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9 ♡La novia♡

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Elisse.

Llego a tiempo a mi trabajo en la boutique. Cuando entro, Matteo ya se encuentra detrás del mostrador, puntual como todos los días.

—¿Acaso algún día llegaré y no te encontraré aquí? Me pareces casi un genio amigo mío.

—Sorprenderte es mi especialidad, Elisse.

—Ya lo creo —afirmo caminando hacia el mostrador—. ¿Cuáles son las tareas del día de hoy?

Hace un gesto con la mano como si lo estuviera pensando seriamente.

—Limpiar, hablar, vender y volver a limpiar.

—Vaya planes —expreso con mucha ironía.

Cruzo la puertita de madera para adentrarme al espacio que hay detrás del amplio mostrador.

—¿Mañana tienes planeado hacer algo? Estuve pensando que podríamos ir a tomar algo y pasar tiempo juntos celebrando nuestra primera semana como equipo.

—¿Me estás invitando a salir? Qué conquistador, realmente me halagas, pero tengo que decir que no puedo, ya tengo planes.

Matteo frunce las cejas y me mira con desconcierto.

—¿Hablas en serio o bromeas?

—Lo digo en serio, Matteo. Verás, yo quede de verme con un compañero de clases para tomar algo —le confieso.

Claro que al decírselo no imaginé lo que sucedería a continuación, o quise decir, no esperaba que reaccionara como lo hace.

Inesperadamente, Matteo se acerca demasiado a mí y yo no hago más que retroceder hasta chocar con la pared. Delante de mí, él coloca sus manos a ambos lados de mis hombros, recargándolas en la pared y bloqueando con su cuerpo cualquier vía de escape.

—Así que vas a salir con un compañero de tu clase —repite mis palabras con detenimiento.

Puedo sentir su aliento cerca de mi rostro, muy muy cerca. Su respiración me acaricia la piel debido a esa mínima distancia y aquello sí que comienza a ponerme nerviosa.

—Ya te dije que sí, pero tampoco es que sea para tanto, Matteo.

—¿Dices... —aproxima su rostro hacia el mío. Siento que su aliento me acaricia los labios—, que no es para tanto?

—No lo es, así que no entiendo qué es lo que te pasa —me atrevo a elevar la vista y mis ojos cruzan con los suyos durante breves segundos—. ¿Sabes? Me preocupa que alguien entre a comprar algo y nos vea en esta situación —le aclaro e intento pasar por su lado, pero no se mueve ni un solo milímetro.

—Sé muy bien que lo que te preocupa no es eso —exclama muy seguro de sus palabras y una deslumbrante sonrisa aparece en sus comisuras.

—Jajaja —finjo soltar una carcajada—. Vale, si no es así, según tú, ¿qué es lo que me preocupa?

El valor que he reunido se esfuma al instante que él mueve su mano y con sus largos dedos me acaricia el cabello.

—En verdad, ¿no te das cuenta?

La mirada fija y oscura de Matteo me acelera el pulso, sus ojos marrones me analizan con intensidad. Su cercanía causa en mí sensaciones que hasta hoy desconocía.

Nunca me ha gustado que los chicos se me acerquen a tal grado, justo igual que ahora mismo, solamente que no sé por qué con Matteo es diferente.

El sonido de la puerta de la boutique abriéndose rompe con la magia del momento. A los pocos segundos escuchamos una voz llamando en el mostrador.

—Puede alguien atender este lugar.

Nos separamos como si nos hubieran descubierto haciendo algo malo.

Al recuperar mi espacio inspiro hondo y le digo una fugaz mirada a Matteo, quien se lleva las manos a la cabeza y evita hacer contacto directo con mis ojos.

Para romper el incómodo momento rápidamente paso por su lado y camino hacia el mostrador.

—Muy buen día, dígame ¿buscaba algo en específico?

Es una chica de piel pálida con un cuerpo estético de diosa, ella tiene un rostro delgado, sus ojos azules, sus labios delgados llevan un brillo labial de color rojo cereza, su cabello largo y negro lo lleva hasta la cintura. Tiene puesto un vestido ajustado y corto de color púrpura y lleva sobrepuesta en los hombros una chaqueta de cuero oscura.
La joven viene acompañada de otro chico.

