III (+18)
El aburrimiento había llegado hasta causarle mal humor, no sabía qué hacer y eso le estresaba. Pasaba por las calles de su tierra, más específicamente por las de Caracas y el ajetreo lo mantenía un poquito distraído. Así se la pasó toda la tarde, con lo poco que tenía dentro de su bolso logró alegrar a algunas personas que se encontraban en la calle, que necesitaban comida o para un medicamento, guardaba un poco de dinero gracias a unos favores en los que había ayudado de sus hermanos y amigos latinos, también, a veces hacía algunos trabajos que ellos terminaban por pagar, no le gustaba recibirles dinero así a nadie, todos sabemos los problemas que cada uno tiene, además solo eran favores, pequeñas cosas sin verdadero valor.
Sin querer ir a casa o estar mucho más tiempo del que llevaba en la calle, decidió ir a por la tranquilidad que le proporcionaba lo que se había vuelto su hogar o bueno, mejor dicho, refugio porque todo el terreno que pisaba era su verdadero hogar. De camino saludaba a todo aquel que se encontraba con una sonrisa, eran alrededor de las diez de la noche y las calles estaban casi vacías, sin mucha prisa llegó a un gran edificio muy bien cuidado, suspiró pesado con el deseo de que toda su tierra volviera a verse así. Pasó de largo a la recepción, ya llevaba bastante tiempo frecuentando el lugar como para que se pusieran con alguna vaina. Subió por el ascensor, caminó pisando solo los cuadros negros que tenía el piso bicolor sabiendo de sobra en cual detenerse, sacó el conjunto de llaves que tenía y con la correcta abrió la puerta diciendo en voz alta: — ¡Llegué yo mamagüevos! —Pero nada, cero respuestas.
Recorrió el departamento de arriba a bajo, nada, ni un alma y él con tanta ladilla, así que molesto se sentó solo en el sofá a esperar, ya al pasar una hora se le había pasado la arrechera que cargaba viendo películas y pendejadas en televisión, así se le pasaron las horas hasta aproximadamente las tres de la madrugada que se dignó en llegar el temporal dueño del lugar.
—Tú te vas de rumba y ni me invitas, yo aquí como un pendejo esperándote —Soltó el latino al ver al ruso, conociéndolo seguro que salió a beber algo, qué bueno que no le gustaba los licores venezolanos. Con un bufido el euroasiático ignoró al latino pasando de largo de camino a su cuarto —. Epa ¡y tú ni saludas ni un coño! —Pero fue, de nuevo, ignorado rotundamente con el portazo del la puerta al cerrarse —. Este cabeza 'e güevo.
Seguramente seguía molesto por lo que había pasado la última vez, sabía de sobra que el ruso hacía lo posible por entenderlo, pero eso no quitaba el hecho de que le estaba negando algo tan normal en parejas, le asqueaba pensar que por su culpa ahora el mayor estaba molesto, le dolía recordar su pasado. Comenzó a sentir una presión en el pecho, el corazón acelerado y como si el aire no le era suficiente, no de nuevo. Se levantó de golpe dándose cuenta que la había cagado al sentir la visión oscurecerse y la poca fuerza en su cuerpo, respiró hondo con una mano apoyada al mueve y la otra sosteniendo su cabeza, odiaba que eso le pasara, no le gustaba, le recordaba lo mal que estaba, retomó en dónde estaba, el por qué y cómo terminó así, su respiración al principió fue a un ritmo rápido hasta normalizarlo logrando calmarse, había comprendido algo que había ignorado en mucho tiempo: él no se hizo pareja de Rusia para que lo entendiera.
