Llegamos a la cabaña en la noche, yo besé su suelo agradecida de estar sana y salva, pues con mi amiga es posible acabar en una zanja un día de lluvia, o en la comisaría como testigo de un asesinato entre narcos.
Los padres de Ann, su hermano y su abuela se encuentran en la cabaña catorce, y como solo es para cuatro integrantes quiso quedarse en otra conmigo...no es que sea una adolescente desconfiada, pero no me gusta demasiado quedar sola en una cabaña oscura cuya única compañía sea una chica loca un tanto irresponsable y un chico muerto con inmadurez incalculable, amante de las chucherías de exorcismo (por cierto, pagará por lo del exorcismo).
Luego de cenar con nosotras, su familia se retiró tarde y quedamos tan cansadas que nos fuimos a dormir.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad del lugar, no puedo pegar un ojo, algo me falta. Me incorporo un poco para comprobar que Ann está dormida, tomo mi libreta y apunto:
NANA: María Antúnez, internada en hospital psiquiátrico, no menciona al novio, puede que teoría anterior sea descartada.
Releo la carta y anoto todas las interrogantes que surgen:
-¿Quién es la chica?
-¿A qué se refiere con "está vagando por las paredes de la casa en busca de abrigo"?, ¿era un fantasma?
-¿Qué ocurrió?
-¿Quién es el novio?
-¿Quién mató a quién? (NOTA: las noticias no son confiables, es posible que los hechos siquiera sucedieran así).
-¿Qué le hizo a la chica?
-¿Por qué no querían al novio?
Wow, son muchas, pero hay una que quiero saber en especial:
–Kevin–. Murmuro.
Él está observando por la ventana, al parecer tampoco consigue dormir, se voltea a verme.
<< ¿Qué?>>
Ahora me encuentro sentada sobre la cama viendo hacia la pared opuesta.
– ¿No había nadie contigo en la casa?
Entrecierra los ojos queriendo encontrar algo en su olvidada cabeza, luego la sacude pesadamente.
<<No...estoy seguro, los recuerdos de cuando estaba vivo y después se mezclan y no logro sacar nada concluyente.>>
Retengo la idea por unos instantes y luego formulo otra pregunta:
– ¿Cuándo comenzaste a recordar?–debo explicarme mejor–O sea ¿a partir de qué momento puedes almacenar recuerdos?
Se encoge de hombros y cierra los ojos:
<<Es más difícil que eso...retengo cosas incluso de cuando tenía cuatro, pero solo son retazos no lineales. Verás, funciono como un tocadiscos oxidado con un vinilo roto, la aguja se posiciona, salta, vuelve a colocarse, repite el mismo tono una y otra vez....por eso es que necesito concentración para hilvanar los recuerdos, ya sabes, por más que ates los trozos de la cuerda, nunca volverá a ser la misma.>>Acaba sombrío y hasta con un matiz de sarcasmo para consigo mismo...continúo viendo la pared esperando a que esta me enseñe algo, me dé alguna pista, aunque sea un espectáculo de entretenimiento. Entonces surge una posible solución: Ya que no puede recordar...yo recordaré por él
–Kevin, ven aquí–me observa por unos segundos y se acerca obediente, pero más bien movido por interés y curiosidad. Se sienta a mi lado viendo exactamente al mismo punto que yo, justo por arriba de donde Ann duerme plácidamente sin tener que enfrentar temas de ultratumba, solo la maldita paradoja de sí...los ositos de gominola (y no, yo no tengo ningún problema con los ositos de gominola ni con el cereal) –Quiero que me cuentes absolutamente todo lo que recuerdas que creas importante, yo lo anotaré en la libreta.
Él se lo toma a broma, pero cuando nota mi expresión inamovible se vuelve serio y asiente.
Luego de horas de dubitativas y frases sin terminar, obtenemos algo de información:
<<Yo...yo quería a la chica, tenía que llegar a un lado–tiene cerrados los ojos y arrugada la frente, señal infalible de concentración–Ese lugar tenía que ver con ella, era muy importante para ambos. >>
De repente en mi cabeza se mueve una palanca y salto como muñeco sorpresa en su cajita.
–Ella quería que fueras...–. Susurro.
<< ¿Qué?>> Pide explicación.
Me vuelvo hacia él, emocionada por mi nuevo hallazgo:
–Mi último sueño tenía que ver con eso...estaba con su nana y le preguntó si él iba a venir, le dijo que era importante...pero todavía no puedo saber quién era, según la carta, había un partido, se llamaba Jeremy, ¿te suena?
