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Capítulo 45. La caída. Parte 2: Descubrimiento

Naruto Namikaze había creído que, evadiéndolos durante las semanas previas al concurso, podría ver a sus amigos sin querer romperles la cara.

Se había equivocado.

Kiba llevaba más de veinte minutos fulminándolo con la mirada desde el otro lado de la habitación, pese a los constantes regaños de Sasuke por lo mismo. El chico de cabello castaño estaba nervioso por el concurso y, como si eso no fuera suficiente, la discusión anterior aún mantenía el ambiente entre ellos tenso.

- Deja de pasarte las manos por el cabello -Sasuke lucía más estresado que de costumbre, tal vez por el hecho de tener que evitar una posible pelea-. Desordenarás tu peinado. ¿Por qué no puedes ser como Naruto y quedarte quieto?

- ¿Ser cómo Naruto? -Kiba se veía indignado-. ¿Te refieres a comportarme como un traidor y dejar a mis amigos de lado por una bruja?

Antes de que Sasuke pudiera hacerlo callar Naruto le dirigió una amplia sonrisa, llena de desafío.

- Sí, Kiba, se cómo yo -le retó-. A ver si así decides dejar de comportarte como un niño estúpido de una vez por todas.

- Maldito pedazo de…

- Kiba no empieces ahora -Sasuke ya estaba en medio del cuarto, observándolos a ambos como si los desafiara a dar tan solo un paso-. Miren, sus malditos problemas no me interesan. En el fondo de todo ustedes siguen siendo amigos, dejen la estúpida pelea de lado.

- Pero…

- Maldición Naruto, la broma ya sucedió. No lo puedes cambiar por mucho que quieras -exclamó Sasuke, decidido a parar los conflictos-. Y tú Kiba, maldita sea, deja de comportarte como una novia celosa. Naruto puede ser amigo de Shion si lo quiere.

En un inicio ninguno de los dos dijo nada, pero tras varios segundos el joven Uchiha pudo atisbar un cambio en el ambiente. Por primera vez en mucho tiempo parecía que la habitación no iba a explotar solo porque ambos estuvieran juntos.

- Shion es mi amiga ahora, te agrade o no -Naruto le habló directo a Kiba, con absoluta seriedad.

- No me agrada, pero no soy tu madre para decirte que puedes o no hacer -decidió el castaño, con la mandíbula tensa. Tras unos segundos, sin embargo, se relajó-. Supongo que me altero dejarás los ensayos por ella.

- Prometí cantar en el concurso -replicó el rubio, visiblemente más relajado-. Yo no rompo mis promesas.

- Lo sé -Kiba desvió la vista, probablemente avergonzado por su comportamiento. Justo en el último segundo arrojó un suspiro-. Gracias por venir y no abandonarnos.

- No hay de qué -sonrió el rubio, por primera vez en mucho tiempo.

- Que lindos -las palabras de Sasuke eran puro sarcasmo. Aún se veía tenso, pero por el momento Naruto no podía distinguir que cosa lo tenía así.

- ¿Y qué cosa pasa contigo, teme? Te ves como si en cualquier momento fuera a desatarse una tormenta.

- Esta noche todo es posible -murmuró en respuesta, dejándolo confundido. El chico iba a preguntar en cuanto el teléfono de Kiba sonó, distrayéndolos por completo de eso.

- ¿Eres tú? -Kiba lucía nervioso de pronto-. ¿Qué el transito qué…? Está bien, respira, te esperare en la entrada, ¿lo entiendes? Perfecto, adiós.

Cortó y arrojó una maldición, evidentemente tenso.

- ¿Hina viene tarde? -preguntó Naruto, tratando con todas sus fuerzas de que su voz sonara desinteresada. Sasuke le dirigió una mirada que no pasó desapercibida, consiguiendo que el muchacho comenzara a preocuparse.

¿Por qué de pronto lo estaba viendo de esa forma?

