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IV

La rutina con el tiempo tomaba venganza, sin tú quererla terminas en las mismas, más que rutina era costumbre, una a la cual no sabía si agradecer o maldecir. Esta parecía ser una alarma mental que lo despertaba a las seis o siete de la mañana, cansado de fingir dormir abrió sus ojos, parpadeó un par de veces para acostumbrarse, pudo ver al euroasiático dormir plácidamente al lado suyo, lo observó por unos segundos para luego recordar lo sucedido apenas unas horas antes, sonrío avergonzado por ser tan impulsivo. Tomó la decisión de levantarse, sin importar el sueño pesado que tenía el ruso con todo el cuidado se deshizo del abrazo y puso una almohada como su remplazo, no quería deshacer los pocos momentos que podría tener de tranquilidad así que procuró no hacer ruido mientras buscaba su ropa para comenzar a ponérsela.

Ya teniendo puesta la ropa de la cintura para abajo siguió buscando con la mirada, en el piso cerca de la ventana encontró su sudadera y la franelilla, pensar en cómo llegaron ahí le causaba gracia, al tomarlas sintió una brisa entrar por la ventana, esta estaba un poco abierta y no pudo ver más allá debido a la cortina de color oscuro. Colocó su ropa sobre su hombro y apartó la cortina, afuera comenzaba a amanecer y todo el lugar estaba nublado, suspiró alegre por aquella vista, tal vez no era el mejor espectáculo que haya visto; los locales alrededor cerrados, las calles desoladas y la neblina esparcida por todos lados, podría simular una escena apocalíptica en una ciudad desalojada o una visión futura sobre su hogar completamente abandonado. Mala idea pensar en su futuro, terminó por correr el vidrio de la ventana y apoyar su brazos en el marco de esta, la brisa fría golpeaba en su rostro quemándole de alguna manera, el silencio ayudó a deshacer cada pensamiento de amargura para poder concentrarse en su alrededor, parecía que más intensa se hacía la neblina sin importar la llegada del amanecer, simplemente perfecto... pero no duradero.

—Venezuela.

Al escuchar su nombre sintió como un golpe que lo traía de vuelta a la realidad, se enderezó bruscamente para girar y exclamar nervioso: — ¡Sape gato marico! No me vuelvas hacer eso —dicho lo ultimo rodó la cortina para que no ingresara la luz, tenía fe de que no hubiera visto nada —creí que estabas ahí en el quinto sueño. No joda, me pudo haber dado algo.

— ¿Desde cuando tienes esa cicatriz?

La expresión del ruso era seria, estaba sentando en la cama analizando el cuerpo del latino que se podía distinguir aún con la poca iluminación, su vista no pudo haberlo engañado. Aquel cuerpo que el valoraba como un pedazo de cielo tenía esparcidos en diferentes lugares rasguños de distintos tamaños, pero lo que más le preocupaba era la cicatriz que se encontraba en la boca del estomago extendiéndose por su pecho y abdomen, como si fuera poco también podía verla en su espalda como si traspasara la piel.

— ¿Cicatriz? E-esto es un tatuaje —tartamudeó señalándose así mismo.

¿Acaso pensaba que era estúpido? —República Boli-

— ¡No te atrevas a llamarme así! —Haber gritado de ese modo lo hizo estremecer, respiró profundo en un intento por deshacer el recién nudo en su garganta y respondió entrecortado: —. No, no es nada, es algo pasajero y sin importancia.

La sorpresa del mayor rápidamente pasó a disgusto ¿Por qué los latinos siempre tenían que ser así? — ¡¿Cómo puedes tomártelo tan a la ligera?! ¡Te estás deteriorando y actúas como si no importara! ¡Acaso no sabes el dolor que vas a sentir si esa cosa sigue evolucionando! —Dolía, quemaba el alma y deshacía cada esperanza en su ser. Un país con estas heridas tiene pocas posibilidades de deshacerse de ellas por completo, se puede volver un ciclo donde te elevas alto para luego caer en picada.

— ¡¿Y crees que no lo sé?! ¡Lo vivo cada maldito día de mi vida! ¡Estoy muy consiente de ello y lo odio! Y-yo estoy cansado, ya no, ya no... —Se le estaba dificultando respirar, tenía el pulso acelerado y estaba temblando por la rabia, juntó sus manos e inhaló profundo para soltarlo de golpe —. Me acordé que tenía que reunirme con Caracas hoy temprano. Me tengo que ir, nos vemos.

Caminó hacía la salida sin apuros e hizo oídos sordos a los llamados del ruso. No quería, en serio que no quería tener que hablar de eso, pudo esquivar el primer intento del contrario por agarrarlo pero no los siguientes — ¡Suéltame! —Forcejeó al ser sostenido de sus muñecas y en un movimiento brusco fue tumbado en la cama con el ruso en sobre él impidiéndole la huída — ¡Te pica ese culo mamagüevo! ¡Quítate de encima!

