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Capítulo 49. Cuenta regresiva

- Así que… ¿Shion se ira de Japón?

Naruto asintió, con la vista aún clavada en su libro.

- En cinco días estará en América.

Su voz sonó cansada y distante, como si la noticia que estaba dando en ese momento careciera de total importancia. O al menos eso sintió Sasuke, mientras observaba fijamente a su mejor amigo.

- ¿Y tú no quieres hablar de eso? ¿Estas bromeando? ¿Por qué finges que no te afecta?

- Porque nada cambiará si hablo de ello o no -respondió Naruto con la mirada en su libro, leyendo atentamente una y otra vez el mismo párrafo ante la incapacidad de concentrarse-. Shion se ira de todas maneras, no es algo que yo pueda cambiar.

- Pero al menos podrías hablarlo con alguno de nosotros, ¿no te parece? -continuó el joven-. Somos tus amigos, Naruto, nos preocupamos por ti.

- ¿Hablarlo con ustedes? -esta vez el chico sonrió, como si las palabras de Sasuke se trataran de una mala broma-. ¿Y de que serviría si todos ustedes están felices de que ella se largue?

Sasuke mantuvo silencio, sorprendido de que aquella fuera la forma en que su mejor amigo interpretara todo lo que estaba sucediendo.

Ciertamente a él no le afectaba en nada la partida de Shion, pero no podía negar que le aliviaba en parte pues, de esa manera, dejaría de haber tensiones y peleas con Kiba y Sakura a causa del tema. Sin embargo, ahora que escuchaba a Naruto, comprendía realmente lo complejo de la situación.

Hasta ese momento no había pensado en que para el chico rubio Shion había sido su única amiga real en mucho tiempo; cuando el resto de sus amigos lo habían engañado respecto la identidad de Hinata, Shion había hecho lo posible por solucionar todo y animarlo. No era extraño pensar que, por lo mismo, Naruto hubiera comenzado a sentir algo más por ella que simple cariño. Pero ahora, con la partida de Shion, las cosas volvían a ser como antes.

O tal vez incluso peor que antes.

- Sakura no sabía que Shion se iría -trató de arreglar las cosas, pero Naruto parecía poco dispuesto a ello.

- Debe estar feliz, ¿no? Después de todo la odia.

- Naruto…

- No me interesa oírlo, Sasuke -sonrió el chico rubio, dejando el libro de lado por fin-. Simplemente… no cambia nada de lo que ha sucedido, nada lo hace. Shion se ira en cinco días, es todo… el resto ya lo oyeron por su cuenta ustedes mismo.

Y tras decirlo se colocó de pie, tomando su libro y marchándose del salón.

Últimamente no era capaz de concentrarse a la hora de tomar un libro, ni siquiera para escapar de la realidad. Su mente, enfrascada en no darle ni un solo minuto de descanso, solo repetía de manera tortuosa los eventos sucedidos al final del baile.

Las palabras de Shion habían sido como un puñetazo para él. Su esfuerzo por rearmar su vida tras lo de Hinata habían sido derribados y ahora, lo único que le quedaba, era aquella inmensa rabia que, cada cierto tiempo, comenzaba a manifestarse en lo más profundo de su ser… pero que rápidamente era contenida e inundada por la decepción y la tristeza.

Y también por el pesimismo que ahora comenzaba a instalarse profundamente en él.

Simplemente ya no tenía energía para querer intentarlo de nuevo.

Sabía que no había forma de arreglar las cosas, no podía hacer nada para cambiar todo lo sucedido en los últimos meses.

Y eso era lo que más lo destrozaba.

***

Hinata… con tu padre hemos tomado una decisión

Por algún motivo, para Hinata Hyuuga, aquellas palabras serían muy difíciles de borrar de su mente.

Era frustrante ser incapaz de controlar el rumbo de sus propios pensamientos. Se desesperaba al ser incapaz de ganarle a su propia mente, que no parecía querer darle ningún respiro cuando más lo necesitaba.

Una y otra vez las palabras de su madre, complementadas con las discusiones anteriores, volvían a ella. Era tortuoso.

Y al mismo tiempo… se sentía profundamente dormida, como si nada de lo que sucediera pudiera ser real, como si en cualquier momento tuviera que despertar de aquella pesadilla.

“¿Cómo fue que sucedió todo esto?”

Un par de bolsas de basura, rellenas con su ropa, descansaban en el pasillo justo fuera de su cuarto. Al parecer su madre se había tomado en serio lo de su educación femenina. El vestido rosa que ahora llevaba puesto encima, era otra prueba de ello.

Ella se convertiría en toda una dama.

Le gustara o no.

- ¡Onee-chan, deberías hacer algo! -Hanabi gritaba furiosa cada vez que el tema surgía de alguna manera-. ¡Te llevaran lejos, ¡¿acaso no lo entiendes?!

- No hay nada que pueda hacer -respondía ella cada vez, arrojando un suspiro de total resignación-. Mamá ha tomado la decisión, ¿lo entiendes?

- ¡Pero es tan injusto! ¡No has hecho nada malo!

- He sido una enorme decepción para mamá, Hanabi.

- ¡Es una tontería! -gritaba su hermana, con las mejillas infladas, justo antes de salir corriendo de la habitación con lágrimas en sus ojos.

A veces Hinata sentía que su deber como hermana mayor era ir tras ella y consolarla; explicarle, de buena forma, los motivos por los cuales no había decidido seguir luchando. Pero eso requeriría de mucha energía y, en ese momento, ella solo deseaba guardar la mayor cantidad posible para usarla más adelante, cuando realmente la necesitara.

Por suerte, para esos casos, Neji sabia como actuar.

Siempre, tras cada pelea, le dirigía una mirada de calma a su prima, antes de ir tras Hanabi. Sin embargo, entre ellos, las cosas no eran distintas.

- ¿En serio solo dejarás que suceda? -Hanabi lucía profundamente decepcionada, provocando que ella suspirara con tristeza. ¿En serio no podía hacer a todo el mundo feliz?

- Podré venir en vacaciones de verano -respondió con calma, luchando contra el nudo en su garganta.

- ¡Será en mucho tiempo! -replicó Hanabi con prisa-. ¡Mamá no debería ser quien tome esa decisión! ¡Odiarás ese lugar con toda tu alma, yo lo sé!

Hinata guardó silencio, solo mirando por la ventana. Últimamente le gustaba mirar al cielo, imaginando que podría escapar volando en cualquier momento.

- ¡Onee-chan!

Lamentablemente, aquel no parecía ser el caso.

Neji, atraído por los gritos, había llegado veloz en un intento por apaciguar la ira de Hanabi.

- Si sigues gritando solo harás que te castiguen otra vez -le recordó, trayéndole a Hinata a la memoria todas las veces en que, durante la última semana, su pequeña hermana había sido castigada-. No es un tema en el cual deberíamos meternos…

Para sorpresa de ambos, Hanabi no tardó en negar con su cabeza.

- Te equivocas -informó, con un excepcional aire de madurez-. Somos familia, Neji-niisan, justamente por eso deberíamos involucrarnos y hacerla reaccionar.

- No sirve de nada intentarlo… no si ella no quiere -susurró el chico en respuesta.

- Onee-chan no desea ir a ese internado -y tras decir aquello volteó a verla-. Diselo, onee-chan.

Hinata dio un suspiro.

De por sí ya era difícil hacer callar a aquella voz interna que aún le ordenaba luchar con todas sus fuerzas por su preciada libertad. Hanabi solo hacía que aceptar la rendición fuera más difícil.

¿Acaso no veía que no había nada por lo que pelear?

La decisión ya estaba tomada.

- Hanabi…

- ¡Di la verdad, onee-chan! ¡Di lo que sientes!

Hinata sintió el nudo formarse en su garganta, pero justo a tiempo su madre entró en la habitación, atraída por el sonido.

- ¿Qué sucede aquí? -exigió saber.

Si alguien le hubiese preguntado a Hinata si sentía enojo contra ella, hubiera dicho que no. Por muy raro que sonara… su madre solo se preocupaba por su futuro… y ella lo entendía.

Más que ira… sentía decepción hacia si misma, por no haber sido jamás la hija perfecta.

- Nada -respondió, antes que su hermana.

- No, si sucede algo -Hanabi había vuelto a dejar caer sus lágrimas-. ¡Obligarás a onee-chan a irse lejos!

- Hanabi, ¿deseas ser castigada de nuevo? -cuestionó la mujer, llevando sus manos a la cadera-. Ya hablamos del tema.

- ¡No lo hemos hablado!

- Hanabi, basta ya -exigió Hinata con dureza-, solo vete a tu cuarto.