- Problemas en casa -se limitó a responderle Kiba. Tomó su bolso e intercambió una rápida mirada con Sasuke-. Iré a buscarle y volveremos antes de que empiece el concurso, ¿de acuerdo?

Naruto asintió mientras Kiba se marchaba. No quería admitirlo en voz alta, pero la idea de ver a Hinata lo ponía cada vez más nervioso. El saber que quedaba poco para verlo nuevamente tenía su estómago atado en un fuerte nudo.

Sasuke mantuvo silencio en cuanto se quedaron a solas, como si estuviera atrapado en sus pensamientos. Naruto no pudo evitar sospechar. Había algo raro en la forma en que lo miraba… o más bien la forma en que evitaba mirarlo.

Como si estuviera escondiéndole algo.

- Gracias por defenderme -recordó de pronto, decidido a sacar un tema de conversación.

- No hay de qué.

- Lo siento si me comporte como un idiota estas últimas semanas -comenzó nuevamente, arrojando un suspiro-. Solo… no podía estar con ellos sin pensar en la estúpida broma.

- Tú lo dijiste. Solo fue una estúpida broma.

- Sí… bueno… no fue nada graciosa, ¿sabes? -frunció el ceño sin quererlo, volviendo a enfadarse. Sasuke lo miró con calma, como si estuviera tratando de hallar el origen de su molestia-. Digo, realmente no sé qué se les paso por la cabeza como para haberlo hecho. Mucho menos Hina… -dio un suspiro-, no creí que fuera la clase de chico que hace ese tipo de bromas.

- Nadie tuvo la culpa de lo que sucedió -suspiró Sasuke a su vez. Naruto se lo quedo observando incrédulo, como si esperara que el chico dijera algo más que explicara sus palabras. En vez de eso su amigo solo desvió la vista, negándose a hacer contacto visual.

- Él tuvo la culpa por haberme besado -rebatió, apretando los dientes.

- Hinata no tiene la culpa de nada de lo que ha pasado…

Esta vez hubo algo, algo en la forma en que desvió la vista y dijo aquellas palabras, que le hicieron saber a Naruto que Sasuke le ocultaba información.

- Voy a salir -de pronto se había molestado. La perspectiva de que su mejor amigo le escondiera algo lo hizo enfadarse con él en un instante.

- ¿A dónde vas? -preguntó Sasuke, mirándolo con desconfianza.

- A caminar un rato -replicó él-. Volveré cuando decidas ser sincero conmigo, mejor amigo.

Y sin decir más se marchó, en la misma dirección por la que Kiba se había alejado minutos antes. Un sabor amargo se mantenía en su boca, debido a su inconformidad con la situación. Algo se estaba perdiendo, algo que todos sabían menos él. Y sin quererlo, en su mente, la posibilidad de que sus amigos y él se distanciaran se hacía cada vez más presente, como si no faltara demasiado para que sucediera.

¿Por qué sentía qué las cosas no iban a acabar de buena manera?

***

Hinata Hyuuga sentía que iba a enloquecer.

- Dime que estamos cerca de llegar.

- No con este tráfico -Neji volvió a espiar a través del parabrisas, frunciendo el ceño antes de devolver la vista a su celular para verificar la hora-. No llegaremos en quince minutos. Lo siento.

La chica inspiró profundo, tratando de calmarse. No era el momento de perder el control.

Había enfrentado a su madre para defender su libertad y ahora iba camino al baile de su escuela. No podía entrar en pánico ahora, cuando por fin estaba tomando las riendas de su vida por una noche. Simplemente no podía permitirse a si misma que todo acabará ahí.

Si no podía tomar el camino principal, hallaría otra forma de llegar a su destino.

La idea golpeó su mente en el instante mismo en que Neji arrojaba una maldición.

- ¿Qué pasa con el tráfico en esa ciudad?

- Un segundo, ¡ve por esa calle!

Neji dudó, extrañado ante la petición.