Soltó un suspiro ya más calmado, caminó hacia la habitación que tanto conocía, comenzó con pasos lentos hasta estar seguro que el mareo se había pasado. No quería seguir evitando al ruso, no podía dejarle malos recuerdos de su estadía en sus tierras, no le era agradable que lo recordara así, al estar ya al frente de la puerta se detuvo inseguro por unos segundos, su mente estaba tomando un camino que ciertamente no le gustaba, como murmullos todos atravesados se colaron diversos pensamientos, se podían clasificar como estúpidos en algún punto pero a él le llegaron a afectar, <<Solo vas a seguir molestando, no ayudarás en nada. Tú no eres nada ni nadie para llegar a animarlo, si está así es por tu culpa no la cagues más>> había veces que esas voces de desaliento le causaba risa otras lograban su objetivo, pero como hacía con las dos: las ignoraba, él era muy terco. Así que con cautela abrió la puerta lo suficiente para solo asomar la cabeza dejando entrar la poca luz de la sala, estaban las luces apagadas y hacía más frío de lo normal, como lo pensó el ruso estaba acostado supuestamente durmiendo, sonrío para sí mismo, cerró la puerta ya estando adentro, sabía que el euroasiático no podía dormir habiendo una luz encendida, cuando llegó a la cama donde el mayor descansaba se subió y le tocó el hombro hasta empujarlo hacia sí para poder verlo a la cara.
—Hey, ¿estás despierto? —pregunto en broma con una sonrisa juguetona, cosa que fue respondida con un resoplido, sabía que no estaba siendo muy sensato pero prosiguió: — ¿sigues molesto? —Cuando el ruso apartó su mano y se acomodó de tal manera para no verle tuvo la respuesta más que clara.
No era la primera vez que alguno de los dos terminaba molesto a la hora de dormir, casi siempre se debía a tonterías así que el venezolano cuando el ruso estaba enfadado se acostaba muy de cerca, muy pegado a su espalda, cuando despertaba se encontraba abrazado pecho con pecho de este, a diferencia de cuando era el latino el enfadado este tendía a embojotarse todo bajo sábana para que el contrario no le molestara pero al final terminaba siendo abrazado por encima de estas teniendo que salir por casi ahogarse debido a la falta de aire, se les había echo costumbre.
Pero esta vez el venezolano se quedó sentado por un momento mirando la nada, dándose el tiempo para pensar algunas cosas —Sabes Rusia, yo creo que esto no va funcionar.
El silencio que se formó era de lo más desagradable a diferencia del que había hacia unos pocos minutos, el mayor se movió un poco solo para buscar la expresión del venezolano, no podía distinguir más que su figura por la nula luz, el comentario enserio que le había molestado ya fuera una broma o no, con un brusco movimiento se sentó y tomó de lo que creía era el brazo del contrario para atraerlo a él —Será mejor que estés bromeando, y aunque sea así no tienes ningún derecho de hablar tan a la ligera — ¿así de la nada quería mandarlo a la mierda? ¿Por una rabieta? Ahora que se ponía a pensar era una completa estupidez —. Yo te quiero y lo he demostrado, te he ayudado y he hecho todo lo posible por estar ahí para ti. Te he dado tu espacio, he pasado por alto tus errores porque sé que no somos iguales en costumbres, te quiero entender y lo he intentado muchas veces. Ahora me pregunto en qué mierda piensas para que, según tú, esto no funcione.
El venezolano se soltó del agarre del otro y lo encaró molesto —Aguántalo ahí, yo en ningún momento te pedí que me ayudaras o que te quedaras comigo, fue tú decisión, por supuesto que te lo agradezco pero háblame claro ¿no soy una carga para ti? Porque yo creo que sí y para mí es horrible —Dolido hizo una pausa para tranquilizarse —. No quiero que cada vez que estemos juntos terminemos arrechos y con una presión en el pecho por la culpa o por lástima, no fue la razón por la que acepté ser tu jevo —A diferencia del ruso el latino sí podía ver claramente su expresión, su confusión le hacía pensar que no había entendido lo que dijo pero poco le importaba —. Me hice tu pareja no para que me entendieras —Colocó con delicadeza su mano en la mejilla del más alto —. Lo hice por que quería que gozáramos juntos.
