II
Nota: Había olvidado mencionar que tocaría un tema un poco delicado, en sí creo que el fic es un poco oscuro, ni idea de cómo lo verán ustedes. Meper d0nan?
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Podían llamarlo malo, inconsciente, desgraciado e incluso un hijo de puta, en algunas circunstancias habrán tenido razón pero eso no les daba el derecho de juzgar. Venezuela tenía sus mañas, podría ser corrupto, mentiroso o aprovechado, pero el siempre estuvo dispuesto a ayudar.
Hacía las cosas por alguna razón, por miedo, rabia, tristeza, dolor, alegría o por simple joda, y claro que tenía razones para negarse al ruso.
Venezuela estaba mal, física y mentalmente, eso para nadie era un secreto, lo que no sabían es qué tan mal estaba, hasta qué punto había llegado tanta corrupción.
Las malas relaciones que había tenido solo masacraron más su adolorido cuerpo, recordó la tan íntima relación que tuvo con Cuba, pensó que podía ser beneficioso para su país. Llegó a aceptar de su gente en sus tierras, por lo que sabía había buenos médicos, pero eso no le quitaba la extraña sensación que este le producía, era un poco raro. Él era un poco más bajito que el venezolano, serio y cuando reía tan naturalmente se le escuchaba cierta maldad, le intimidaba un poco pero no podía simplemente alejarse de él ya que su presidente lo llevaba a tales reuniones con los cubanos, hasta llegaron a estar muy unidos... más de la cuenta.
Su relación laboral terminó volviéndose... una sexual, Cuba acabó invadiendo todas las partes de su cuerpo, fue uno de los tantos que con el carisma del venezolano creyó que podía conseguir algo más que una amistad, y como si se tratase de un simple juego el venezolano aceptó, Cuba poco a poco consiguió lo que tanto quería: marcarlo. Venezuela por la sola curiosidad lo aceptó y cuando más pasaba el tiempo más se arrepentía, en ese tiempo el venezolano tenía pocas heridas, cicatrices que eran poco visibles, pero en ese entonces conoció desgraciadamente una horrible maña del cubano.
Cuando sus cuerpos estaban envueltos por el calor, la distancia era nula, y entre los besos entraba las caricias, el cubano buscaba con el tacto esas pequeñas zonas donde la piel era más suave, las acariciaba y en un determinado punto presionaba con su dedo la parte más dañada, al extremo de romper la piel. De esta salía un liquido negro en pocas cantidades por lo espeso que era, las quejas de parte del venezolano siempre eran ignoradas, más de una vez recibió algún golpe por sus forcejeos pero no se detuvo por eso, intentó alejarse todo lo que pudiera de él, pero su presidente exigía su asistencia y respeto en las reuniones, y así con el tiempo se le volvió rutina ese trato hacía él, la ira no superaba la impotencia que sentía por todas las veces que le hicieron tanto daño. Cuando se pudo librar del cubano, o mejor dicho, este se aburrió y le dejó en paz, sintió como la alegría corría por su cuerpo, se sintió rejuvenecido, por desgracia, de su cuerpo no podía decir lo mismo.
Se sintió como nuevo, pudo joder con su gente, amigos y hermanos más tiempo, ya que así se pudo librar de varias de las aburridas reuniones con su estúpido presidente, que empezaba a caerle mal, porque gran parte de sus desgracias eran su culpa, además que le cansaba tanta habladera de paja, entre jodas y bochinches se enteró de una de las tantas alianza que tenía: China, el cual le había dado un préstamo de dinero y le dio acceso a tecnologías para realizar sus proyectos populistas, no estaba muy de acuerdo con eso, pero ya no podía hacer nada, debía de estar más al pendiente de las decisiones políticas que tomara la mortadela galáctica.