- Pero esa calle no nos llevará a…

- Me deja justo detrás de la escuela. Puedo correr y entrar por la puerta trasera -exclamó entusiasmada.

Su primo obedeció enseguida, guiando el auto por donde la joven le indicaba. Tras unos minutos llegaron a su destino, tal y como ella había predicho. El estacionamiento dedicado a los profesores se encontraba vacío y sin vigilancia, por lo que pudieron aparcar allí. Desde aquel lugar el gimnasio no estaba tan lejos, solo debía atravesar la piscina y llegaría.

Hinata salió corriendo del auto, justo antes de ser detenida por su primo quien, con una sonrisa de cariño y una mirada de orgullo, le entregó su poleron.

- Si no quieres que te descubran antes de tiempo mejor cúbrete esas cosas gigantes.

La chica no entendió, hasta comprender que por las prisas no había tenido tiempo de colocarse su chest binder, por lo que el sostén que llevaba era común y corriente. Agradecida se colocó el poleron de su primo mientras le devolvía la sonrisa, pasando por alto el “apodo” que su pecho había recibido.

- No tuve mucho tiempo para pensar en mi apariencia.

- No te preocupes -el chico sonrió-. Me hubiese gustado estar ahí para ver… ya sabes, la pelea del siglo.

- Si, bueno. Me asegurare de que tengas asientos de primera fila para cuando vuelva a casa.

Neji acarició su cabeza, con gesto paternal.

- Lo hiciste bien, Hinata. Ahora ve a lucirte.

- Claro que lo haré.

Giró y comenzó la carrera, atravesando el estacionamiento en unos segundos. Sacó su teléfono y rápidamente llamó a Kiba para informarle que la viera en el gimnasio. Luego de eso cortó y se enfocó en seguir corriendo.

Había comenzado a atravesar la zona de la piscina, en cuanto una figura familiar entró en su rango de visión. Sin quererlo se detuvo, agotada y buscando recuperar el aire, mientras que al otro extremo el conocido muchacho se detenía de golpe al verla aparecer.

Los nervios no tardaron en invadirla en cuanto sus ojos azules se posaron sobre ella.

¿Acaso era alguna broma o solo cosa del destino?

- H-Hola… Naruto…

En cuanto Naruto lo vio, creyó que había enloquecido.

De inmediato el nudo de nervios que era su estómago no hizo más que empeorar.

¿Qué hacia él ahí? ¿Por qué llevaba el uniforme escolar? ¿No se suponía que debía estar en la entrada, con Kiba?

“No estoy listo”

Aquel pensamiento fue lo suficientemente poderoso como para hacerlo dar media vuelta y huir de vuelta al gimnasio, en donde se realizaba el baile, o mejor dicho al pequeño salón en que su grupo debía esperar a ser llamado.

- ¡N-Naruto, espera!

El chico lo interceptó antes de que consiguiera rodear la piscina, deteniendo su avance. De pronto, para el muchacho rubio, el que aquel chico estuviera aún más cerca consiguió hacer que su corazón latiese con mayor velocidad.

“No estoy enamorado, no estoy enamorado”

- No quiero hablar contigo -exclamó de inmediato, buscando marcar la distancia entre ambos. Simplemente sentía que si él lo tocaba se iba a desmayar o algo peor.

Hina pareció comprender su urgencia por mantenerlo alejado, por lo que de inmediato la expresión en su rostro cambió.

- E-Es solo que debemos hablar de lo que paso -exclamó preocupado, alzando las manos para demostrarle que no planeaba hacerle daño.

El asunto era que ya lo había hecho.

- No quiero hacerlo, Hina. Quiero que me dejes en paz.

No esperó una respuesta y volvió a caminar, junto al borde de la piscina, buscando alejarse de allí. Sin embargo, su amigo no parecía dispuesto a dejarlo marchar tan fácilmente.