—¿Aquí trabaja Matt? Vine a buscarlo —me comenta la chica mirándome por encima de los lentes de sol que lleva puestos.

Volteo a ver a Matteo. Él se encuentra al lado mío y se le ve muy sorprendido por la inesperada aparición de la pelinegra.
La chica nota su presencia y sus ojos claros brillan de emoción cuando lo ve.

—¡Hola mi amor! Ya te extrañaba. Quise contactarte durante la mañana, pero no contestaste mis llamadas —menciona ella con una voz extremadamente dulce.

Siento una punzada en el pecho al oír esas palabras. No sé me había ocurrido pensar que Matteo podía estar saliendo con alguien y ahora resulta que esa chica tan guapa lo llama "amor".

—¿Él es tu amor? —cuestiono perpleja. Mi exclamación se escucha totalmente sorprendida.

Ella asiente y me ofrece una sonrisa amplia.

—¿Acaso no lo sabías? Soy la novia de Matteo.

La noticia me toma desprevenida, aunque ya tenía mis sospechas después de oír su comentario anterior. No esperaba en absoluto que Matteo tuviera novia y enterarme de esta manera tan abrupta me hace cuestionarme las razones por las que no me lo dijo.

—Ah, sí —respondo a la chica con una amabilidad forzada.

Ladeo la cabeza y al cruzar miradas lo observo fulminante.

Demonios, pareciera que estoy celosa de esta chica, no la quiero ver aquí cerca de él ni tampoco quiero que esté con él y eso es raro en mí, cualquiera que me conozca bien diría que algo inexplicable me pasa.

De repente él se aclara la garganta a mi lado y pasa de mirarme a mí a mirarla a ella.

—Angeline, ¿qué haces aquí? —le pregunta Matteo pasándose las manos por el rostro.

—Quiero ir a cenar contigo, creo que tengo ese privilegio por ser tu novia —aclara ella con evidente molestia y voltea a verme como queriendo decir: «Tu presencia me fastidia, así que largo», noto también que me mira detenidamente buscándome algún defecto. Me juzga con sus ojos celestes y vuelve a dirigir la vista a su chico para añadir algo más.

—No me dijiste que tu compañera de trabajo era tan linda y que además estudia en el mismo colegio que tú ¿no?

—No lo preguntaste antes —se defiende él cruzando los brazos—. Por cierto, salgo a las ocho del trabajo, no creo que quieras esperar demasiado, será mejor que vayas a cenar con él —puntualiza con firmeza y apunta con la cabeza al chico parado detrás de ella.

—No seas así, cariño —se encapricha y sube los lentes de sol sobre su coronilla. Al fijarme en sus ojos distingo que son muy azules y muy llamativos al reflejarse la luz de las bombillas en ellos.

Ella detecta que la observo y se vuelve para mirarme, pero no de una buena manera.

—Si quieres puede acompañarnos tu compañera de trabajo —sugiere con mala cara. Sospecho que aparenta que le agrado solo para convencer a Matteo de que se vaya con ella.

—Dime linda, ¿quieres cenar con nosotros? —me pregunta la chica simulando gentileza. Su voz me suena tan falsa que se me revuelve el estómago.

—Ella no quiere cenar con nosotros, tiene cosas que hacer —responde Matteo secamente.

—Sí, será mejor que vayan a cenar solamente ustedes dos —les digo a ambos a pesar de estar sintiendo una extraña presión en el pecho. Una sensación parecida al dolor del corazón.

—Perdón, ¿qué? —exclama Matteo, sorprendiendo. Su mirada castaña recae una vez más sobre mí.

—Ella es tu novia. Supongo que no has tenido una cita con ella porque estás muy ocupado en el trabajo, así que ve con ella y pásalo bien, yo me quedaré aquí. Tú sabes que los viernes no vienen tantos clientes, yo puedo encargarme.