Niega con la cabeza.
–Bien, por lo que tengo entendido, los padres querían a Jeremy, no a su novio, pero en los periódicos nombran a un prometido, y si eran una familia conocida en la sociedad lo más probable es que ella terminara por dejar al novio y aceptar al pretendiente para no "arruinar" su posición social ni su "honor"–realizo comillas con los dedos en esos dos términos porque a mi entender son argumentos estúpidos y carentes de valor, completamente ridículos–sabemos que tú querías llegar, pero también es posible que el otro lo quisiera...creo que el problema consiste en saber quién eres, ¿el prometido o el amante?–. Inclino la cabeza y estrecho los ojos.
Kevin resopla cansado y divertido:
<<Haces que suene como una telenovela cursi. >>
Sonrío con media boca y arqueo una ceja:
–Tú vienes de una época estirada y cursi.
Reímos por lo bajo. Tantas cosas han pasado en una semana, espectros, recuerdos, fantasmas...no quiero saber que podría pasar en navidad.
<<Oye. –el ambiente retorna a la serenidad de la noche, con el leve ronquido de Ann y los grillos veraniegos de fondo– Gracias por salvarme. >>Menciona como lo más banal del mundo con cierto nerviosismo en su voz, pero honestidad sobre todo.
– ¿Que te salvé?, ¿de qué rayos estás hablando?–. Mi cara refleja lo que pregunto, sumándole sorpresa por lo inesperado.
Ahora él está confundido...somos dos.
<<Sí, cuando me atacaron en el psiquiátrico, no sé cómo lo hiciste pero funcionó. >> No aparta su vista incrédula de mí, queriendo averiguar que cornos pasó. Espero que me dé la respuesta porque no tengo idea, pero no lo hace.
–Espera, espera–sacudo los brazos para deshacer todo y ordenarlo como se debe–había una bola negra y luego aparecieron luces que provocaron la explosión, es cierto que sentí algo extraño, pero pensé que habías sido tú.
Sus ojos se amplían más cuando se da cuenta de que no he captado nada.
<<No puedo creer que no lo hayas visto...Juliet, ¡tus manos brillaban!>> Parece que deseaba sacudirme por los hombros mientras lo decía.
Y ahora no sé quién es el loco, yo, que veo fantasmas y fui pseudo exorcizada, o él, que afirma que mis manos brillaron.
Decido que aquello no pudo ser cierto (mejor salvaguardar la poca cordura que me queda):
–Mira, estás cansado, yo también. Es posible que en aquel momento no la tuviésemos todas con nosotros, ya sabes, los espectros y todo eso...
<<Sé lo que vi–me corta más severamente de lo que pretendía, así que suaviza el tono–y puedo jurar por mi alma que tus manos brillaron, y fueron ellas la que salvaron mi fantasmal pellejo.–hace una pausa para sonreír burlón–Pero está bien si la chica que ve a los muertos es escéptica...aunque si me lo preguntan, diría que es totalmente absurdo.>>Me observa con atención para notar algún cambio en mi expresión, yo ruedo los ojos y suspiro, cediendo (solo una ínfima parte).
–Suponiendo que...mis manos brillasen o algo así. –expando los dedos y los posiciono a la altura del pecho sacudiéndolos–¿Por qué no lo hacen ahora?, ¿eh?–. Replico dejando de lado los argumentos científicos, ya que básicamente los fantasmas no se encuentran en ninguna enciclopedia ni revista de ciencias convencional.
Él se rasca la barbilla, pensativo como tantas otras veces:
<<Ok, buena pregunta...–ja, a ver si me rematas el punto–tal vez porque no quieres hacerlo. >>Responde finalmente.
Comienzo a aplaudir bajo (para no despertar a Ann) con el sarcasmo más fino que reservo para ocasiones como ésta.
–Oh sí Kevin, eres un verdadero genio.
Tuerce la boca hacia un lado con ojos vivaces.
<<Muy observadora, Bronson, muy observadora. >>
Logré dormir cuando la luna estaba bajando, pero desearía no haberlo hecho de saber lo que pasaría:
Oscuridad, solo oscuridad. Mis ojos se abren de golpe, veo un rostro en la penumbra, una mano grande cubre mi boca. Quiero gritar pero no me lo permite, me revuelvo en la cama, desesperada. Ahora que mis ojos se adaptaron puedo ver más detalles, pero están borrados como el anterior, ciertamente decepcionante. Siento un horrendo pánico invadiéndole mientras mi consciencia es llevada al pozo del espectador...
