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12, Teatro o batalla de bandas.

XII

Teatro o batalla de bandas. 

|One way or another|

Arabella estaba segura que seguir comiendo pizza no era lo mejor para su organismo. Tampoco podía fingir que los vomitos, ya sea por el mal uso de la magia, los viajes de las mensajeras, o comer algo que no debía, los tenía controlados. No quería admitir que tenía un estómago débil.

Pero esa noche con Hisirdoux ameritaba no gastar el tiempo cuidando una alimentación balanceada, cuando debían encontrar la forma de acercarse a una adolescente y que esta no se espante con ellos dos cerca. No iba a vomitar, pero tampoco ocultaría lo mal que le hacía.

Durante esa reunión (al igual que las anteriores) iban desde hablar de planes absurdos, hasta ni hacerlo porque en nada coincidían. Otra vez eran esos jóvenes de la época de Camelot que, aun siendo amigos y cómplices de muchas travesuras, no se ponían de acuerdo con rapidez.

Era más de doce de la noche. Hicieron una pausa para pedir la pizza, y alejarse un poco de la idea de que al final todos los caminos llevaban a acosar a una adolescente.

Tuvieron algo de suerte, cuando una pizzería les tomó el pedido a esa hora.

—Cuando todo esto termine, hare la mejor cena que hayas probado en tu vida —dijo Arabella, con la boca llena—. Creo que aumente dos kilos, de comer tanta porquería y a la vez los queme por el estrés. E vivido lo suficiente para saber que es una tonta manera de morir.

—A mi se me cae el cabello por el estrés —dijo Hisirdoux, y le dio un sorbo a su bebida—. Pero mi cuerpo se acostumbro a esto, es un santuario con acceso a lo que sea.

—Eres un tonto, mas que nadie entonces mereces mi espectacular cena vegetaría.

—Así que no comes carne —dijo, intrigado.

—Pensé que estaba claro cuando compré una hamburguesa vegetariana —dijo Arabella y sonrió—. A no ser que ...

—No, claro que no —exclamo gracioso.

—Oh, tu creías que era ese cliché de chica que se cuida, y por eso compra ensalada.

—No, tú ves demasiado cine —dijo, y le sonrió—. Mean girl.

Arabella rio al oírlo. Quizás era cierto, y veía mucho cine. Al fin y al cabo, aquel espectáculo en una gran pantalla, fue lo mejor que encontró al momento de huir de la realidad.

—Vamos, pero tú crees, como muchos otros, que soy una obsesiva del cuerpo —dijo, y soltó el ultimo trozo de pizza—. Sabes mejor que nadie, que no es cierto.

—No del cuerpo, pero si de la belleza —dijo, y le sonrió.

Ella sonrió altanera.

—Por ahí va la conversación —dijo—. Es cierto, soy demasiado hermosa como para no obsesionarme. Fui el tesoro más cotizado, de los piratas más sanguinarios. Tengo razones para estarlo.

Se puso de pie, haciendo la silla hacia atrás, dio un fuerte golpe a la mesa.

—Y no solo era la joya más brillante de todos los tesoros.

—Eres, o eras, la más buscada, y no por ser un tesoro —dijo él, y le sonrió.

—Y tienes razón querido —dijo Arabella, y se sentó—. Poderosa, imparable, muchos hombres preferían tenerme a su lado que es su contra.

Tomó otra porción de pizza, y le dio un mordisco.

—De todo lo malo que tuve a mis pies, el mundo fue lo mejor —añadio.

—Bien, tú ganas, la más humilde entre las humildes —dijo Hisirdoux—. Es tan revitalizante hablar así sobre ti, contigo.

Arabella le sonrió inocentes, y pestañeando.

Tras el ultimo mordisco a la porción de pizza, Hisirdoux se puso de pie y se estiro. Y Arabella no pudo evitar comerlo con los ojos. Quizas era la clase de santuario al que le extrañaba rezar.

—Muy bien, haremos así, algo de eso debe resultar —dijo, y dio un bostezo—. Nos debemos juntar mas seguido, esto es mejor que intentar morir por un par de horas de sueños.