Repentinamente, él se inclina hacia mi oído para susurrar con voz confidencial:

—¿Estás segura? Le puedo decir que lo dejemos para otra ocasión.

—Matteo, escúchame, debes ir y diviértete con tu chica —menciono con un entusiasmo aparente que no siento en lo absoluto—. Lo mereces.

—¿Segura?

—Qué va, para eso están los amigos.

No lo entiendo, pero siento una punzada en mi interior al decirlo.

—Ok, entonces nos vemos después.

Matteo toma su celular del mueble que hay a sus espaldas y al rodearme para cruzar hacia el otro lado me mira por última vez.

—Suerte con los clientes.

Yo asiento y me esfuerzo en sonreír. Aparentar, eso es lo que hago, aparento que nada de lo que hace tiene importancia.

Cuando él atraviesa la puertita junto al mostrador es recibido con un abrazo empalagoso de su novia y veo que los brazos de él corresponden a ese afectuoso abrazo. Al momento que se separan él le sonríe mirándola con cariño, ella se pone de puntillas y le da un beso en los labios, yo aparto la mirada de inmediato y me volteo para mirar hacia otro lado.

Mi atención se centra en ellos dos y no puedo evitar fijarme en la magnífica pareja que forman estando juntos.

Ellos avanzan tomados de la mano, no aparto la vista de sus dedos entrelazados, después cuando los miro de nuevo noto que ya están saliendo de la boutique, al otro lado de la puerta de vidrio veo a Matteo devolverle el beso a la chica pelinegra. Ambos se ríen. Ella pasa alrededor de sus hombros las manos de su chico y él camina tras ella con la boca pegada a su oído. Los veo desaparecer de mi vista bajo la tenue oscuridad de afuera que ya anuncia el anochecer.

—Quiero esta chamarra —me dice el chico que venía con ella, alguien que por cierto no conozco—. Llevan saliendo algunos meses, no te creas que estarán así mucho tiempo.

—¿Disculpa?

—Se nota que Matteo te gusta, pero no te preocupes, yo no se lo diré a nadie y mucho menos a ella.

—Estás equivocado, él y yo solamente somos amigos —me apresuró en aclarar. No lo digo porque me sienta con necesidad de dar explicaciones, solamente lo digo para dejarle claro que su pensamiento es erróneo.

Busco el precio de la chamarra en el ordenador mientras maldigo para mis adentros. Con intención de fastidiarme todavía más, el chico vuelve a hablar.

—No te esfuerces en mentir, yo pude ver que se encontraban cerca y sé perfectamente que ese tipo de acercamientos no son de amigos —aclara mostrándose disgustado.

—Tu cuenta —le entrego la nota de compra, él saca su tarjeta de su billetera y me la entrega. Yo hago la transferencia y le devuelvo la tarjeta manteniéndome seria.

—Y, a todo esto, ¿acaso eres amigo de esa chica?

—Soy su hermano mayor. Entenderás lo importante que es mi hermana para mí y que comprenderás igual lo importante que es Matteo para ella, así que no intentes separarlos. Conozco bien a las chicas como tú, aparentemente tranquilas pero con intenciones ocultas, ahora escúchame con atención: Si tú le haces daño a mi hermana lo pagarás conmigo.

Después de soltar su estúpida amenaza me dirige una mirada fría, toma su chaqueta del mostrador y sale de la boutique caminando con ese aire de superioridad tan odioso. Al verlo afuera solo siento unas terribles ganas de lanzarle un zapato a la cabeza.

«¡Maldito creído! ¿Quién se cree que es para hablarme así? Nunca conocí a nadie tan superficial y egocéntrico.»

Transcurren diez minutos, media hora, hora y media, dos horas en silencio y en completo aburrimiento, y al dar las ocho, cierro la boutique y me voy a casa.

