CAPÍTULO 29:
Ok, ¿ahora dónde demonios estoy?
Me encuentro sentada en una señora cama con techo en tela blanca y cuerpo de madera dura (lo dije, señora cama). Como ya nada me duele me arrojo al colchón sin aguantarlo más y hago un ángel de sábanas blancas y mulliditas.
Pero la curiosidad vence a la comodidad por lo que me levanto. Y...estoy descalza (raro). La alfombra suave y gruesa del piso es como un masaje para pies, pienso seriamente la posibilidad de hacer un angelito en el suelo, pero sería demasiado. Doy una vuelta para obtener una vista general del lugar, sip, finalmente la reconozco...esta fue mi habitación, la de Juliet Dankworth. Pero tiene algunos cambios, el espejo de cuerpo entero es moderno y el armario es idéntico al mío (o sea al mío del presente...soy pésima en aclaraciones).
Lo abro y noto que solo hay...vestidos, y yo nunca he usado vestidos. Bueno, no ahora, digamos que he estado viviendo de pantalones unos...quince años.
Los veo detenidamente...tal vez me ponga alguno, después de todo es un sueño ¿no?, además hay uno en especial que capta mi atención. Es negro, un vestido redondeado al estilo globo sin tirantes, ajustado en la cintura y suelto abajo, está decorado con pequeños retazos de tul oscuro que le dan una apariencia triste, casi gótico-romántico...me gusta.
Lo descuelgo, me desvisto frente al espejo y lo pruebo. Resulta que es de mi talla, qué casualidad....
Decido pasar por el tocador...si digo la verdad puedo contar con los dedos de una mano manca las veces que me arreglé, pero creo que usando ropa de esta clase no puedo ir como se me dé la gana.
Ahora mi rostro está feliz de verme, hasta me sonríe mientras coloco labial rojo lentamente, apenas un toque, lo mío es eso, toque. Uso algo de rímel negro para pestañas más notables y delineador en la parte inferior para resaltar el gris de mis ojos. Eso es todo, nada de base porque me gusta mi palidez (Ann siempre me dice que un día me meterá en una cama solar por la fuerza, pero allá ella). Luego armo un nuevo medio moño, más armónico y organizado para que así mis bucles sean agraciados. Una vez satisfecha me hecho una miradita al espejo grande y recuerdo que no traigo zapatos...genial, ¿dónde habrán? Tras buscar en un par de lugares los hallo en la parte inferior del armario. Los saco todos y descubro con alivio que no son de taco...bien. Al lado de éstos hay medias de nylon, me las coloco.
Tomo unas zapatillas negras opacas sin elevación alguna, así es...nada de fingir altura.
Y al espejo por última vez (me he visto más ahora que en toda mi vida). Parezco una copia barata del cisne negro...pero creo, no... ¡Me veo bien!, sí Juliet, estás genial.
Hago carotas a mi reflejo para reír y entonces la puerta a mis espaldas se abre, dejando entrar una linda melodía instrumental extrañamente familiar.
Me acerco curiosa para saber de dónde viene, al parecer por las escaleras.
Libero un suspiro sonoro y avanzo segura hacia abajo, rozando el suave barandal de la escalera y con la cabeza en alto. La verdad me siento como la dueña de casa o algo así.
Por mi boca se cuela una sonrisa al verlo: Kevin está sentado de traje mirando el entorno, confundido. Cuando sus ojos se posan en mí se sorprende mucho y sonríe mientras deja la silla casi al instante para ir hacia mí de una forma tan caballerosa que me entontece. Se sitúa al final de la escalera y coloca su mano para que la tome, acepto.
<<Señorita, ¿me concede esta pieza?>> Me guiña un ojo, divertido.
–Encantada–. Me inclino siguiéndole el juego.
La música suena pero no hay nada que la produzca, muy raro. Mientras caminamos me doy cuenta de que éste es el salón de baile, el mismo que irónicamente se transformó en discoteca, solo que ahora está adornado con flores, cuadros y hasta muebles a los lados, como para un banquete en el que solo estamos nosotros. Es tan recargado que podría vomitar, pero ya qué, se supone que viví aquí...tendría que gustarme, ¿no?
El piso es el mismo, con sus bonitas flores "estampadas" en él.
