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5 ♡¿Amigos?♡

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Al día siguiente mi madre y mi hermano me miraron sorprendidos al verme salir del departamento con una sonrisa plasmada en el rostro.

En todo el camino no deje de pensar en eso de que había días buenos y días malos, así que quise ser positiva y pensar que ese día sería muy especial.

Al entrar en las instalaciones voy esquivando al alumnado y paso junto a ellos sin sentir esa habitual desconfianza y presión de que me miren.

Atravieso el corredor y cruzo hacia otro escuchando música rock a todo volumen en mi MP3.

Voy caminando por un pasillo muy frecuentado por los estudiantes cuando de repente veo a Matteo al otro extremo del mismo. Él me mira a lo lejos, sonríe y comienza a acercarse a mí, para evitarlo rápidamente doy media vuelta en un intento apresurado de evitar que me hable.

Reacciono bastante tarde, a los pocos segundos él me sujeta de la muñeca y detiene mis pasos.

—Creí que al menos te agradaba.

—No aquí Matteo, en serio, no soporto las miradas de los demás cuando me ven cerca de ti—Matteo escanea los alrededores del pasillo y se da cuenta de que no estoy exagerando porque hay muchos estudiantes en el pasillo que nos miran raro—. Hablaremos más tarde, te veré en el trabajo.

Y de forma precipitada me suelto de su agarre y retrocedo un paso.

—Pensé que íbamos a encargarnos de la bodega escolar.

—Olvidé decírtelo, el supervisor me dijo ayer que ya no necesitaría nuestra ayuda porque ya han contratado a un equipo especial que se encargará.

—Oh ya entiendo, entonces hasta la tarde.

—Bien, hasta la tarde —respondo secamente, a continuación doy media vuelta y sigo caminando hacia el aula de mi primera clase del día.

♡*♡*♡*♡*♡

Transcurren las clases a lo largo de la mañana y cuando menos me doy cuenta la campana suena anunciando la hora de la salida, al oírla salgo a prisa del salón de clases. Media hora más tarde llego puntual al trabajo.

—Ya estás aquí —le digo a Matteo, quien ya se encuentra detrás del mostrador sacudiendo el polvo con un plumero. La escena me provoca unas profundas ganas de reír: el verlo allí sujetando ese plumero y deslizando las plumas coloridas sobre la superficie del mostrador con un aspecto de chico concentrado en su trabajo es algo que no se ve todos los días.

—Sí, quería escombrar algunas cosas.

—Me parece perfecto —afirmo con una sonrisa disimulada.

Durante un largo rato no decimos nada más y seguimos atendiendo a los clientes que entran a la boutique.

A pesar de estar serios y concentrados en nuestros puestos, me parece distinguir que Matteo por momentos abre la boca para decir algo, pero termina callándoselo, o eso intenta hacer hasta que de la nada él rompe el silencio diciendo:

—Eres buena en esto, Elisse.

—Soy buena en muchas cosas —le aseguro, sintiéndome orgullosa.

Repentinamente e inesperadamente, escucho la vibración de una llamada en mi celular, al voltear y ver el número del que me llaman mi piel palidece, mi corazón se detiene de la impresión y mis manos comienzan a temblar por los nervios.

Niego con la cabeza y corto la llamada de inmediato, dejando mi teléfono sobre una pequeña mesa de madera.

—¿Quién te llamaba? —me pregunta Matteo mientras limpia el mostrador todavía con ese gracioso plumero en la mano.

—No era nadie, nada importante quise decir.

Él no me cree ni media palabra, simplemente me mira con los ojos entre cerrados.

—¿Segura? —reitera con la sospecha en su voz.

Asiento con la cabeza y evito mirarlo a toda costa. Matteo me observa con la confusión plasmada en sus rasgos juveniles.

Por suerte suena la campanita de la entrada indicándonos que alguien ha entrado a la boutique, y aquella confirmación de "cliente a la vista" me salva del interrogatorio.

