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Capítulo 24. Blanca y peluda navidad

Kiba sonrió, mientras terminaba de envolver los regalos de Navidad.

El fuego encendido en una esquina, el árbol decorado ostentosamente y el dulce aroma a galletas recién horneadas eran más que suficiente para subirle el animo a cualquiera.

Se encontraba feliz.

Ya había acabado la tormentosa semana de exámenes en su escuela y en ese mismo instante disfrutaba de las vacaciones de invierno. Se sentía confiado, había estudiado con anterioridad junto a Hinata y nada lo había tomado por sorpresa.

Aunque claro, el verdadero problema era Sasuke. Si bien era cierto que Naruto lo había ayudado con matemáticas aún era necesario ver si pasaba o no. Si lo hacía todo seguiría de acuerdo al plan, pero si no lo conseguía eso significaría decirle adiós a la banda, adiós a la oportunidad de conseguir el dinero y, finalmente, adiós a las soñadas vacaciones en la playa.

Y eso realmente sería una gran pérdida. Sobre todo cuando se tenían en cuenta la gran cantidad de avances que habían conseguido en sólo algunos meses. Hinata, Sasuke y él ya habían vuelto a dominar los instrumentos y Naruto por fin estaba comenzando a cantar confiado. Incluso con la chica ya habían comenzado a escribir la canción para el concurso. Quedaban dos meses para el baile, pero Kiba comenzaba a sentirse confiado de que lo conseguirían.

Bueno… siempre y cuando Sasuke hubiera aprobado el estúpido examen de matemáticas.

El timbre lo distrajo de sus pensamientos.

- ¡Kiba, la puerta! -anunció su madre, desde la cocina.

- ¡Ya voy! -respondió en un grito, mientras que con velocidad se colocaba de pie para dirigirse a la entrada.

En cada rincón de su casa podían dejarse ver pequeños detalles de lo que eran la decoración. Su madre y su hermana amaban la Navidad, pero más que eso amaban la gran cantidad de ideas para ornamentar que la época significaba. Incluso él, quien al comenzar cada diciembre se oponía a colgar medias en la chimenea, terminaba participando con el pasar de los días.

Y bueno, no era algo de lo que quejarse.

Abrió la puerta con una sonrisa, mientras deseaba una feliz navidad a los Hyuuga.

Los padres de su amiga pasaron sonrientes y devolviendo las amables palabras, justo antes de dirigirse al comedor en donde se encontraba el resto de su familia.

Neji ingresó y le saludó con un apretón de manos, mientras colgaba su abrigo e intercambiaban unas rápidas palabras.

- ¡Kiba-oniisan! -Hanabi se le arrojó a los brazos, emocionada. Tal y como él también disfrutaba de la cena navideña Hyuuga-Inuzuka.

Kiba la alzó en brazos antes de hacerla bajar.

- ¡Hanabi-chan! -saludó.

- ¡Hemos traído muchos regalos! ¡Espero que hayan muchas galletas!

- Hanabi, no grites -la regañó Neji, con una pequeña sonrisa. La pequeña guardó silencio al instante, apenada.

- Lo siento.

- No te preocupes.

Volteó a la entrada para saludar a Hinata, aunque no pudo evitar guardar silencio y abrir sus ojos de golpe.

Y es que su mejor amiga llevaba puesto un pomposo vestido rosado encima…

- Ay Hinata… -suspiró al verla-, ¿qué te paso ahora?

Su amiga infló sus mejillas, mientras que un sonrojo de humillación se instalaba en su rostro.

- Compras de Navidad -respondió, avanzando dentro y dejando ver aquel horrendo vestido que llevaba puesto. Kiba hizo una mueca sin desearlo.

- Pareces un espantapájaros.

- Me siento como uno.

- Yo le dije que se negara -argumentó Neji, frunciendo el ceño-, pero no me quiso hacer caso.

- Es que mamá se veía tan entusiasmada con las compras… -suspiró la joven, derrotada- …y no pude decir que no.

- Eso no es una excusa -se quejó Kiba.

- Como sea, sólo es un vestido -trato de quitarle peso al asunto, aunque la verdad es que también lo odiaba con su alma-. No me sucederá nada por usarlo, además no saldré con él a la calle.

Neji la miró con seriedad, abrió la boca para decir algo más pero la voz de sus tíos llamándolo lo hicieron desistir de la idea. Con una última mirada se marchó hacia el comedor, seguido automáticamente por una entusiasmada Hanabi.

Kiba y Hinata en cambio se dirigieron al cuarto del muchacho, para esperar a que la cena estuviera lista. No era que no desearan estar con el resto de la familia, sino que estando a solas evitaban meterse en mayores problemas.