Con calma se acercó a los labios del ruso, comenzó con un suave roce, fue lento procurando disfrutar cada segundo, se sentía en paz como si eso fuera lo único que necesitara, pudo sentir cuando fue correspondido de la misma manera, siguiendo aquel ritmo y sin la intención de romper el contacto movió delicadamente su cuerpo hasta estar sentado sobre las piernas del euroasiático, sus brazos rodeando su cuello y las piernas alrededor de sus caderas, sin apretar a su acompañante, solo era como una cálida caricia de bienvenida, sin necesidad de quedarse sin aire el latino se separó del beso y susurró: —. Quiero gozar contigo, Rusia.
El ruso casi creía que tenía una alucinación por el alcohol, cosa poco posible ya que había bebido moderado al no estar tan acostumbrado a los licores latinos, no le cabía en la cabeza semejante cambio, pero eso no evitó la reacción de su cuerpo, el tono de voz del latino le provocó un cosquilleo en el vientre, el latido de su corazón aumentó en rapidez y el calor comenzaba a consumir su cuerpo, estaba idiotizado por el encanto de su pareja pero aún dudaba si era apropiado seguir, estaba cansado de terminar arreglando su problema él solo.
Por impulso se sujetó con fuerza al cuerpo contrario y le proporcionó un profundo beso en los labios, de esos que tanto lo enloquecían o como esos que indicaban el inicio de sus sueños húmedos, dio suaves mordiscos consiguiendo estremecer al latino permitiendo el roce de sus lengua en una danza ansiosa, sus manos acariciaba la cadera y la espalda por encima de la ropa de este, mientras por su parte recibía caricias en su nuca y espalda, ya con la necesidad del aire se separaron respirando de una forma agitada, pasado unos segundos el venezolano fue retirándole la camisa al euroasiático dejando el torso al descubierto, recorrió con su mano su abdomen proporcionando mimos hasta ubicarla en su pecho, se acercó al cuello dejando besos que fueron extendiéndose por su hombro derecho llegando a veces a morderle suavemente, esto provocó sutiles gemidos y gruñidos del ruso, agitado y desesperado por ese tortuoso juego lo tumbó sobre la cama quedando sobre él.
—Ya no estoy para juegos, Venezuela.
No le gustaba que lo emocionara para luego detenerse a la mitad, quería y deseaba poder terminar ya con esos malditos juegos y llegar más lejos, aspiraba hacerlo suyo.
—Está bien, sin juegos. Solo quítame la ropa y acabemos con esto, vamos, hazlo —ordenó claro, dejando sus manos arriba sobre su cabeza dando facilidad para las acciones del otro.
El desconcierto le hizo soltar bruscamente el aire oprimido en el pecho, el calor y el cosquilleo en su cuerpo se hacía más intenso. Le confundía mucho las acciones del latino, ¿acaso esto era una ilusión? Y si fuera real ¿Por qué tanta negación en un principio? ¿Por qué exactamente ahora? ¿Solamente estaba jugando con él?, tantas dudas y pensamientos en su cabeza no le permitieron notar las acciones del venezolano, sin mencionar la innegable oscuridad, claro.
Con paciencia y sin apuros el latino ya se había quitado su sudadera y franelilla gracias al ahora trance de su pareja, le parecía encantador esa faceta en él pero no solo quería quedársele mirando, deseaba tenerlo más al corriente y activo en ese momento, tomó con sus manos las mejillas del ruso para acercarlo a su rostro y comenzar un nuevo beso.