—Tengo que atender al cliente, tú sigue con lo que sea que hacías.

Paso por su lado, aún demasiado nerviosa. Le siento seguirme con la mirada, solo que por fortuna él también se aleja del camino y entra a la pequeña bodega que hay detrás de la pared lateral.

Al pararme detrás del mostrador me encuentro con un chico rubio de ojos marrones. No entiendo por qué, pero una sonrisa peculiar aparece en su rostro al verme.

—Buenas tardes, joven —exclamo siguiendo las instrucciones de Rocío de tratar cordialmente a todos los clientes, nada más que con ese chico que me mira fijo me cuesta un poco más eso de ser amable y considerada—. ¿Buscaba algún producto en específico? —le pregunto lentamente, trayéndole de vuelta a la realidad.

—De hecho, buscaba una chaqueta de cuero, de preferencia una que me haga lucir genial —responde él con una amplia sonrisa que me desconcierta. Después hace algo que me asombra aún más porque recarga su brazo sobre el mostrador y se inclina ligeramente para acercarse y decirme una cosa más con confidencialidad—. ¿Trabajas a menudo aquí, guapa?

Mi primer impulso es lanzarle algo en la cabeza y decirme que se vaya, pero me recuerdo a mi misma que eso pondría en riesgo mi puesto y lo dejo pasar con fastidio y todo. En lugar de decirle un par de verdades crudas, me limito a rodear los ojos insultándole en silencio.

—¡No estás viendo! Es evidente que trabajo aquí.

—Eso lo sé, bella —me halaga con la voz ronca y provocativa.

Creí que me dejaría en paz de una vez por todas, pero la sonrisa maliciosa y juguetona que me dirige solamente avecina un comentario peor que el anterior.

—Ya que entramos en confianza dime, ¿no te interesaría salir a tomar algo conmigo para, ya sabes, conocernos mejor?

—Estoy bien aquí, gracias por el ofrecimiento, pero no me apetece. Ahora sí no te importa buscaré tu chaqueta —respondo con voz cortante y evasiva.

Con un mal presentimiento y una incomodidad desconocida, salgo de detrás del mostrador y me dirijo al área de ropa para chicos.

—Eres muy bonita, presiento que me llevaré bien contigo —susurra con ese tono provocativo de nuevo, colocándose detrás de mí.

—Déjame tranquila ok, estoy trabajando —exclamo ya irritada y sigo buscando entre todas las chaquetas alguna cazadora que pueda ser de su agrado.

—Pero qué humor el tuyo, bella. Creí que a las chicas como tú les gustaba escuchar este tipo de propuestas —admite con lo que reconozco que es soberbia y arrogancia—. No finjas querer resistirte a mis encantos, yo sé lo que quieres y necesitas. Anda preciosa, acepta mi invitación, yo podría llevarte a lugares que no imaginas conocer.

El chico se acerca más a mí, cuando intento evitarlo ya es tarde porque siento su aliento cerca de mi oído y sus manos apoyadas a ambos lados de mi cintura. Intento empujarlo, pero el muy imbécil con una de sus manos me atrae hacia sí mismo.

—No me toques y suéltame.

Antes de que pueda asimilar la situación termino de descubrir lo siguiente que pasa a cámara rápida, los sucesos son los siguientes: después de emitir mi grito de advertencia hacia el desconocido, el rubio ya está tumbado en el piso por algún motivo que no logro captar enseguida. Lo que pasa después es que Matteo se lanza encima del chico y comienza a golpearlo sin detenerse, sin control.

—¡Matteo, detente!

Intento separarlo del chico, pero me es imposible porque mi fuerza para sujetarlo no se compara a su fuerza para mantenerse allí sujetando al rubio de la camisa, viéndolo con una expresión completamente amenazante y aterradora.

—Como te atrevas a tocarla de nuevo o a volver a insinuarle algo, jodido estúpido, desearas no haber nacido —le espeta Matteo al rubio, cegado por la ira—. Discúlpate antes de que te rompa la cara.