- ¿Qué pediste para Navidad? -preguntó Hinata.

- Videojuegos -respondió su amigo, con una sonrisa-. Salió Overwatch y ya deseo probarlo.

Hinata sonrió.

- Me dejarás intentarlo, ¿cierto?

- Hmp, no lo sé, esas cosas son sólo para chicos, ¿no? -preguntó Kiba, alzando su ceja. Hinata frunció el ceño.

- Mis padres no tienen que saberlo.

- Hablando de eso, ¿escondiste bien los regalos que te dimos?

- Están a salvo de mi madre. Los chocolates ya me los acabe y Neji cuida el videojuego.

- Supongo que estará a salvo de esa manera -meditó su amigo-. ¿Y Naruto te dio un regalo?

Hinata sonrió, de manera automática.

- Sí -recordó, una sonrisa dibujada en su rostro. La polera negra que el muchacho le había dado se había convertido en su nuevo tesoro.

Kiba frunció el ceño ante eso.

- Hmm… ¿y qué hicieron cuando se fueron ese día?

- Sólo hablamos -explicó, recordando el resto de la tarde junto al muchacho rubio.

Habían terminado en el bar del padrino de Naruto, bebiendo -o bueno, más bien él ya que ella no se arriesgaría a tomar alcohol nuevamente en su presencia- y charlando sobre música, tema en el cual tenían un montón de gustos en común.

¿Quién diría que sólo una hora hablando con el chico de cosas tan comunes podían hacerla tan feliz?

- Hmp -Kiba entrecerró sus ojos, lleno de sospecha-. ¿Sólo eso? ¿No hubo acción?

- ¿Qué esperabas? -cuestionó ella, desviando la vista con indignación-. A Naruto le gustan las chicas y, por si no lo recuerdas, en teoría yo soy un chico.

- Bendita heterosexualidad -sonrió su amigo, con burla.

- Eres un idiota.

- Claro que sí, pero un idiota que irá a la playa en verano -celebró, con ilusión.

- Sería una pena que alguien arruinara tus planes… -murmuró ella, de manera resentida.

- Ja, ja, muy graciosa. Sólo inténtalo, Hyuuga, ya verás quien sale perdiendo. Como intentes algo personalmente le diré a tu madre sobre tus gustos no femeninos.

Ella infló sus mejillas, sintiendo la sangre subir a sus mejillas por la rabia. Pero no, no debía enojarse.

Una dama siempre disimulaba, siempre se mantenía digna.

- Como sea -comenzó, con calma-, no me afecta.

- Sí claro, y los cerdos vuelan. Pero al menos puedes ver el lado positivo de esto.

- ¿Ah sí? -preguntó, escéptica-. ¿Cuál?

Su amigo le sonrió.

- Así aprovechas de averiguar qué tipo de chicas le gustan…

- Eso se me oye bastante familiar…

- …y si aparece alguna chica puedes sabotearla desde dentro… -continuó, ignorando la pregunta de la joven-. Además está el bendito collar que deberíamos recuperar de una vez.

- Oh demonios, eso es cierto -recordó de golpe, avergonzada.

- ¿Tienes el suyo todavía, verdad?

Hinata asintió. Llevó una mano a su cuello desde donde sacó el collar, el cual usaba para evitar que su madre lo arrojara a la basura por error.

- Según su primo pequeño, Naruto está usando mi collar.

- Vaya, eso es raro. Yo no llegaría al punto de usar un collar que no es mío sólo porque… -guardó silencio y giró a verla, nuevamente con aquella mirada de sospecha en su rostro-. Hey, ¿segura que sólo chocaron dentro del armario?

Hinata tragó, de pronto nerviosa.

- ¿Qué te hace imaginar lo contrario?

- Algo me escondes -le acusó, de pronto decidido-. ¿Seguro que no se…?

- ¡Kiba, la cena está lista!

Ambos dieron un salto y Hinata aprovecho la oportunidad para escapar, con Kiba pisándole los talones.

- Hey, hey, respóndeme eso primero -exigió el castaño mientras bajaban las escaleras. Hinata giró y le guiñó un ojo, sonriéndole.

- ¿Qué crees tú que sucedió? -preguntó, antes de terminar de bajar por su cuenta.

Kiba infló sus mejillas, mientras evitaba formar una imagen mental de aquello en su cabeza.

La posibilidad de que ambos se hubieran besado dentro del armario era ciertamente escasa, sobre todo considerando que Naruto era el rey de los idiotas. Pero la manera en que Hinata esquivaba el tema le resultaba verdaderamente sospechosa.

