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CAPÍTULO 7:


Llego a casa bastante tarde, sucia, agotada y con un humor de perros. Henry comienza a menear la cola y juguetear a mi alrededor cuando me ve. Pero repentinamente suelta un gruñido mostrando todos los dientes, el pelo del lomo se le eriza por completo y se inclina hacia atrás como si quisiera atacar. Retrocedo un paso por si acaso, pero el salta sin previo aviso. Grito y me agacho instintivamente, pero al abrir los ojos no ocurre nada, el perro está detrás de mí, mordisqueando y gruñendo desenfrenadamente a la nada como un animal rabioso.

– ¿Qué rayos?–. Entiendo que yo sea esquizofrénica... ¿pero el perro?

Escucho un bufido pesado del mismo lugar donde se revuelca Henry.

<<Al parecer no le caigo bien al cachorro>> Lo siento molesto, más bien malhumorado, pero con un rastro de diversión.

Continúa avanzando mientras desgarra carne y tela invisible, por un momento me alegro de que el chico esté muerto, no quiero saber lo que sería de él y la sala con tanta sangre saltando...repugnante.

– ¿Puedes manejar esto?–pregunto por educación, ya estoy cansada de lidiar con la vaca peluda, y eso que solo llevo dos días.

<<Sí, supongo que se cansará de tragar aire. >>

Me dirijo a mi cuarto para realizar la ya hecha muda de ropa y bañarme, otra vez (me voy a gastar si continúo así) tomo lo primero que encuentro y al baño. No salgo hasta que acabo con toda la peste de la humedad, el sudor frío y parte del agotamiento del día... y pensar que todo esto fue solo por una foto y una moneda entre tablones..., ¿por qué estaría entre tablones? , es extraño, y más en aquella época que la gente se olvidara dinero en el ático...Por otra parte está la foto, no logré ver mucho entre la oscuridad y el desgaste; pero tal vez pueda hacerlo aquí o en la biblioteca, esa es otra parada, deberíamos ir allí a ver entre los documentos viejos, sería mejor hacerlo mañana jueves, sí...Es un problema investigar con alguien que no recuerda nada, así que estoy sola en esto. Una tarea un tanto complicada, aunque debo hacerlo si quiero volver a tener una vida dentro de los parámetros normales de mí, quizás un poco deprimente, pero al menos no consta de una conversación con un chico muerto, invadir casas con un alto riesgo de contraer alguna enfermedad por excremento de rata, o mejor aún, casi morir de una forma poco artística desde lo alto de un altillo...Por cierto, ¿cómo rayos no caí?, sé que mis manos resbalaron y que fui hacia abajo, pero de un momento a otro volví a estar en el cuarto, ¿fue él? Esto definitivamente tengo que hablarlo con el amigo difunto.

Salgo con lo que podría llamarse sonrisa-de-triunfo-de-la-limpieza. Pero entonces, de la nada aparece un bulto de cabellos enmarañados que casi me da un infarto. La mujer grita en mi cara como en las películas de terror, yo le respondo con uno ahogado por la sorpresa. Cuando el pelo se le aparta de la cara logro verla con claridad: Una señora de entre treinta y cuarenta años, con la cabellera teñida de rubio que conforma una complicada red de ondas esponjosas, no tan formadas como las de mi madre pero si más descontroladas. Está vestida con una blusa suelta de algodón de colores muy variados y contrastantes que se le ajusta en el busto, una pollera que le da por los tobillos color crudo y unas sandalias con medias blancas, me quedaría con las sandalias. Todo este escaparate está atravesado por una chalina naranja muy amplia y larga que envuelve su cuello y cae a los lados. Ella me observa con sus ojos café claro, respira y luego sonríe mientras grita, está vez pareciera ser de alegría. Avanza hacia mí con decisión y antes de que pueda cerrar la puerta, o correr, o algo, me da un abrazo suave pero conciso. Y si mis cálculos no me fallan, ésta debe ser el "amigo" de papá.

La señora habla sin dejar de soltarme, incomodo si me preguntan.

–Ah...¡¡Tú debes ser la nena de mi Frudu!!–oh por Dios, ¿dijo Frudu?, oh sí lo dijo, no, no, lo único que falta es que escojan un nombre juntos para mí tal vez...¿Juju?, no mejor ni pensar, ¡ni pensar!–Entre nosotros te decimos la Ju de Fru, ¿no es adorable?–. Y...ya pasó, maldición.