Subo las escaleras del edificio (lo hago porque el elevador no funciona), recorro los tres descansos de las tres plantas siguientes hasta que llegó al cuarto piso. Cruzo el pasillo, saco mi llave y abro la puerta del departamento. Al entrar encuentro a mamá mirando la TV, la saludo y le digo que ya he llegado, después voy a ver a Ángel a su habitación, empujo su puerta entreabierta y echo un vistazo hacia el interior: él está jugando en el ordenador con su control de Xbox, se le ve demasiado entretenido como para notar mi aparición, rápidamente y sin que se dé cuenta emparejo su puerta. Me doy la vuelta y entro a mi habitación, cierro la puerta tras de mí, lanzo mi mochila al sofá de la esquina y finalmente me tumbo en la cama extendiendo los brazos hacia ambos lados. Estoy cansada por este día tan largo.

Recuerdo las palabras de Angeline, la novia de Matteo, y la amenaza del hermano de la chica.

Cuando enciendo mi celular aparece una notificación en la parte superior de la pantalla, es un mensaje de texto de Matteo.

Matteo: Seguramente ya estás en casa. Duerme bien.

Dejo caer a un lado mi celular y suspiro. Algunos minutos después llega otro mensaje, lo leo.

Esmeralda: Ya he quedado con el doctor y con la familia de tu chico, es un hecho, mañana podrás verlo a la una de la tarde.

Elisse: Gracias, amiga, tu apoyo significa mucho para mí. Eres de las pocas personas que saben que ya no resisto más las ganas de verlo, abrazarlo y decirle que lo quiero.

Esmeralda: Aguarda, el chico no ha podido despertar desde el accidente y tú ya queriendo darle cariño. Tranquilízate, cuando despierte de verdad tendrás razones para alegrarte porque podrás ser de lo más agradecida con él ;)

Elisse: Ten por seguro que ya tengo planes para ese momento. Te agradezco la ayuda infinitamente. Hasta mañana ◠‿◕

Esmeralda es mi mejor amiga, la conocí desde que éramos pequeñas en un campamento de verano, desde entonces ambas somos inseparables y yo sé que nunca nadie superará la amistad que nos une.

♡*♡*♡*♡*♡

Narrador.

Sábado, fin del mes. Elisse cepilla su largo cabello castaño, se pone una blusa azul marino, una chamarra azul, jeans negros y tenis del mismo color. Deja su cabello suelto y no se maquilla como de costumbre. Este día se encontrará a un chico del cole que ha sido amable con ella y no quiere retardarse.

Ella le escribe un mensaje antes de salir de su departamento.

Elisse: Te veo en la calle 215, en la parada del bus. Hasta entonces :)

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Esa misma mañana Nico se levanta de su cama y se mira en el espejo de su habitación, él no ha podido dormir debido al insomnio que lo atormentó toda la madrugada, pero es que le fue imposible hacerlo, es decir: ¿cómo un chico podría dormir pensando en la cita que tendrá con la chica que tanto le gusta? Él simplemente no podía sentirse tranquilo.

Después de alistarse durante poco más de media hora su celular vibra, él lo toma del escritorio y ve que le ha llegado un mensaje de ella. Él abre el chat y lee lo que le ha escrito, algunos segundos después con una sonrisa en el rostro responde el mensaje.

Nico: Nos vemos entonces.

Antes de salir de su habitación él cepilla su cabello una vez, dos y tres veces más hasta que queda perfecto. Ya se ha cambiado de ropa, ha elegido para la ocasión una sudadera azul de tela gruesa, ya que ese es un día nublado y afuera llovizna.

Al salir de su casa se coloca el gorro de la sudadera en la cabeza y corre al otro lado de la calle para tomar un taxi.

Veinte minutos después ambos llegan al lugar de destino. Nico la ve al otro lado de la calle sosteniendo un paraguas blanco en sus manos, desde la distancia ella lo saluda con su mano libre.

Nico nota que ella saca el celular de su bolsillo y el teléfono de Nico vibra casi al instante.

Elisse: Ya te vi, Nico ❛ ᴗ ❛

Él expresa una sonrisa mientras la ve cruzar la calle. Consigue mantener su sonrisa hasta el momento que Elisse se detiene a su lado.

—Has venido, señor silencioso —bromea la joven de buen humor.