En la lista de desgracias fue marcada una nueva, las deudas eran un gran problema, además, ya comenzaba a perder su poder sobre su gente por culpa de su presidente. Le hubiera gustado no ser tan fácil de manipular, en no creer en promesas vacías, era horrible como unas simples palabras fueran más que suficiente para convencer a su pueblo, le hubiera gustado ser un poco más consiente de lo que hacía.
Inconscientemente terminó en las mismas con China, bueno, no completamente igual pero seguía siendo igual de doloroso para él.
A diferencia del cubano, este no estuvo con rodeos, fue un poco más flexible con él, pero siguió un único y mismo patrón: no le importaba su consentimiento.
En el momento en que se descuidó el asiático ya se encontraba acorralándolo sobre uno de los muebles en el lugar que acordaban para las reuniones laborales, solos en una habitación sin tener ninguna interrupción, no había quien interviniera, los forcejeos del latino no se hicieron esperar cuando el contrario besaba y tocaba su piel en busca de saciar su deseo. El dolor por la presión que ejercía en sus muñecas para detenerlo y el desagrado que le producía el tacto se volvieron nulos, en un minuto ya se había quedado completamente quieto y dócil, dejando confundido al contrarió.
— ¿Y ese repentino cambio? Tan sumiso —Se escuchó decir al asiático con su acento marcado.
Con pesar el latino suspiró y solo se dedicó a responder: —No es la primera vez... terminemos esto rápido —Finalizó juntando sus labios en un beso brusco.
El venezolano no consiguió heridas físicas de parte del chino, por lo que dedujo que, a pesar de sus acciones, en realidad solo quería probar sexo sin compromiso con algún latino, teniendo como gran amenaza la deuda que tenía que pagarle de una u otra forma, algo muy delicado para el chico. Afortunadamente y desafortunadamente, fue corto el tiempo que estuvieron juntos, podía contar aquellas veces con los dedos de sus manos pero prefería no hacerlo, lo malo es que al final la deuda seguía igual que antes, tiempo y sexo perdido.
La cosa no parecía querer mejorar, más deudas y su presidente hablando paja de otros países, era desagradable cuando veías un poco más de cerca lo que hacía el gobierno. Pero una cosa era segura: su gente estaba feliz y contenta, tanto así que la mayoría no notaba lo que pasaba en realidad. Amaba a su gente y muchas veces prefirió pasar el tiempo a lado de ellos que al pendiente de su gobierno. Las reuniones le parecían aburridas y algo estresantes, no le gustaba ir a algún lugar solo a estar ahí como un pendejo, <<Eres nada más y nada menos que Venezuela es más que obligatoria tu presencia>> <<Sería una gran falta de respeto tu ausencia>> <<Compórtate al frente de las potencias, tú nos representas>> Tanta habladuría para terminar en una sala reunido con un montón de personas que solo esperaban un pequeño error para juzgarlo, siempre con un elegante traje y con cara seria, sin siquiera poder opinar. Al final todo estaba vilmente calculado, en pocas reuniones tenía la oportunidad de interactuar con otro country de una manera más amistosa, bueno, con aquellos que no fueran latinoamericanos ya que con estos la cosa era bastante agradable en realidad, frente a sus gobernantes tenían que mantenerse siempre formales, nada de joda y mucho menos chinazos.
—Venezuela, ¿me puedes decir que hora es?
—La misma de ayer pero con fecha de hoy —Su boca fue más rápida que su mente y para cuando reaccionó sintió el arrepentimiento recorrer su cuerpo por el gran error que había cometido: —. Perdón, quise decir, ahm, en realidad no lo sé, s-son las- eh ¿seis de la tarde?... —respondió de manera rápida y un poco trabada, la cagada que acababa de cometer era tan grande que estaba completamente erguido esperando cualquier reacción que tuviera hacia él. Pudo ver la cara de confusión del contrario, de por sí ya traía una cara de culo desde que había llegado y ahora le venía con semejante vaina, estaba más que seguro que se desquitaría con él, claro el más pendejo.
