CAPÍTULO 18:
Me despierto temprano viendo hacia el techo y preguntándome que hago aquí...claro, estoy de vacaciones pero, ¿por qué aquí? Una cabaña común y corriente de madera para cuatro personas, una lámpara que cuelga en esta misma habitación. Living, comedor, cocina, baño y tres cuartos más que ya recorrimos con Ann sin nada que revelar. Decoración inexistente a no ser por un florero en la sala, ¿por qué nunca se me ocurrió poner flores allí? Bah, últimamente no se me ha ocurrido nada. Debería hacer algo en la vida más que preocuparme solamente por mí. Esta casa está demasiado triste y vacía, tal vez un par de cosas le darían un aire diferente, empezando por las flores. Sip, iré por flores.
Kevin continúa durmiendo pero lo despierto porque no soporto mi repentino deseo florista...tal vez sea un empuje hormonal.
<< ¿Qué pasa?>>Murmura algo molesto dándose la vuelta para continuar con su muy interesante actividad, pero no se lo permito.
–Tengo la irrefrenable necesidad de recoger flores en la playa, y tú vas a venir conmigo.
Tarda al menos un minuto en responder:
<< ¿Una chica invitándome a caminar por la playa o seguir descansando plácidamente?>> Lo plantea como los concursos de TV en los que el participante debe elegir un premio.
Ruedo los ojos y salgo de la cama atravesándolo. Tomo mi ropa, continúo mi trayecto hasta el baño, hago lo que tengo que hacer y voy afuera.
Está caluroso como para usar pantalones, así que me decidí por la solera negra que tengo guardada para días como éste.
Corre a penas una brisa suave que mueve mi vestimenta de un lado a otro al igual que a mi único e inigualable semi moño. Kevin camina junto a mí con aire somnoliento (no le quedaba de otra supongo).
Entre las copas de los árboles no veo casi nada, puede que se deba a que aún no amaneció.
Cuando por fin logro salir del pequeño monte descubro que estamos en plena noche, tal vez entre la una y dos de la mañana por la altura de la luna, pero no tengo mucha idea.
Nos encontramos completamente solos y ni siquiera se oye el murmullo de las olas, calma...demasiada diría yo.
Estoy por regresar cuando veo que en la orilla, a unos cuantos metros, hay una bella flor blanca. Es extraño que haya crecido allí, pero no puedo juzgar a la naturaleza, además preciso flores para el florero.
Voy hacia ella sonriente, es tan frágil y bonita con sus pequeños y delgados pétalos brillantes bajo la luz mate de la luna, además posee un tallo largo y delgado con pequeñas hojitas redondas como perlas. Da pena arrancarla así que me quedo observándola, acerco mi nariz para sentir su fragancia, a ver qué tal. Kevin está a mi lado, inquieto.
– ¿Qué tienes?–. Me doy vuelta a mirarle.
Está pálido y tembloroso de la nada, viendo hacia todos lados como si lo estuviesen siguiendo.
<<Esto es raro. >> Es lo único que dice.
Me encojo de hombros. Esta planta tan peculiar es cautivante, necesito inclinarme aún más para ver los detalles y apreciar su delicado aroma...entonces un par de manos huesudas salen de la arena y se hunden en mi carne haciéndome sangrar. Grito aterrada mientras intento liberarme, Kevin se abalanza sobre mí y me las quita, pero logran llevarse algo de piel con ellas por lo que la sangre brota en algunas partes de mi cuerpo.
Levanto la cabeza y no puedo creer lo que veo:
El cielo está más negro que nunca, unas marcas grises lo desgarran como si se tratara de una tela...pero eso no es lo peor. El océano. El océano es formado por millones de espectros desfigurados y grotescos que buscan alimento, todo está en un silencio denso, tirante...
<<¡¡CORRE!>>
Ambos nos damos la vuelta y huimos lo más rápido que se nos es posible, a nuestras espaldas ellos chillan al unísono, dando como resultado una oleada imponente y ensordecedora que me congela la sangre.
Siento como se nos vienen encima, sus aullidos de excitación por la carne fresca. Los pies se me entierran torpemente en la arena reduciendo mi velocidad. Giro la cabeza levemente y veo cómo avanzan en grandes hordas, la primera ya llegó a la orilla y destrozó la flor, aquella cosa tan bonita.
– ¡No!–. Grito, quiero detenerlos pero ya es tarde, no quedan ni los restos. El viento se levanta en nuestra contra de repente, robándome las lágrimas que derramo por la muerte de algo delicado en una manera tan barbárica.
Continuamos nuestro camino con mayor dificultad, apenas si logramos avanzar algo y estas cosas nos pisan los talones, incluso huelo desde aquí su aliento pútrido.
<< ¿Cómo mierda llegamos a esto?>> Alza la voz por encima del viento para hacerse oír, ahora está tan fuerte que me corta la cara, pero a pesar de todo nos las arreglamos para llegar hasta la entrada del monte.
El soplo para, pero los espectros se mueven tan rápido que ya casi pueden tocarnos. Mis músculos comienzan a fatigarse y arden de forma exasperante. No distingo el camino por la oscuridad, pequeñas ramas desgarran mi piel y ropa como zarpas de animal, sigo corriendo en un último esfuerzo pero el aire ya no ingresa a mis pulmones, estoy perdida y en pánico. En eso noto que Kevin me sonríe para darme ánimos mientras también huye por su vida...o lo que queda de ella. Me cuesta creer que esté de ánimo en un momento como este, no sé si está loco o es lindo, pero el hecho es que me reconforta su presencia, tan tonto e infantil como es. Voy a devolvérsela pero su gesto cambia cuando es succionado por un vórtice negro hecho de sombras.
– ¡¡KEVIN!!–. Chillo su nombre y no responde. Al voltear el agujero se desarma formando una mancha oscura con alguna que otra facción de espectro y luego toma la forma de un rostro horrendo, enorme y ennegrecido con dientes apretados que no deja de mirarme, caigo de rodillas temblando, presa del pánico e incapaz de moverme, no puedo hacer nada.
–Serás mía–. Sisea, aquello. Un instante después la imagen del recuerdo inunda mi cabeza, el hombre sobre mí, esos ojos desde la penumbra deseándome de forma siniestra...va a hacerme suya, de una manera o de otra.
Kevin y yo nos sentamos en la cama de golpe al mismo tiempo, completamente desnortados y con los ojos como platos.
– ¿Qué fue eso?–. Jadeo.
Él sonríe incrédulo después de un suspiro:
<<Wow, es la primera vez en al menos cien años que tengo una pesadilla. –hace una pausa para verme– Recuérdame que tenga cuidado al estar en tu subconsciente, ¡ah!...y al aceptar una cita tuya.>>Me dedica una guiñada.
Aparto la cara con fastidio, aunque con una imperceptible sonrisa.
Luego de que las preocupaciones pasaron, como estamos de vacaciones no hablamos más del tema. Solo nos dejamos llevar por Ann y su rara obsesión con los montones de gente que van y vienen por los puestos de artesanías. Ella compró cuanta porquería había, y por supuesto no me dejó sin hacerlo también. Paramos en un puesto de piedras y compré una de muchos colores que me llamó la atención...creo que se llamaba ópalo o algo así. La verdad es que ni me importa...sí, me dejé vencer por la superficialidad de las cosas, pero en definitiva tengo de cierta forma la esencia de una adolescente (al menos una mínima parte).
El resto del tiempo nos limitamos a tomar helado, caminar por la arena, visitar a sus padres, aunque en realidad ellos se habían ido con Marcos a hacer compras y solo quedó la abuela, que estaba viendo la TV esperando a que empezara su queridísima novela (rara vez la veo hacer otra cosa, pero no soy quien para juzgar su actividades, honestamente yo tampoco encuentro mucho que hacer por aquí), así que...no fue una visita propiamente dicha.
Ann se metió al agua pero no logró retirarme del borde, donde apenas remojé mis pies...para mí una vez fue más que suficiente, incluso un abuso considerando que además lo hice en sueños (lo cual por cierto fue exclusivamente raro).
Le rogué toda la tarde por volver a la cabaña pues mi pálida piel antisocial estaba haciendo sonar la alarma de exceso de sol, en serio, casi podría jurar que se me iba a caer a pedazos. Por fin al atardecer la hice recapacitar (por supuesto que me refiero a llevarla del brazo hacia la puerta casi arrastrándola, esa es su forma de razonar), sin embargo aún puedo escuchar el grito desgarrador de mis células epiteliales...mi amiga acaba de cometer genocidio.
Ahora estoy degustando un té helado mientras jugueteo con mi nueva adquisición, la piedra. Sip, ahora mi grupo de amigos de hizo más grande, una loca, un difunto, seguramente un perro baboso y una roca, wow, nunca pensé llegar a tanto.
–Es bonita–. Menciona Ann, algo ida. Meneo la cabeza imperceptiblemente...por un lado debo preguntarle qué le pasa para no ser la peor amiga del mundo y terminar con un grupo que conste de ningún ser humano, pero por otro puedo correr el riesgo de caer en una de sus conversaciones para chicas nada cómodas, sin mencionar que nuestro invitado no-vivo podría intervenir, desmejorando aún más todo este asunto...banano creo morir si lo hago.
– ¿Qué te pasa?–. Digo al fin.
Ella suspira, oh no, esto pinta mal.
–Los chicos prometieron venir y todavía ni se han molestado en aparecer.
Ruedo los ojos con un tinte de fastidio, pero al ver los suyos suplicantes igual a los de una niña pequeña me veo obligada a animarla:
–Tal vez se olvidaron–. Intento ocultar mi tono esperanzador...sí, definitivamente no sirvo para animar.
<<O tal vez encontraron a unas chicas más lindas que ustedes. >>
–Posiblemente. –respondo desganada sin pensar. Ann se extraña y me doy cuenta de que acabo de responderle a alguien que solo yo puedo escuchar, genial–Posiblemente–me apresuro a agregar– estén ocupados haciendo algo–me encojo de hombros y tuerzo la boca–yo que sé.
Pero para desgracia mía y alegría de Anna, la puerta del frente es golpeada fuertemente tres veces, eso significa que...
– ¡Sííí, tenemos visita!–. Aplaude emocionada mientras se levanta fugazmente para recibir a nuestros invitados 50% no deseados.
Continúo en la cocina estática, como si lo que estoy viendo fuese lo más fascinante del mundo...y si, el té helado es algo fascinante (al menos más que atender a tres adolescentes con aroma a testosterona y tal vez gustos cuestionables).
Ella los saluda amablemente y por sus voces me entero de que son Daniel y sus dos amigos cuyo nombre ya olvidé por completo.
– ¿Y Juliet?–. Pregunta Daniel al ver que no estoy en el recibidor. Conozco a Ann y sé que me llamará en tres....dos....uno.
– Juuuu, Daniel está aquí, ¿no quieres venir?
Odio cuando pregunta cosas que sabe que no puedo negar...es igual que en la computadora al ofrecerte nuevas instalaciones y darte la opción de SI o NO, GRACIAS. ¿Por qué nos obligan a ser amables?, yo no agradezco el ofrecimiento, de hecho es molesto.
Lidio con mi pequeño problema educacional y me incorporo para saludarlos como es debido: Con un "Hola" seco y sin sonrisa (y no, no estoy de humor si me lo preguntan).
Los chicos susurran por mi reacción, Ann me da un codazo y Daniel sonríe:
–Siempre tan dulce–. Bromea, se la tomo entre palillos con una media sonrisa, eso es todo.
–Trajimos unas cervecitas para pasar el rato–. Habla el de cabello lacio y ojos oscuros, está lleno de pecas. Le da una mirada rápida a Ann con un guiño, ella ríe y se sonroja... Oh, ahora resulta que nos quieren embriagar y dejarnos a su merced, no mientras viva...Daniel no es un problema, pero el hecho de que traiga compañía me fastidia bastante, y más si acarrean sustancias corrosivas para las neuronas, bah...más bien me saben feo.
Nos sentamos en el living, Ann a mi lado, Daniel al otro y en los sillones individuales el chico pecoso y el otro. (Obviamente el pecoso se coloca al lado de Ann).
Kevin está frente a nosotros observándolo todo como el que espera a que pase algo en el capítulo final de una telenovela o la escena de las películas que pasan luego de los créditos.
Durante lo que podría ser media hora, Ann y los chicos conversan animadamente, cada quien con una lata de cerveza mientras Daniel intenta sacarme conversación, digamos que ni siquiera podría llamarse eso...pero es un avance.
Un rato después mi amiga loca realiza uno de sus espasmos post-ideas que me estremece en mi propio espasmo de "No me vengas con tus juegos"...y sí, resulta ser un juego.
– ¡La ouija!, ¿qué les parece?
–Genial–. Dice uno de los chicos, el otro asiente sonriente.
– ¿Por qué no?– Daniel se encoge de hombros, genial, lo único que faltaba, una jornada de ebrios espiritistas. Bueno, todavía no están borrachos pero ya van cuatro latas cada uno y siento el alcohol surgir de sus gargantas, incluso Ann ya tiene tono en las mejillas.
Ella sale disparada del sillón y va a buscar esa cosa de madera con letras, apuesto a que fue inventada por un maestro y a alguien se le ocurrió usarla para esto, ni modo.
<<Parece que yo también voy a divertirme. >> Kevin sonríe en forma vivaz, frotándose las manos.
Antes de poder pedirle explicaciones Ann pone la tablilla sobre la mesa y se arrodilla para quedar a su altura. El resto la sigue, pero como bien aguafiestas y escéptica que soy, sigo en mi lugar. Entonces su voz me sorprende, y más aún su petición:
<<Prometo que será entretenido, pero debes seguirme la corriente. >> Me ve con ojos suplicantes desde la otra pared y está dándome una sonrisa que promete, así que tras un encogimiento de hombros gradual me acerco a la ronda de casi-ebrios-espiritistas-adolescentes (sí, otra cosa que promete).
Los chicos abren su quinta lata (creo) y Ann está en ello. Le recrimino con la mirada, hasta donde sé ella no toma más de tres, pero menea la cabeza con una risita:
– ¡Porfa Ju, estamos de vacaciones!
Ruedo los ojos. Bien, que haga la que quiera. Uno de ellos me ofrece pero niego tratando de no fulminarlo. Apagan la luz y encienden un par de velas de forma que solo podemos vernos a nosotros y los rincones difuminados de la pequeña habitación, el ambiente obtiene un aspecto lúgubre.
Cada quien pone un dedo en el triángulo con la lente y así comienza. Veo de reojo a Kevin, que estira los brazos como para un calentamiento y se arrima a nosotros.
– ¿Quién empieza?–Ann ya se escucha un poco nerviosa, y digamos que este cliché de adolescentes con ouija en una cabaña de tenues lucecitas no sirve de mucho.
Daniel levanta la mano libre para indicar su turno con una leve sonrisa...bien, al menos no soy la única que se lo toma a broma.
Piensa por un momento y pregunta:
– ¿Estás aquí con nosotros?
Ruedo los ojos otra vez... ¡Por supuesto, ha estado aquí todo el tiempo!, además, es otra pregunta cliché.
Kevin esboza una sonrisa y hace un movimiento rápido con la mano, para mi sorpresa las nuestras se mueven al unísono llevando la lente por todo el tablero. Ann ahoga un grito por la impresión y puedo escuchar la saliva bajar por la garganta de todos en un nudo apretado al ver la frase:
"TU QUE CREES"
No puedo evitar sonreír.
<<Creativo. >>Le digo, pero no espero que me responda porque está concentrado viendo sus reacciones.
Ahora pasa el chico de su lado:
– ¿Cómo moriste?
Nuestras manos se mueven de nuevo.
"BANG, BANG, BANG"
Ahora sí que me esfuerzo por no reír, esto parece Scary Movie. Los demás, en cambio empalidecieron.
–Asesinado–. Murmura uno tomándoselo muy en serio.
Ahora le toca al otro chico, se le nota a la legua su tensión de espalda.
– ¿Cómo te llamas?
Kevin se la piensa un poco y contesta:
"KEVIN"
Mi amiga es la que sigue, está tan asustada que apenas parpadea:
– ¿C...cu..cuántos años tienes?
Contesta:
"17"
Ann suspira aliviada porque su turno ya pasó, ahora me ven a mí, incluso Kevin quiere saber qué preguntaré..hummm, me dijo que le siguiera la corriente, así que si quiero asustarlos tendría que decir algo que le dé impulso (sí, soy mala, pero ellos se lo merecen por arrastrarme a estas cosas). Ocultando mi sonrisa maliciosa con la penumbra realizo la pregunta con convicción:
– ¿Dónde estás?, dame una señal.
Anna me ve desesperada, como si lo que dije no ayudase en nada.
Mi compañero de broma me da su aprobación con un brillo infantil en la mirada.
Lo veo moverse, corriendo de lado a lado mientras empuja las cortinas con su mano, ocasionando un leve movimiento.
Para mi sorpresa nuevamente, todos lanzan una sorda exclamación con sus ojos clavados en la tela de la ventana...sip, lo vieron.
– ¿Vieron eso?–. Pregunta el pecoso, nunca falta el que hace una pregunta obvia.
Asienten en silencio y Ann se atreve a hablar.
–Qui-quiero terminar.
–No puedes, no si él no quiere–. Corta Daniel, con expresión inamovible viendo hacia la nada donde supuestamente está Kevin, pero él ya se colocó entre nosotros dos, imitando burlonamente su gesto.
<< ¿Qué se supone que estamos viendo?>>
Mi garganta suelta un ronroneo por la risa que nace...no rías o lo arruinarás, ¡no rías o lo arruinarás!
Cuando Daniel deposita sus ojos en mí por el sonido que emito logro serenarme, y hasta me sobro lo suficiente como para actuar igual que una chica asustada .Él lo malinterpreta y me rodea con sus brazos en forma protectora.
–No temas–. Me ve de cerca, muy cerca, tanto que me sonrojo.
–No, yo...
Antes de que pueda seguir el triángulo se mueve:
"ADIVINEN DONDE ESTOY"
Ann tapa un grito con la mano libre. El resto continúa tenso y estático hasta que ahora sí, un grito completo se oye en la habitación, el amigo del pecoso está blanco papel (incluso más que yo), temblando:
– ¡¡M...me tocó, el muy maldito me tocó el hombro!!
Kevin se trasladó hacia él y puso una mano allí antes de que me percatara...wow, rápido. Me guiña un ojo y yo le respondo con una media sonrisa.
Pienso una forma de agregarle leña al fuego:
–No deberías insultarlo...podría enfadarse.
– ¡Es cierto!–mi amiga me da la razón casi al instante, sumamente preocupada– ¿Estás enojado?–. Agrega con miedo en los ojos.
Kevin lanza una risa cantarina mientras mueve la mano para responder:
"CONTIGO NO ANN"
Luego, veo una idea nueva y pícara surcar su rostro:
"JULIET ES SEXY"
Mi expresión de chiste se transforma por arte de magia en el pontífice del fastidio mal disimulado, juro que este chico me saca de las casillas más rápido que cualquiera.
<< ¡Y tú un idiota!>>Le grito mentalmente, tanto que se cubre los oídos por instinto, pero sin dejar de sonreír.
Afortunadamente ninguno lo nota demasiado por el gran susto que tienen encima.
–Oh, Dios, ¡sabe nuestros nombres!– .Chilla ella.
Esta me la debe, esta me la debe.
<< ¿Eres una especie de pervertido o qué?>>Lo acuso.
Tuerce la boca y coloca el triángulo en "SI"
–Oigan–aclara el pecoso–eso último no tuvo sentido.
Me dirijo a Kevin y ya no está. El amigo del chico comienza a reírse a carcajadas mientras se despatarra en el sillón.
– ¡Cayeron redonditos! –. Estoy confundida, pero cuando cruzamos un par de miradas me doy cuenta...ese brillo.
<< ¿Kevin?>>
El chico me sonríe:
<<Solo para ti, nena. >>Habla sin mover ni un poco los labios.
Aun no puedo creerlo, así que se lo pregunto sin importar que tan tonto suene:
<< ¿Lo poseíste?, ¿qué pasó con los ojos en blanco y la voz rara?>>Abro ambos ojos extraviada.
Se encoge de hombros:
<<Fue fácil. >>
Antes de que siga con nuestra peculiar plática, el resto de la ronda desea matarlo.
Kevin lo dejó unos minutos después cuando todos acabaron en risas por lo que había pasado, debo admitir que fue un buen plan pero, ¿qué tal si algo salía mal y encima teníamos que llevarlo al hospital o algo así?...Bah, ni idea. Continuamos hablando y riendo mientras bebían más cervezas al animarse la conversación, seis, luego perdí la cuenta. Ann puso música a todo lo que daba en su celular hasta que la batería (que ya de por sí era poca) se murió. Comenzaron a reírse por cualquier idiotez; mi amiga besó una lámpara luego de que uno de los chicos le dibujara una cara horrible, dejándole marcas de labial y el pecoso se burló de sus pecas al menos treinta veces...está bien, todos lo hicimos.
Abro los ojos lentamente, aun en la penumbra, de hecho las velas de la mesa ya están más que derretidas. Supongo que me quedé dormida, no pude despedir a los muchachos...ah, espera, continúan aquí:
Ann está inclinada hacia un lado en el sofá con un brazo rozando el suelo y la lámpara caída debajo de ella, el pecoso con los pies sobre la mesa roncando abiertamente mientras que el tercero está apoyando su cabeza con una mano. Incluso Kevin yace dormido recostado en la pared. De repente soy consciente de algo macizo rozando mi hombro, al voltearme me doy cuenta que es ni más ni menos que un brazo. Daniel está recostado a mi cuerpo, envolviéndome pesadamente con su miembro superior como si le perteneciera. El aire ingresa y sale por su nariz de forma lenta indicando sueño profundo. Además puede verse en su expresión los rastros del alcohol... ¿Qué se cree tomándome así sin mi permiso? Está a tan poca distancia de mi rostro que siento su aliento a cerveza, su respiración golpeteándome la cara. Al procesar la idea de que se encuentra extremadamente cerca las mejillas de me encienden con vergüenza, definitivamente necesito tomar aire. Tras analizarlo por un segundo más lo aparto despacio para que no despierte (aunque si de mí dependiese le pondría el grito en el cielo y le haría una denuncia por invadir el espacio personal).
Ante el cambio de posición se queja un poco presionando los ojos y gimiendo, pero luego vuelve a la normalidad. Sonrío. Una vez fuera de su alcance, doy un par de pasos pero el leve tintinear de las latas me sobresalta. Hay al menos un veintenar desperdigadas por todo el suelo. Las pobres se retuercen en extrañas curvas dolorosas, como víctimas de guerra o una explosión nuclear. Lanzo un suspiro aireado, voy a tener que limpiar todo esto, y Ann con su resaca de seguro no me va ayudar, cielos....me quedo en el marco de la puerta un momento viendo a Kevin antes de irme, descansa tranquilo, sin esa perturbación alguna. Me siento culpable por haberlo hecho dormir en el suelo, bien pude haberle ofrecido un lugar o algo.
Le doy un vistazo a lo general y termino saliendo con un cierre tenue.
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