–Eh...prefiero el nombre Juliet–. Digo.

La mujer apretuja su rostro contra el mío cuando me suelta:

– ¡Oh, pero mira mi educación!–yo por mientras caigo de rodillas al suelo, ella toma mi mano y me ayuda a levantarme–Disculpa, soy Ambar, pero puedes llamarme Am.

–Seguro, Ambar–. Repito su nombre para que quede claro que no uso sobrenombres...y que si vuelve a llamarme la "Ju de Fru" le echaré una buena cantidad de arsénico a lo que sea que tome. Por un momento su mirada parece detenerse en la lejanía, luego sacude la cabeza imperceptiblemente y se fija en mí de nuevo, durante un largo rato sigue observándome, trato de mantener una expresión impasible pero es difícil si una extraña de aspecto poco convencional que irrumpe en el pasillo cuando salgo del baño, es la que lo hace. Cuando estoy a punto de reaccionar responde:

–En resumen eres una Rosa Negra o Luna Menguante.

Mis ojos se abren de par en par ante lo que dijo:

– ¿Qué?–. No entiendo.

–Fuiste fragante y luminosa en antaño, pero algo ha oscurecido tu pobre alma. No hay quien la aclare–pone una mano en mi hombro con gesto de pena–no pierdas las esperanzas, cariño, toda herida sana–. No sé si reírme en su cara o echarle gas pimienta, así que me encojo de hombros.

–No te preocupes, estoy bien..., ¿has visto a papá?

Ambar sonríe como si no hubiera un mañana al mencionar a mi padre, aunque lo encuentro muy ligado a la telenovela, es un buen comienzo.

–Él me dijo que te dijera que va a practicar un par de horas extras en el Club, pensé en aparecerme por aquí para conocernos mejor, ¿qué te parece?

<<Vamos a ver qué dice, Rosa Negra>> Encima le pone al final un acento español que definitivamente es salido de telenovela, sí, ya está, mi vida entera es un absurdo Realiti Show titulado "La loca, la loca amante y el estúpido ET de la furgoneta".

–Bien–. Limito a decir.

Ambas nos sentamos en los puff, los cuales hacen un sonido mucho más sólido que el que hizo con él la noche anterior, como si fuese más liviano (y debe serlo).

<<Señora, le suplico amablemente que se retire de este extravagante asiento para que yo pueda formar parte de la conversación. >>De vez en cuando, por más que lo haga de broma, todavía conserva el tono de siglo pasado, como una leve costumbre. Al parecer lo poco que no ha podido olvidar.

– ¿Quieres un té?, tengo muchas hierbas nuevas que traje–. Admito que su sonrisa es jovial y agradable, pero aún tengo mis dudas...y no es por criticar, pero esos colores que trae y el uso del término "hierbas" para el té no me inspiran confianza, pareciera que en cualquier momento fuese a salir con unos hongos de origen cuestionable que podrían hacerte "feliz".

–No, gracias–. Mi tono es monótono sin ser grosero.

Ella se incorpora un poco en su sitio.

–Está bien... ¿Sabes?–estrecha los ojos y se inclina un poco hacia mí–Por lo que veo eres de esa clase de persona que no le gusta que le digan que hacer o que le realicen preguntas, así que tú me las harás a mí, ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza, después de todo no tengo nada que perder, además, en el lugar más profundo de mi mente (bueno, no tan profundo), siento cierta curiosidad:

– ¿Cómo conociste a papá?

Y ahí está la sonrisa.

–Yo estaba caminando por la acera con unas nuevas pinturas para mi arte cuando me topé accidentalmente con tu padre, él me ayudó a juntarlas y mientras hacía eso se le cayeron unas partituras, yo las leí y me encantaron, él vio mis bocetos y también le encantaron–junta sus mano de forma risueña–podría decir que ambos nos encantamos. Luego comenzamos a salir tanto a Movimientos medioambientales como a Conferencias de cómics, te voy a ser honesta, no me agradan los mensajes subliminales que tienen, pero quiero a tu padre y eso es lo que importa.

–Uhmm..., ¿éste es tu apartamento?

Se rasca la barbilla pensativa:

–En realidad pasó a ser de los dos, ya sabes, es lo–hace una pausa con incomodidad–lo que las parejas suelen hacer.

<<Sí, y tener sexo>> Y allí está, ya me parecía demasiado tener una conversación común con alguien sin que este maldito individuo rompiera con la estructura de cortesía, en otras palabras tiene el coco podrido. Por más que quiero no puedo evitar mi sonrojo. Las mejillas se me encienden más por vergüenza que por otra cosa, pero Ambar lo malinterpreta.

–Lo siento, eh...tal vez voy muy rápido con todo esto–. Su gesto se entristece.

El comentario me centra de nuevo en la plática.

–No, no es eso, es que de repente me dieron ganas de tomar un poco de té, ¿me sirves por favor?–. Ruego con la mejor sonrisa de niña tímida que me sé.

–Claro, por supuesto–la felicidad retorna a su cara mientras se incorpora para ir a la cocina–enseguida vuelvo.

Sigo sonriendo hasta que se aleja lo suficiente, luego me agrio.

– ¿Se puede saber por qué tienes la insoportable costumbre de arruinar las conversaciones?

<<Porque es gracioso cuando te sonrojas. >>

Me cruzo de brazos molesta.

–Claro que no.

<<Sí, sobre todo cuando pones esa cara de puchero y tus ojos se agrandan. >>

–Yo no hago eso.

<< ¿Qué?>>

–Lo que acabas de decir.

<< ¿Qué dije?>>

– ¡Ya basta, ni siquiera me importa!–. Mi sonrojo vuelve como si fuera algo permanente.

<< ¿Ves?, es lindo. >>

– ¿De qué lo quieres?–. Ella habla desde la cocina, pero ya no sé ni en lo que estábamos.

– ¿El qué?– recuerdo–Ah de menta, por favor.

Asiente y vuelve a su trabajo. Unos minutos después aparece con dos tazas, me tiende la que tiene lunares, justamente la que yo elegí para el desayuno...curioso.

–Aquí tienes, nena–se cubre la boca apenada– ups lo siento, Juliet, eso es gracias a tu padre.

Me encojo de hombros, sí, lo estoy haciendo seguido.

–Gracias–el té está humeante y tiene una tonalidad verdosa que lo hace semejante al agua de lago, así que lo huelo para asegurarme de que es bebible. Hummmm, menta, efectivamente lo es. Lo tomo entre mis manos con cuidado y pienso en otra pregunta, quiero saber acerca de los antidepresivos que encontré en el baño pero, no creo que sea lo más conveniente, al menos no ahora. La descarto y voy a la siguiente– ¿Qué piensas de Fred...papá?

Se detiene a procesarlo, mirando hacia arriba exageradamente como los querubines de los techos, sólo que Hippie y de unos cuarenta años.

–Tu papá me parece una persona sumamente artística, dulce y amable, tal vez un poco infantil, pero eso es porque tiene el corazón de un niño, solo hay que saber sobrellevarlo.

Me asombra su respuesta, nunca esperé que alguien que estuviese con mi padre lo considerara infantil, bueno, además de mi madre, pero hay que ver en que terminó la relación.

–Mencionaste tu arte, ¿qué haces?–. Le doy un largo sorbo a mi té que ya comienza a enfriarse, sabe igual de bien que como huele, es fresco pero caliente, con dos caras. Me gusta. Ambar sonríe y sus ojos brillan, tanto como papá cuando escribe una canción nueva.

–Ven–. Me toma la mano y de la nada me lleva por el pasillo a su habitación.

Es el único lugar que no vi:

Las paredes son completamente blancas, pero están masacradas por pinturas de colores cuyas manchas desiguales forman flores y mariposas perfectas, no sé cómo hizo esto pero es muy bonito.

<<Wow, genial. >>

–Es muy bonito–. Digo.

–Me alegra que te guste, planeo pintar todas las habitaciones con distintos estilos según la vibra que quiero que muestre. Claro que puedo dejar tu cuarto si no quieres.

–No, píntalo como te parezca–. Sonrío un poco.

Ambar aplaude complacida.

– ¡Te encantará!

En eso entra el bruto de Henry, babeando y saltando como un desquiciado. Se lanza sobre ella y comienza a lamerle la cara, empapándola.

– ¡Basta, basta, deja de embriagarme con tu amor!–ok, ahora a la saliva de perro se le llama "amor"– ¡Por favor! Duque, compórtese–. Y como por arte de magia se sienta quietecito al lado de ella, relamiéndose.

Se reincorpora más despeinada de lo que estaba y sacude su ropa .Por último me guiña un ojo.

–Es un niño educado, solo hay que recordarle que tiene un título que mantener–Sonrío con incredibilidad.

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