- ¡Por favor Naruto, solo hablemos! -pidió. Él continuó caminando, decidido a ignorarlo y con el corazón latiéndole violentamente-. Es importante que hablemos de lo que sucedió ese día.

- Dije que me dejes en paz.

- ¡Pero…!

- ¡No te me acerques! -gritó girando a él, consiguiendo que Hina se detuviera asustado de la violencia de sus palabras. Creyó que eso bastaría para que lo escuchara, pero para su mala suerte no fue así.

- ¡Eres un idiota cobarde! -le informó el chico, justo antes de empujarlo.

Naruto se sorprendió de aquello, pero tras recobrar el equilibrio en seguida volteó para devolverle el empujón, aplicando mayor fuerza que él.

Y es que estaba cansado de hablar. Estaba cansado de no poder entender lo que le sucedía y de que sus emociones lo dominaran tan fácilmente.

Cuando se trataba de aquel chico simplemente era incapaz de tener un solo pensamiento racional.

- ¡Aléjate de mí!

- ¡No hasta que lo hablemos, maldita sea! -Hina lucía furioso, mientras se esforzaba por recuperar el equilibrio-. ¡¿Esto es por la apuesta?!

- ¡No quiero hablar de eso!

- ¡Es eso, ¿no?! ¡¿Es por el beso?!

- ¡Que no quiero hablar de eso!

Él lo sostuvo de la mano, aún junto borde de la piscina. De inmediato una descarga eléctrica recorrió a Naruto deteniendo su respiración por completo mientras trataba de formar un solo pensamiento coherente en su mente.

Porque allí, en donde él lo tocaba, en donde su piel rozaba la suya, el fuego se había extendido con velocidad.

- ¡Naruto! -Hina lucía desesperado-. ¡Por favor Naruto, solo escúchame!

El nombrado ni siquiera pensó lo que hacía en el momento en que lo empujó. Solo buscó alejarse lo más pronto posible.

Hina en cambio tropezó hacia atrás con el brusco empujón, sin alcanzar a mantener el equilibrio en esa ocasión. Su pie tampoco halló un sitio firme para sostenerse y, como consecuencia, cayó en la piscina, mientras que en su rostro se dibujaba una fija expresión de terror.

Naruto sintió como su enojo desaparecía por completo, siendo reemplazado por miedo.

Observó con terror como el cuerpo del chico se hundía en el agua con asombrosa velocidad, salpicando agua a su alrededor.

- ¡Hina! -llamó de inmediato.

Tras un par de segundos el chico emergió del agua, intentando tomar el aire antes de volver a hundirse nuevamente, como si su cuerpo estuviese hecho de piedra, mientras comenzaba a sacudir sus brazos y piernas desesperado por sostenerse de algo y escapar.

Naruto tardó solo un par de segundos en recordar que Hina no sabía nadar, pero en cuanto lo hizo no dudo en dejar caer el saco que llevaba puesto, descalzarse los zapatos y saltar al agua para ayudarlo.

Esta lo recibió fría y, mientras intentaba alcanzar el cuerpo de su amigo, no pudo evitar sentirse culpable por lo sucedido. Rápidamente deshecho esa idea de su cabeza mientras sostenía el cuerpo de su amigo y, dándose impulso, lo sacaba del agua.

El mundo a su alrededor pareció desaparecer. El silencio era excepcional y el único ruido cercano provenía del gimnasio, lugar en donde el baile se estaba realizando. Pero para él nada de eso existía. Solo estaba el agua fría, la presión de la misma sobre su pecho que le impedía respirar correctamente y el cuerpo de Hina, que ya había dejado de moverse.

Nado hasta la orilla más cercana y, tras asegurarse de que estuviera en perfecta posición, alzó y empujó el cuerpo del chico lejos, sacándolo por fin del agua.

Tras un segundo salió él, agradeciendo el aire que ahora entraba en sus pulmones de forma dolorosa. Tosió un par de veces más, mientras el frio comenzaba a colarse a través de su ropa húmeda y sus dientes comenzaban a castañear.