— ¡No hasta que me expliques todo sobre tu estado!

— ¡¿Qué coño quieres que te diga?! ¡¿Que me estoy muriendo?! ¡Eso ya lo sabes!

— ¡Solo quiero ayudarte!

— ¡¿Igual cómo lo hiciste con Siria?!

Después de ese grito volvió hacerse presente el mortal silencio de esa mañana, pero no se sentía igual, el latino sintió el frío arrepentimiento recorrer su sistema, el agarre en su muñecas se suavizó al igual que la expresión del euroasiático —Yo hice todo lo que estuvo a mi alcance para ayudarlo.

— ¿Todo lo que estuvo a tu alcance? ¿O el suyo? —Lo enfrentó molesto apartándolo de él para quedar sentado — ¿Y todo para qué? Para terminar destruido y humillado.

— ¡No fui yo el que contraatacó con bombas su tierra!

—Aw, es verdad que tú ayudaste a los refugiados, ah no espera, ¡fue a su gobierno!

— ¡Tú sabes más que nadie que nosotros no tenemos ningún poder sobre nuestro pueblo o gobierno! ¡Todos terminan haciendo lo que quieren sin importar si nos beneficia o no! ¡Tú mismo lo dijiste! ¡Se van sin importarles lo que dejan atrás, se van sin importarles una mierda tu bienestar! Ellos que podían salir de su situación, todos juntos podían salir de ella, pero perdieron la fe en sí mismos, perdieron la fe en ti —Bajó la voz ya cansado de gritar, le pesaba la rabia en su cuerpo y aunque quisiera liberarla no era el momento, pudo ver como el último comentario había afectado al latino —. Escúchame bien, Venezuela. Yo lo ayudé para que no sufriera más, lo vi agonizar por su situación hasta el punto que se hirió físicamente por que prefería ese dolor, busqué la manera para detener esa angustia y lo conseguí.

—Hacerlo olvidar sus orígenes no es ayudar —Soltó con rabia sin mirarlo a la cara.

—Y sufrir cada día no es vida —respondió tomando su barbilla para que lo mirara —. No quiero que llegues a esos extremos —escuchó como el latino murmuró un: "uy díos guarde" y siguió: —. Quiero ayudarte.

— ¿Cómo? ¿Mandando más armamentos? Sí, seguro que eso ayudará mucho. O algo mejor, en las reuniones de ONU llévale siempre la contraria a USA, a Canadá, a Reino Unido y todo aquel que haya sancionado o este en contra de mi... egh ¿gobierno rojo? Ahora los divido por colores, qué maravilla —divagó con sarcasmo.

Pensó, en serio que lo hizo pero no podía encontrar una solución para que todo terminara bien, observó al contrario y pudo ver lo decaído que se encontraba, tenía cierto disgusto en su mirada y sus hombros caídos, cuando este notó que estaba siendo observado detenidamente buscó incomodo su ropa que por el recién forcejeo cayó en la cama no muy lejos de él, cuando la iba a tomar la mano del ruso lo impidió, le tomó la mano, lo empujó hacia sí y lo abrazó.

Fue tanta la sorpresa del latino que su cara se tornó con un fuerte tono rojo, el corazón se le aceleró dándole una sensación de angustia, como si estuviera atrapado, tembloroso intentó apartarlo pero este solo se aferró más a él hundiendo su rostro en el hombro del contrario —Reafirmo mi palabra, te cuidaré sin importar qué —Las palabras del ruso provocaron un nudo en su garganta, disimulando su estado correspondió el abrazo hundiendo su rostro en el cuello del ruso inhalando su olor.

Después de unos minutos el latino hablo: —Rusia... sigues desnudo.

— ¿Y?

Silencio.

—No te duele nada ¿verdad?

—Muchacho marico ¿qué me va a estar doliendo? Si yo lo que soy es- ¡coño! ¡No me agarres el culo! Coño 'e su madre, uno aquí que da un poquito de confianza y ya le están metiendo la mano hasta el fondo.

Riéndose el ruso se tumbó sobre el colchón quedado el latino arriba de él —Uh, me dio hambre.

—Uff ni que lo digas, se me antoja-

—Tengo hambre de ti.

—Ayyy valeee.

Aquello le costó a Venezuela un buen regaño por parte de su propio hijo que tuvo que ir solo a calarse cuatro horas de habladera de paja de parte de su gobierno en una de sus tantas marchas, qué lindo ¿no?

ºººººº

Hice con la ficción lo que me dio la gana. Traducción: No sé por qué mencioné a Siria. Meper?

Hola, quiero agradecer el amor al fic, me alegró mucho cada comentario :) y me disculpan si no contesto, es que la mayor parte del tiempo no sé qué decir. 

El próximo capítulo es el final.


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