No pretendía corresponder aquel contacto pero los suaves y ardientes movimientos del contrario le estremecían la piel, sus torsos en un roce constante por sus movimientos le incitaban a abrazarlo más a él, por un momento lo sujetó por los hombros como un intento por resistirse y apartarlo, cosa que fue inútil, porque al poner sus manos en esa piel ya no pudo apartarlas, el ruso acarició con desespero aquel cuerpo que le torturaba en sueños. Pasó de sus hombros a sus caderas frotando y memorizando esas zonas tan desconocida para él, con su tacto pudo localizar algunas partes donde era más suave que lo demás pero le dio poca importancia pasando sus caricias a la espalda, cuando el aire se les hacía cada vez más necesario deshicieron el ósculo, al recuperar el aire entre jadeos, el euroasiático inició repartiendo besos en la mejilla del latino y descendiendo al cuello, ya sabiendo el resultado de esto escuchó satisfecho las risitas que le causaba, dejando alguno que otra marca por algún chupetón y jugando con uno de sus pezones, sentía como se estremecía y soltaba suspiros debajo de él.
Entre sus jugueteos la mano del latino pasa al pantalón del ruso para desabotonar y bajar su cierre, por unos segundos frotó con malicia la erección desde afuera de la tela provocando un gruñido de placer en el mayor y al apartar su mano siguió con las caricias en su espalda, sabiendo lo molesto y doloroso que les era la ropa en ese momento esperó deseoso que el ruso se deshiciera de ellas. Cuando este se apartó más de lo necesario, el latino con miedo se sentó de golpe y lo tomó del brazo por impulso pegándolo de nuevo a él.
— ¿Qué haces? Todavía no terminamos —Soltó con una risita algo nerviosa, estaba tan cerca del ruso que podía sentir como su respiración se mezclaba con la suya.
—Busco, condones... y el lubricante —respondió con obviedad e impaciencia.
El latino soltó un suspiro de alivio —No hace falta...
—Sí. Hace falta.
—No me interrumpas, becerro —respondió molesto arrodillándose para quedar más alto que él —. No hace falta que lo busques tú, dime dónde está esa verga que yo mismo te la traigo —contestó creído abrazado al cuello del ruso.
—No se ve nada, te puedes caer.
—El que no ve eres tú, yo veo es clarito to'a esta vaina, no ves que yo soy es lacra en esta mierda ¡vi'te! Ahora estás poniendo cara de culo —explicó abrazándose más a él con un movimiento de vaivén —. Dale, dime, no estamos para esperar —suplicó esta vez moviendo solo sus caderas de un lado al otro contra él.
—En el mueble, en la segunda gaveta —murmuró entre el cuello del latino perdido en sus movimientos.
Con una sonrisa apartó al ruso de sí y le dio un corto beso para luego levantarse a buscar lo dicho, le era cómico el agite del ruso así que se tomó su tiempo.
— ¿Cómo es que ves en la oscuridad? Creí que solo era un mito, solo palabrerías.
Soltó una carcajada para voltear la mira a la cama, observó que el ruso se había movido quedando a su alcance, se acercó lo suficiente y apretó su pierna provocando que se sobresaltara por la sorpresa, causando más risas —Rusia, no es que vea en la oscuridad, solo me adapto a ella, además ¿por qué me llevaría las cosas por delante si sé en donde estoy? —aclaró llegando ya al mueble, abrió la gaveta indicada consiguiendo lo que buscaba lo tomó y dio la vuelta para notar con una sonrisa que el euroasiático se había quitado el pantalón —. Dicen que es gracias a mis... problemas, pero en realidad es muy sencillo, solo agudizas tus otros sentidos. Por ejemplo, te puedes dar una idea de dónde estoy por el sonido mi voz —Procurando no caerse se deshizo también de su prenda quedando solo con su ropa interior, distinguió el vago intento del ruso en encontrarlo en la oscuridad causándole más risas.
—No te rías, ¡no se ve absolutamente nada! —exclamó molesto para luego murmurar maldiciones en su idioma natal.
—cálmate chamo, otro ejemplo puede ser el tacto —siguió explicando mientras se subía a la cama, al hacerlo el movimiento de eso atrajo la atención del ruso donde se encontraba, fue acercándose hasta quedar en frente de él, dejó los condones y el gel a un lado e inmediatamente susurró: —. Y tú puedes tocarme todo lo que te dé la gana.
Basto solo eso para ser envuelto, de nuevo, por los labios del ruso en un beso violento, la distancia nula entre sus cuerpos y sus manos inquietas acariciando cada parte de estos era un intento de saciar el deseo que emanaban. Gemidos se escapaban de entre sus labios algunos suaves otros profundos, con algo de facilidad el ruso aprovechó de moverse y cambiar de posición para quedar encima del latino dejando a este abajo una vez más.
Cortando el beso en busca de pasar al siguiente paso el más alto expresó de forma autoritaria: —Te haré mío, Venezuela.
Soltando una risita respondió: —Creí que ya lo era —gimió sorprendido cuando su miembro fue liberado por la única y molesta prenda que cargaba, la mano de su acompañante frotaba su erección tortuosamente provocándole escalofríos a todo su cuerpo, buscaba una manera de mantener un poco el control para no soltar entre gemidos una queja, pero al ritmo que iba le fue imposible — ¡No! —exclamó con cierta molestia para sorpresa del otro pero luego prosiguió arrastrando las palabras melosamente: —. No, no quiero terminar de esta manera —Lo acercó para otro pero corto beso, al separarse recibió un gruñido del euroasiático como queja pero sin importarle eso tomó con una mano el preservativo y el lubricante para situarlas en la del mayor —por qué no mejor le damos uso, no los busque para nada ¿verdad? —dicho esto se dio la vuelta quedado boca abajo elevando sus caderas para solo rozar la entrepierna del ruso.
La exaltación por aquel acercamiento lo incitó a apegarse, frotó su erección contra el trasero del latino y solo se detuvo por lo molesto que se volvió aquella prenda que los separaba, aprovechando le acarició el muslo izquierdo de abajo arriba, maldecía no poder ver nada por la oscuridad, solo sabía que estaba ahí desnudo para él. Quería tocarlo, besarlo, marcarlo como suyo, y le hubiera gustado ver sus reacciones en esos momentos. Dejando de lado su cuerpo tomó el lubricante y aplicó el gel en los dedos de su mano derecha, esparció lo suficiente para luego posar la mano en el trasero del latino el cual se estremeció por la sensación causando ahora la risa del ruso, con un dedo encontró aquel orificio y acarició por el contorno impacientando entre suspiros al de abajo.
— ¡Coño si lo vas a meter que sea ya! —exclamó molesto abrazado una almohada.
Obteniendo la respuesta que quería introdujo despacio un dedo moviéndolo pausadamente, con aquella acción el latino se removió y hundió su rostro en la almohada, en busca de tranquilizar a este el euroasiático le daba caricias desde su muslo hasta la cadera, cuando ya estaba más tranquilo escuchó sus suaves suspiros tomando esto para seguir con el siguiente, mientras lo dilataba comenzó a besar su espalda, apretaba con sus dientes la piel sin llegar a dañar y marcaba esta con chupones, siguió el camino hasta llegar a su hombro, iba a besar su mejilla cuando este volteó la cabeza al lado contrario cosa que lo confundió pero más le sorprendió sentir la almohada mojada por un liquido espeso y frío— ¿Venezuela?
Retiró los dedos de la entrada del latino y lo hizo girar boca arriba, escuchándolo suspirar tocó sus mejillas que también estaban húmedas — ¿Por qué estas llorando?
—De placer... obvio —respondió tembloroso —. ufff que calor hace ¿no? —Jadeó tomándolo de los brazos y abrazándolo a él —. Puedes beberlas, aprovecha, pero eso si, no me hagas esperar tanto —aclaró bajando sutilmente la única prenda que cargaba el ruso— por favor.