Llegamos al centro y por arte de magia la música empieza nuevamente, violines, arpas...sigue siendo cursi. Él me toma por la cintura y yo por el hombro, decidimos bailar de forma simple, ni muy suelto pero tampoco pomposo. Giramos lentamente al compás de la melodía, su mano es tan cálida que no me sorprendería si se prende fuego.
Levanta una ceja:
<< ¿Sabes bailar?>>
Le sonrío de costado:
– ¿Qué?, ¿no lo sabías?
<<Bueno, no sabía que tenías tanta noción de mi siglo, ¡mira esto, es igual!>> Su tono muestra entusiasmo.
Está cómodo aquí y me alegro, pero lo que sí es extraño es que haya podido imaginarle hasta un traje...hablado de eso:
–Oye, lindo traje–. Invento una voz seductora tan mal hecha que lo hago reír.
<< ¿Ya mencioné que tu intento por sonar sexy te hace ver tierna?>>Ladea la cabeza como si viese un cachorro.
–Ten cuidado...la lindura es un arma mortal–. En ese momento me da una vuelta.
<<Y que lo digas. >>
Continuamos bailando y mirándonos hasta que decido ponerme contra su pecho y reposar la cabeza en su hombro, tengo miedo de que me rechace pero está tan sumido en todo esto que me deja hacerlo e incluso juraría que le gusta.
Su aroma es tan sutil pero dulce...creo haberlo sentido antes, como...las flores de frambuesa, exacto.
–Hueles a flores de frambuesa–. Mis pensamientos escapan como si nada, sin filtro alguno.
<<Juliet...debo decirte algo–no me suelta y continúa moviéndose, creo que sé por dónde viene la mano–todo lo que está pasando, lo que a nosotros nos pasa–busca como ordenar las palabras de mejor manera, pero le es difícil–ni siquiera sé por qué empecé con esto...yo–libera el aire para retirar tensión–no creo que pueda.
– ¿No puedas qué?– Me alejo para verlo a la cara, está lleno de confusión a no dar a más, parece atrapado.
Dejamos de bailar y está sujetándome por los hombros, como si fuera a salir corriendo. ¿Por qué algo me dice que será incómodo?, supongo que podré manejarlo, juntos lo haremos.
<<Bien, escucha, porque he pensado mucho cómo decírtelo desde hace un tiempo...yo quiero estar contigo y sé que te pasa lo mismo –hace una pausa–. Pero no es posible, entiéndelo, estoy muerto...además ni siquiera recuerdo quien soy...–sacude la cabeza con pesadez–No soy digno de ti, Juliet. >>
Me aparto de él y le doy la espalda, esto moleta, ¿por qué tenía que arruinar así las cosas?
–Yo decidiré quien es digno de mí–cruzo los brazos, tajante–además ese no es el problema, ¿cierto?
<<Juliet...>>
Odio cuando suplica usando mi nombre, me debilita...pero quiero llegar al fondo, quiero saber qué lo detiene. Por cómo me mira cuando me acerco, su condición no es un problema.
–Vamos, ¡escúpelo, tienes miedo, miedo de aceptar que te gusto! No sé cuáles sean tus malditas razones, Kevin, – lo encaro y acabo gritándole– ¡pero agradecería mucho que me las dijeras!
Su ceño se frunce provocándole arrugas en la frente:
<<¿Sabes qué?, tal vez sea cierto, ¡tengo miedo de haberme enamorado de ti sabiendo que dejé a alguien importante en el pasado!, ¡de saber que estoy muerto y que nunca podré darte suficiente!–también alza la voz, caminando de un lado a otro con grandes ademanes– Trato una y otra vez de sacarte de mi cabeza, pero no te vas, ¡nunca lo haces!, no sé ni mi nombre, pero recuerdo dónde pones tu cereal, cómo te peinas, la marca de nacimiento en tu brazo derecho...esos ojos, Dios... ¡Esos condenados ojos!, ¡justo cuando creo que finalmente dejé de quererte me ves de esa manera, y así no se puede!–Dedica unos instantes de su tiempo a observarme, luce desesperado– Y luego está ese imbécil de Daniel, ¡cada vez que aparece pienso que debería partirle su horrenda cara!, maldito marica del demonio, ¿cree que por tener sonrisa grande puede hacer lo que quiera?, ¡pues es un maldito caballo!...–me acerco a él lentamente pero ni se inmuta, solo sigue insultándolo sin parar–...además seguramente tenga un trastorno, o algún problema intelectual, ¡apuesto que es un adicto al pegamento y las inyecciones!, es un completo bastardo depravado, absolutamente odiable con ese tic que tiene, –estoy a menos de un paso– ¡juro que si sonríe como yegua en celo una vez más lo haré volar por la ventana! y...>>
–Oh Kevin, ya cállate.