¡¿Quién es?, ¿cómo ha podido entrar a mi alcoba?! Tengo irrefrenables deseos de vociferar, patalear, quiero golpearlo con lo que sea. Continúo moviéndome como culebrilla con todas mis fuerzas, hasta que el atacante se impacienta y me golpea la cara, sacándome de sentido. Despierto y descubro que estoy amordazada y atada a mi respaldo por las muñecas con una cuerda que lastima, aun así forcejeo, gimo y lloro de impotencia. El hombre se encuentra sobre mí y se nota que está agitado por su nauseabundo respirar... Cuando noto que todo su cuerpo me arrincona cada vez más, sí que tengo miedo. Esa figura tan escalofriante encima, me siento como el conejo que se encuentra cara a cara con el zorro. Pero prefiero continuar peleando, incluso en la forma más baja posible, no puedo permitir que me toque, no...¡¡¡NO PERMITIRÉ QUE ME TOQUE!!
– ¡¡NO!!–. Grito empapada en sudor y con la sensación de que me voy a caer de un precipicio. Tardo en ubicarme, veo hacia todas direcciones, concentrada en mantener mi respiración estable.
Ann lanza un grito y se arroja de la cama como en salto suicida, llevando con sigo las sábanas.
– ¡¿Ju, que rayos pasa?!–. Tiene un pedazo de palo en la mano y salta por doquier, sí, es la perfecta amiga- loca- burda imitación de ninja.
Por suerte para mí esa imagen transforma mi rostro de pánico en confusión y espasmo, exactamente la misma que puse cuando mi padre, por hacer de Papá Noel, quedó atorado en la chimenea y los bomberos tuvieron que sacarlo, sí, una fantástica navidad con papá en el hospital. Mamá en cambio es una madre servicial y completamente normal, aunque como trabaja seguido no solemos tener recuerdos tan extraños como con él...ahora bien, Fred sí que es un peligro, genial, ya me desvié del asunto.
–Estoy bien, solo una tonta pesadilla–. Le resto importancia, tratando de amortiguar las náuseas producidas por los fragmentos del sueño que todavía revolotean en mi mente.
Consigo encontrar los ojos de Ann entre toda esa maraña de pelo, y estos me miran con asombro. Sus hombros se bajan junto con sus manos y el arma que no sé de dónde sacó.
–Ay, Ju, ¡avisa si tienes disturbio del sueño, casi te golpeo accidentalmente con esto!–. Levanta el palo un poco para que lo vea.
– ¿Por qué traes...eso?–. Lo señalo debidamente con el dedo índice.
Se cruza de brazos, seria:
–Somos dos chicas candentes y solitarias en una cabaña de verano, no soy tan irresponsable como para no estar preparada–lo agita en forma de bate, este escapa de sus manos y golpea el vidrio, provocando un gran agujero en él.
Se encoje su cuerpo mientras murmura sonrojada:
–Ups, bueno...casi preparada.
No puedo evitar reírme por aquello.
Ambas nos sentamos a desayunar unas margaritas de crema y leche chocolatada (desgraciadamente sin mi adictivo y maldito cereal). Ann intenta inyectar en mi cerebro todas las cosas que haremos hoy; pero no logro apartar el sudor frío y el aliento desagradable de aquel desconocido sobre mí. Espero...solo espero que no la haya...
Tengo que presionarme fuertemente los brazos para que no salgan lágrimas y comience a temblar.
Entre tanto pensar surge una incógnita más: ¿Dónde demonios está Kevin?
Antes de que pueda llamarlo me veo forzada a prestarle un poco de atención a Anna, la cual se me quedó mirando, esperando a que responda una pregunta que ni siquiera tuve la delicadeza de oír. (De hecho apesto como amiga y nuestro día de chicas va de mal en peor...en mi defensa nunca nadie me preparó para algo semejante).
–Disculpa, ¿qué?–. Tomo un sorbo del chocolate sin apartarle los ojos, debo concentrarme ahora si no quiero perder la única relación de amistad y posiblemente la única que no tenga que ver con mis padres (o fantasmas).
Ella rueda los ojos y suspira mientras se abanica exageradamente como actriz anciana.
–Ju, ¡que si salimos ahora!–. Chilla con una sonrisa de oreja a oreja.
Cierro los ojos desinteresada, olvidé que con Ann casi nunca existen temas cruciales ni nada por el estilo.
Aun así decido aceptar, tal vez pueda saber dónde se metió este muchacho....