Con aquella suplica el euroasiático tomó la mano del contrario y dio un beso en esta, Venezuela era el ser que más lo confundía en cada momento, no entendía mucha de sus acciones pero lo quería y le importaba mucho al punto de querer demostrárselo, cada caricia y beso transmitía todo su cariño. Se quitó completamente la ropa interior y con el poco cuidado que tenía logró deshacerse de la envoltura del preservativo, de la misma manera consiguió colocárselo y aplicarse el lubricante sobre este, todo esto bajo la mirada ansiosa del venezolano el cual solo podía mentalizarse para lo que venía.
— ¿Quieres que cambie de posición? —pregunto cuando el ruso se acercó a besarlo.
—No, así estás bien —aclaró recibiendo un meloso "gracias" que marcaba la ere formándole una sonrisa, con las piernas del latino a cada lado de su cintura prosiguió—. Avísame si te duele.
—ay chamo, no me asuste.
Algo dudoso fue ubicando su miembro en la entrada del latino para adentrarse suavemente, agitado de placer iba a seguir pero se detuvo cuando el venezolano se aferró a sus brazos soltando un sonoro gemido.
— ¡Na' guevoná está frío!
Sintiendo el alma volver al cuerpo respondió nervioso —Debe ser el lubricante.
—Sí Luis, ¿en que momento lo metiste en la nevera? Coño.
Esperó mientras escuchaba las quejas y sentía el estremecimiento del latino por los escalofríos, besaba su cuello y hombro para calmarlo y prosiguió cuando el agarre en sus hombros se suavizó y el mismo latino inclinaba su cuerpo hacia él, permaneció con un ritmo pausado para acostumbrarlo y fue aumentando complaciendo las peticiones del más bajo. Los gemidos profundos por el placer, las manos aferradas a la espalda del ruso, las marcas en el cuello del venezolano, los latidos acelerados y el calor a flor de piel eran fruto del arrebato de lujuria.
No podían concentrarse en nada más que no fueran ellos, aspirando el placer propio como el ajeno, indagaban con sus manos el cuerpo contrario en busca de aquellas zonas tan sensibles que le hacían estremecer entre jadeos, el momento en que las embestidas dadas en el punto exacto ocasionaban el agite y el llegar del clímax del latino, se sujetó de la espalda del más alto y este se apoyó en el espacio entre su cuello y hombro, en un suspiro forzoso avisó su futuro éxtasis recibiendo de sorpresa la mano ajena estimulando su ya dolorosa hombría, no duró mucho para que se terminara corriendo en la mano del ruso soltando un gemido afligido por la tan fuerte emoción, el mayor dio unas ultimas embestidas hasta alcanzar también el éxtasis.
No se separaron de inmediato, con la respiración agitada y el agotamiento por la acción anterior el ruso no se apartó del contacto, recuperando el aliento el latino le acariciaba la espalda y con su dedo delineaba la piel y hacía figuras sin ningún patrón, disfrutando del afecto el mayor repartió besos por su cuello causando cosquillas en este, subió para besar sus labios y luego se alejó para salir del latino, se quitó el preservativo, lo anudó y se incorporó en la cama para levantarse a botarlo en el baño del cuarto.
— ¿Rusia, a dónde vas? —preguntó el latino tomándolo de su mano libre, su tono de voz sonó como si se quebrara.
—Voy a botar esto, será rápido —aclaró acariciando con su pulgar el dorso de la mano del venezolano.
—Por favor, no me dejes solo —Imploró aferrándose más al agarre de su mano —. Por favor.
Podía jurar que se le rompía la voz con cada palabra, le atormentaba saber que algo en él estaba mal — ¿Venezuela, qué tienes?
—Tengo miedo —dijo para abrazarlo y ubicar la cabeza en su pecho —. Tengo miedo a que me dejes solo.
