Capítulo 52. Confrontación
- Mi nombre es Namikaze, Namikaze Naruto.
Ella sonrió, consiguiendo así que él sonriera también.
- Hyuuga, Hinata Hyuuga.
- Un placer conocerte, Hinata…
- ¡Hinata Hyuuga!
Ella dio un respingo, sin evitar asustarse al oír como era llamada de esa manera. Por suerte, la mano de Naruto, fue suficiente como para mantenerla firme en su sitio.
Dio un profundo respiro y giró para observar a su madre, quien la esperaba pacientemente en la entrada del edificio. Hizo una mueca involuntaria al ver a sus amigos tras ella, con expresiones de completa derrota.
Bueno, parecía que su estrategia se había venido abajo ante la determinación fiera de su madre. Una vez más no pudo evitar preguntarse por la falta de carácter que al parecer ninguna otra mujer que conocía tenía, solo ella.
- Eh… madre… -llamó, sin saber bien que decir. ¿Cómo explicar la presencia de sus amigos?
- Hinata Hyuuga, nos esperan para la entrevista -comenzó su madre, al parecer sin intención de oírla-, ven ahora mismo.
Por un segundo se sintió tentada a seguir a su madre, a bajar la cabeza y obedecer como era su deber, pero la presencia de Naruto tras ella fue capaz de mantenerla firme.
- Hinata, no tienes que ir si no quieres -le recordó el chico a su lado, en un pequeño susurro-. Esta es tu vida, no la de tu madre.
- Jovencita, ¿qué estás esperando?
Dudó. ¿Qué estaba haciendo? Si no la obedecía se metería en muchos más problemas.
A su alrededor la gente comenzaba a observar mientras pasaba, aunque sin hacer nada más allá de eso.
- Yo… yo no quiero…
- ¡Hinata, comportate!
Guardó silencio de golpe ante el grito de su madre, sorprendida con su reacción.
Fue entonces cuando sus amigos volvieron al ataque, corriendo para interponerse entre ambas y actuando como si pretendieran defenderla con uñas y dientes. Solo que no estaban luchando para ganar la batalla, sino que simplemente para ganar un poco más de tiempo.
- Señora Hyuuga, por favor escúchenos.
- Chicos, he oído todo lo que me han querido decir, pero la decisión está tomada. Hinata ira a ese internado.
- ¡Pero onee-chan no ha hecho nada malo!
- Hanabi, no te entrometas -las palabras duras de su madre eran como cuchillos-. Compórtate como una dama.
- Señora Hyuuga, por favor escúchenos un momento.
- Si solo pudiera permitirnos un segundo para explicarle nuestro punto de vista…
- Por favor, tía, permítanos…
- No, ni hablar. Neji, lleva a Hanabi a casa en este momento.
- ¡Pero no quiero ir a casa!
- Hinata -Naruto llamó su atención, o más bien lo hizo el tono maduro de sus palabras-, la forma correcta de luchar contra tu madre es hacerle entender tus sentimientos.
- ¿Mis sentimientos?
- ¿Has intentado decirle lo que sientes sobre todo esto?
Ella iba a contestar que sí, hasta el momento en el que lo pensó detenidamente.
¿Lo había hecho realmente? ¿Intentar hablar con su madre alguna vez?
Recordó la noche del baile, en cuanto se había alzado contra ella para poder asistir. En ese momento nunca había pretendido que ella la entendiera, solo había buscado la forma de liberarse de todo lo que estaba sintiendo.
“¿Sabes que tu nombre significa “Sol”, ¿cierto?” -las palabras que su padre le había dicho hacia alunas noches hicieron eco en su memoria-. “…el sol jamás se aleja, siempre está ahí. En invierno no se impone para gobernar, pero tampoco se aparta, espera paciente porque sabe que el equilibrio es la clave…”
Naruto la observó, esperando una respuesta de su parte, ante lo cual Hinata negó con su cabeza.
- No, no realmente.
- Entonces creo que este es el momento.
Ella asintió, observando de nuevo hacia su madre quien no paraba de discutir con Hanabi. Su pequeña hermana debatía con ferocidad, impidiéndole a la mujer que desviara su atención un solo segundo de ella. Su padre en cambio la observaba desde la entrada del edificio, un poco más atrás, como si esperara el momento indicado para actuar en la escena.
Hinata tragó mientras trataba de recuperar el valor perdido en los últimos días.
Y es que hasta ese momento se había equivocado por completo.