—Ah, gracias —respondió cansado, tal vez ni había entendido lo que dijo.
Vio como el más alto se retiraba, parecía que iba a volver a la reunión en la que se encontraban sus presidentes, pero se detuvo a mitad del pasillo, consiguió ver como dudaba en entrar a la sala, ¿no querrá interrumpir? No lo sabía, pero quería comprender aunque fuera un poco.
— ¿Necesita algo... señor Rusia? —Fue lo primero que se le vino a la mente al estar ya a su lado, se le hacía muy raro decirle "señor" pero tampoco le iba a llegar con un "¿qué pasa, causa?" Hummm... no, ni por error.
—No nada, gracias, señor Venezuela —Auch.
—No hace falta el señor, solo Venezuela.
—Entiendo, entonces al igual que usted solo Rusia.
Ok esto estaba pasando el límite de incomodidad, solo asintió con la cabeza y giró la mirada hacia la puerta de aquella sala con sus representes de gobierno adentro, no quería estar ahí en realidad, suspiró y miró a la potencia a su lado, ¡seguía con esa cara de culo! Pero aún así se arriesgó.
—Hay una sala más adelante donde podemos estar tranquilos, ha sido un largo viaje, supongo que está cansado.
— ¿Podrías guiarme hasta ella?
—Claro, es por aquí.
Cuando llegó primero a la puerta la abrió para dejar pasar al euroasiático y cerrarla detrás de sí, pasando la mirada por la sala pudo observar los muebles de color café, el típico conjunto de sofás: uno grande para tres personas y dos individuales, en medio de estos una mesita, tres ventanas cubiertas con grandes cortinas de color vino, la habitación no se encontraba tan fría solo lo necesario para mantener fresco el ambiente, podría ser el mejor lugar para pasar un buen rato leyendo un libro o para jugar a las escondidas, bueno, todo el lugar lo era, solo que los amargos recuerdos de su estadía ahí le arruinaría la vista a cualquiera. Era extraño, pero ahí estaba, de nuevo en ese cuarto a solas con uno de los nuevos aliados de su gobierno y eso que se había prometido no volver a hacerlo, pero claro, ahora estaba con nada menos que una de las grandes potencias.
—Dime, Venezuela ¿Qué es lo que planean con estas alianzas? —Ya sentados comenzó la conversación el ruso, este se encontraba en el sofá grande y el latino en uno de los individuales.
—Solo buscamos tener una mejor relación con los demás países, abrir más oportunidades para posibles alianzas. Como sabrás, hemos tenido algunos puntos de vistas similares y valoramos mucho eso. Tal vez, incluso podamos llegar a un punto en que establezcamos grandes tratos que nos beneficie tanto a mí como aquellos que la conformen, si está interesado, estaremos felices de compartir con ustedes —concluyó el latino con una leve sonrisa, las palabras vacías que le hacían memorizar para cada reunión desagradablemente daban sus frutos, aunque le cansara tenía que mantener la cabeza en alto por su gente, dar la cara por ellos.
Vio al contrario dar un asentimiento con un ligero movimiento de cabeza —Es bueno saber que contamos con ustedes a largo plazo, le será útil tener aliados en todo el mundo.
Con la corta conversación pudo notar el cansancio en los ojos del ruso, en realidad este luchaba con mantenerse despierto, no le gustaba ver a nadie así, lo hubiera invitado a salir un rato o llevarlo a alguna parte donde pudiera dormir cómodo pero no podía salir de ahí, podía salir si quería pero no estaba completamente permitido por su gobierno, además no creía que el más alto le iba a ver bien si le decía: <<Si quieres me acompañas y te llevo a mi cama para que puedas dormir bien>> <<Puedes dormir ahí si quieres>> <<¿Y si nos echamos un camarón aquí mismo? Nadie se dará cuenta>>, sinceramente también se le antojó dormir, así que no se quedaría ahí sin hacer nada.