El ruso lo abrazó con un brazo para tranquilarlo, aún abrazando al latino se inclinó y estiró el otro brazo para soltar el preservativo a fuera de la cama, ya lo recogería más tarde, el venezolano no estaba bien, ayudarle era mucho más importante — ¿Por qué dices eso?
—Todos siempre se van, sin importar que tan bien la pasen comigo, me abandonan, mis amigos, mis hijos, mi gente, todos —expresó mientras negaba con la cabeza entre la piel contraria, aún no aflojaba su agarre.
Le dolía el estado en que se encontraba su pareja, le dolía lo que le decía, frotó su espalda para reconfortarlo —Las cosas cambian Vene y a veces para mal, pero yo me quedare —Comenzó besando su frente y siguió por su rostro, agradecía que sus mejillas no estuvieran húmedas eso le dejaba en claro que no llegó hasta el punto de llorar, juntó sus frentes y le susurró: —Cuidare que estés bien, te lo aseguro.
Aquella aclaración calmó el ambiente tan amargo, el latino suavizó su agarre y se acarició contra el cuerpo del ruso, posó su barbilla en su hombro y dijo: —Gracias —Sabía lo intenso que se podía poner a veces, donde en momentos las personas que más lo apreciaban no lo soportaban del todo, ni siquiera él mismo se aguantaba, así que agradecía que se quedara —. En serio, gracias —Pero lo que más deseaba realmente era saber cómo ser agradecido —. Jala bola.
Molesto el ruso gruñó y tomó de las dos mejillas al latino para jalarlas y maldecir: — Сукин сын (Hijo de puta) —Cuando el más bajo iba a intentar apartar las manos del contrario este las tomó para tumbarlo sobre la cama y hacerle cosquillas, entre las risas, el forcejeo y las quejas del latino terminó por ceder a librarlo de aquel tormento —. Este sí es mi Venezuela —comentó acostado a su lado abrazándolo con un brazo —. Nunca te apagues mi sol.
— 'Tás pasa'o 'e marico —soltó en broma correspondiendo el abrazo.
—Y tú de grosero.
—Pero cómo te gusta ¿verdad? —canturreó divertido.
—Me encanta —aclaró provocándole un sonrojo al venezolano y que este negara con la cabeza.
—Aunque a veces me saques la piedra, a mí también me encanta tu forma de ser.
No podían negar aquella atracción que sentían, la paz que se transmitían, el calor aumentando en su pecho, esos momentos más que simples eran eternos, todo el tiempo que compartieron, todo por un momento de paz, ya fuera egoísta de su parte necesitaban más de estos que del mundo entero, por un instante se sentían de alguna manera como aquello a los que a todos le tememos: ser nadie. Por un momento se sentían como uno más del montón, sin presiones, sin preocupaciones, solo ellos en un enorme vacío, eso era perfecto cuando para muchos tú lo eres todo, un líder a seguir, un padre del cual depender, el ser que más sufrirá por ti, tantas cosas para un solo ser, era tan estresante.
La calma que había le daba una oleada de paz al latino, el cansancio ayudaba más a intensificar el sueño en su cuerpo, dio un bostezo y con su mano daba leves caricias en la espalda del ruso, a este le costaba conciliar el sueño pero el latino siempre conseguía una forma para ayudarlo a dormir, el tacto contra su piel era suave y parecía que seguía un compás, sentía las puntas de los dedos del latino subir, bajar y arrastrarse por su espalda, le causaba risa pensar que parecía como si estuviera acariciando las cuerdas de un arpa, recordando que tuvo el gusto de escucharlo tocar tal instrumento, podría jurar que escucha aquellas melodías, en realidad, la reviviría de nuevo en sueños.
ºººººº
Hola gente bonita. Verán, es la primera vez que escribo smut, fue horrible x'D la pasé muy mal, pero ese fue el resultado, pueden tirarle tomates si quedó igual de horrible como la pasé. Disculpen las incoherencias, y lamento si quedaron confundidos. Cuídense el dulce, hasta la próxima.
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