Ser pasiva no era la respuesta, ni tampoco luchar por lo que solo ella quería. No existía el blanco o el negro, solo el gris en una finalidad de tonalidades. Es por eso que nadie la había entendido hasta el momento, mucho menos su madre.
Porque hasta ese momento no había tratado de que ella la comprendiera, solo había intentado vencerla.
- Madre -su voz sonó fuerte, increíblemente fuerte para ser suya-, debemos hablar.
Naruto soltó su mano, o tal vez ella tiró hasta liberarse para poder dar un paso al frente con tranquilidad. Todos guardaron silencio con sus palabras y voltearon a verla, incluidas su madre y su hermana. Su padre, al fondo, sonrió con su acto.
- Hinata Hyuuga, espero que tengas una buena explicación para tu comportamiento.
La joven sintió ganas de gritar y, contrariamente, de guardar silencio. Pero no lo hizo, buscó el punto medio.
- No creo tenerlo -respondió con calma y sinceridad-. Realmente no creo que haya una explicación para todo esto que sea de tu agrado. Y lamento que todo haya tenido que llegar hasta este punto. Ciertamente no esperaba que mis amigos hicieran esto.
La expresión de su madre se relajó con sus palabras.
- Ciertamente hija, posees amigos muy particulares.
- Sí, y de seguro ellos tampoco han esperado llegar tan lejos por mí. Estoy realmente feliz de que sean mis amigos.
- Sin embargo, este no es el comportamiento que deberían tener -continuó con firmeza, mirando hacia ellos y específicamente hacia Sakura y Melodi-, y menos tus amigas.
- Ellas nunca se comportan de esta forma -Hinata sonrió-. Supongo que se han sentido desesperadas.
- ¿Qué deseas decirme, hija?
- Creo que es obvio que diferimos respecto al internado, ¿no es así? -su madre asintió-. Tú piensas que es la única forma de que yo me convierta en una dama.
- Así es.
- Pero yo no deseo ser una dama, o al menos no como esperas que lo sea. Yo no soy así, madre, no soy como tú o como Hanabi. No puedo ser tu hija perfecta por mucho que lo intente.
- Tal vez es porque no te has esforzado lo suficiente -musitó su madre con dolor.
- No, no es por eso -replicó ella, de la misma manera-, es porque no me gusta ese mundo. Los vestidos me son incomodos, los tacones lastiman mis pies, el maquillaje me parece desagradable, incluso el cabello largo me molesta.
- ¿Por eso lo has estado cortando en secreto? -Hinata asintió-. ¿Y lo de fingir ser un chico en la escuela?
- Eso fue algo que se salió de control -respondió, ligeramente apenada-. No era que quisiera ser un chico, sino que descubrí que fingir ser uno me concedía mayor libertad. Los chicos no tienen que explicar nada ni preocuparse de su apariencia, pueden gritar si quieren y ser ellos mismos. O bueno, un poco más que yo al menos -les dirigió una leve mirada a sus amigos y a Naruto antes de continuar-. Ser un chico no es tan fácil como me pareció en un inicio.
- Pues tu comportamiento las últimas semanas ha dejado mucho que desear, Hinata -su madre volvió a fruncir el ceño, disconforme con la respuesta-. Me pregunto si han sido tus amigos quienes te han orientado a realizar ese tipo de cosas.
- Probablemente -sonrió, recordando las muchas locuras que había cometido-. Pero me he divertido enormemente haciendo ese tipo de cosas.
- Sabes que me preocupo por ti, Hinata -murmuró su madre, con su mirada fija en ella-. Me gustaría que fueras mucho más segura de lo que eres, me gustaría que fueras capaz de alzar más tu voz. El motivo por el cual te educo así es porque siento que de esta forma estarás preparada para ser una joven valiente, amable, capaz de tomar la iniciativa… y además de eso muy hermosa. Es todo lo que quiero para mis hijas.
- Pero ella ya es todo eso -declaró Sakura, interrumpiendo la conversación.
- Hinata nos ayudó en nuestro torneo de futbol cuando habíamos perdido totalmente la esperanza -continuó Sasuke, emocionado-. Ella nos apoyó por completo.
- Tocó en nuestra banda para el baile -acotó Kiba, de la misma manera-. Pese a que las chicas tuvieran prohibido participar ella no tuvo miedo de acompañarnos.