Ella se le acerca con intención de saludarlo, pero visto que él es muy alto como para besarle en la mejilla solamente le toca el hombro con suavidad.

—Tú también viniste.

—Sí, quería venir en moto, pero con este clima no creí que fuera buena idea.

—Es cierto, no me imaginé que el clima cambiaría de un día para otro.

—Sí, al parecer el estado del ambiente es impredecible —agrega ella mientras baja su paraguas y contempla las nubes en el cielo. Tras fijarse en el mal clima, la chica suspira y pasa una mano sobre su cabello—. Si lo prefieres vamos a la cafetería, yo quería invitarte a beber una malteada, pero el clima indica que debe ser café.

—Café será, entonces —responde él sin poder deshacerse de su sonrisa cuando la mira.

El bus se detiene a dos metros del sitio en el que están ellos. Después de compartir miradas ambos suben, no hay asientos libres así que se quedan parados uno al lado del otro.

♡*♡*♡*♡

Elisse.

Observo el camino a través de las ventanillas mientras el camión va avanzando. Aún sin voltear siento la mirada fija de Nico sobre mí y me doy cuenta de que sus ojos azules y su pelo rubio peinado hacia atrás capturan la atención de todas las chicas del bus. He de admitir que se ve demasiado guapo y no culpo a las desconocidas de pensar lo mismo, pero extrañamente él no parece ser consciente de que le resulta atractivo a todas las chicas que le miran.

No hay lugares libres en el bus así que ambos estamos parados a pocos centímetros de distancia. De reojo noto que él me mira con disimulo, yo elevo la cabeza para dirigirle una sonrisa, pero cuando él ve que mis ojos coinciden con los suyos aparta rápidamente la mirada.

Al mover la cabeza para mirar de nuevo hacia la ventana, inhalo un dulce aroma de un perfume desconocido, volteo levemente dándome cuenta de que esa fragancia emana de la camisa de Nico. Instintivamente, inspiro aquel perfume embriagador y mis labios dibujan una sonrisa. Si me lo preguntan diría que ese es el aroma perfumado y varonil que quisiera oler todos los días.

—No creí que te alegraría ver a un aburrido compañero de clase.

—Créeme que me alegra —afirmo yo, todavía sonriéndole.

De pronto, siento el roce de su aliento cerca de mi cuello y me pongo tensa y nerviosa. Su proximidad me provoca escalofríos en todo el cuerpo.

Como si aquello no fuera suficiente, a los pocos segundos el frenazo brusco del bus no me ayuda en nada. Me toma desprevenida y pierdo el equilibrio, así que los escasos centímetros que separaban mi espalda de su pecho se borran por completo al momento que Nico me sujeta pasando su brazo alrededor de mi cintura evitando que caigamos los dos directo al suelo. Noto inmediatamente que un extraño calor recorre mi cuerpo como si la temperatura a nuestro alrededor estuviera aumentando sin parar.

Solo puedo reaccionar cuando Nico me toma por el brazo, rodeándome la muñeca con sus dedos, y comienza a empujar a la gente que se atraviesa en el pequeño espacio que hay para pasar. No entiendo cómo lo logramos, pero finalmente bajamos juntos del autobús.

—Te pido una disculpa Elisse, no pretendía incomodarte y es lo único que he conseguido —exclama muy serio, como si estuviera enfadado consigo mismo. Se enreda los dedos en el pelo y agrega: —Si volvemos a quedar, a la próxima recuérdame que no debemos salir a esta hora, es demasiado molesto viajar parados en las vías de transporte. Debí pensarlo antes, seguramente tú estás muy molesta por lo que ocurrió allí dentro y entiendo si te has arrepentido y deseas irte porque yo no...

Me sorprende que después de haber notado que era un chico muy tímido y serio ahora lo este escuchando hablar muy rápido y con tanta confianza, a pesar de que con todo lo que dice se está culpando a sí mismo de lo ocurrido en el autobús al casi caernos.