Finalmente decidió no preocuparse. No, su amiga no era tan arriesgada.

Sus vacaciones estaban a salvo.

La cena y la charla fueron fantásticas, como cada año lo eran.

Una ventaja de que los padres de Hinata y Kiba fueran amigos desde la universidad, era que justamente podían hacer ese tipo de cosas durante las festividades. Incluso alguna veces habían salido de vacaciones juntos.

Era algo fantástico. Hinata añoraba que la amistad con Kiba y Sasuke le permitiera seguir juntándose con ellos aún después de haber terminado la escuela y la universidad. Añoraba incluso que sus propios hijos pudieran ser amigos y que sus familias vivieran cerca las unas de las otras.

Eso era, ciertamente, algo con lo que soñaba.

Sus padres se la pasaron la noche reviviendo viejas anécdotas e historias, así como también comentando acerca de los muchos cambios que ellos habían tenido a través de los años.

- ¿Cuándo crecerá su cabello de nuevo? -cuestionó la madre de Kiba, en un momento dado de la charla.

- No lo sé, ya debió de haber crecido pero continúa como siempre -suspiró la madre de Hinata entristecida. Su hija omitió cualquier tipo de comentario, mientras trataba en vano de no mirar a su pequeña hermana o su primo.

Después de todo sólo ellos sabían que en verdad continuaba cortándose el cabello cada cierto tiempo, para mantenerlo de la misma manera.

- El pelo puede apestarse cuando hay un corte demasiado violento -explicó Neji de pronto, llevando el vaso de jugo a la boca para pasar desapercibido.

- Me sucedió lo mismo una vez -la hermana de Kiba habló, con una pequeña risa-. Fue espantoso.

- Cierto, cierto, usaste un gorro todo el verano hasta que volvió a crecer -recordó su madre, de pronto riendo.

Y la conversación regreso a la normalidad.

Finalmente llegó el momento de abrir los regalos.

Todos se colocaron en torno al árbol, entusiasmados, aunque los primeros en abrir sus regalos fueron los más pequeños. Hanabi especialmente, era quien más cosas recibía.

- ¡Otro vestido! -exclamó emocionada, con sus ojos brillantes. Hinata esbozó una débil sonrisa.

- E-Está muy lindo -exclamó, con toda la alegría que fue capaz de fingir. Sus padres sonrieron, felices de haber dado con el regalo indicado otro año más, Hinata en cambio no pudo evitar suspirar por dentro pensando en lo feliz que Sakura se encontraría de aceptar aquel regalo.

Por otra parte la madre de Kiba había colocado una caja peculiarmente grande en frente del muchacho.

- ¿Acaso es un equipo de música o qué? -trataba de adivinar el chico.

- Ábrelo -le ordenó su hermana, sonriente.

- Ah, ¿Kiba le has comprado un regalo a Hinata-chan?

- Kiba ya me dio mi regalo -explicó la joven sonriente. Sus madres sonrieron.

- Cierto, su tradición navideña.

- Es que comprarle cosas a las chicas es muy complicado -refunfuñó el chico castaño, deshaciendo el lazo que ataba su obsequio. Hinata iba a golpearlo en el brazo, pero se detuvo al recordar que su madre estaba presente.

Y como perfecta dama que no perdía los nervios, no hizo más que sonreír.

- Sucede que los chicos no comprenden las cosas esenciales que nosotras necesitamos -rebatió. Kiba y Neji hicieron muecas de asco ante sus palabras, en cambio el resto de las chicas presentes rieron.

Ella, por otra parte, sintió ganas de vomitar por sus propias palabras.

- Cada año más ingeniosa -exclamó la hermana de Kiba, divertida-. Vamos hermanito, abre tu regalo.

- Ya voy, ya voy, no me apures.

El lazo cayó por fin y de pronto algo sacudió la caja.

Kiba dio un salto, mientras que tras él su hermana comenzaba a reír.

- ¿Qué cosa hay allí? -preguntó Neji, interesado. Kiba tomó los bordes de la caja, que continuaba sacudiéndose por cuenta propia, como si se tratara de alguna bomba o explosivo peligroso.

De pronto un ligero "woof" resonó en el interior.

- ¡¿Acaso es…?!

Con velocidad hizo a un lado la tapa y reveló el contenido con completa sorpresa. Tras él su hermana y su madre sonrieron.

- ¡Waah! -sus ojos brillaron de la emoción, al igual que los de Hinata.

- ¡Es un perro! -exclamó la joven, emocionada.

- ¡Qué lindo! -gritó Hanabi, uniéndose a ellos.