- Yo la recuerdo defendiendo a Namikaze de un idiota, aunque eso significara enfrentarse a alguien mucho más grande y fuerte que ella. Todo sin demostrar miedo -las palabras de Kyoto también llamaron la atención de los padres de la chica-. Ciertamente Hyuuga, das los mejores golpes que he visto.
Hinata sonrió abiertamente.
- Hinata-chan es impresionante -Melodi avanzó junto a su novio-. No se detiene solo por ser una chica, ella no tiene miedo de enfrentarse a un montón de chicos para demostrar que podemos hacer las mismas cosas.
- Y onee-chan es la persona más amable que he conocido -Hanabi dio un paso adelante-. Siempre está ayudando en casa o con mis deberes de la escuela.
- Y siempre busca hacer felices a quienes ama, aunque suela olvidarse por completo de ella misma por ello -Neji sonrió hacia su prima, con cierta mezcla de cariño y burla en su mirada.
- Y es simplemente hermosa -terminó Naruto, clavando su vista en la joven y consiguiendo que la chica se ruborizara completamente.
- Hinata -su madre lucía ciertamente sorprendida-. ¿Todo eso es cierto?
- Creo que sí -contestó, de alguna forma recordando todas sus aventuras-. Aunque nada de eso lo he hecho yo sola, mis amigos siempre han estado para mí.
- Tú realmente no quieres ir al internado, ¿cierto, hija?
Hinata miró a su padre, quien en silencio asintió.
Por primera vez, en semanas, la observaba con orgullo.
- No quiero ir a ese internado, quiero quedarme en casa con mis amigos -respondió segura y un tanto aliviada de por fin ser capaz de expresar lo que sentía-. Y no quiero que nos alejemos más, madre, no hago esto por enfrentarte y cuestionarte… solo quisiera que fueras capaz de escucharme más.
Su madre la observó fijamente y, tras lo que parecieron interminables segundos para todos los presentes allí, finalmente su mirada se ablandó. Inspiró profundo, observó hacia su marido que esperaba junto a ella, y luego volvió a mirar fijamente a su hija mayor.
- Supongo que solo me queda tomar una decisión.
***
Hinata Hyuuga observó el cielo, atrapada por las grandes y esponjosas nubes que danzaban tranquilas.
Los cálidos días de verano por fin habían llegado.
Y, gracias a sus amigos, ella estaba ahí para disfrutarlos.
- ¡Hemos llegado ya!
Naruto y Sasuke atravesaron la puerta, llevando consigo algunas bandejas llenas de comida. Tras ellos Kiba entró también, cargando consigo al pequeño Akamaru y un par de refrescos.
- Han tardado demasiado -Sakura frunció el ceño, indignada al verlos llegar tan tarde-, ¿en dónde estaban?
- No es mi culpa -Sasuke rodó sus ojos con fastidio, tomando asiento a su lado y colocando algunas de las bandejas por el suelo del cuarto-. Este par de idiotas no pueden hacer nada bien. Se pusieron a jugar y armaron un desastre.
- Lo sabemos -Hinata se apartó de la ventana para tomar asiento en el suelo, con una clara expresión de burla en el rostro-. Hemos oído tus gritos hasta aquí.
- Un padre debe ser firme -declaró el muchacho sin arrepentimiento. Naruto sonrió con malicia, mientras tomaba asiento junto a Hinata. Últimamente comenzaba a estar mucho más cerca de ella de lo que estaba dispuesto a admitir para el resto, era su secreto.
- Más bien actúas como un desquiciado cada vez que pierdes el control -Kiba río con sus palabras.
- Retráctate -lo amenazó Sasuke, utilizando aquella mirada de terror que funcionaba con todos menos sus amigos. Aun así, Naruto fingió estar asustado.
- ¡Waah! Lamento eso, Sasuke-sama, ¡por favor no me mate! -se disculpó el joven, arrodillándose en el piso y consiguiendo así hacer crecer la ira del chico de ojos oscuros.
- Sasuke, deja de enfadarte -musitó Sakura, sonriendo hacia muchacho-. Esta es una fiesta de celebración.
- Sí, Sasuke -siguió Kiba con una clara mueca de burla-, hazle caso a tu novia.
Ambos jóvenes se sonrojaron con velocidad.
- No somos novios -replicó Sakura, de pronto nerviosa.
- Si claro -Naruto le guiñó el ojo.
- No es necesario que sigan mintiendo -Hinata alzó sus cejas con malicia-, todos lo sabemos ya.