Bueno, no hacia tanto frio, pero ciertamente la situación lo había tomado desprevenido.

- ¡Hina! -volvió a llamar, girando hacia el chico que continuaba recostado sobre el suelo, sin dar señales de moverse o respirar.

De inmediato lo peor pasó por su mente.

Si no se movía era porque no respiraba, lo que indicaba que el oxígeno no estaba llegando. Y la única forma de solucionar eso era darle Resucitación Cardiopulmonar.

Es decir…

“Boca a boca” -su rostro se calentó en un segundo y de pronto el frio paso a segundo plano. La simple idea de besarlo era…

¡No, no, no! Era una situación de emergencia, no podía detenerse a pensar en ese tipo de tonterías.

Sacudió su cabeza, deshaciéndose de aquellas ideas. Enderezó el cuerpo de su amigo, abrió su boca y sin pensar de más en lo que hacía lo besó.

Lo estaba besando.

Lo hacía solo porque era absolutamente necesario, porque se trataba de una maniobra de emergencia, no por algún tonto capricho o algún tipo de apuesta. Era solo para devolverle el aire, para salvar su vida… Pero aun así el golpeteo de su corazón y cada una de las mariposas que revoloteaban a toda prisa en su estómago no le permitieron pensar en otra cosa que en el simple hecho de que estaba besando a Hinata Hyuuga.

Y de que solo eso, la suavidad de sus labios, le importaban.

Tras unos segundos se apartó, buscando centrar sus sentidos tras aquella locura. Sus labios le eran familiares de alguna manera, o más bien la sensación que le provocaban, aquel torbellino de emociones indescriptibles en su interior, le era familiar.

El aire escapó de sus pulmones mientras pensaba en la posibilidad de que Hina le provocará el mismo sentimiento: los mismos nervios y la misma felicidad, con solo un simple beso.

“Definitivamente estoy enamorado…”

Ya estaba, no era algo que podía negar. Estaba por completo flechado por el chico frente a él.

De pronto Hinata se inclinó violentamente hacia delante, abriendo sus ojos y tosiendo con fuerza, expulsando el agua que había tragado y desesperado por un poco de aire.

- V-Ven -exclamó preocupado, mientras la culpa por haber generado la situación lo inundaba-. Quítate eso… lo siento, debí haberme detenido…

Llevó sus manos hasta el poleron, para ayudarlo a deshacerse de la prenda. Su amigo se dejó, mientras continuaba tosiendo y trataba de tragar el aire a bocanadas al mismo tiempo. Siguió haciendo eso unos cuantos segundos, hasta que él comenzó a acariciar su espalda, tratando de calmarlo y marcar su respiración por él. Hina gimió al final, tosiendo una última vez, antes de empezar a temblar por el frio y calmarse.

Y entonces Naruto cayó en la cuenta de algo, tan de pronto que se sintió como un idiota por no haberlo visto antes.

El pecho de Hina.

Aquel pecho, que debía ser perfectamente plano, pero que sin embargo ahora no lo era… ¡incluso era capaz de ver el borde de su sostén gracias a la ropa mojada!

Una serie de recuerdos afloraron en su mente, como si algo hubiese despertado.

- Sí, quería volver con onee-chan.

- ¿Onee-chan? -preguntó, confundido.

- Onee-chan es como le dice a una de sus amigas -aseguró Hina de prisa, tras tapar su boca-, pero como no pudo encontrarla ella vino a buscarme a mí, su onii-chan, ¿cierto Hanabi?

- ¡Cierto! -exclamó la pequeña, tras un intercambio de miradas-. Vine a buscar a onii-chan.

Kyoto sonrió, rompiendo así el silencio de la extraña escena.

- Sasuke, te dije que a tu cuidado el secreto de Hyuuga no aguantaría nada

- ¡Que no es…! -él guardó silencio, extrañado-. ¿Secreto?