- ¡Akamaru! -Kiba sonrió de pronto, mientras lo sujetaba para levantarlo-. ¡Se llamara Akamaru!

- ¿Qué clase de nombre es ese?

- ¿De qué hablas? ¡Le queda perfecto!

El cachorro ladró, aparentemente de acuerdo con ellos.

Era pequeño y blanco, con el pelo suave y manchas color café en sus orejas. Casi inmediatamente se dispuso a jugar con el muchacho.

- Creímos que ya era tiempo de que tuvieras un perro -explicó su madre.

- Creo que ya eres lo suficientemente maduro y responsable.

- ¿Qué significa eso? -preguntó el chico, alzando su ceja con seriedad.

- Bueno, ya sabes, las chicas son más responsables que los hombres. Está comprobado.

- ¿No creen que es muy pronto aún para una responsabilidad tan grande? -preguntó la madre de Hinata.

- Estuvimos a punto de desistir -contestó la madre del chico-. Pero al final nos dimos cuenta de que Hinata puede orientarlo mejor, para que sea más cuidadoso.

Kiba abrió la boca para responder aquello, pero Hinata lo hizo guardar silencio con un ligero golpe.

- No vale la pena enfadarse por eso -se burló. Kiba entrecerró sus ojos.

- Mujeres -masculló. Su amiga rió.

- Bienvenido a mi mundo -de pronto su teléfono sonó, anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Hinata lo abrió, mientras que Kiba continuaba jugando con el nuevo cachorro de la familia.

De pronto una foto de Sasuke, utilizando un par de astas de reno en la cabeza y con cara de odiar aquello, iluminó su pantalla.

La siguiente imagen en llegar fue una fotografía de Naruto, mirando a la cámara, sonriendo y guiñando el ojo con emoción. Un par de astas, iguales a las de Sasuke, decoraban su cabello rubio.

El sonido de un nuevo mensaje provocó que sonriera al instante.

"¡Feliz Navidad, Hina~!"

Casi gritó al leer las palabras, llamando la atención de Kiba quien con sospecha se acercó hasta ella.

- ¿Con quién hablas?

- Aquí, aquí -llamó ella, enseñándole la fotografía de Sasuke. Su amigo estalló en una carcajada automática.

- ¡Oh Dios! ¡Parece un idiota! -declaró.

- Ven, tomémonos una foto también -pidió Hinata, mientras colocaba la cámara. Kiba rápidamente se instaló tras ella y alzó al pequeño Akamaru sobre su cabeza, mientras sonreía. Hinata buscó el ángulo adecuado para que la fotografía no revelara sus hombros y con ello los tirantes del vestido, sonrió y apretó el botón mientras el flash la iluminaba levemente.

Conforme con lo conseguido, apretó el botón de envió.

La respuesta no tardó en llegar.

"¡Lucen geniales!"

"Gracias! Igualmente! :) "

Su mensaje se envió, mientras ella volvía a revisar las fotografías. Sin quererlo permaneció más tiempo admirando la fotografía del muchacho rubio, por lo cual no pudo evitar arrojar un suspiro.

Kiba notó lo último.

- ¿Qué es eso? -interrogó, arrebatándole el aparato en esa ocasión. Hinata estiró sus brazos, desesperada por recuperarlo.

- ¡Devuélvemelo! -exigió en voz baja, para no llamar la atención de su familia. Kiba la ignoró, mientras revisaba y descubría la fotografía de Naruto. Hinata quiso gritar, pues de seguro ahora el chico borraría la foto, pero contrario a lo esperado Kiba sólo le devolvió el celular-. ¿No la borraras?

- Considéralo un extra en tu regalo de Navidad, pequeña hermana -explicó, desviando la vista-. Haré como que no la vi.

Ella sonrió.

- Oh Kiba, eres un idiota.

- ¡Oye! ¡No seas así cuando hago algo lindo por ti!

- ¡No debes husmear en mi teléfono para empezar!

- ¡Niños! ¿Están peleando?

- ¡Hinata me llamó idiota! -la acusó Kiba, sin medir las consecuencias.

- ¡Hinata Hyuuga!

- ¡Fue un accidente! -replicó ella, mientras perseguía a Kiba.

Akamaru comenzó a correr y a ladrar tras ellos. Se atravesó entre las piernas de Kiba, haciéndolo perder el equilibrio y provocando que Hinata chocara contra él y cayeran juntos al suelo. El pequeño cachorro blanco saltó encima de ellos, victorioso.

Y de pronto las risas estallaron alrededor, consiguiendo que incluso ellos se contagiaran.

Sólo otra Navidad común y corriente para ellos…

CONTINUARA…

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