- No sabemos de qué hablan -replicó Sasuke, tomando con velocidad un sorbo de su refresco. Kiba le miró con burla.
- Sabemos que están saliendo desde hace semanas.
Sasuke y Sakura se sonrojaron de golpe con aquella declaración, e incluso el chico se atragantó con el refresco, provocando así largas carcajadas de parte de sus amigos.
- Están confundidos -aseguró el Uchiha, en cuanto se recuperó.
- Sí, sí -continuó la joven, negando con sus manos-. De seguro han malinterpretado todo.
- Pues yo los vi muy acaramelados en el baile de tu escuela, Sakura -sonrió Naruto con despreocupación, consiguiendo que ambos se sonrojaran con violencia y que Kiba y Hinata comenzaran a molestarlos-. Era como en esas películas románticas cuando la chica se apoya en el hombro del chico y danzan con la música.
- Yo pensaba que esa noche solo tenías la vista sobre Shion -refunfuñó Sasuke, cruzándose de brazos y desviando su vista. Naruto le sacó la lengua.
- ¿Quién crees que los vio primero?
- Hablando de ella, ¿has tenido noticias?
- Me llamó al llegar a América. Dijo que esperaba como mínimo que ya hubiera arreglado las cosas con Hinata o de lo contrario se devolvería para golpearme por haberla abandonado.
- ¿Golpearte? Woah -Kiba sonrió-. Que violenta.
- Suele serlo, realmente es muy graciosa cuando quiere -respondió el chico, sonriendo también-. Solo que todo el mundo suele tener esa idea de que es silenciosa y tranquila, solo por su apariencia.
- Siempre les he dicho que es una bruja -acotó Sakura con decisión.
- Bueno… -comentó Hinata, sonriendo con timidez hacia Naruto. Él le devolvió la sonrisa-, sabemos que las apariencias engañan.
- Sí, y hablando de eso…
El teléfono sonó.
Kiba de inmediato se colocó de pie, mientras arrojaba un grito por la sorpresa. Corrió al otro lado del cuarto y en un abrir y cerrar de ojos sostenía el teléfono y contestaba la llamada.
Los chicos comieron algunos bocadillos mientras observaban al chico hablar con alguien del otro lado de la línea. Vieron su expresión pasar desde la emoción hasta la decepción en solo un par de segundos, cosa que los preocupó de inmediato. Finalmente, tras lo que parecieron interminables instantes, el muchacho finalizó la llamada con un seco “gracias”.
- ¿Qué sucedió? -Sasuke fue el primero en hablar.
- ¿Son noticias del concurso? -cuestionó Hinata. Kiba arrojó un suspiro y se dejó caer en el piso.
- Sí… -su gesto fue una mueca de decepción total-. Al parecer nuestra canción no fue tan increíble como nosotros lo creímos.
- ¿No ganamos?
- No. De hecho, fuimos descalificados.
- Probablemente los descubrieron… -Sakura observó directamente a Hinata, quien no pudo evitar suspirar.
- Es lo más probable.
Kiba bajo su vista, con completa desolación, mientras guardaba completo silencio. Hinata y Sasuke se miraron entre ellos, sin saber que decirle para consolarlo. Al igual que él a ambos les decepcionaba la noticia puesto que habían puesto toda su alma y su corazón en hacer que todo funcionara. Incluso Naruto lucía desilusionado.
- Hey, tranquilo… -comenzó Sasuke, acercándose a Kiba-. Tal vez podamos…
- ¡No puedo creer que no podremos ir a la playa!
Todos guardaron silencio, evidentemente sorprendidos de aquel grito. Kiba ya no lucía triste, sino más bien enfadado.
- ¿Eh?
- ¡Todo se ha ido a la basura! -continuó el castaño, furioso de pronto con esa idea-. ¡Tanto esfuerzo para nada! ¡Ahora nos perderemos la playa!
- ¿Playa? -cuestionó Naruto sin entender.
- ¿Nunca te lo dijimos? -Hinata lo miró con sorpresa-. El motivo por el cual participábamos en el concurso.
Naruto negó con su cabeza.
- Ustedes solo me chantajearon para que los ayudara -refunfuñó, cruzándose de brazos con cierto resentimiento en sus palabras.
- Eso da igual. Todo da igual -Kiba lucía atrapado entre la depresión y la ira-. El primer premio nos aseguraba suficiente dinero para ir a la playa por una semana. Pero ahora ya nada de esto importa.
