Arabella sonrió, y dejo caer algunas lágrimas.
—¿Nos volveremos a ver madre?— pregunto.
No recibió ninguna respuesta.
Su propia energía se iba debilitando, sentía como su magia se escurría por aquella grietas que aun no sanaban de su última batalla contra la mujer que ahora se hacia cenizas en sus manos y volaban con la suave brisa.
—Nos veremos en otra vida, madre.— susurro.
Le dolía todo, el cuerpo, el espíritu, y su propia magia.
Estaba débil, y sumergida en la tristeza. Una que parecía ser parte de su vida desde hacía un tiempo. No había notado que la espada del rey Arturo, o quién una vez lo supo ser, amenazaba su vida.
Nadie más había notado la amenaza, y cuando se dieron cuenta, está caía sobre la bruja.
—¡Arabella!— grito Clara.
Ella vio sobre su hombro, y antes que aquella arma, que supo brillar con gloria, cayera sobre su cabeza, la detuvo. Con la poca magia que aún le quedaba, con las grietas que se abrían, con las fuerzas menguando.
—Larga vida su majestad.— murmuró.
Tomo con fuerza el filo, y lento fue absorbiendo su magia oscura. Estaba enojada por lo que recién sucedía, lo que no le permitió sentir el dolor. Y pese a esto, sus malestares fueron creciendo.
—Tenebris umbra —murmuro.
Una espesa sombra broto de la mano que sostenía la espada, y con rapidez cubrió al rey.
Arabella cayó junto con la oscura versión del rey. Mientras la escena se apagaba antes sus ojos, pudo sentir como algo malo ocurría bajo su piel.
Esa magia oscura que sentía en el aire parecía hacerse más fuerte, y concentrarse sobre ella.
•
Como la vez pasada, se perdió el combate final por haber caído desmayada. Al despertar, Jim Lake Jr., era un adolescente humano otra vez, que traía consigo, junto con Clara, a un muy débil mago pelinegro.
—No puedo más con esto, ya estamos muy viejos para estas jugadas.— se quejo entre risa, cuando era ayudada a levantarse del suelo.
—Lo mismo digo mí lady, lo mismo digo.— rio tras la irónica verdad.— Tus manos, están oscuras.— observo.— ¿Te duele?
—No, que raro.— dijo esta tras verlas.
Parecía que llevaba la noche en ellas, o aun peor, las sombras, lo que angustio un poco a la bruja. La violácea oscuridad de sus manos poco a poco fue desapareciendo hasta que volvió a su tono normal.
—Esto es nuevo.— le comentó al hechicero que sostenía sus manos tratando de descifra que fue lo que le sucedió.
—¿Te sientes bien?— le pregunto.
Y cuando alzó la vista, lo vio. Le sonreía cansado, aún así no dejaba de verse tan preocupado como tranquilo.
—Si, estoy bien.— dijo, y sonrió.
Lo tomo del rostro, y se acercó para darle un beso. Pero todos se le unieron en un festejó, interrumpiendo aquello.
—No.— exclamó al verla reír.
—Ya tendrás tus besos.— le dijo ella.
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Al final de todo, Arcadia no era tan aburrido y tranquilo como creía; también dejo de ser un lugar seguro tanto para Arabella, como para su nueva acompañante. Una hechicera semidiosa de color verde en su totalidad, protectora del Bosque Eterno.
A quien debían proteger, como una nueva tarea, de la descabellada idea de sus hermanos.
—Va a ser imposible estar quietos, debemos irnos de Arcadia Oaks, pero siempre tendrán un amigo en nosotros.— dijo antes de voltear donde estaba Arabella.
Le sonrió con cierta pena. Ambos querían seguir ahí, pero estaba claro que no iba a ser posible. No con otro posible fin del mundo pisando sus talones.
— Necesitamos de una guía confiable que sepa moverse. Arabella de Pericles, dama de larga cabellera dorada, bruja de vasija.— exclamó tomado la mano de la chica.— ¿Me harías el favor de ser esa guía en nuestros caminos? Hacer esto último ¿Juntos?
—Claro que si, mí noble caballero.— respondió dando saltos de alegría en el lugar.—Lo único es que no se usar mapas.
—Podemos con eso.— sonrió para luego darle un beso en la sien.
Junto con el mago, sus familiares y la nueva integrante que debía proteger, Arabella emprendió nuevamente un viaje que traería consigo nuevas aventuras a su vida.
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AHHHHHH. El día mas temido llego, ja, bueno no tanto. ¿Cómo andan? No, esto no es final apresurado como se estarán preguntado, es que como dije, Arabella hizo hasta donde su estado físico le permitió (es algo realista la verdad) lo cual va a estar muy presente en la otra historia.
Bueno, espero que hayan disfrutado esta parte de la historia como la disfrute yo, era algo que quería hacer a como sea lugar, porque a pesar de dibujar, no me gusta hacer comic ni nada de eso, prefiero escribir.
No tengo mas nada que agregar, espero que les guste lo que si viene después de esto.
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