Hanabi trató de detener las lágrimas, forzándose a si misma a actuar como una adulta y no como una niña. Sin embargo, ante tal injusticia, no era capaz de comportarse como la dama educada que constantemente era.

- ¡Bien! -gritó a su madre, dejándose llevar por sus emociones-. ¡Pero si para ti es más importante que onee-chan se convierta en alguien que no es, espero que estés dispuesta a pagar el precio!

- ¡Hanabi!

- ¡Te detesto, madre!

Y tras aquellas palabras salió corriendo, siendo perseguida por Neji casi al instante. Su madre no miró a Hinata antes de salir persiguiendo a Hanabi, simplemente hizo como si no estuviera presente antes de marcharse.

Entonces apareció su padre.

Bueno, en realidad solo se dejó ver. Probablemente había llegado junto a su madre, presenciando toda la discusión en total silencio.

Por primera vez en días, su padre la vio a los ojos. Hinata nuevamente se preguntó a si misma qué pensaría su padre de ella.

- ¿Mamá me odia?

La pregunta brotó de sus labios por cuenta propia. Hasta ese momento no había pensado en ello, pero tras varios días de silencio y miradas esquivas era algo que simplemente no había evitado cuestionarse.

- Tú madre las ama a ambas por igual -fue la calmada respuesta de su padre-. Creía que lo sabías.

- Sí. Lo siento, padre.

“Solo hay decepción en su voz”

- ¿Estás conforme con la decisión tomada, Hinata?

Ella alzó la vista, sorprendida de que su padre le preguntara aquello.

¿Acaso no habían tomado la decisión ya?

- Es mi castigo, ¿no? -respondió, levemente desconcertada.

- Quiero saber si eres feliz con ello.

- No sabía que debía ser feliz, padre.

El hombre frente a ella guardó silencio, antes de dar media vuelta y marcharse.

- La próxima semana serán las inscripciones para el nuevo año, Hinata. Espero hagas las cosas como se deben en esta ocasión.

- ¿Las cosas cómo se deben?

- ¿Sabes que tu nombre significa “Sol”, ¿cierto? -Hinata asintió ante tal extraña pregunta-. El sol es bondadoso con todos los seres vivos, hija, los ayuda a crecer… sin él no sobreviviríamos. Pero a veces hay días con lluvia y días con nieve que le impiden aparecer, es normal, es parte del orden natural de las cosas. Sin embargo, el sol jamás se aleja, siempre está ahí. En invierno no se impone para gobernar, pero tampoco se aparta, espera paciente porque sabe que el equilibrio es la clave… La naturaleza es sabia, hija. Nunca olvides eso.

Hinata se mantuvo esperando algo más, pero tras esas palabras su padre solo se alejó, saliendo por fin del cuarto.

¿Qué se suponía que significaba eso?

¿Acaso su padre querría que ella…?

No, no, era imposible. Su padre era quien había tomado la decisión final, después de todo.

Has lo que debas hacer” -le había dicho a su madre, justo frente a ella. Así que sí, era imposible que estuviera alentándola a luchar por algo.

No hizo nada más, caminó hacia la entrada y cerró la puerta de su cuarto. Tras eso simplemente se dejó caer sobre su cama, tomando uno de los muchos folletos que allí había y hablaban sobre aquel nuevo internado.

Seguía sintiéndose en un largo sueño, pero era incapaz de entender el porqué.

Tal vez porque aún esperaba hallar una salida a todo ello…

Sin embargo, si había algo para lo que no había estado preparada, era para la repentina aparición de Sakura en su habitación, media hora más tarde.

No la había visto en semanas y tras ser castigada habían perdido el contacto.

- ¡Hinata! -llamó, sonriendo con alegría-. ¡Me han permitido verte!

La puerta se cerró tras ellas, a lo que Sakura se permitió entrar en el recién remodelado cuarto. Hinata dio un suspiro: como odiaba aquella habitación.

- Sakura…

- ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? -el clásico interrogatorio comenzó, mientras observaba la nueva habitación de su amiga-. ¡Sasuke me ha dicho que no has ido a la escuela! ¡Y tu cuarto esta por completo tambiado!

- Estoy castigada -explicó simplemente. Pronto la ansiedad comenzó a crecer dentro de ella: ¿había tenido noticias de Sasuke? ¿Y eso significaba que también las había tenido de Kiba y Naruto?

- ¡Oh, lo siento tanto! ¡No lo sabía! ¡De no ser así hubiese venido antes!