—Hey, tranquilízate Nico. Verás que no nos ha pasado nada, que a mí no me pasó nada y que todo está bien, así que para ya de culparte porque yo sé que no ha sido tu intención. No me arrepiento de estar aquí contigo y no pienso irme por si lo estás dudando—aclaro sin tomar en cuenta que anteriormente estuvimos los dos tan cerca. Bueno, siendo del todo sincera nunca estuve demasiado cerca de un chico que no fuera mi novio.

—¿Quieres decir que no estás molesta y que nuestra salida no se cancela? —cuestiona él repentinamente nervioso.

—Nada se ha cancelado, vale, ahora dime tú cuál es el plan, la verdad es que yo dentro de la ciudad me siento un poco perdida, ¿me entiendes?

Nico asiente con lentitud. En su expresión ya puedo notar la tranquilidad que había perdido al bajar del bus.

—A una cuadra conozco una cafetería, si quieres podemos entrar allí —propone ya más cómodo de hablar conmigo y elevando el brazo señala con la mano que tenemos que seguir caminando hacia el otro lado de la calle.

—Por mí está bien, sinceramente no me apetece tomar otro camión.

Él asiente para confirmar que piensa lo mismo y enseguida ambos iniciamos el recorrido de la calle juntos. Por un momento creí que ya todo estaba aclarado, pero en ese momento el ambiente se siente incómodo, no sé si se debe al acercamiento repentino entre nosotros en el autobús. Aparentemente, Nico no parece estar pensando lo mismo porque se le ve relajado.

La llovizna no se detiene todavía y hace caer las goteras en la calle, formando a nuestro alrededor un ambiente templado y relajante.

Después de cruzar la cuadra, él y yo entramos a la cafetería y notamos el cambio del exterior al adentrarnos a ese acogedor lugar. Aquel es un sitio muy bonito y clásico; las paredes son de color café y en estampados negros hay figuras de tazas de café y frases en cursiva esparcidas por doquier, las mesas de madera y los bancos altos distribuidos perfectamente, a los alrededores hay también grandes ventanales que permiten observar hacia la calle.

—El sitio es increíble.

—Sabía que te gustaría —exclama con mucha seguridad.

Nos sentamos en una mesa que se encuentra a un lado de un enorme ventanal, miramos a la gente pasar en la calle, la mayoría sostienen un paraguas y se cubren de la lluvia.

La mesera termina de atender a las personas de la mesa más cercana, y de inmediato se acerca a nosotros y nos pregunta:

—Bienvenidos. ¿Qué gustan ordenar jóvenes?

—Tome el pedido de ella primero —le indica Nico con amabilidad.

A pesar de escucharlo y de tener algo para decir, me pierdo en mis pensamientos recordando aquel día con Matteo.

Flashback

—¿De qué sabor es tu café? —le pregunté cambiando por completo el tema del que estábamos hablando.

—Moka, mi preferido —respondió él.

Yo lo miré con una ligera sonrisa en los labios.

Él estaba a punto de tomar un sorbo y en un movimiento rápido le arrebaté el café de las manos.

—Amo este café, no permitiré que lo tomes. Anda, toma el mío que es de vainilla.

—No lo has probado aún, ¿cómo sabes que es de vainilla?

—Tengo dones.

Fin del flashback

Sonrío disimuladamente y después me dirijo a la mesera al decir:

—Un café de moka y una dona de chocolate, por favor.

La chica anota mi orden en su libreta pequeña y seguidamente mira a Nico.

—Un capuchino y un panque de chocolate, por favor —expresa Nico y ella anota de inmediato su pedido.

La joven nos informa que vuelve enseguida y la vemos alejarse rodeando las mesas que están ocupadas.

Suspiro profundamente y apoyo las manos sobre la mesa cruzando los dedos. Yo me quedo en silencio mirando la calle hasta que noto su mirada fija en mí. Una vez más lo miro de reojo, disimulando un poco. Realmente nunca le había prestado atención a su rostro y vaya que ese es un rostro magnífico de admirar; su rostro pálido, sus pestañas largas y castañas, sus labios delgados, su pelo rubio peinado hacia atrás igual al de algún modelo de revista, y sus ojos, ¡Por dios! Sus ojos claros y brillantes serían la perdición de cualquier chica.

