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Capítulo 1

SANGRE

Allí estaba.

El hombre apenas se sostenía en pie.

Aquel hombre desgastado era nada más y nada menos que Anthony Stark.

Su querido Tony Stark.

Y sus ojos se encontraron con los suyos y esas hermosas almendras centellearon hermosamente, rebosantes de vida. Porque, para su alivio, él estaba vivo.

Sus brazos se abrieron por inercia, dispuestos a recibir a ese pequeño hombre entre ellos.

Tony corrió hacia él y lo abrazó. Estaba frío y temblaba. Pero aún podía sentir su calidez. Sus manos se aferran con desesperación a su espalda.

Y esas palabras salieron de su boca.

–Perdóname.–Susurró con una expresión tan desolada que podrías perdonar hasta el hecho de que asesinara a tu perro.

No era el playboy multimillonario filántropo de siempre, por primera vez parecía sólo un hombre.

Totalmente indefenso, vulnerable y herido.

–Yo también lo siento.–Asintió besando su cabeza.

–Perdóname, por favor, yo... Yo lo dejé morir.–Sollozó con la voz quebrada.

–Tony, no es culpa tuya. –Intentó consolarlo, pero fue en vano, él seguía llorando aferrado a su pecho.

–Es culpa mía. Yo... Lo dejé morir–Gimió con lágrimas de impotencia y puños apretados.– ¡Solo era un niño, maldita sea! ¡No debí dejarlo ir! ¡Soy un idiota!

No ayudaría llorar ahora, tensó la mandíbula en un penoso intentó por reprimirse, e intentó ser fuerte, pero la imagen de ese niño sonriendo llegó a su mente. Con vida, con esa alegría y ojos brillantes únicos, y el saber que nunca volvería a verlo fue... devastador.

Y ambos lloraron. Como niños, sin vergüenza, sin orgullo, sin consuelo.
Porque habían perdido mucho ese día.
Demasiado.

Todos lo habían hecho.
Todos habían perdido a alguien o algo ese día.
Pero ahora ya no existía nadie más, sólo ellos.
Sintiendo la calidez del otro. La respiración ajena. Sus brazos rodeandose.

–Lo siento... L-lo siento, mierda, de veras lo siento.–Repitió.

El lenguaje no era importante en momentos como ese. Y las palabras tampoco eran de mucha utilidad.
Tal vez él no las quería, tal vez lo único que necesitaba era su presencia.

Entonces no lo dejaría jamás.

–Steve... yo... –Fue lo último que pudo articular antes de perder sus fuerzas siendo sostenido inmediatamente por un preocupado Capitán América.

La sangre se derramó sobre la ropa del rubio llegando hasta el suelo.


Sé que sólo le echo sal a mi herida y a la tuya.

Un día vagando en internet encontré esa imagen (La de la portada) y dije: “Oh, voy a hacer un fic stony, sí” Y luego lloré, sí, porque soy bien marica, ¿Sí? Cuando terminé me puse a escribir. Y ya está. No sé para qué escribí esto. ¿Siquiera lo lees? Da igual. Gracias por leer esto.

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