- Está bien, no te preocupes -sonrió levemente, algo aliviada con ello: de no ser ese el caso le haría costado poder dominar sus emociones tan bien como ahora.

- Pero no te preocupes, todo estará bien -decidió Sakura, de forma optimista. Hinata sonrió levemente con ello, de alguna forma la felicidad de su amiga era más que evidente. ¿Qué habría pasado los últimos días de lo que se hubiera perdido?

- ¿Estás bien?

- Sí, bueno, sí. Hay mucho de lo que debemos hablar.

- Genial, ¿cómo estuvo el baile?

Algo cambió en la mirada de Sakura en ese momento, algo lo suficientemente notorio como para que la joven de ojos aperlados lo notara.

- Bien -respondió Sakura, consiguiendo que Hinata le prestara mayor atención.

¿“Bien”? ¿Solo “Bien”?

- ¿Sakura?

- No es nada -exclamó, inflando sus mejillas de la pura frustración. Hinata alzó la mirada-. ¡Ah, demonios! ¡Sé que prometí que no diría nada, pero simplemente no puedo callármelo!

- ¿Qué sucedió en el baile? -cuestionó Hinata, guiada por la curiosidad de ver a Sakura tan enfurecida.

- ¡Es que no lo vas a creer! ¡Esa maldita bruja llevó a Naruto al baile!

Hinata alzó sus cejas, guiada por la sorpresa inicial de que aquella fuera la noticia que tan indignada tenía a Sakura.

- ¿Hablas de… Shion? -murmuró, justo antes de que Sakura volviera a abrir la boca contando todos los eventos de la noche.

La joven le habló sobre como los había visto en la noche del evento, bailando, comiendo y riendo con total tranquilidad, como si ella no estuviese castigada en casa en ese momento. Le contó acerca del pequeño enfrentamiento que habían sostenido, de cómo Sasuke le había impedido continuar y como ella, decidida a detenerlos, los había seguido para espiarlos.

Y entonces le contó del beso.

Del beso que Naruto le había dado a Shion y de su pequeña declaración romántica.

Hinata no lo creyó al comienzo, pero tras varios segundos algo dentro de ella le dijo que Sakura no le mentía con aquello del beso.

Era cierto.

Totalmente cierto.

Y de pronto la burbuja en la que había estado la última semana se había reventado.

Pronto comprendió que no estaba en un sueño, estaba en la realidad. Y que, por ende, Naruto no llegaría para rescatarla de aquel futuro.

Porque estaba afuera, rearmando su vida sin ninguno de sus amigos… sin ella…

- ¡Y además de eso, Shion dijo que…! -de pronto Sakura guardó silencio, siendo consciente de la mirada que Hinata llevaba en ese segundo-. ¿Hina?

- N-No te preocupes, e-estoy bien.

- Oh Hina, ¡no debí decirte lo del beso! -caminó a ella, preparada para explicarle el resto de la información que había entendido aquella noche, en cuanto sus pies golpearon algunas cosas en el suelo. Se detuvo para ver, sorprendida, varios folletos esparcidos por el suelo-. ¿Qué es todo esto?

Hinata suspiró, viendo como Sakura se detenía a recoger todo.

- Folletos del internado -respondió con calma, observando como la expresión de Sakura cambiaba de un segundo a otro mientras revisaba una y otra vez los diferentes folletos que se encontraban en sus manos ahora.

- ¿Internado? -cuestionó Sakura. Sus ojos jade, que ahora estaban inundados de pánico, se dirigieron a ella.

- Sí… el Internado Femenino de Konoha.

- ¿Por qué habrías de tener los folletos del internado? -la mirada de Sakura se clavó en ella con urgencia, tratando de leer su mente-. ¿Hinata, qué cosa…?

- Mamá planea inscribirme en el internado -soltó la noticia de golpe, y es que simplemente se sentía incapaz de hallar otra forma de comunicárselo. Sakura la miró con verdadera sorpresa, sin haber esperado aquellas palabras.

- ¿Cómo que te inscribirá en el internado?

- Cree que no soy lo suficientemente femenina. Cree que no soy lo que debo ser… -susurró, desviando su vista-. Está preocupada por mi educación…

- Pero, eso es…

- Genial, ¿no crees? -esta vez sonrió con tristeza, tratando de aguantar las lágrimas que, por primera vez en todo ese tiempo, conseguían escapar-. Supongo que ya no seré un problema para Naruto, ¿verdad?

CONTINUARA…

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