—¡Basta, Matteo!

Vuelvo a intentar tomarle del brazo, y obviamente él se zafa de mi agarre y vuelve a sujetar al chico por el cuello de la camisa, esta vez con mayor presión y mayor determinación.

—¡Dile que lo sientes! —musita él entre dientes, completamente furioso.

Su mirada amenazante e intimidante en serio causa escalofríos.

—¿Y tú quién te crees que eres? ¿Su novio? —cuestiona el rubio sonriendo con ironía.

—¡Y a ti qué carajos te importa!

Y por ese simple motivo de burla Matteo vuelve a golpearlo en el rostro.

Sin saber que hacer miro hacia todos lados, no tengo idea de qué puedo hacer para separarlo de ese mal nacido y de pronto me entra miedo de que ese chico haga algo para defenderse, algo como atacar a mi defensor. La idea me aterra tanto que mi voz sale medio nerviosa y medio atropellada al decirle:

—Suéltalo, no merece la pena, deja que se marche.

Solo que Matteo no siquiera me escucha porque está demasiado concentrado en fulminar al chico con una mirada profundamente glacial y furiosa.

Suspiro de alivio al ver aparecer a Rocío en la entrada de la boutique. Ella al darse cuenta de que algo anda muy mal se apresura en intervenir apresuradamente.

—Matteo, ¿qué crees que estás haciendo? Suéltalo.

Estoy tan impresionada y bloqueada que ni siquiera capto bien cómo es que ella consigue que Matteo se separe del otro chico.

Ella se interpone entre ambos con la clara determinación de resolver el conflicto. Rocío y yo notamos que Matteo y el rubio insoportable se miran fulminantes desde sus posiciones, como si estuvieran esperando una oportunidad para empezar una pelea. Las dos también comprobamos que el ambiente se siente completamente tenso a nuestro alrededor.

—No vuelvas a acercarte a ella o te las verás conmigo, idiota —le advierte Matteo completamente fuera de sí y sin quitarle la mirada de encima—. ¡Lárgate y no te atrevas a volver!

El chico me voltea a ver y a continuación nos mira amenazante y retador, en especial a Matteo y a mí.

—Esto no se quedará así —musita con sequedad lanzándonos un vistazo rencoroso y brutal.

En pocos segundos sale del negocio azotando la puerta tras de sí y le vemos caminar con furia lejos del local.

—Alguno de los dos me puede explicar por qué rayos se encontraban en esta conflictiva situación —nos pregunta Rocío con el ceño fruncido, la expresión de su rostro es de severidad y molestia.

—La verdad yo... —iba a explicarle lo que estaba sucediendo, pero Matteo me interrumpe muy decidido a decirlo él mismo.

—Es mi culpa Ro, sabes que no puedo controlarme cuando veo a imbéciles tratando de aprovechar ocasiones como estas, y no lo noté antes porque estaba metido en la bodega buscando las listas que me mencionaste, pero cuando salí a pedirle ayuda a Elisse vi que ese idiota se estaba sobrepasando con ella y eso me enfureció, no pude quedarme allí sin hacer nada por ella y yo solamente la defendí.

—No fue nada, Rocío, de verdad, todo fue culpa mía. Matteo actuó porque la situación era realmente grave y le agradezco mucho su ayuda, así que si vas a enfadarte con alguien debe ser conmigo —le explico, angustiada.

—Se los diré a ambos por igual, así que escúchenme bien: No quiero que algo como esto se vuelva a repetir, ¿les queda claro?

Los dos asentimos con la cabeza y al ver que el enfado de Rocío disminuye, volvemos a nuestros puestos. Una hora después de lo sucedido Rocío vuelve a advertirnos que no quiere más peleas en la boutique y ahora ambos estamos detrás del mostrador sin decir nada: yo sintiéndome culpable por todo, Matteo absorto en sus pensamientos y con los brazos cruzados en tensión.

—Matteo, de verdad, gracias por ayudarme —expreso de la nada, atrayendo su atención.

—No fue nada —es su respuesta, tranquila y pacífica. Por alguna confusa razón veo que mantiene su mirada fija en el celular—. A partir de ahora yo saldré a atender a los clientes y tú te quedarás dentro, en definitiva no quiero que vuelva a ocurrir lo mismo.

—Eres realmente muy tierno —confieso y me descubro a mí misma acercándome lentamente a él—. Nadie nunca me defendió como tú lo hiciste hoy, y eso habla muy bien de ti.

—Me estás queriendo decir que nunca nadie te trató como te mereces.

«¿De verdad acababa de decir lo que creí escuchar? ¿Esa hermosa y significativa frase me la había dicho a mí?»

Me sonrojo y desvío mi mirada de la suya al sentirme demasiado enredada por mis emociones.

—Realmente me sorprendió lo sucedido, y yo... no acostumbro dar las gracias a nadie así que puedes sentirte afortunado a partir de hoy.

—Eso habría hecho un amigo por su amiga, aunque claro que todavía no llegamos a convertirnos en algo tan cercano al concepto de una amistad.

Nuevamente, esas palabras me suenan familiares y significativas. Con eso último casi logra robarme una sonrisa.

A las ocho de la noche cerramos la boutique. Yo salgo del centro comercial y cuando estoy a punto de irme escucho su voz a lo lejos.

—¿Ya te vas? Aguarda un segundo —gritan a mis espaldas y la inquietud vuelve a superarme.

Volteo y veo que Matteo viene corriendo hacia mí. Mientras corre el pelo se le eleva en el aire y se alborota totalmente. Por supuesto él no se da cuenta de eso.

—Tengo que estudiar y hacer algunas tareas aún —comento yo con voz cortante.

—¿No me dirás nada más?

Él se detiene al lado mío con un brillo luminoso en sus ojos. Inusual, esa es la primera palabra que cruza por mi mente al descifrar su mirada.

—No, nada.

Aunque, pensándolo bien si tengo algo que decirle.

Matteo asiente con aflicción y me da la espalda como lo haría alguien desanimado que esperaba una mejor respuesta.

—Detente —automáticamente él voltea a verme—. No lo repetiré dos veces así que escúchame: Creo que sí podemos ser amigos.

Descubro que me mira con sorpresa e incredulidad.

—Vaya, eso es genial —sonríe para sí mismo y yo hago el intento de devolverle una pequeña y apenas visible sonrisa.

Al no tener nada más para decirle, subo a mi moto y enciendo el motor.

—Oye, toma.

En esa ocasión soy yo la que voltea a verle.

Lo más fácil para mi razonamiento es creer que él me va a dar algo, pero no es así, más bien recibo un inesperado abrazo de su parte.

Le permito abrazarme solo porque no quiero ser desconsiderada después de que él me ayudó a librarme de un completo imbécil. Por breves segundos siento la calidez de sus brazos, percibo el aroma de su colonia, detecto el contacto de sus rizos castaños rozando con mi mejilla, todo eso en una mezcla de una sensación dulce y cálida.

—Soy afortunado de conocerte —murmura él a mi oído y algo en mi interior se remueve, es por ese motivo que empiezo a molestarme con su repentino abrazo.

Intento alejarlo y separarlo de mí, pero no me suelta.

¿La claridad que me dice? «No lo quiero cerca de mí», aunque, muy en el fondo, siento que estoy disfrutando de este momento de cercanía.

¿Qué sucede con él? No lo sé y no lo entiendo. Y una cuestión aún más preocupante de responder; ¿Qué diablos sucede conmigo?

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Wow, qué cariñoso se ha puesto nuestro Matteo eh.

¿Será él el indicado para derretir el corazón frío de Elisse? Ya lo averiguaremos más adelante porque esto de su amistad aquí no se termina...

Denle su apoyo al capítulo si les ha gustado, comenten y compartan la historia si gustan 💓

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