- Vamos Kiba, no dejemos que esto nos arruine las vacaciones -Sakura acarició su brazo, con cierto gesto maternal-. Podremos hacer otras cosas.
- Sí -Sasuke también lucía positivo, pese a que para Hinata su decepción era obvia-. Podríamos ir a otros lados. La playa no es el lugar más divertido de todos, ¿sabes?
- Por mí se pueden morir todos. Nada me importa ahora.
- Ah, vamos, no es tan malo.
- ¿Y por qué no me dijeron lo de la playa antes? -cuestionó el rubio.
- No lo sé. No tenía importancia -fue la réplica de Sasuke.
- Sasuke… -Naruto llamó la atención del chico, observándolo con verdadera sorpresa-. ¿En serio lo olvidaste?
- ¿Pero de qué cosa hablas? -cuestionó el azabache.
- Hablo de mi casa en la playa -el rubio alzó su ceja, sonriendo con leve burla-. Antes pasábamos los veranos ahí, ¿lo olvidaste realmente?
Sasuke guardó silencio, mientras terminaba de analizar sus palabras. Kiba dejo de sollozar para observarlos con incredulidad, al igual que Hinata, solo que ella fue la primera en hablar.
- ¿Tú… tienes una casa en la playa?
- ¿Por qué jamás nos dijiste? -cuestionó el castaño de inmediato.
- Nunca preguntaron -fue la respuesta de Naruto-. Aunque planeaba invitarlos de vacaciones al terminar las clases, pero luego vino… bueno, ya saben.
Todos guardaron silencio.
- Entonces… ¿podemos ir? -Kiba fue directo al grano, consiguiendo que todos comenzaran a reír, incluido el chico rubio.
- Supongo que sí. Sería genial. De hecho, mis padres ya planeaban un viaje la siguiente semana. Si los invito estoy seguro que dirán que sí.
El castaño no contuvo su felicidad, de inmediato comenzó a saltar por toda la habitación, más que entusiasmado.
- ¿Una semana en la playa? -Sakura lucía entusiasmada también-. Deberé probarme bikinis para llevar. Hinata, no me importa que lo odies, pero necesitas un traje de baño también.
La chica hizo una mueca involuntaria.
Odiaba los bikinis, pero no podría librarse de esa. Si conseguía el permiso de sus padres para ir su madre la obligaría a comprar ropa acorde al clima.
El resto de la tarde se les fue en conversaciones y, cuando fue el momento de volver a casa, lo hicieron con una sonrisa en su rostro.
Había sido una buena forma de celebrar el primer día del verano. Hinata se sentía conforme. Y es que las cosas por fin estaban tomando forma.
La relación entre su madre y ella había mejorado considerablemente y, aunque su madre continuaba intentando en vano que su hija se viera más femenina, ahora la escuchaba mucho más que antes. Incluso habían efectuado un acuerdo: su madre no la presionaría a utilizar cosas que ella no quisiera, pero Hinata dejaría de fingir que era un chico en la escuela y abandonaría los gruesos polerones de Neji. Por supuesto la chica había cumplido al pie de la letra el acuerdo, sobre todo pensando en que el verano había llegado. Ahora sabía que a veces no podía ganar por completo, pero eso no significaba que tuviera que rendirse a lo que otros preparan para ella.
Con Naruto las cosas tampoco iban mal. Si bien es cierto todo había estado tenso un tiempo por fin él parecía estar mucho más relajado en su presencia. Hinata solía disculparse cada cierto tiempo, pese a que Naruto le siguiera diciendo que no era necesario. Ella lo hacía por toda la confusión que él había tenido que atravesar debido al beso, y es que jamás hubiese imaginado que él se enamoraría de ella si pensaba todo el tiempo que era un chico. Sin embargo, pese a todo lo sucedido, las cosas iban ahora por buen rumbo.
Sakura incluso esperaba que ella y Naruto comenzaran a salir pronto, pese a que Hinata insistiera en que eso no sucedería por el momento. Aunque claro, ella también esperaba ansiosa el momento de devolverle su collar.
Por mucho tiempo que pasara junto a él, seguía habiendo cosas que Hinata Hyuuga quería averiguar.
- ¿Qué cosa ibas a decir? -cuestionó ella en su camino a casa. Naruto, quien se había ofrecido a acompañarla, la miró sin entender-. Cuando dije que las apariencias engañaban, justo antes de que llamaran a Kiba.