— ¿Sabes Rusia? No me gusta mucho este silencio y si no te importa encenderé una radio, para alegrar las tardes no hay mejor que la música, ¿no? —Se levantó sin esperar respuesta del contrario, en uno de los muebles estaba una radio de color gris un poco deteriorada, la utilizaba más para que sus estados jugaran como si fuera un teléfono. La encendió y comenzó a cambiar buscando una canción con una melodía agradable, suave, paso algunas hasta que se detuvo en una que sinceramente no pudo pasar —Creo que esta está bien.
El suave sonido de un cuatro acompañado con el de una guitarra acústica tomó la atención del eslavo, seguían un compás que bajaba la velocidad al igual que la subía pero solo era como un roce a las cuerdas del instrumento sin provocar un ruido brusco, era solo como una caricia, bastaron unos segundos cuando se escuchó el suave tono embellecedor de una voz femenina, le daba curiosidad el por qué de la música, intentaba entender la letra mas no el sentimiento porque sentía que pronto se rendiría a él.
—Cómo quisiera yo amar y ser la mística oración que hay en ti —Sin poder evitarlo el latino susurró una parte y se detuvo cuando el ruso le miró expectante —. No puedo evitarlo, cuando se trata de tu pueblo sientes su cariño quemándote el cuerpo —aclaró, algo apenado pero rió por lo bajo y siguió cantando por donde iba la canción.
—Venezuela, deberíamos seguir con...
—Solo escúchala. Ponle cuidado, dime lo que se siente.
Con los ojos cerrados buscó lo que no quería hallar, y con las voces venezolanas dejó que le llevara donde quería estar, donde la paz y el cariño procuraban no preocuparlo, donde el gran manto blanco caído del cielo guardaba en secreto todos sus recuerdos, ahí donde le esperaban, le querían y se preocupan por él, la Federación de Rusia: su cultura, su historia y su gente, en sus sueños los ve y los acompaña, con eso el sueño fue mucho más tranquilo.
Con mucho cuidado el venezolano se levantó, apagó la radio para no molestar al otro y con extrema delicadeza acomodó al ruso con todos los cojines que tenían los muebles, se ubicó en uno de los individuales y mientras se quedaba dormido tarareaba las primeras partes de "Cómo Llora Una Estrella". El primero en despertar dos horas después fue el eslavo al escuchar la risa del latino que a pesar de seguir dormido balbuceaba palabras incomprensibles y se removía en el sofá, aunque no quería hacerlo tuvo que despertarlo por los golpeteos en la puerta.
Esa fue la primera vez que tuvo un pequeño momento junto al ruso sin estar tan relacionado con lo político, fue el comienzo de una relación algo extraña al principio. Sus diferentes costumbres y sus formas de ser se comenzaron a dar a ver con el paso del tiempo ya que, de parte del latino, este no quiso arriesgarse y se mantenía lo más neutral posible por que le habían metido mucho miedo sobre el hijo del soviético desde: <<Él es una potencia tienes que comportarte ante él adecuadamente>> <<Sus costumbres son diferentes a las nuestras>> <<Lo que hagas puede ser una ofensa>> y blah, blah. Le metieron tanta labia que tenía que respirar profundo y soltar el aire para tranquilizarse en las reuniones, cuando Rusia se enteró de esto se rió mucho y le dijo que siempre creyó que tenía asma. Cuando se reunían ya fuera en Caracas o en Moscú y alguno de los dos notaba lo aburrido o estresado que estaba el otro buscaba la manera de retirarse a una sala aparte para descansar o hablar sobre cualquier trivialidad, sobre sus costumbres, de su gente e incluso de otros country, claro, siempre de una buena manera; ya sea sobre alguna aventura o experiencia con estos y demás, fue simple pero alegre su relación como compañeros de trabajo, gracias a esto se pudo formar algo más fuerte.
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