Los rayos del sol y un poco de arena nos reciben, estamos en la zona de monte donde una sombra tenue cubre las cabañas. La playa se encuentra a unos cuantos metros de aquí, lo bastante cerca como para escuchar las olas y vislumbrar la costa. Admito que es un día hermoso, me he acostumbrado a convivir con días bonitos y luminosos...puedo decir que hasta me están comenzando a gustar de alguna forma. Este lugar es relativamente pequeño para ser una colonia de vacaciones, pero no lo suficiente como para ni siquiera serlo. Es concurrido a pesar de que aparenta tranquilidad, por lo que existen diversas tiendas pequeñas de lo que te puedas imaginar, desde comida hasta ropa y suvenires. Por lo que me contó Ann son sitios "Maravillosos." y "Te juro que están en mi lista de las mejores cosas, solo por debajo de los ositos de gominola.", así que según su criterio, más que bien.
Cuando salgo veo que Kevin está allí sentado como piedra sin decir una palabra, le lanzo una mirada de reproche por su falta de modales pero ni se inmuta. Desearía pedirle a Anna un poco de privacidad para hablarle, pero como no puedo, me limito a caminar hasta que tiene que incorporarse y seguirnos. Mientras nos desplazamos con paso pesado, arrastrando los pies por la tibia arena, pienso en realizar un absurdo intento por iniciar una conversación mental, (que no sé si pueda mantener por más de 1 minuto) pero él me sorprende haciéndolo primero.
<< ¿Podemos hablar?>>Sus ojos están suplicantes y parece tener algo que le urge contarme, o tiene que ver con su pasado, o traspasa por un problema de chicos y necesita a alguien. En cualquiera de los dos casos no soy lo demasiado insensible como para ignorarlo.
Asiento levemente en silencio.
–Ann...–. Le digo apretando las piernas y mostrándole mi mejor actuación de me-estoy-haciendo.
– ¿Ahora?–. Abre los ojos incrédula y golpea las palmas de sus manos contra su pollera, la cual yo estaría usando si no le hubiese dicho que no a todos sus argumentos y usado la réplica de por qué yo tenía que ponérmela si de todos modos había traído mis viejos jeans, pero esto no es lo importante, céntrate Juliet, tienes que meterte en el papel...te estás orinando, te estás orinando...
– ¡Me estoy orinando!–. Gimo presionando aún más mi vejiga.
Suelta un bufido de impaciencia mientras se voltea para seguirme, pero lo hace de buena gana.
Entro finalmente al baño donde se supone que encontraría la salvación, pero en realidad lo uso como "Sala de Conferencias Paranormales". Me siento en la tapa del inodoro y Kevin se recuesta al lavabo, por lo que hay poco espacio entre nosotros. Después de todo es una cabaña vacacional, nadie necesita un baño excesivamente grande, aunque en mi opinión, este es muy reducido.
Está cruzado de brazos como casi siempre. Por lo que he podido notar, él se pone así en dos circunstancias: Cuando está relajado o cuando algo le preocupa, me doy cuenta que intenta simular la primera, pero es obvio que se encuentra sumergido en la segunda.
–A ver, dime que ocurre–. Me encorvo apoyando el dorso de la mano en mi mandíbula para escuchar su testimonio.
Se acomoda de nuevo y comienza a hablar:
<<Un recuerdo llegó a mi cabeza poco después de que te durmieras, estaba encerrado en una habitación, quería salir pero alguien había cerrado la puerta desde afuera. Simplemente desperté allí, confuso y nauseabundo...una borrachera o algo así supongo.–hace una pausa y baja la cabeza–Entonces escuché un grito de mujer, arremetí contra la puerta una y otra vez...no conseguí abrirla–ahora me ve con ojos vidriosos–reconocí ese grito Juliet....era ella. >>
La palabra "ella" me provoca una aceleración cardíaca y un vuelco al estómago al rememorar aquel sueño, ella, la chica que era amada por dos, la chica que murió por uno. La chica que bien pudo ser violada.
Me estremezco sin pensarlo, sus gritos, ella quería luchar de verdad.
–Kevin...yo–. Empiezo, pero la frase se cortó a la mitad cuando Ann golpea fuertemente la puerta.
–Juuu, ¿estás ahí todavía o decidiste meterte en el desagüe?, te advierto desde ya que traje una sopapa tamaño humano, ¡puedo sacarte de allí!–. Dice a modo de broma.
Me disculpo con Kevin y abro la puerta con la mejor cara de alivio que puedo enseñar.
–Lo siento, ya está.
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