- Ah, sí -él sonrió nuevamente, con la vista puesta sobre ella-. Iba a decirte que te ves hermosa.
Hinata se sonrojó de golpe y detuvo su andar, no pudo evitarlo. Por el rabillo del ojo pudo ver su propio reflejo en la vidriera de una tienda.
Ropa holgada, cabello corto y despeinado, nada de maquillaje y gruesos lentes que ocultaban cualquier rasgo bonito en su rostro. Lucía prácticamente igual que el día en que se habían conocido y el día en que él la había confundido con un chico de verdad en la escuela.
¿Cómo podía encontrarla hermosa ahora?
- Bromeas, ¿cierto?
Naruto no respondió, solo se limitó a sonreír, consiguiendo que su corazón se acelerara de inmediato. Dio un paso al frente, acercándose un poco más a ella.
- Bueno, si hablamos de hace dos horas, claro que sí. Creo que te regalare un peine para tu próximo cumpleaños, tu cabello es un desastre ahora. Y además de eso no puedo dejar de mirar ese grano en tu frente.
Ella se quedó quieta, sin saber que decir al respecto. La expresión de Naruto era totalmente seria.
De inmediato giró a la vitrina de la tienda, observando su reflejo. Su cabello perfectamente peinado y la piel de su frente perfectamente lisa la desconcertaron completamente.
- Pero… ¿qué…?
Cuando giró nuevamente el chico trataba de contener la risa.
- No puedo creer que en serio hayas girado.
- ¡Te burlas de mí! -le acusó indignada, golpeándolo en su brazo.
- Considéralo una pequeña venganza -él le sacó la lengua, divertido al verla tan avergonzada-, después de todo has hecho que me enamore de ti creyendo que eras un chico.
- Nunca creí que lo harías -volvió a emprender el paso, siendo seguida de inmediato por Naruto-. Nunca creí que te enamorarías de un chico.
- Bueno, ese chico parecía más bien una chica. Y además de eso era genial.
- ¿Más genial que yo?
- Él peleaba contra matones y pateaba traseros en los videojuegos -Hinata sonrió y él también-. Sí. Muy genial.
- Lastima que se haya ido.
- Meh. Supongo que tú también eres genial.
- Lo dices como si no estuvieras seguro de ello -se quejó. En respuesta él rodó sus ojos, como si estuviera pensando bien en ello. Ella lo golpeó nuevamente.
- Está bien, está bien. Pero de lo que si estoy seguro es de que eres hermosa, Hinata.
Los latidos de Hinata se aceleraron de nuevo y estuvo segura de haberse sonrojado nuevamente. Sin embargo, en está ocasión no permitió que él lo notara.
- Ya no te creo.
- Está bien, como quieras.
Más silencio mientras completaban el camino a casa. Sin embargo, para Hinata, aquellas palabras habían abierto nuevas dudas en su mente.
- ¿Realmente crees que soy hermosa? -preguntó, consiguiendo que él se detuviera una vez más a observarla-. ¿Aún de esta forma?
Y al decirlo quiso explicarle que se refería a su ropa, a su cabello, a su rostro, a ella misma en general, solo que las palabras fueron incapaces de salir en aquel momento. Pero Naruto pareció comprenderlo perfectamente porque se detuvo para poder verla a los ojos.
- Si algo he aprendido con toda nuestra aventura, Hinata, es que sin importar lo que lleves puesto sigues siendo tú misma -comenzó, sonriendo levemente-. Desafiante, divertida, amable. Y me gustas así. Cada faceta tuya que descubro hace que me enamore mucho más de ti.
Ella sonrió sin poder evitarlo.
- Gracias.
- Y espero que esto pase al baúl de las conversaciones que no hemos tenido -continuó el chico, mientras volvía a emprender el paso. Hinata consiguió divisar el sonrojo en su rostro, sin embargo, prefirió omitir su opinión. Ya tendría más razones para molestarlo en el futuro, pero mientras tanto prefería actuar como si nada pasase.
Corrió hasta alcanzarlo y se apegó a su brazo, mientras que la gente alrededor les veía con extrañeza. Naruto comenzó a quejarse, completamente avergonzado, pero a ella no le importó.
Estaba feliz siendo ella misma.
Y esperaba que por mucho tiempo más fuera de esa forma.
FIN…
Notas finales:
Lamento que la historia se acabe.
Gracias a todos, ha sido un placer.
¡Bomba de humo!
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