Acorto la última distancia entre nosotros y lo beso, directo. Sin ver las consecuencias. Cualquier cosa que fuera a agregar se esfumó como si nada, por un segundo la sorpresa lo deja estático, pero sus ojos se cierran para dar lugar al placer al igual que los míos. Me toma de la cintura y coloca mi cuerpo contra el suyo. Mis manos, que están enlazadas en su cuello, ahora pasan por su suave y hermoso cabello que he querido tocar desde que lo vi, entierro mis dedos en él y lo atraigo. Por favor, nunca en mi vida pensé que se sentiría tan...tan esto. Los polvorientos recuerdos surgen como fuegos artificiales, besos antiguos y vivencias que nos marcaron de buena y mala manera. Todo está ahí, presente.
La emoción, la felicidad me llena y está derramándose por todos mi poros, sus manos suben a mi espalda alta y la punta de sus dedos rozan el borde de mi vestido haciendo que me estremezca. Luego siguen por mi cuello hasta tomarme el rostro como en la ducha, solo que mucho mejor, con más decisión, más... ¡No sé cómo rayos describirlo solo, solo quiero quedarme así hasta que mis pulmones colapsen!
Me esfuerzo a mí misma a continuar, voy de su cabello a sus orejas, rozándolas levemente. Mis manos van a parar a la base del cuello su la camisa y ahí ya no soporto más, por lo que nos separo con todo el dolor del alma. Acabo jadeando, sin una pizca de aliento, pero feliz. Él en cambio continúa sosteniéndome como si quisiera que lo besara otra vez, su rostro es el claro reflejo de la estupefacción extrema, boquiabierto, despeinado (con lo cual yo colaboré) y los ojos podrían salírsele.
<<Juliet...–observa a la nada para luego verme con ojos brillantes y más vivaces que nunca– Juliet Dankworth. >>
Duermo como un bebé para despertar como una anciana de noventa y siete con problemas renales...ugh, había olvidado mi roñoso y lastimado cuerpo. Aunque el cansancio muscular no está tan mal como ayer y los arañazos cicatrizaron en su mayoría, los hematomas sí que serán un problema... ¡Ah!, además, ¿cómo puedo presentarme frente a mamá sin que haga un escándalo?
Con un suspiro resignado me levanto de la cama despertando a Kevin, quien ronronea gustoso con la cara en la almohada.
<<Solo cinco minutos más. >>
Sonrío.
–Andando bello durmiente, necesito comer cereal hasta desfallecer y verter todas mis neuronas en alguna excusa para mamá.
<<Con respecto a eso...–se incorpora y va detrás de mí–tu mamá llegó muy tarde y creo que es posible que siga durmiendo. >>
–Pues ve a revisar.
Sus ojos crecen en tamaño:
<< ¿Ir al cuarto de mi suegra?, ¿estás loca?>>
Ruedo los ojos, pero en el fondo me hace feliz que llame suegra a mamá, es como si de forma indirecta dijera que soy su novia (y claro que lo soy, ninguna rubia Hippie de cuarta le pondrá las manos encima).
–Yo podría hacer ruido y arriesgarme a despertarla.
Asiente en silencio y antes de irse comunica solemnemente:
<<Si no vuelvo en diez minutos...llama a la policía. >>
– ¡Ya ve!–. Le lanzo una almohada mientras río, su figura es deformada por ésta pero vuelve a la normalidad en cuestión de segundos. Pone un pulgar arriba y atraviesa la puerta.
Cuando voy a ponerme unos pantalones recuerdo mi desdicha: No traigo nada debajo...
Corro como loca antes de que Kevin vuelva, saltando en un pie para poder vestirme. Justo planea entrar cuando me estoy quitando la playera.
– ¡No entres!–. Da un respingo por mi tono agudo de circunstancia.