Hina pareció reaccionar ante esas palabras.

- ¡No es nada!

“- ¡Deprisa! -Hina lucía desesperada por lo tarde que era-. ¡Apúrate!

- ¡Lo siento, lo siento! -alcanzó a exclamar, mientras recogía su pequeño bolso. Konohamaru, a su lado, lucía por completo perdido.

- Naruto nii-chan, esta persona…

- Hina, te presento a mi primo; ¡Konohamaru, este es Hina, un amigo de la escuela!

- ¿Un… amigo? -el chico le dirigió una mirada a Hina, dejándolo sin palabras.”

“- No creo que sea justo arrojar su esfuerzo por la borda -decidió, mientras Sasuke lo observaba con seriedad-. Es cierto que fue una jugada sucia que Matsuri me pidiera ayuda, pero eso solo demuestra lo mucho que en verdad le gusta Hina. Y no me parece correcto traicionarla, es decir… si fueras tú quien tiene un plan con Sakura, no te gustaría que una de sus amigas arrojara tu esfuerzo a la basura, ¿cierto?

Su amigo arrojó un suspiro, guardando el teléfono por fin.

- Espero que recuerdes esas palabras con el tiempo.

- ¿Qué cosa?

- Nada. Solo volvamos a matemáticas. Ah, y no creas que te has librado, esto no quiere decir que no le vaya a contar la verdad a Hina más adelante.

- Pero si lo haces Hina se enfadará conmigo.

- No lo hará.

- ¿Y cómo lo sabes?

Sasuke guardó silencio, pensativo. Por un segundo pareció querer decirle algo, pero pronto cambio de opinión.

- Solo lo sé.

“- Así que Kyoto si sabe tu secreto -las palabras surgieron solas, desde lo más profundo de su ser. Hina volteó a verlo, avergonzado.

- Lo descubrió por accidente -aseguró, mientras que él hacia un mohín ante sus palabras.

- Todos lo saben, menos yo. ¿Acaso no confías en mí?

- No es eso… es solo que -suspiró, desviando su vista-. Es complicado.

- ¿Por qué?

- No lo sé, solo lo es. Y parte de mi teme que vayas a enojarte si te lo cuento…

- No me enojaría contigo, Hina -prometió, deseando poder ganar su confianza-. Somos amigos, ¿no?

- Sí -su mirada continuaba siendo desolada-, pero… sigue siendo complicado…

- No eres un idiota -Sasuke parecía querer animarlo-. Solo, bueno, ya sabes… algo inocente.

- ¿Inocente?

- Sí. Eres muy crédulo cuando quieres, es algo fácil engañarte…

- Gracias.

La voz de Hinata lo trajo de vuelta a la realidad. De inmediato dio un respingo, volviendo a concentrarse en él… o mejor dicho en…

- Gracias -volvió a gemir Hinata, con la voz más delicada que él hubiera oído jamás, mientras clavaba sus ojos llenos de pequeñas lágrimas directamente en él-. N-Naruto…

El chico se enderezó de golpe, como si el solo tocarla fuese peligroso.

Las palabras de inmediato se atoraron en su boca, como siempre le pasaba al tratar con chicas, pero aun así se forzó a decirlas.

- E-Eres una chica…

Ella le vio con sorpresa, justo antes de bajar la vista a su propio pecho y ocultar su pecho con sus brazos, comprendiendo lo sucedido. Naruto la vio sonrojarse de golpe tratando de cubrirse del frio e intentando no comenzar a llorar… y aquello le pareció lo más lindo y provocador que hubiera visto en su vida.

- P-Por favor… -suplicó ella, sin atreverse a hacer contacto con sus ojos-, no te enfades, por favor…

Él tragó, sin saber exactamente que sentir.

Si antes de eso se consideraba un idiota normal… ¡maldita sea, que por favor alguien le diera el premio allí mismo a la estupidez monumental!

CONTINUARA…

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