Arabella se acerco a él, y puso las manos en la cintura del mago, para luego darle una sonrisa tierna. Hisirdoux no podía creer que, después de tantos años lejos de ella, tenia la oportunidad de verla brillar de esa manera, y sin mas nadie a su alrededor

—Bueno, puedes pasar la noche aquí —dijo.

Sus ojos daban un leve brillo, aún rodeados por ojeras de cansancio, no dejaban de verse cálidos. Ya no se notaba la obsesiva de la belleza, o quien tenia todo resuelto, capaz de comerse al mundo de un solo bocado.

—En el suelo —añadió Arabella con rapidez.

—¿Me quieres matar? —pregunto Hisirdoux, aguantando la risa.

—Si quisiera hacerlo, lo hubiese hecho hace mucho tiempo —Arabella sonrisa con sorna—. Pero aún sigues aquí, y no quiero que andes de noche solo.

—Eres un amor, te preocupas por mí —dijo Hisirdoux.

Arabella tomó sus manos, y jugueteó con los anillos de sus dedos. Le sonreía como hacia tanto tiempo no sucedía, y en el silencio del momento, se pudo oír el nervioso latido de su corazón.

—Nunca deje de preocuparme por ti —hablo con suavidad—. Por años solo pensaba en como estabas tú, y por qué no me atreví a buscarte antes.

—Bella —murmuro.

Ella sonrió, y se apartó. Sintiéndose algo tonta por abrir su corazón tan de repente. Por dejar al descubierto, a tal velocidad, su lado más vulnerable y cálido. Uno que Hisirdoux ya conocía,  aun así tenía miedo de volver a mostrárselo.

Le dio la espalda, y busco disimular los nervios de hablar de más, y la vergüenza de no recibir una respuesta acogedora.

—Aprovecha la oferta, es por tiempo limitado —dijo.

Hisirdoux se le acercó, y la tomo del hombro. Cuando al fin Arabella logro verlo a los ojos sin la necesidad de huir, él le sonrió coqueto.

—Es una oferta que no voy a desaprovechar.

—No deberías —murmuró la rubia—. Puedes dormir en ese sillón, es más cómodo que el suelo.

—Lo acepto —dijo—. Aunque claro, conozco un lugar más cómodo.

—No tientes a tu suerte, campeón.

Levantaron la mesa, y guardaron los cuadernos que estuvieron usando. Hablaron un rato mas en la entrada del baño, ya no de como amaban verse en los espejos, ni que eran inalcanzables en alguna época. Sino de ellos siendo humanos. Y cuando no hubo mas nada que decir, durmieron las horas que les quedaban.

Dos ideas.

Dos estilos diferentes.

Y siempre la misma disputa por ver quien tenía la razón, o era mejor atrapando gente.

Estaban frente a la secundaria, esperando a que tocara la ultima campanada. Sino querían llamar la atención, no lo estaban logrando. Que fueran tan diferentes en si (en aspecto) y que estuvieran juntos, era el combo perfecto para no pasar desapercibidos.

Ella lucía como una excéntrica Barbie. Pues de pie a cabeza, su parentesco con la muñeca rubia era muy obvio. El vestido rosa, y los zapatos a juego, el cabello recogido en un moño, no ayudaban a que la gente viera a otro lado.

Mientras que él, era todo lo contrario. Y estaba lejos de lucir como el Ken que está todo el tiempo con Barbie. Su ropa negra, el cabello oscuro y teñido de azul, y todas sus decoraciones, lo alejaban del muñeco.

—Muy bien, recuerda mantener la calma. Se tú, pero no tan tu —murmuro Hisirdoux.

Arabella, quien estaba viendo a la entrada, llevo su vista a él. Arqueo una ceja, viéndolo interrogante.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto.

—Digo que, sigue el libreto —respondió—. Tu técnica es guiarte por impulsos y no por lo que hemos escrito.

—Guiarme por impulsos me trajo a donde estoy ahora, no se si lo notaste —dijo, por completo ofendida—. ¿Sabes qué? Mejor cállate, o no, mejor aún, sigue hablando que voy a cerrar tu boca.

Le saco la lengua, y se dio cuenta que cualquier grado de madurez que tuvo hasta ese momento, se esfumo con aquello. Haciendo que se arrepintiera de inmediato.

—Como digas princesa —dijo, y le sonrió—. Pero ten en cuenta algo, el teatro no esta de onda.

—Ah, ser la estelar es la onda —gruño, más ofendida que antes—. A parte, ¿La onda? ¿Qué ridícula palabra de los 2000 es esa?

—Una menos ridícula que tu plan —insistió con una sonrisa socarrona.

Esta se cruzó de brazos y alzo ambas cejas.

—Tu plan es el ridículo ¿Sabes que es pasar desapercibido?

Y lo vio de arriba a abajo.

—¿Y tú si, princesa? —cuestionó coqueto—. Vamos, no tengamos una conversación sobre estilos ahora.

E hizo la misma observación que ella.

Jugando, se quedaron observándose, analizándose de pie a cabeza. Arabella amaba verlo, amaba su estilo de chico malo. Si de alguien podría admirar como llevaba un outfit oscuro, era de él.

Y por su lado, Hisirdoux suspiraba de verla vestida de rosa, o con sus tonos pasteles. Si alguna vez imagino otra vida de fantasía, ella seria la princesa y el su caballero mágico. Estaba seguro que pecaba de cursi, y no le importaba.

—Muy bien bonita, si veo que no resulta, plan b —dijo desafiante.

—Como digas bad boy, que cree que una batalla de banda es mejor que el teatro. No voy a necesitar que me rescates —le aseguro dándole la espalda—. Puedo sola.

Él sonrió, y paso un brazo sobre su hombro, y comenzaron a caminar.

—Y ya nadie usa bad boy —dijo tratando de no reír y hacerla enojar—. Solo di que soy tu chico malo.

Le dio un beso en la mejilla que la tomó desprevenida, y lo miro de inmediato.

—No lo debes decir en voz alta, pero te gusta que lo sea —murmuró sin apartarse lo siguiente.

Arabella rodo los ojos, y solo guardo silencio. Por dentro le rezaba a alguna deidad para que no se le notará lo nerviosa que la ponía, y que esto no se expresará como un incendió en su cara.

El timbre de salida fue aquello por lo que suplicaba en silencio.

Con Hisirdoux se vieron una vez más, y un tanto inseguros de cómo podría salir todo, se acercaron a la entrada de la secundaria. Pasaron unos minutos, y allí pudieron observar a la adolescente que buscaban junto con otro grupo de chicas de su edad.

Arabella pudo sentir la magia, y la noto algo enferma. Solo esperaba que haber llegado a ella en ese momento, no sea tan tarde.

—Éxitos, y nada de encantamientos —murmuro el pelinegro, y le dio un empujón.

Arabella lo vio, y este le alzo los dedos pulgares en aprobación. "No seas impulsiva, no seas tu" repitió para si la rubia, y cuando llevo la vista al frente, choco contra quien buscaba.

—Oh, chicas, lo siento —dijo, y le sonrió.

Las tres adolescentes la vieron con sorpresa, llevando sus ojos de los pies hasta la cabeza de Arabella. "En definitiva, no era buena señal" pensó.

—Mi nombre es Arabella de Pericles, y soy una bruja —exclamo alegre.

Se pudo escuchar a lo lejos una maldición del mago, y Arabella negó con la cabeza.

—En una obra que estamos haciendo en la academia de Arcadia, y necesitamos tres voluntarias, hermosas, diversas y sobre todo valientes —añadió con el mismo entusiasmo—. Genial, ¿No creen?

Hizo un pequeño festejo en el lugar y luego se calmó.

—Serian extras, pero igual lo necesitamos —añadió—. No es la gran cosa, pero, aun así, busco a una estelar. Es una obra que estoy segura que les va a encantar.

Les paso un precario folleto, haciendo que las adolescentes la vieran con sospecha. Pero quien la veía con aun más sospecha era la joven de cabello castaño y mechón blanco en su flequillo. Arabella no la recordaba así, lo que le daba una mala impresión.

Entre ellas comenzaron a charlar sobre la propuesta dándole la espalda a Arabella.

—Esto no está funcionando —dedujo Hisirdoux, al ver como se extendía la conversación.

Arabella no tuvo el tiempo suficiente para armar con más detalle todo el tema del teatro, que al fin y al cabo era toda una falsa. Razón por la cual Hisirdoux prefería que usaran todo el asunto de la batalla de bandas.

Al ver que el plan A no iba bien, decidió ir por el plan B.

Las cuatro empezaron a caminar juntas hablando sobre la obra, tratando de decidir qué hacer, hasta que Clara, la chica de la visión, choco contra el mago. Arabella lo vio ofendida, ella iba muy bien.

O es lo que pensaba, la verdad no estaba muy segura de aquello.

—¿Qué haces? —pregunto entre dientes Arabella, al ver como Hisirdoux se llevaba toda atención de Clara.

Hisirdoux la ignoro, y dio una sonrisa coqueta.

—El teatro es genial, pero tocar con tu banda frente a un público excelente, creo que lo, es más —dijo un tanto burlón el pelinegro—. Muero por oírlas —agrego guiñándole un ojo a Clara.

La adolescente estaba además de engripada, embelesada, por su presencia.

Y no la podía culpar.

Hisirdoux, dejando a un lado que era un mago de más de novecientos años de edad, pasaba a ser un joven encantador de tan solo diecinueve años. Qué con una sonrisa podía poner nerviosa a cualquier persona. Y la bruja no iba a negar que él tenía ese poder sobre ella en el presente.

También se unió al grupo, quien parecía ser la pareja de Clara, que no dejaba de ver mal al pelinegro. Viéndolo, Arabella concluyo que él era quien tenia el amuleto de Merlín. "Bien, la mejor combinación que se les pudo ocurrir", pensó la rubia.

—Espero verlas en la batalla de bandas —les paso un folleto.

—Casperan —dijo a regañadientes Arabella—. Pues yo espero verlas en la audición, ahí les voy a contar más sobre la obra.

—Perdónenla, no le gusta perder —dijo Hisirdoux, viendo a la rubia tratando de contener un grito.

—Cierto, porque nunca lo hago —sonrió—. Pero tu debes estar tan acostumbrado, que ganar algo se te hace extraño. Festéjalo cariño, yo invito los refrescos.

Enojada, tomó por la manga del buzo al pelinegro y lo sacó ahí, los cinco adolescentes vieron la escena sorprendidos. No podían creer que dos personas tan diferentes de aspecto se conocieran. Parecían ser agua y aceite. Ella una delicada obra de teatro y él una ruidosa batalla de bandas.

—Eso salió terrible Hisirdoux —lo regaño—. ¿Por qué no confías es mí?

—Lo siento, es que me dio la sensación de que ...

Arabella no le dejo terminar, estaba hasta los límites de sentirse ofendida. Le dio la espalda para toparse con Clara, que los miraba desde que habían empezado la discusión sobre sus capacidades de persuasión.

—¿Interrumpo algo? — pregunto, un poco tímida.

—Ay no cariño, el tonto ya se iba, salvo que quieras hablar con el —dijo, dando una sonrisa tranquila.

—Quiero decirte que también me interesa lo de la obra.

Arabella saltaba de alegría, después de todo, lo que más importaba era que Clara se acercara a ellos, aún más a ella, y eso era al menos un paso. La adolescente se despidió de ambos, y la bruja no pudo evitar emocionarse a un más de lo que estaba.

Giro sobre si para burlarse del mago, quien la miraba gracioso.

—Creíste que me estaba hundiendo, pero querido —dijo exagerando su asentó inglés—. Las chicas lindas no lo hacemos.

—Entonces ¿Siempre pierdo? —pregunto.

—A mi lado, ya eres todo un ganador, querido —respondió dando una sonrisa.

Douxie se rio por el comentario, le beso la mejilla, dándole por completo la razón. Paso un brazo sobre los hombros de la bruja, y juntos se fueron a planificar la siguiente parte del plan.

★★★

Mi capítulo favorito de reescribir 😭✨ ya dense sus buenos besos, idiotas 😭

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