<< ¡Ok, ok!, ¿estás bien?>>
–Sí, solo no entres–. ¿A qué chica se le olvida la ropa interior cuando va a dormir con un chico?, ¡vamos!, ¿puedo tener más dañada la cabeza?
Y así es como una debe vestirse cuando tiene la espalda delicada: Arqueándose de dolor cada vez que tu cuerpo es obligado a doblarse para pasar una manga o algo similar.
Tengo puestos unos jeans claros, mis sandalias y para variar, una playera suelta verde manzana, sí, rompiendo mis propias reglas a partir de hoy (además mamá no verá ningún moretón si tengo suerte).
Ahora sí le dejo entrar, está sonriente:
<<Efectivamente, la señora continúa en sus aposentos, ahora si lo desea, la señorita Bronson puede ir a desayunar. >>
–Gracias, Jaime.
Salgo corriendo hasta la cocina como una niña pequeña mientras Kevin me persigue tratando de hacerme cosquillas, sí, somos un par de idiotas, pero que le vamos a hacer.
Tomo mi tazón y vierto mi última ración de cereal en envase, lo que significa que tendré que ir a comprar más, o sea, ir al supermercado para traer la caja con el mono a mi casa...supongo que podré superarlo.
Lo como como mi pan de cada día..., ¿es mi impresión o sabe mil veces mejor que hace unos días?
<<Hey, tenemos que hablar...de muchas cosas. >>
Me atraganto con las hojuelas, raspándome la garganta. Tengo una espacie de idea, tal vez podría convencerlo o al menos aplazar esta conversación lo que dure el planteo de mi excusa, y no, no es que no quiera sacar el asunto, es solo que...quiero dejar el asunto.
–Sí, ya lo sé. Creo que el ambiente propicio para estas cosas es uno bajo el ideal de libertad de expresión y paz, justamente pienso ir a lo de mi padre hoy...escuché a mamá discutiendo sobre un viaje de trabajo, puede que incluso tenga que quedarme en su casa.
En eso entra el Rey de Roma (sí, Julio Cesar quiere de mi cereal...mal chiste) con mala pinta, cabello inhóspito y pequeñas rendijas en vez de ojos.
– ¡Buen día cariño!–. Me da un beso mientras prepara café en la hornalla– ¿Cómo dormiste?
–Genial– arqueo una ceja– ¿qué hay de ti?
Lanza un suspiro, cuando mi madre lanza un suspiro hay que aferrarse a algo pesado porque vienen unos de sus mayores problemas de madre divorciada: El trabajo.
–La verdad estuve atando cabos toda la noche, el señor Larrew–ella trabaja en una agencia de publicidad, hasta ahora lo que he logrado entender es que es la encargada de llevar recados, el marketing...básicamente una mujer multiusos sin horario fijo, ah, y el desquiciado señor Larrew es el diablo en persona, también conocido como Jefe–quiere que haga el reemplazo de Betty y tome su lugar en el congreso de Inglaterra sobre mercadotecnia, recursos, productividad, variaciones de población y hasta la repercusión de los productos en el medio ambiente y los anuncios responsables...bla, bla, bla–. Coloca la mano con la que no revuelve la olla como el pico de un pato para darle énfasis al bla.
– ¿Y?–. Apoyo los codos uno a cada lado del tazón y la cabeza en mis manos– ¿Qué piensas hacer?
Presiona sus labios mientras se sienta en frente con una taza humeante.
–Es que...sé que no soy la mamá ideal Juliet, pero hago lo que puedo... Por un lado ésta es una gran oportunidad, pero por otro, no sé...me da no sé qué dejarte por dos semanas.
Ruedo los ojos:
–Mamá, primero, no soy tan pequeña, podría sobrevivir sin ayuda un tiempo. Segundo, está papá, y no te miento si te digo que Ambar le hace bien a su persona. Tercero, es un gran avance laboral, ¡incluso hasta podrías encontrar el amor!
Se sorprende mucho por mi última idea.
– ¡Juliet, por favor!–. Lanza una risa mientras me empuja con una mano.
– ¡Piénsalo, un fino inglés que te prepare té a las cinco en punto!
Ambas reímos un rato, pero luego mamá me dedica una sonrisa cargada de aire maternal.
–Estoy contenta de que tú seas feliz, bebé.
Kevin sonríe de oreja a oreja también, pero con cierta mirada de Don Juan:
<<Vamos, que yo puse una parte. >>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro