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Capítulo 38. La mejor respuesta

Al instante de decir esas palabras Shion arrojó un suspiro.

- Bueno, no es exactamente lo que esperaba oír… sino más bien un “no puedo estar enamorado de Hinata pues estoy enamorado de ti, Shion-chan”.

Naruto se sonrojó violentamente con eso. La chica en cambio esbozó una débil sonrisa, aún sin verlo a los ojos.

- Supongo que es tonto esperar ganar tu corazón siendo que soy una chica…

- No me gustan los chicos -replicó el rubio de inmediato. Se colocó de pie y negó con la cabeza-. Es imposible que me gusten los chicos porque soy…

- ¿Un chico? -aventuró la joven. Naruto asintió con renovadas energías-. Pues hay chicos a quienes le gustan los chicos, ¿no?

- Sí, pero yo no soy así.

- ¿Cómo lo sabes? -ella clavó sus ojos en él y Naruto tuvo que desviar la vista, comenzando a perder la paciencia.

- Solo lo sé, ¿entendido? Eso es algo que no necesitas cuestionarte a ti mismo.

- Tal vez porque no has necesitado cuestionarlo antes -musitó ella.

Naruto tomó su bolso, de pronto nervioso y desesperado por alejarse de ella, de ella y esas ideas que realmente no quería comenzar a meditar.

- Tengo que ir a casa -explicó, aunque era obvio el motivo de su urgencia por escapar.

- Deberías tomarlo con calma -la voz de Shion le fue imposible de ignorar-. Darte un tiempo para pensarlo.

- No es algo que necesite pensar -respondió con velocidad, girando para verla. Ella se mantenía aún sentada, con los ojos clavados en los suyos a la espera de su respuesta-. Tengo que irme.

- Naruto-kun, ¿estás enfadado por lo que he dicho?

- No -mintió, y fue tan obvio que ella desvió la vista, dolida ante sus palabras-. Es decir, mira… c-como dijiste… t-tal vez necesito pensarlo.

Shion asintió y él se llevó la mochila al hombro, preparado para marcharse.

- Podemos hablar siempre que lo necesites, ¿de acuerdo?

Naruto asintió y, por algún motivo, sonrió con ella, sintiéndose extrañamente seguro en su presencia. Shion también se colocó de pie, recogiendo su bolso y preparándose para la despedida del día.

- De acuerdo -aceptó el rubio-. Pero insisto, no es algo que necesite cuestionar. No me gustan los chicos.

- ¿Estás por completo seguro? -su mirada se volvió seductora, así como la sonrisa en sus labios-. Yo podría ayudarte a averiguarlo.

- N-No, pero… es decir, y-ya he besado a otras chicas -aseguró, sintiendo el rubor invadir su rostro. Shion hizo un mohín con sus labios, con actitud celosa-. E-En realidad a solo o-otra chica más. E-En una fiesta.

- ¿Fue alguna novia?

- N-No, solo una chica. En la fiesta de Sakura, en el juego de “7 minutos en el cielo”. Fue una chica, no vi su rostro, pero…

- Tal vez la situación te confundió. La oscuridad era total, después de todo…

- No me gustan los chicos -la interrumpió él, de forma cortante.

- Entonces no será problema reflexionarlo, ¿cierto?

La sonrisa se borró del rostro del chico pese a esforzarse por no hacerlo.

Por algún motivo aquello le parecía difícil.

- Cierto… sin problemas. Ninguno, en lo absoluto.

Y a pesar de eso, de la seguridad que había declarado tener aquel día, aún una semana después aquella inquietud se mantenía atrapada en su pecho.

Era injusto.

Claro que estaba seguro de que no le gustaban los chicos. Era imposible, nunca antes le habían atraído de ninguna manera. Pero cuando se trataba de Hina… ¡sentía que iba a perder la maldita cabeza!

“Basta ya, no hay que perder el control” -se repetía constantemente para mantener la calma-. “Es imposible que te guste, ¿no recuerdas a la chica de la fiesta?”

ella, más específicamente pensar en ella, era lo único que conseguía calmarlo lo suficiente como para enfriar su cabeza por un rato.

Exactamente era por eso que sabía no podían gustarle los chicos, porque aquella chica a quien había besado le había quitado el sueño por días. No en vano conservaba aún aquel collar con dije de corazón.

¿Y entonces que sucedía con Hinata?

Bueno, primero que nada, aún deseaba romperle la cara por la estúpida broma. A él y a Kiba.

Se seguía sintiendo usado por ellos y fingir que todo iba bien, que seguían siendo amigos y que no había ningún resentimiento, comenzaba a exasperarlo profundamente. Ya no aguantaba tener tan cerca al muchacho de los lentes, ni mucho menos quedarse a solas con él. Y lo peor de todo es que no estaba seguro si el motivo de todo ello era porque estaba herido, furioso o simplemente asustado. Lo último porque lentamente comenzaba a notar que la presencia de Hinata Hyuuga en el mismo lugar que él lo ponía nervioso.

Sabía que estaba pensando demasiado las cosas. Su amigo no iba a besarlo de nuevo, o al menos no sin llevarse de vuelta una paliza, pero la proximidad de su cuerpo lo comenzaba a asustar.

Constantemente se repetía que era debido al trauma pasado, pero ahora el solo escuchar que hablaran del chico comenzaba a provocar que su corazón latiese acelerado.

Y eso definitivamente no le gustaba. Sentía que pronto cometería una locura.

“Ya trataste de besar a tu mejor amigo” -su conciencia atacó, pensando de pronto en que no estaba tomando las cosas con tanta calma como quería admitir.

Eso era lo segundo: Sasuke todavía se negaba a quedarse a solas con él otra vez. Todo como consecuencia del estúpido intento de besarlo. Es más, ni siquiera deseaba oír una explicación, simplemente le había informado que ya no le preguntaría lo que le sucedía. Eso significaba que estaba por cuenta propia en lo que fuera le estuviera sucediendo.

¡Pero no era justo! Para empezar el mismo Sasuke le había ordenado repetir aquel hecho que lo había puesto tan nervioso. No era culpa suya que el hecho en específico se tratara de un beso.

Tercero, como si lo anterior fuera poco, Kiba estaba exigiendo mayor cantidad de ensayos frente al limitado tiempo que tenían antes del concurso.

¿Cómo los meses habían pasado tan deprisa? Se encontraban a menos de un mes del concurso. Los exámenes también comenzaban a aproximarse, por no hablar del baile de fin de año que a todos les parecía sumamente atractivo.

Su madre ya estaba escogiendo un traje para él, pese a que hacía semanas el chico les hubiera dado aviso a sus padres de que no iría con pareja. Y no era que no quisiera, es más, Shion se había ofrecido a ser su pareja en numerables ocasiones, pero el concurso de bandas se llevaría a cabo durante el mismo baile lo que lo dejaría sin tiempo de disfrutar el baile en si.

Sentía que enloquecería. Como si no tuviera poco con todo lo demás pronto la escuela entera sabría que él cantaba.

Lo peor es que no había nadie con quien hablar de aquellos temas que en ese mismo instante aquejaban su mente. Y es que la única persona con la que deseaba hablar realmente en ese momento era a la que menos deseaba ver al mismo tiempo.

“Hinata Hyuuga definitivamente es mi mayor problema…”

Naruto inspiró profundo, tratando de darse valor a sí mismo.

Su padre en el trabajo, su madre en la tienda y Konohamaru con un amigo. Por fin se encontraba solo.

Usualmente con una oportunidad así estaría cantando a todo pulmón, pero ahora planeaba ocupar el tiempo en otra cosa. Algo mucho más importante que estudiar para los exámenes, ensayar la canción del concurso o intentar arreglar las cosas con Sasuke.

Allí, sentando frente a la computadora y en completa soledad, era hora de averiguarlo, de investigar aquello que más temía enfrentar.

Abrió la ventana de Incognito en el buscador de internet y sin pensarlo demasiado comenzó con la difícil tarea de teclear las palabras.

Primero la "Y"; luego la "A"; continuaba la "O"; y finalmente…

Sus dedos se congelaron en el teclado, incapaz de continuar con lo que planeaba escribir.

¡No, no, no! ¡¡Simplemente no podía hacerlo!!

“¡Vamos! Las chicas leen este tipo de cosas todo el tiempo, ¡no puede ser tan malo!”

Y con aquel último pensamiento tecleó la “I” para completar la tan desgraciada palabra. Al instante una serie de enlaces le aparecieron, esperando ser abiertos. Naruto maldijo en voz baja y se dirigió al primero sin pensarlo mucho.

Se trataba de una página llena de mangas específicos en la temática buscada anteriormente. Una serie de portadas coloridas con personajes del mismo sexo, junto a un pequeño resumen de la historia, se desplegaron frente a sus ojos.

El chico paso la vista y fue bajando por la lista de forma rápida y despreocupada. Se sentía confiado y seguro: él no era el tipo de chicos que disfrutaría con leer ese tipo de historias, lo que probaría a la vez que simplemente no le gustaban los chicos.

O al menos eso creía, hasta que de pronto se vio a si mismo leyendo uno de los resúmenes de aquella historia. Sin siquiera pensarlo su atención había sido captada por uno de los protagonistas en la portada.

Un chico que, para su mala suerte, se parecía demasiado a Hina.

El corte del cabello, los lentes gruesos… e incluso la contextura física: pequeño y delgado, como una chica. Era imposible no pensar en su amigo.

Ese, se repitió, era el único motivo por el cual se encontraba ahora leyendo el manga. Página a página y capitulo a capitulo, cada vez más interesado en la historia que desarrollaban los personajes.

Una clásica historia de amor escolar. El protagonista -aquel chico parecido a Hina-, se encontraba enamorado de su mejor amigo -quien de paso no tenía ni idea de los sentimientos que generaba en el joven de lentes-, y constantemente trataba de que sus sentimientos pasaran inadvertidos viéndose constantemente involucrado en una serie de aventuras y locuras junto a él. No así hasta el momento en el que, por completa mala suerte, le admitió aquel detalle a uno de sus amigos sin ser consciente de que el chico del cual estaba enamorado también se encontraba presente.

Y con eso ¡paf!, adiós al secreto. Luego de diez capítulos de malos entendidos y discusiones por fin habían podido charlar y, para sorpresa del protagonista y el mismo Naruto, ¡su mejor amigo también se encontraba enamorado de él!

Naruto ni siquiera había notado cuando las cosas se habían salido de control. Tan abstraído estaba con la historia que no notó el sol ocultarse tras la ventana en su cuarto ni mucho menos el pasar de los capítulos hasta que de pronto vio a los personajes abrazados y desnudos bajo las sabanas, al amanecer luego de una noche de amor.

Se tomó un respiro y estiró su cuerpo entumecido por haber estado tantas horas en la misma posición, devolviendo con eso la vista a los más de 50 capítulos vistos en solo una tarde. Por un segundo se sintió incrédulo, hasta que verificó la situación.

Luego de eso no pudo hacer más que sorprenderse. ¿Cómo diablos había leído tanto?

¡Incluso les había echado un ojo a aquellas escenas subidas de tono, durante el clímax de la historia!

“Y se supone que es lo más suave que hay” -pensó avergonzado al recordar el tipo de escenas que había visto-. “Pensar que las chicas leen ese tipo de cosas todo el tiempo”

Sin embargo, no había podido evitar relacionar al protagonista con Hina durante toda la historia; así como el nerviosismo al notar que no había podido evitar que su corazón latiese de emoción ante el primer beso de los personajes. Ahora se encontraba mucho más confundido que antes respecto al muchacho.

Sentía que algo estaba mal con eso.

No con el protagonista de la historia, eso era imposible: lo adoraba. Le enternecía su timidez y sobre todo los pequeños detalles como cuando acomodaba sus lentes o su cabello. Y sentía que entendía perfectamente los motivos por los cuales su mejor amigo le decía estar enamorado de él: era responsable, amable y comprensivo, al punto de conseguir empatía automática con el lector, y en definitiva el chico perfecto.

Y lo que sentía iba mal con eso era que... ¡aquel chico solo le recordaba a Hina!

¿Asociar al protagonista con su amigo no significaba entonces que en cierta medida también pensaba y sentía lo mismo por Hina?

¡Agh, eso era justamente lo que no deseaba pensar!

Y hablando del chico… aún estaba el asunto de su secreto. Aquel que, celosamente, le escondía constantemente al rubio.

El paso del tiempo, y la gran cantidad de eventos en medio, lo había hecho abandonar la búsqueda a la respuesta. Pero ahora que solo podía pensar en Hinata no podía evitar cuestionarse aquello. Aún recordaba a la perfección cuando el chico de ojos aperlados le había admitido a la pequeña Matsuri estar enamorado de un chico. Y no solo de un chico, sino que de su amigo Naruto.

Recordaba que aquel día se había asustado realmente. La idea de gustarle a un amigo lo había inquietado profundamente y por lo mismo se había visto aliviado cuando Hina le había explicado que aquellas palabras se habían tratado de una farsa para deshacerse de Matsuri.

Sin embargo, ahora, no podía evitar cuestionar todo eso.

¿Y si Hina lo había besado por un motivo diferente al de la apuesta?

¿Cambiaba algo con eso o simplemente debía ignorar aquel detalle? Aunque definitivamente no era algo que ignorar, porque si Hina lo había besado por otro motivo -por estar enamorado de él-, ¿cómo debía tomar aquella noticia?

Si de verdad le gustaba a su amigo… ¿entonces que sentía él por Hinata Hyuuga? ¿Algo similar o por completo diferente? Porque si solo fuera una amistad, entonces no estaría tan preocupado por hallar la respuesta, lo que probablemente significaba que…

- ¡¡Naruto Namikaze!! ¡¡Baja a cenar!!

El chico rubio arrojó un grito y rápidamente se levantó, saliendo de su cuarto con rapidez antes de que su madre comenzará a gritar otra vez. Ni siquiera había notado la presencia de su familia en la casa -inclusive ya era de noche-, pero en cuanto se salió de su habitación el aroma de la cena lo abofeteó en la cara haciéndole notar lo hambriento que se sentía.

Bajó las escaleras con saltos veloces y llegó a la mesa, justo a tiempo para recibir su plato. El aroma a comida caliente rápidamente lo reconfortó.

- ¿Qué hacías allí arriba, hijo? -preguntó su padre, casi sin interés-. Llevas toda la tarde encerrado.

- Solo hablaba… -musitó el rubio en respuesta, intentando pasar desapercibido. Como era de esperarse, esto no sucedía con tanta frecuencia como la deseaba.

- Más te vale que sea con una chica -exigió su madre al volver de la cocina, acomodando un plato justo frente al puesto vacío de Konohamaru.

- Mamá… -comenzó el rubio, sonrojándose levemente.

- No me importa cuánto te tardes jovencito, yo quiero a mis nietos -decidió la mujer-. Pero te recuerdo que no soy tan joven como me veo, más te vale apresurarte.

Naruto dejó caer la cabeza sobre la mesa, sintiendo de pronto un nudo de nervios en su estómago.

Gran momento para comenzar a dudar de su heterosexualidad…

- Lo siento -murmuró en voz baja, como si con eso pudiera arreglarlo todo. Su padre sonrió.

- No te preocupes hijo, mientras tengas novia y la traigas a casa todo estará bien.

El joven sonrió, de pronto nervioso. Por dentro un nuevo temor comenzaba a manifestarse.

Varias imágenes se dibujaron en su mente, todas correspondientes a diferentes posibilidades futuras: él llegando a casa de visita, soltero; llegando a casa con novia y un hijo, tal y como su madre ansiaba; o llegando a casa acompañado por, en vez de una chica, un chico…

El miedo lo invadió de golpe ante aquella última idea.

Si en caso de que le gustarán los chicos, -cosa que deseaba aclarar: seguía sin estar seguro-, ¿cómo se lo tomarían sus padres?, ¿cómo se lo tomaría su pequeño…?

- ¿Dónde está Konohamaru? -preguntó Kushina, obligándolo a alzar su vista para comprobar, con sus propios ojos, que su pequeño primo no se encontraba en la mesa.

De pronto un ligero temor lo inundó, recordando de golpe que su habitación se encontraba justo antes de la escalera. Y en su cuarto, con la puerta abierta, estaba su computadora encendida… con aquel manga aún allí…

- ¡Voy a buscarlo!

En un segundo se colocó de pie y corrió de vuelta por las escaleras, esperando estar actuando de forma paranoica. Para su mala suerte no fue así. Su primo no se encontraba en el baño y la puerta de su propio cuarto lucía ligeramente más abierta.

Entró encontrándolo de inmediato, de pie frente a la pantalla y con una expresión que claramente indicaba su desconcierto ante la imagen de dos chicos desnudos y abrazados bajo las sabanas, imagen que ahora Naruto creía era demasiado obvia.

- ¡Puedo explicarlo! -gritó asustado, mientras cerraba la puerta para evitar que el pequeño huyera. Konohamaru dio un salto al notar su presencia, aunque luego de eso le dirigió una larga mirada.

No hubo palabras, ni opiniones. Solo aquella mirada que no le dejaba averiguar al rubio que cosa estaría pensando.

Naruto sintió realmente una profunda vergüenza, incomparable a cualquier cosa que hubiera sentido antes. Era todo, había sido atrapado con las manos en la masa.

Simplemente no había forma de explicar el motivo de ese manga abierto en su computadora, en la ventana de incognito y en un capitulo tan avanzado. Y si había forma de explicarlo no era capaz de pensarla, pues estaba seguro de que todo el miedo y desesperación que estaba sintiendo se veía reflejado en su rostro, el cual Konohamaru no dejaba de observar como si intentara leer su mente en búsqueda de aquello que pudiera explicar el comportamiento del adolescente.

De pronto un brillo de reconocimiento surgió en sus ojos.

- Naruto-nii… ¿te gustan los chicos? -cuestionó el pequeño. Y para el joven aquello fue como una bofetada.