No consigo despegar la vista de sus rasgos hasta que la chica aparece de nuevo y nos deja en la mesa los dos cafés con el complemento que pedimos.

—Si necesitan algo más háganme una señal —nos dice muy amable y nosotros dos asentimos.

—Gracias —decimos ambos al unísono.

Extiendo la mano y sostengo la taza con ambas manos, a continuación le soplo porque está muy caliente aun. Sin poder evitarlo termino perdida en mis pensamientos otra vez.

—Normalmente, a esta hora los sábados estoy estudiando las materias —confiesa él pausando cada palabra que dice.

Frunzo el ceño y lo observo desconcertada.

—Eso no es apropiado para un chico de nuestra edad, los dieciocho años son para disfrutar, para pasarlo bien con los amigos y buscar empleo para comprar ropa y cualquier cosa que te guste —le explico con entusiasmo. Nico desliza su mirada hacia mí y me encuentra tomándole un sorbo a la taza de café.

—Eso suena muy bien, pero lamentablemente no es mi caso, yo no tengo tiempo para la diversión, estoy muy enfocado en mis estudios. Aunque también debo decirte que de intentar hacerlo mis padres no me dejarían trabajar, no es tan fácil.

—Sí, suena a que tendrás una vida perfecta y eso está bien, estudiarlas y te graduaras con excelentes referencias, entonces encontrarás el trabajo ideal e
imagino que después de unos diez años te ocuparas de dirigir una empresa y serás un empresario intachable. Aquí entre nosotros, ya te estoy imaginando con traje y todo —le guiño un ojo, divertida.

Nico me devuelve la mirada y sonríe.

—Adivinaste mi futuro, ahora permíteme imaginar el tuyo... serás modelo reconocida o cantante del pop, pero por tu apariencia le voy más a la primera.

Me río porque su deducción no pudo estar más lejos de la realidad o de lo que yo quería de verdad.

—Ninguna de las dos, no tengo ningún talento artístico oculto y mucho menos podría posar delante de las cámaras, pero me gusta ser quien está detrás de ellas. Te seré sincera, yo quiero estudiar fotografía, mi sueño es viajar y tomar fotos de los lugares más impresionantes del mundo entero en compañía de mi novio, ambos pensamos conocer lugares juntos, solo que también quiero estudiar periodismo porque adoro leer y me encanta encontrarle el sentido a la lectura.

Me doy cuenta tarde de que hable de más, pues en el colegio nadie sabe que tengo novio y el plan era que nadie lo supiera.

—¿Tú tienes novio? —pregunta con cara de asombro.

Tras soltar la pregunta Nico aparta la mirada y le da un sorbo a su taza de café sin voltear a verme.

—Algo así, pero casi no nos vemos... aquí el punto es que yo sí tengo que trabajar porque me quiero pagar la universidad.

Nico se queda con la mirada enfocada en algún punto de la pared, pensativo.

—Luchas por lo que quieres, eso habla muy bien de ti —confiesa con entendimiento.

Mis ojos lo observan mientras él le da un mordisco a su panque de chocolate.
Para no incomodarlo miro hacia la calle.

—En realidad, mi familia está pasando por momentos complicados, por eso me preocupa no poder pagar la universidad —suspiro con desánimo y recargo mi mano sobre la mesa—. No se lo he dicho a nadie, pero... a veces siento que el mundo se me viene encima y...

Las palabras se me escapan al instante que repentinamente siento la mano de Nico apoyada sobre la mía.

—Puedes contar conmigo, si necesitas ayuda o a alguien que te escuche, aquí estoy yo.

No sé por qué por primera vez en tanto tiempo pude sentir que contaba con un verdadero amigo.

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Definitivamente, todas necesitamos a un Nico en nuestra vida, alguien que nos escuche y nos entienda.

Por otro lado, apuesto que no esperaban a la novia oficial de nuestro querido Matteo, ¿qué les ha parecido su aparición en la historia?

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