La pregunta tan directa lo descolocó. No esperaba que su primo hubiera intuido eso y, de alguna manera, el hecho de que sus dudas hubieran sido tan obvias no hizo más que aumentar la vergüenza que estaba sintiendo en ese preciso instante.

Y ahora el silencio incomodo que se había formado entre ambos. Silencio que Konohamaru intentó rellenar cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra.

- B-Bueno… -Naruto sintió el color subir a su rostro y, a la vez, las lágrimas asomar en sus ojos. Su garganta se apretó sin desearlo. Y no era que estuviera asustado o confundido, pero por primera vez en dos semanas… sentía que podía hablar de sus inseguridades con alguien-. L-La verdad es que… no estoy seguro…

Esperó un grito, una burla, una acusación, una expresión de asco, una respuesta… Pero su primo siguió allí, con sus ojos azabaches clavados en él, sin dejar ver ningún tipo de asco o repulsión por él.

Finalmente… solo se encogió de hombros.

- Soy bueno escuchando-kore.

Y fue todo lo que dijo.

Naruto no supo que decir, más que nada sorprendido con la rápida aceptación del pequeño.

- ¿N-No te parece raro? -exclamó preocupado-. ¿No me odias o te doy asco o, o…?

- Yo jamás podría odiarte por algo así -determinó el pequeño, con absoluta calma y sin apartar sus ojos de él-. Somos familia, Naruto-nii.

- Konohamaru…

- Eres mi primo-kore, me has cuidado desde que nací. Sería incapaz de odiarte por algo tan tonto -continuó diciendo, con convicción-. La gente que dice odiar o sentir asco… en verdad está ciega. Olvida lo importante y se alejan de amigos y familiares solo por un detalle que en verdad ni siquiera tiene gran importancia. Realmente no creo que haya nada raro, es más, lo encuentro por completo natural. No te hace mejor ni peor persona, no te hace distinto en ningún aspecto, ¿no crees? Es decir, a ti te gustan los chicos, o bueno, tal vez te guste un chico… ¿y qué? -el pequeño sonrió, con completa normalidad-. Sigues siendo el mismo de siempre y absolutamente nada va a cambiar con ese hecho. Eres el Naruto-nii que siempre he conocido, ¿sabes?

Y al decirlo caminó a él, para abrazarlo sin dudar ni un solo segundo de sus movimientos. Naruto no notó eso hasta que sintió sus pequeños brazos rodeándolo, con fuerza. Sin esperar devolvió aquel abrazo, negándose a soltar cualquier tipo de lágrima.

- Sabes que no es seguro todavía, ¿cierto? Yo solo… estoy ligeramente confundido -dijo, solo por decir cualquier cosa. Su primo comenzó a reír, mientras lo soltaba para mirarlo a los ojos.

- Tal vez. Es decir, se nota lo desesperado que debes estar como para haber leído eso -sonrió, mientras que con el pulgar apuntaba a la pantalla tras de si.

- Hey, la historia es buena -rebatió el rubio. Su primo asintió.

- La cosa es que…  estaré para que lo averigüemos juntos. Y para decirle a la tía a Kushina en caso de que resulte ser-kore.

- Sí… sobre eso… ¿crees que podamos mantenerlo en secreto un tiempo? -preguntó en un susurro-. Ya sabes, hasta que este seguro y eso.

- ¿Acaso te da susto que te rechace?

- El sueño de su vida es que yo me case y tenga hijos -replicó el rubio, con obviedad-. Creo que esto podría interferir en sus planes.

Konohamaru río.

- Aún te puedes casar y tener hijos-kore -respondió, sonriendo y llevando las manos a su nuca tal y como él hacía-. Creo que Naruto-nii sería un excelente padre.

Y con eso Naruto sonrió, sin poder evitarlo, por primera vez en una larga semana.

De pronto fue como quitarse un gran peso de encima.

Por días aquella pregunta en su mente le había asediado incansablemente. Se había sumido en un debate interno lanzándose a si mismo argumentos y contraargumentos, confundido respecto a sus propios sentimientos y acciones pasadas. La posibilidad de que le gustará un chico, de que un beso no le hubiera dado asco, sino que, por el contrario, hubiera hecho a su corazón latir desenfrenado, definitivamente le había aterrado. Incluso había sido capaz de quitarle el sueño, haciéndolo cuestionarse que cosa realmente estaba mal con él.

Claro, seguía sin una respuesta a todo eso. Pero ahora, en aquel lugar, se sentía en calma. Por primera vez en muchos días no se sentía desesperado por averiguar la verdad.

Simplemente la respuesta había dejado de importarle…

CONTINUARA…

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